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miércoles, 18 de diciembre de 2024

Con lo de la EPS SURA, el Gobierno logró acabar los servicios de salud

Andrés de Bedout Jaramillo
Andrés de Bedout Jaramillo

La solicitud del desmonte ordenado de la EPS SURA, a la Superintendencia de Salud, con todo el profesionalismo y claridad, demostró la imposibilidad de mantener la operación con una UPC insuficiente para atender la salud de los colombianos y más cuando ya se han generado unas pérdidas de más de $400.000 millones de pesos. Queda en el Gobierno nacional la muy grave equivocación en que han incurrido al no realizar siquiera los estudios que permitan los ajustes en la UPC en pro de la sostenibilidad del sistema, escudados en una supuesta corrupción generalizada, que han querido disque mitigar a punta de intervenciones gubernamentales que solo han ayudado a deteriorar en forma más acelerada todos los indicadores de servicio, financieros y jurídicos, y que están llevando al siguiente paso, la liquidación de las EPS intervenidas.

Las intervenciones han demostrado al Gobierno que, con la UPC actual, no es sostenible el sistema, es más, así lo están diciendo a todo pulmón, los agentes interventores designados por el Gobierno nacional, presumo, con algún asomo de así sea un escaso conocimiento en materia de salud y administración.

Lo más triste de todo es que ya llegamos al punto de no retorno, la crisis inducida, logró su objetivo inicial, desmotivar totalmente al sector privado en las inversiones en salud, quebrar EPS e IPS privadas y públicas, forzando a que todo el sistema de salud pase a manos del Estado, con las consecuencias de mala calidad en el servicio. Hemos pasado de una salud que estaba funcionando bastante bien, con un régimen subsidiado que tenía por igual a todos los colombianos, por el deterioro del sistema en general este beneficio solo continuará para los pocos colombianos que además de los aportes obligatorios a salud, puedan pagar planes complementarios y pólizas de salud prepagada.

Personalmente pienso que las entidades de control deberían actuar frente a este perverso, irresponsable y dañino despropósito gubernamental que desafortunadamente logró su cometido y acarreará seguramente multimillonarias demandas contra el Estado colombiano, que nos tocará pagar a todos.

Reconstruir el sistema de salud destruido tardará mínimo, según los expertos, más de 15 años, partiendo de la generación de unas condiciones de seguridad y estabilidad que permitan animar y motivar nuevamente al sector privado en las inversiones en salud, que permitan la rentabilidad que garantice la sostenibilidad del sistema con la calidad y los indicadores que tuvimos hasta hace dos años atrás. Cuando llegó Petro, con su ministra Corcho y luego con su ministro Jaramillo, se empezó a demoler aceleradamente el sistema contributivo que subsidiaba la atención en salud de más del 90% de los colombianos, incluidos, por supuesto, a los más pobres a través del Sisben. Con la insistencia de SURA, que ha sido ejemplo de eficiencia, optimización y calidad en el servicio en el ámbito nacional e internacional, en retirarse, advirtiendo que está en causal de intervención gubernamental y en altísimo riesgo de muy próximo incumplimiento en los pagos de sus obligaciones con proveedores, el sistema de salud construido durante 30 años se termina en Colombia.

No fue necesaria la reforma a la salud para aniquilar el sistema, solo sirvió para mantenernos distraídos, mientras el chu chu chu, hacía carrera, no pagando a las EPS lo adeudado y no ajustando la UPC.

Lo único cierto es que, de salir la reforma como está planteada, se reafirmará la estatización de la salud, como ya está sucediendo, y no se dará ninguna señal que permita animar otra vez la participación de la inversión privada en el sistema de salud colombiano.

Protégenos Señor de las malas intenciones de nuestro nefasto y dañino presidente, que ya acabó con el sistema de salud de los colombianos, tiene en muy malas condiciones a Ecopetrol, empresa soporte económico del país, y ahora quiere seguir con los servicios públicos domiciliarios, a los que ya les ha asestado golpes letales.

lunes, 8 de abril de 2024

Editorial: sucesos de la semana No. 42


Antonio Montoya H.
En este nuevo editorial, Antonio Montoya H. para El Pensamiento al Aire, analiza los sucesos de la semana. Comienza abordando el tema de la reforma a la salud, enfatizando que los cambios necesarios deben centrarse en ajustes, no en una transformación estructural. Es relevante tener en cuenta que Colombia ya cuenta con una cobertura del 94% en salud. En relación a la intervención de las EPS (Empresas Promotoras de Salud), se propone trabajar en su fortalecimiento para beneficiar a los colombianos y buscar mecanismos de conciliación. En la editorial anterior, se exploraron los diferentes modelos de gobierno, concluyendo que en todos ellos se busca el desarrollo en general y la subsistencia de la democracia. Además, se debatieron los sistemas de gobierno que podrían ser efectivos para Colombia, buscando la unidad y evitando la división. También se mencionaron los diálogos de las disidencias de las FARC, sugiriendo que se establezcan propósitos claros, como la seguridad y el respeto por los ciudadanos. Finalmente, se aborda la situación climática, destacando el inicio del invierno, que puede traducirse en posibles inundaciones. Se hace un llamado a la prevención para evitar tragedias humanas. Y, lo más importante, se solicita mesura en sus actuaciones al presidente de la república.

jueves, 29 de febrero de 2024

Vamos mal, ¡muy mal!

Alberto Avelino Saldarriaga Piedrahíta
Por Alberto Avelino Saldarriaga P.

Decrecimiento, pésimos indicadores de gestión, apatía, caída de la inversión, desempleo con crecimiento negativo y exponencial a muy corto plazo, desánimo, muy pobre emprendimiento por falta de confianza, quejas y más quejas.

Cabe el gracejo paisa con tintes escatológicos… “vamos de culos pa´l estanque parce”.

Nada logramos con la quejadera y no dejemos que el pesimismo se apodere de todos; hay mucho por hacer y no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista…

Este Gobierno va muy mal y se está enredando en las espuelas. Con mayor razón si violó los topes de campaña.

No bajemos la guardia y sigamos luchando cada uno en su cuento, y seguro de que llegarán tiempos mejores. Hay mucho por hacer y tenemos un país lleno de oportunidades y de gente que han logrado muchas cosas para bien de todos.

El emprendimiento en medio de la tormenta es más que meritorio y necesario.

Hagamos que retorne el optimismo; en cañadas más oscuras nos ha cogido la noche, como decía la difunta Piedad Córdoba.

Por el momento es imperioso evitar que este Gobierno corone con sus tres propuestas; salud, pensiones y laboral, con las cuales Petro se llenaría de billete para repartir mermelada y perpetuarse en el poder.

Hagamos, por todos los medios, que el Congreso y la Corte no aprueben semejante despropósito.

Recordemos que Antioquia, así como un buen toro de lidia, ¡se crece con el castigo! No la podemos dejar caer.

¡Mucho menos el autoexilio, peor que la pena de muerte!

Desenfundemos el “hacha de mis mayores” cuanto antes, es mi modesto mensaje para no perder el optimismo.

A pesar de que la democracia está amenazada ¡no permitiremos el raponazo!

lunes, 19 de febrero de 2024

Editorial: sucesos de la semana No. 36

 


En su nuevo editorial de la semana Antonio Montoya H., abre sus comentarios con la renuncia de la ministra Astrid Rodríguez; reseña el rechazo que vivió Verónica Alcocer en el Carnaval de Barranquilla; habla del pobre resultado de los indicadores económicos que socializó el DANE; del inicio de la nueva legislatura en el Congreso en el que se evidencia que el Gobierno no tiene el apoyo de las mayorías para sus reformas; los engaños de Maduro para perpetuarse en el poder; las declaraciones de la ministra de Agricultura Jhenifer Mojica y la pesca de tiburones, y finaliza señalando las declaraciones de Gustavo Petro en contra de las obras que se impulsan en Antioquia. No dejes de verlo.

Nuestro gran Eróstrato

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

Cada día es más frecuente en las redes sociales la pregunta de quién gobierna a Colombia, porque cada vez es más notorio el desgobierno en todos los órdenes de la vida nacional.

La realidad que tantos no quieren ver es que el partido comunista clandestino —que actúa públicamente a través del alias de Pacto Histórico, coaligado con otros movimientos de fachada, como los falsos “verdes” y otras etiquetas parlamentarias— es el dueño del poder Ejecutivo, y con “mermelada” domina el Legislativo.

Repetidamente se dice que “el Gobierno no sabe para dónde va”, afirmación que se basa en la conducta alarmante del individuo que lo encabeza y que reparte su tiempo entre costosos y grotescos viajes internacionales, periplos nacionales y prolongadas “agendas privadas” que no le permiten acudir puntualmente a ninguna cita. Petro no se destaca por nada diferente de una incontenible catarata de trinos, cada día más espeluznantes, desenfocados, desinformados, imprevistos, pero siempre malévolos, mendaces y buscapleitos, mientras los miembros de su equipo, donde hay más prontuarios que hojas de vida, hacen daños como micos en un pesebre...

Ahora bien, esta no es una situación caótica —aunque lo parece—, sino una concatenación deliberada, dirigida por una mente activa para producir un efecto predeterminado, que no es nada distinto que llevar el país a la revolución.

Cuando se miran los efectos de la acción ejecutiva no es posible desconocer que el único propósito de Petro es el de destruir, lo que es fácil y expedito. La revolución se prepara fría y minuciosamente, y se expresa luego como goce, en la borrachera, la orgía, el delirio y la alucinación...

Volviendo a nuestro presente, no sobra reconocer que la destrucción va acompañada de una infame sensación placentera e inmediata. El ambicioso Eróstrato, frustrado por su vida improductiva, no encontró mejor medio de pasar a la historia que incendiar el prodigioso templo de Afrodita. Con esa colosal hoguera aseguró la inmortalidad de su nombre.

Como los placeres depravados son adictivos, Petro no se conforma con una que otra demolición. Quiere derribarlo todo, y por eso diariamente hace un daño, para que la suma de sus desmanes conduzca a la ruina completa de nuestro país. Bastaría con destruir nuestro sistema de salud para alcanzar un lugar imborrable en la historia patria, pero allí no se detendrá, porque también prepara la ruina del sistema pensional, la eliminación de la libertad empresarial y otros desatinos —menores, si se quiere—, que es lo que se propone hacer amedrentando a la justicia para imponerle una Fiscalía siniestra y de bolsillo para acabar con la tridivisión de los poderes públicos.

Nada detendrá entones a nuestro Eróstrato al cubo, o a la potencia n, en la satisfacción de su descomunal y desquiciada egolatría.

lunes, 11 de diciembre de 2023

La resurrección de Drácula y Herodes en pleno siglo XXI

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez

Es la natividad la época en que los pueblos esperan que les llegue algo bueno con el nuevo año, se deja a un lado lo malo y se le pide a la vida un mejor futuro.

Sin embargo, la elección de un mal gobernante puede malograr todas esas esperanzas y buenas intenciones y llevarnos a tener que pensar en que ni lo bueno ni lo malo cae del cielo, y que tenemos la responsabilidad colectiva e individual, si nuestra nación perdió el rumbo, de trabajar unidos para recomponerlo, así eso nos cueste “grandes sacrificios”, muchas tristezas e incluso, tener que ofrecer nuestras vidas para que los que vienen detrás tengan un mejor futuro.

Por ello hoy me atrevo a hacer dos símiles fuertes que nos ayuden a entender la gravedad de la macabra realidad que hay detrás de dos de las recientes acciones del Gobierno actual.

Primero hablemos de por qué como sociedad no podemos admitir que se implante la reforma legislativa al sistema de salud.

La reforma a la salud fue presentada por unos seres enfermos de resentimiento y odio por la institucionalidad que juraron defender, y copados de desprecio por el pueblo al cual deben gobernar en función del bien de toda la ciudadanía y no de sus creencias ideológicas.

Para el futuro de nuestra nación la destrucción, que no la mejora, del sistema de salud actual, es como si en medio de un bombardeo a alguien se le ocurriera llevar al Conde Drácula y a todos sus insaciables vampiros a que se den un festín en el “banco de sangre” de la nación. No creo que el asunto demande ahondar en más explicaciones.

El segundo símil al que quiero referirme es lo que implica para el futuro de la nación y para las nuevas generaciones, la derogatoria por decreto de las facultades para que las fuerzas armadas y en particular la policía, puedan obrar contra el microtráfico.

Esta medida es peor que lo de Drácula. Es como ir al manicomio y sacar a “Garavito y a todos los violadores seriales de niños y a los jíbaros capturados por microtráfico a la salida de los colegios” y contratarlos para que, en reemplazo de los maestros, les desarrollen la personalidad a nuestros hijos en las guarderías, en la primaria, en el bachillerato y en las universidades.

La medida no sólo incentiva el peligro en las calles, permite que en todas las instituciones educativas en lugar de lectura, cultura, civismo, ética, ciencia, deporte y desarrollo de valores que fortalezcan el carácter de la juventud, les alcahueteen a los infantes y adolescentes de la patria consumir marihuana, fumar bazuco, meter perico y tomar tusi, bajo la insensata excusa de que así desarrollarán mejor su personalidad.

Para la muestra un botón. Sólo hay que mirar hasta dónde ha llevado la adicción al alcohol y a las drogas, la mente retorcida de varios dirigentes nacionales que deberían estar respondiendo ante la justicia por sus actos ilegales y por llevar el país, en plena era del conocimiento, a un retroceso que nos devolvió a un Estado peor al del año 2000 en materia de seguridad ciudadana, matanzas, homicidios, narcoterrorismo, subversión, proliferación del narcotráfico y de la devastación de la biodiversidad y de la selva tropical, húmeda para sembrar coca y hacer minería ilegal, y claro a restaurar el apogeo del microtráfico como multiplicador delictivo.

Se pregunta uno entonces, ¿en qué consisten realmente los acuerdos detrás del tal pacto histórico y de la picota?, y ¿cuál es su relación en función de la implementación de los espurios acuerdos de paz que en su momento embutieron en la constitución en 2017 el perverso Chucky y sus tripulantes, de forma totalmente arbitraria e ilegítima?

Se pegunta uno también, si todas estas nuevas reformas y medidas, no son el pago por el apoyo de las organizaciones narcoterroristas a la toma del poder “por la vía democrática”, de modo que ahora tanto sus brazos armados urbanos como todas las bandas y pandillas de jíbaros, tengan, además de subsidios dizque “para evitar que delincan”, licencia estatal para abusar de la juventud, intoxicándola y matando lentamente sus neuronas, de manera que en medio de sus alucinaciones puedan comprar fácilmente sus dogmas ideológicos y la falsedad envuelta en su propaganda populista.

Resulta inverosímil que, quienes hacen las leyes, quienes las deben hacer cumplir y quienes administran justicia, se traguen entero el pescado podrido de que drogas como la cocaína, el bazuco o el tusi, no son tan malas para la sociedad como el petróleo y el carbón, y de que no matan las neuronas de las personas al igual que ocurre con la adicción al alcohol y la marihuana.

Recordemos por favor dos cosas: que más del 80% de los crímenes, siempre se cometen bajo la influencia de alguna sustancia psicoestimulante que altera el comportamiento. Y que, por definición de todo contrato social, la principal función del Estado es velar por la seguridad, la salud y el bienestar de todos los ciudadanos, no facilitar ni legalizar la comisión de todo tipo de delitos.

El Estado tiene ante todo la obligación de proteger la niñez y la juventud, empezando por la nutrición infantil que se roban los políticos en toda nuestra geografía, y de promover la formación de jóvenes sanos, educados, cultos, cívicos, éticos, honorables y capaces de aportar al desarrollo de la nación, y no de incentivar la creación de una partida de “zombies” y viciosos, cuya personalidad se destaque por la ignorancia y el fracaso en todos los aspectos de su vida.

lunes, 4 de diciembre de 2023

Editorial: sucesos de la semana


Antonio Montoya H.
Antonio Montoya H., en su editorial para El Pensamiento al Aire, inicia sus comentarios sobre los hechos noticiosos de la semana celebrando los dos conciertos de Karol G, en Medellín. Luego expresa su total rechazo al movimiento que desean hacer en la dirección del Metro de Medellín, los lugartenientes de Daniel Quintero que están en la Alcaldía; también habla de los avatares de la Reforma a la Salud que lleva el 90% aprobado; del impuesto a los plásticos de un solo uso; de la paz total; del ministro Álvaro Leyva y las dificultades de los pasaportes; de la concertación del salario mínimo para el 2024, y concluye con el rompimiento de la tregua entre Israel y Hamas. No dejes de verlo.

lunes, 27 de noviembre de 2023

Sucesos de la semana No. 26


Antonio Montoya H.
En su editorial de la semana para El Pensamiento al Aire, Antonio Montoya H. ante la inquietud de algunos seguidores responde cuál es su posición frente a los partidos políticos colombianos y explica cuales son sus principios fundamentales para dirigir su vida; ve con buenos ojos el cambió que se dio en Argentina con las elecciones presidenciales; analiza las dificultades que enfrentan en este momento al Partido Verde con el Gobierno central por la reforma a la salud; sobre la decisión de la Corte Constitucional de tumbar el decreto de emergencia de alimentación que tenía destinado para La Guajira y la respuesta de Gustavo Petro de hacer recortes presupuestales en la Cortes, decisión que dichas instituciones rechazaron. También se refiere al boom que está teniendo el grito de "Fuera Petro" en los eventos públicos; las dificultades del caso de Laura Sarabia; el incremento de los peajes en Colombia; el incremento de las masacres, y concluye con el retiro de Danilo Rueda como líder de la paz total. No dejes de verlo.

martes, 13 de junio de 2023

De cara al porvenir: las cosas al derecho

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Estoy plenamente de acuerdo en que se deben hacer reformas sobre los temas más cruciales y sensibles de la sociedad colombiana, pero deben hacerse bien hechas.

El estar bien hechas, implica aprovechar lo bueno de lo existente, corregir lo corregible de lo actual e incorporar lo nuevo que ha de servir para mejorar. Reformar no es sinónimo de tierra arrasada.

El estar bien hechas implica tener una construcción de la propuesta de proyecto de reforma apoyados por quienes saben del tema y por quienes lo manejan y lo han de manejar.

Además, antes de presentar el proyecto de reforma al Congreso, debe haber sido socializado de manera pedagógica y contar con el aval de las autoridades académicas reconocidas del asunto, debiendo contar, además, con la viabilidad financiera dada por el Ministerio de Hacienda, los expertos en el tema, y los legitimadores profesionales, políticos y sociales.

¿Si esto se cumpliera, quien se atrevería a interponerse? Los argumentos de crítica deberían ser muy sólidos y muy bien documentados y soportados.

Imaginemos que el proyecto de reforma a la salud tuviera el aval de todas las Facultades de Medicina del país y el acompañamiento en su diseño de los actores anteriormente mencionados. Yo no sé usted amable lector, pero yo la apoyaría sin ningún tipo de reservas ni de duda.

Ahora bien, ¿por qué las facultades de medicina del país no presentan por iniciativa propia un proyecto de reforma a la salud? Con el debido respeto esto demuestra falta de compromiso de la Academia y un incomprendido entendimiento de lo que es la participación social en las decisiones del país.

¿Por qué los gremios económicos y las cámaras de comercio y por qué no, los sindicatos, no presentan sendos proyectos de ley, el uno para una necesaria reforma laboral y el otro para el impulso y la generación de empleo?

¿Por qué las universidades a través de sus gremios y asociaciones, acompañados de los representantes de los otros niveles educativos no asumen la responsabilidad y el compromiso de presentar un verdadero y concienzudo proyecto para reformar la educación? ¿Necesitamos que se convoque a “comisiones de sabios” que usualmente son personajes muy importantes que en la mayoría de los casos no saben nada de educación y mucho menos de pedagogía y cuyos informes o recomendaciones finales no han servido para nada?

Algunos definen la inteligencia como la capacidad para entender, enfrentar y resolver problemas. Una invitación para que las universidades, la sociedad y las empresas le ayuden al Estado y se comprometan en la solución de los grandes problemas de la colectividad, proponiendo y actuando, no solo criticando y teorizando.

Si en gracia de discusión ya supiéramos cuál es el tipo de poder judicial que se requiere para enfrentar estos nuevos tiempos, ¿por qué no le pedimos asesoría a la OCDE o al país del mundo que sea líder en el funcionamiento de su aparato de justicia para elaborar y presentar un proyecto de ley para reformar la justicia, que tan necesario e importante es?

Ejemplos como los anteriores serían aplicables para temas como la reforma pensional, la reforma agraria, la reforma minera, la reforma política, entre otras varias que debemos sacar adelante a ver si por fin somos capaces de adentrarnos a la modernidad y poder participar con alguna probabilidad de éxito de la globalización y logramos establecer reglas de juego equitativas que promuevan la igualdad y el bienestar de los ciudadanos en Colombia.

En esto debemos hacer un detente y hacer una reflexión seria que nos permita entender que no podemos seguir esperando que el Estado a través del Gobierno de turno tome la iniciativa para enfrentar todos los problemas y todos los temas habidos y por haber. La nuestra es una Constitución Política entre cuyos pilares fundamentales está el de la participación, pero todos estamos recostados a lo que proponga el Gobierno y ahí sí, enfilar baterías para tirarle piedras a cualquier propuesta presentada.

La democracia participativa nos pone una vara muy alta y pone en evidencia la carente cultura política y el débil ejercicio de la ciudadanía que hoy tenemos en Colombia y su frágil democracia.

Si seguimos haciendo más de lo mismo con los mismos métodos tradicionales, pues ahí no hay nada que hacer.

William Ospina nuestro excelso escritor y agudo crítico de la realidad nacional advierte que las reformas, si de verdad son reformas pertinentes, no es posible que sean tramitadas objetivamente por el Congreso Nacional, pues allí están representados los poderes tradicionales a quienes el tema de las reformas no les resulta cómodo.

Recordemos esta sentencia de Maquiavelo: “No hay nada más difícil e ingrato de intentar que cambiar el orden de las cosas, pues se tendrá como enemigos a todos aquellos que han triunfado con las condiciones actuales y como defensores tibios a quienes no tienen nada que perder con el cambio”.

Ahí les dejo “ese trompo en la uña”.

lunes, 5 de junio de 2023

La consulta popular, único plan B

Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Todos los que hacemos parte de ese 70% que estamos en desacuerdo con lo que está haciendo Petro, orientado desafortunadamente, a destruir este querido y hermoso país, estamos en la obligación de participar en la consulta popular convocada por el Centro Democrático, consulta, que, en sus preguntas impresas al anverso del formulario, con toda claridad, establecen los pros y los contras en los temas de salud, pensiones y trabajo, que pretende la Colombia Humana, con Petro a la cabeza.

Esta consulta es muy importante, habida consideración de la gran desconfianza que tenemos los colombianos frente a la posibilidad de que los congresistas puedan evitar todos los males que se le ocasionarían a la gran mayoría de compatriotas, si estas reformas pasaran.

La consulta popular convocada, si logramos entre todos conseguir las firmas necesarias, que son cerca de 2.000.000, de acuerdo con censo electoral de cerca de 40.000.000, teniendo en cuenta las dificultades que se ocasionan con los formularios y los obstáculos que pondrían, desde el gobierno de Petro y de sus cada día más pocos seguidores, obligaría a presentar mínimo 5.000.000 de firmas.

Por el momento, sólo tenemos este plan B, debemos trabajarlo duro participando en la consecución de las firmas, actividad que no nos convierte en miembros del Centro Democrático, solo estamos coadyuvando en la construcción del único plan B con que contamos para evitar la hecatombe a la que nos quiere llevar este nefasto y fracasado Gobierno, con las reformas pretendidas.

Lo mejor sería que en el Congreso de la República archiven estos y otros proyectos de ley que se tramitan, ante la Cámara y el Senado, pero repito, si nuestros congresistas, siguen errados en la apreciación de lo que es el interés general sobre el interés particular y permiten el proceso destructivo al que nos están llevando, ojalá podamos, con los 5.000.000 millones de firmas de la consulta popular, detener las reformas a la salud, pensiones y laboral.

Espíritu Santo, ilumina a nuestros congresistas, para que los proyectos propuestos se archiven y danos mucha fuerza a los que estamos decididos a conseguir las firmas, para que la consulta popular salga adelante.

lunes, 22 de mayo de 2023

Editorial: cada día más incertidumbre

Antonio Montoya H.
En este nuevo editorial para El Pensamiento al Aire, Antonio Montoya H., hace un análisis de los principales hechos de la semana en el país. El primero evalúa la reforma laboral que acaba de presentar el Gobierno en el Congreso; el segundo es la nefasta costumbre del presidente de gobernar a través de Twitter; también se refiere a cómo, gracias a la mermelada, se está aprobando la reforma a la salud; al cierre de la mina de oro en Buriticá por ataque del Clan del Golfo; reseña las dificultades en Ecuador, Perú, Nicaragua y Venezuela, y finaliza con las alzas en los arrendamiento. No dejes de verlo,

miércoles, 12 de abril de 2023

¿Qué nos pasa?

Epicteto, el opinador
Por: Epicteto, el opinador

Recibí la sabia observación de uno de mis habituales contertulios en el sentido de que gran parte de la hecatombe que afecta al pueblo colombiano desde hace siete meses radica en la general indiferencia de los buenos ciudadanos frente a esta monumental adversidad.

Surge, como es obvio, la obligada pregunta:

¿Qué nos pasa a los colombianos?

¿Acaso carecemos de la mínima capacidad para comprender la magnitud de la tragedia que dejó de ser una amenaza para convertirse en una cruel realidad?

¿Es que la manipulación de nuestras mentes a través del adoctrinamiento político y de la avalancha publicitaria de la extrema izquierda nos ha producido una ceguera irreversible?

¿Qué nos pasa a los colombianos que permitimos la entrega del poder a una banda de delincuentes comandada por un terrorista, secuestrador y asesino apodado Aureliano?

¿Qué nos pasa a los colombianos que permanecemos impasibles mientras se produce el desmoronamiento de la fuerza pública, mediante el retiro forzado de más de un centenar de altos oficiales, y la complicidad del Estado para que las tropas sean irrespetadas y secuestradas, y sus integrantes asesinados, mientras uno de los ministros califica estas asonadas como “cercos humanitarios”?

¿Qué nos pasa a los colombianos que guardamos cómplice silencio con la destrucción de nuestro aparato productivo mediante la persecución a la propiedad privada, los obstáculos a la generación de empleo, el aumento de la tributación y de los costos laborales, y el fomento de la invasión de tierras y del ataque a las empresas privadas desde el propio Gobierno?

¿Qué nos pasa a los colombianos que agachamos borreguilmente la cabeza mientras el régimen tiránico de la izquierda radical destruye el sistema de salud, se apodera de las pensiones y sume al pueblo en la miseria mediante una inflación pauperizadora?

¿Qué nos pasa a los colombianos que enterramos la cabeza en la arena como el avestruz, mientas la cuadrilla de sinvergüenzas que se tomó el poder arrasa con el presupuesto a través del gasto incontrolado y los escándalos de los funcionarios y sus familias?

¿Qué nos pasa a los colombianos que ya no nos importan ni siquiera los más preciados de nuestros derechos, el derecho a la vida y la protección de nuestros bienes, en un país donde reina la violencia, la protección al narcotráfico, la impunidad para los bandoleros y la inseguridad de la población?

¿Qué nos pasa a los colombianos que hemos abandonado hasta nuestros valores más elementales, nuestra fe en Dios, nuestro amor a la patria, nuestra obligación de defender la familia, nuestra democracia, nuestro Estado de derecho, nuestra libertad y dignidad como seres humanos?

lunes, 6 de marzo de 2023

Editorial: hechos de la semana

Sobre los hechos más destacados de la semana, en esta oportunidad, en su editorial para El Pensamiento al Aire, el doctor Antonio Montoya H. nos hablan de la protesta de los campesinos en el Caguán, sobre la ofensa que hizo el sacerdote Fernando Piña, en Boyacá, a los antioqueños, del nuevo escándalo en el Gobierno con el hijo y hermano de Gustavo Petro, de Daniel Quintero que en la encuesta de Invamer aparece como el peor alcalde de Medellín desde hace 30 años, de las mal preparadas reformas propuestas por el Gobierno y su crisis ministerial, y concluye con la caída en la aprobación de la gestión de Gustavo Petro, en las encuestas. No dejes de verlo.

miércoles, 1 de marzo de 2023

Prudentes amenazas... para no renunciar

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

La reforma de la salud, tan letal como antitécnica, no es debatible, modificable ni corregible, porque obedece a una obsesión a la vez ideológica y patológica que comparten Petro y la ministra Corcho. Como inexorable reforma comunista, su propósito no es otro que la destrucción de todo el sector. Por tanto, no se trata de mejorar el sistema sanitario, sino de cambiarlo a las volandas por otro, inspirado en el cubano —el peor posible, porque la miseria no genera salud—, para igualar por lo bajo la atención.

A la destrucción del modelo asistencial seguirán la del sistema pensional y la del orden laboral. Y luego las de docenas de sectores amenazados por las facultades que otorga al gobierno el Plan Nacional de Subdesarrollo, como en un dominó macabro, para arrasar con la libertad económica y social.

La defensa del sistema de salud reúne las voces de sus administradores, de los salubristas, los médicos, los pacientes, los economistas, en un bien afinado coro al cual se enfrentan solo algunos marxistas fanáticos, con manidos sofismas. Pocas veces un proyecto ha merecido un rechazo tan categórico.

Bastaría pensar en los estragos que causará la regresión sanitaria de Corcho, para suponer una vigorosa oposición parlamentaria a tantos desatinos, pero, por desgracia, el precio del voto de sus integrantes aumenta en razón directa de la desmesura y torpeza de los proyectos de ley de Petro.

El expresidente Gaviria, cuyo gobierno inició el sistema de salud actual, ha fijado múltiples líneas rojas en esa materia, pero como pasó con la Tributaria, sus congresistas probablemente lo desautorizarán de nuevo, porque la mermelada supera ampliamente los principios y la razón. Y los Petro-godos ni siquiera se fijan “líneas azules”.

Por esa razón, la única posibilidad de detener la locomotora de Corcho hubiera sido la renuncia de los tres ministros que se manifestaron en contra: Alejandro Gaviria (antiguo titular de Salud, que escribió un memorando incontrovertible en contra del despropósito); Cecilia López Montaño y José Antonio Ocampo. Los tres son laureados y experimentados economistas que comprenden mejor que nadie los horrores y los errores de la reforma y su impacto negativo sobre el bienestar de la población y el progreso social del país.

Ha trascendido que presentaron una prudente y asordinada amenaza de renuncia, si el presidente persistía en defenestrar a Alejandro Gaviria y seguir por esa aterradora senda. Pero el berrinche se disipó con rapidez, porque a los tres “díscolos” se les prometió —al parecer— diplomático olvido de su inane rebeldía, para que todos quedaran contentos…

Como los políticos no saben decir no, también ignoran el verbo renunciar.

Estos tres grandes e ilustres economistas hubieran podido pasar a la historia deteniendo el proyecto de ley más perjudicial, debilitando, además, un gobierno funesto, pero en vez de defender la salud del país, prefirieron la mediocridad del sueldo y el carro oficial…

Cecilia, Alejandro y José Antonio, me recuerdan a un cínico que decía: “Solamente he renunciado una vez a Satanás, a sus pompas y sus obras, porque estaba muy niño, y eso me ha pesado toda la vida”.

lunes, 20 de febrero de 2023

Editorial: las marchas y otros asuntos

Por Antonio Montoya H.

En su editorial de la semana, el doctor Antonio Montoya H., habla del resultado de las marchas en pro y en contra de las reformas de Gustavo Petro; rechaza el comportamiento de quienes dañaron, durante estas, la réplica de la Paloma de la Paz y menciona con reproche el ultimátum de nuestro presidente si sus reformas no son aprobadas. Opina sobre el rechazo de los líderes de Perú a la injerencia de nuestro presidente, en las decisiones que dicho país han tomado y del nombramiento de Sebastián Guanumen como cónsul en Chile. También hace una reflexión sobre las decisiones tomadas por el alcalde de Medellín con respecto al cerramiento de la Plaza Botero y, finalmente expresa su deseo de que en las elecciones regionales podamos cambiar el rumbo que está tomando el país. No dejes de verlo.


lunes, 6 de febrero de 2023

Salud, pensiones y corrupción

En su editorial de la semana, para El Pensamiento al Aire, el doctor Antonio Montoya H. habla sobre la reforma a la salud, la reforma pensional, las víctimas que no han logrado obtener la verdad, justicia y reparación, las amenazas del narcotráfico a la familia del presidente del Congreso, Roy Barreras y el flagelo de la corrupción. No dejes de verlo.


jueves, 29 de septiembre de 2022

Vigía: sin vandalismo

Coronel John Marulanda (R)
Por John Marulanda*

“¡Wow!” tuiteó en sus redes sociales el salsero panameño Willie Colón cuando vio las fotos y videos de las masivas protestas del 26 de septiembre en Medellín, Bogotá, Cali, Bucaramanga, Villavicencio, Armenia, Manizales, Ibagué, Barranquilla, Cartagena, Miami, Orlando y otras ciudades. “Nosotros marchamos y no incendiamos, no vandalizamos” se leía en una pancarta.

Las jornadas se realizaron para rechazar las reformas tributaria, política y electoral, el aumento del precio de la gasolina, las transformaciones pensional y a la salud, los subsidios para delincuentes, la ineptitud de los ministros y embajadores y los negocios turbios con Venezuela. No se ve un horizonte claro para el país, ni siquiera después de escuchar al expresidente Uribe, una vez terminada su charla con Petro, el martes.

El ministro de interior reconoció la paz de las multitudinarias manifestaciones, reclamando, eso sí, lo prematuro de las mismas a escasos 54 días de gobierno. Tal afirmación nos indica dos cosas: primero, es una advertencia previa al gobierno para que cambie el tenor de sus propuestas legislativas y decretos con fuerza de ley y segundo, es un preaviso de una nueva marcha programada para finales de octubre.

Es evidente, de nuevo, que hay dos Colombia: una minoritaria pero violenta y otra mayoritaria pacífica. Y esto se sabe desde antes. Nunca la guerrilla ni el narcotráfico han sido la mayoría en el país.

Siendo Colombia el primer productor mundial de cocaína, con 1.200/300 o más toneladas métricas del estupefaciente, la gran diferencia con lo que sucede ahora es el dinero, el producido multimillonario del narcotráfico, combustible actual del conflicto. Las innegables conexiones con los carteles mexicanos y con las mafias italiana y albanesa, entre otras presentes en el país, hacen que tal negocio sea rentable y que las distintas organizaciones sean catalogadas como multicriminales.

Para esemulticrimen, el gobierno Petro está proponiendo un proyecto de ley que facilita la entrega de armas, suaviza las penas vigentes, crea las cárceles colectivas y entrega el 10% de las ganancias ilícitas a los delincuentes, entre ellos al ELN. Pero además está la legalización política del nuevo Estado Mayor Central de las farc-ep (minúsculas mías), título resucitador, polémico y contradictorio para los bandidos farianos dizque arrepentidos que hoy fungen como parlamentarios de un partido dividido. Como lo hemos dicho, con el ELN el gobierno tiene doble problema: uno, es convencer a la gerontocracia del COCE (Comando Central) del ELN, altamente ideologizado por el comunismo castrista, que parece avenirse a la continuidad de una quinta negociación y dos, convencer a las cuadrillas elenas, dedicadas totalmente al narcotráfico con sus compinches mexicanos y europeos.

Queda en veremos cualquier tipo de negociación con las bandas delincuenciales puras como el Clan del Golfo, disfrazado de político con el título de Autodefensas Gaitanistas de Colombia y que pelea y se amiga con sus pares del ELN y las FARC. A lo anterior, hay que agregar otras bandas más sangrientas pero ligadas al microtráfico como la transnacional Tren de Aragua o los Maracuchos.

Al lado de las protestas legales y legítimas, constitucionales, en ciertos puntos del país algunos grupos de ciudadanos parecen estar tomando medidas más radicales, como en el caso de las invasiones a haciendas privadas y baldíos en donde tejidos criminales e intereses pecuniarios parecen guiar a la peonada.

“En general las marchas no tuvieron violencia”, dijo Petro hacia las 2:15 p. m. del lunes 26. ¿Síntoma de madurez y civilidad? ¡Wow!

Adendo: a pocas horas del primer encuentro en territorio venezolano entre los ministros de defensa Iván Velásquez y el general Padrino, la seguridad física en la franja fronteriza colombo-venezolana, tierra de nadie, en donde el intercambio inmediato de información y de inteligencia y algún nivel de coordinación entre las fuerzas públicas de ambos países, podrían marcar un nuevo rumbo. El secuestro de la personera de Tibú, justo en territorio colombiano ha dejado en claro de qué manera grupos armados irregulares controlan esa frontera y conocen a todos los contratistas del área, en una típica actividad de extorsión y chantaje.