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viernes, 17 de febrero de 2023

Justicia patas arriba

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

Educa al niño y no tendrás que castigar al adulto. Construye escuelas, habrá menos cárceles. Eran sentencias lapidarias cargadas de sabiduría preventiva. No les hicimos caso. Nunca como país le apostamos en serio a la educación, la justicia impoluta se corrompió. Los valores se trastocaron, lo que era antes repudiable hoy es premiable. Lo que era bueno y justo hoy es un ridículo anacronismo.

Desde hace rato la impunidad se estableció en la normalidad. Primero porque la rama judicial siempre ha estado saturada de trabajo, desbordada en su capacidad. Miles de procesos acumulados por años, sin resolverse, hasta que prescriben. Pero también porque algunos se prestaron para el soborno y la corrupción. El dinero seductor dañó mentes y corazones. Indudablemente contribuyó a todo esto la violencia desatada contra los jueces. Cientos de ellos ofrendaron sus vidas antes que claudicar en sus principios. Los jueces sin rostro, como dio en llamárseles, tampoco fueron la mejor estrategia. En fin, todo un valle de lágrimas.

El sistema carcelario resultó insuficiente ante el número de reos. El hacinamiento en las cárceles se ha vuelto insostenible. No hay dónde alojar tanto delincuente. Estos antros, en vez de ser un lugar de rehabilitación, se han convertido en universidades del crimen. Internamente tienen su propio modo de practicar la justicia: se viola, se castiga, se mata. Desde allí se monitorean actos reprobables. Nadie sabe nada. La ley del silencio impera. Los guardas lo saben, no se puede hacer nada.

Afuera, en las calles, el crimen campea cada vez más orondo. Los ladronzuelos y también los asesinos y malandros saben que poco o nada podrá pasarles. Si hay capturas, pero no hay pruebas contundentes o falla algo en el procedimiento, el delincuente queda en libertad. Para crímenes de baja monta ya no hay judicializacion, el ladrón puede ser capturado 50 veces, otras tantas queda libre. Las autoridades prometen siempre investigaciones exhaustivas que lo han sido tanto que nunca ha habido resultados: siguen aún investigando…

A niveles macro, la delincuencia de élite, llámese narcotrafico, guerrilla, paramilitarismo, crimen organizado, gozan de especiales prebendas. Se establecen acuerdos con beneficios para quienes han delinquido, hay indultos, borrón y cuenta nueva. Los secuestros, la extorsion, las torturas, los asesinatos y masacres, la rebelión y la asonada, el vandalismo y el terrorismo parecen olvidarse impunemente. Las víctimas se revictimizan, se ignoran, maltratan y olvidan. Como si nada hubiese pasado. Los victimarios siguen libres y los que no lo estaban se convierten en actores políticos, o se les nombra gestores de paz. La impotencia y el desconcierto son generalizados.

Matar un niño en un vientre materno no es delito. El incesto tampoco. Castigar una mascota o no darle puesto preferencial en un avión son crímenes execrables. Se llora por plantas y animales, pero se ignora o mira con desdén al pobre y miserable. Estamos patas arriba.

¿Qué mensaje se manda a las nuevas generaciones?, ¿qué futuro nos espera cuando lo que era malo ahora es bueno y lo que era bueno ahora es malo? Los pedagogos lo sabemos, lo que más deseduca y decepciona es la falta de justicia. Cuando un niño o un joven ve que se cometen errores y estos antes que ser castigados se premian, se sienten con derecho a hacerlo. Si el rigorismo era cuestionable, el permisivismo y el laxismo son realmente perversos y dañinos. O ¿Usted qué opina?

lunes, 6 de febrero de 2023

Salud, pensiones y corrupción

En su editorial de la semana, para El Pensamiento al Aire, el doctor Antonio Montoya H. habla sobre la reforma a la salud, la reforma pensional, las víctimas que no han logrado obtener la verdad, justicia y reparación, las amenazas del narcotráfico a la familia del presidente del Congreso, Roy Barreras y el flagelo de la corrupción. No dejes de verlo.


lunes, 25 de octubre de 2021

¡Qué noticia!

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Inicialmente me alegré, igual que muchos colombianos cuando informaron los noticieros la detención del hombre llamado Otoniel, jefe del Clan del Golfo, o de los Úsuga, grupo delictivo que tiene control sobre muchos territorios de nuestro país y que ha secuestrado, asesinado, extorsionado y vulnerado a miles de personas de nuestro vasto territorio colombiano y quien, a través de sus lugartenientes, continuará delinquiendo, sin que al final nadie los detenga.

Me molesta la sonrisa de ese hombre, en el momento de la detención, tranquilo, y todos al lado tomándose fotos con uno de los bandidos más grandes que ha tenido Colombia. Es sin duda alguna una clara muestra de la forma en que miramos el delito y al delincuente.

Analizando el tema remonté mi memoria a las épocas del secuestro en nuestra patria, a la detención sin razón alguna de muchos policías, soldados y oficiales de nuestra patria, quienes sufrieron en carne propia el flagelo de la violencia, muerte y extinción en nuestra comunidad.

Cuando ellos salieron de su secuestro, años después de su retención, veíamos sus imágenes, lúgubres, demacrados y acabados con la muestra clara de su tragedia, narrando sus días de sufrimiento, su dolor, angustia y lamentando su ausencia de la familia y de los seres queridos.

A ellos me refiero, a aquellos hombres que, en el ejercicio de su profesión, por defender a la comunidad, sostuvieron largos y cruentos combates con los guerrilleros a quienes considero simples bandidos y no defensores de la democracia, a pesar de que hoy ocupan y ostentan la calidad de congresistas; qué horror y qué dolor.

Pregunto con indignación si a esos soldados, policías, muertos y secuestrados están recibiendo hoy, ellos o sus familias, hijos, esposas y descendientes el apoyo, acompañamiento y solidaridad del Estado para recuperar su dignidad, autoestima y deseo de continuar su lucha por la vida y la democracia. No lo creo, pero al menos quisiera que nos dieran un dato exacto de que hay de sus vidas, sus sufrimientos y angustias.

Por todo ello, lamento al ver la cara sonriente de Otoniel, un ser que no tiene conciencia de sus delitos, ni del dolor y la tragedia que ha llevado a miles de ciudadanos de Colombia, familias que hoy tienen dolor, angustia y desesperación, por actos cometidos por este hombre y sus compinches.

Quisiera que pronto se autorice su extradición, que si bien hoy, no es tan temida como antes, si conlleva al fin y al cabo una real sanción por los actos cometidos.

Sería importante y valioso que ese hombre indeseable, fuera capaz de confesar quienes son sus lugartenientes, sus cómplices, y desmontara su red de narcotraficantes y bandidos, lo que significaría un gran aporte a la sociedad para tratar de buscar el real sometimiento de los bandidos al ordenamiento jurídico colombiano.

Espero que no pase lo que es tradicional en nuestro país, en el que los delincuentes, bandidos, ladrones del erario, salgan por vencimiento de términos y así continúen su labor de daño, dolor y perjuicio al patrimonio de los colombianos.

Contra los bandidos toda la acción de la justicia y que sea pronta y eficaz.

lunes, 13 de septiembre de 2021

No lo puedo creer

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Nuevamente se produce un fallo que divide al país, al tumbar una reforma que pretendía imponer penas de cadena perpetua a violadores y asesinos de niños, niñas y adolescentes. Acto legislativo 01 de 2020, que fue firmado por el presidente en julio del mismo año.

Pero como siempre ocurre en este y en otros múltiples casos, hay quienes consideraron que dicha norma es violatoria de la Constitución, se demandó la ley y después de los análisis y debates respectivos el fallo proferido por la sala plena de la Corte Constitucional, con una votación de seis a favor de tumbarla y tres a favor de la constitucionalidad de la misma, se dio nuevamente al traste con evitar que, por medio de una condena a cadena perpetua, salga el depredador y repita la conducta, asesinando y violando al primer niño que aparezca en su camino.

Dice en algunos que “la cadena perpetua puede constituir una pena cruel, que no protege a los menores” argumento que no tiene relevancia por cuanto es un hecho evidente que, con las leyes penales no se protege a la víctima, se castiga es al autor del acto criminal. El delito fue cometido y la consecuencia es la violación o la muerte. Estos sujetos no se mejoran, su conducta será reprimida en la cárcel, pero salen y casi que inmediatamente se repite la conducta depredadora; solo piensan en satisfacer su necesidad y por ello, vemos permanentemente como los crímenes suceden nuevamente cuando los jueces, después de pagar unos años de condena, les otorgan casa por cárcel y luego no queda sino lamentaciones y golpes de pecho.

También dicen otros juristas que la cadena perpetua atenta contra los derechos fundamentales y se viola el principio de la dignidad humana. Así se sustituyó la Constitución.

Se dan argumentos de lado y lado, todos ellos basados en la Constitución Nacional; hablan los que se oponen a la cadena perpetua, en que esta no permite la resocialización del delincuente. Es deber del Estado garantizar los medios para lograr que los reclusos se reintegren a la sociedad, afirmación que en teoría debe ser así, pero es que todos los delitos no son iguales, hay unos tipos de delito que son de mayor intensidad, lesionan la dignidad humana, la autoestima de la víctima cuando no es asesinada, su valía y se afecta el desarrollo de su vida por lo cruento del acto criminal. Por ello, no se puede comparar con delitos menores robos, hurtos, en fin, aquellos en que la víctima pierde objetos de valor, pero no hay afrenta contra su vida.

Otros dicen que no es una medida idónea para asegurar la protección de los menores, lo cual es lógico porque el delito se consumó; cuando se violó y asesinó, ya el menor y su familia, o por quien lo tenia a su cargo, no fue protegido por el Estado, por lo cual es un argumento sin fundamento, y ¿si no se castiga al delincuente, entonces quién lo hará?

En la actualidad hay unas mil seiscientas cincuenta y cinco personas detenidas por delitos sexuales. Qué pasará cuando todos estén en la calle, quién podrá hacer seguimiento a sus acciones. Afortunadamente no salen al mismo tiempo porque sería el caos de ser así.

Alguien me podrá decir si el conocido Garabito, será una persona de confianza para dejarlo al lado de los niños el día que salga de su detención, pues la respuesta es no, seria un riesgo inminente para que nuevamente acceda carnalmente a quien se le atraviese, dicen que esta convertido, no lo creo.

Todo este asunto de la cadena perpetua no fue promovido solamente por el presidente Duque. De mucho tiempo atrás senadoras y representantes, movidas por el clamor social venían pretendiendo que se lograra una reforma y se permitiera en estos casos la cadena perpetua, pero, no fue posible. Nuevamente la Corte falla a espaldas de la realidad, de ese clamor de mayor justicia para los delincuentes, otra frustración y un dolor más para los padres y familiares de las víctimas de estos depredadores.

Todo esto tiene que cambiar, hay que tener más lógica en los fallos, menos teoría y más efectividad para proteger a la sociedad, no ya a las víctimas, sino a miles de niños y niñas ingenuos que caen en las garras de estos verdaderos criminales.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Las víctimas y los victimarios



Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Hoy están hablando y debatiendo sobre las 16 curules o puestos en el congreso de la República, para las víctimas.

El problema radica en que como hay víctimas de lado y lado, porque hay victimarios de lado y lado, esas 16 curules terminarán inclinando la balanza hacia el lado de las víctimas de la guerrilla o hacia el lado de las víctimas de los paramilitares, o hacia el lado de las víctimas de los desafortunados falsos positivos de la fuerza pública.

¿Será que se determinan el número de víctimas, se dividen por el número de curules y se le asignan curules a cada uno de los 3 casos? ¿Tantas curules para las víctimas de la guerrilla, tantas curules para las víctimas de los paramilitares y tantas curules para las víctimas de los desafortunados falsos positivos de la fuerza pública?

Viene otro problema, cuando hablamos de víctimas hablamos de personas fallecidas violentamente, muertos, y los hay de cadáveres identificados, sin identificar y desparecidos. En los desaparecidos los hay encontrados e identificados y no encontrados, supongo con declaración de muerte por desaparecimiento y con indicio de posible victimario.

Mejor dicho, las curules serán para repartir entre sectores que defenderán los intereses de los grupos de izquierda, donde se ubican supuestamente los guerrilleros y exguerrilleros, sectores que defenderán los intereses de la derecha donde se ubican supuestamente los paramilitares y la fuerza pública.

El tema es tan complejo, que razón tiene el Presidente al proponer que sean los partidos políticos los que cedan esas curules a las víctimas; al fin y al cabo, son ellos los que pretenden defender a los victimarios en sus equivocadas actuaciones, supuestamente motivadas y provocadas por actuaciones de otros victimarios.

El error está en que no nos hemos puesto de acuerdo en el hecho de que los victimarios deben todos correr la misma suerte independientemente de dónde vengan: guerrilla, paramilitares y fuerza pública.

Como el problema es de origen político, es la política la que lo tiene que resolver. De ahí la importancia de los partidos políticos, de la institucionalidad, del respeto a las autoridades y lo más importante, de comportarnos bien, como nos enseñó nuestro Señor Jesucristo.

Yo no sé por qué me metí en este tema tan maluco. En fin, de pronto mi análisis sirva de algo o a lo mejor no sirva de nada, pero me atreví.

viernes, 1 de marzo de 2019

Ni izquierda, ni derecha


Por José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón
Así como para escribir este artículo tuve que utilizar unos comandos en Word, quitando la margen izquierda que ordinariamente trae, para luego poner el título en el centro, con negrilla y mayúscula y después de colocar mi nombre en la margen derecha, quitarla para luego escribir el texto justificado en las dos márgenes, así me parece que es la vida que vivimos.

El cuerpo humano tiene dos costados y ambos son necesarios e importantes. Algunos somos diestros, otros zurdos, y en ambos casos nos desenvolvemos con mayor propiedad, de modo que cuando falla o falta esa mano, nos sentimos limitados y obligados a ejercer una habilidad mayor en el costado que había estado relegado o subutilizado. Así lo experimenté cuando me operaron del manguito rotador del brazo derecho: descubrí que con mi mano izquierda tenía una inusitada habilidad para comer, peinarme y realizar varias actividades. Cuando tuve una fractura en el peroné de la pierna izquierda, la derecha le tocó duplicarse en funciones para suplir temporalmente lo que la otra no podía hacer. En ambos casos, al centro, la cabeza ordenaba, coordinaba, decidía.

En el devenir humano algunos, al rastrear su historia, han juzgado que existe un movimiento pendular, muy similar al de esos relojes de cuerda que había en nuestras casas y hace que ese pendulo esté un momento a la derecha y enseguida otro a la izquierda. Les conté también, hace meses, cómo Mario Mejía, aquel simpático jesuita salamineño, se definía de “extremo centro” y cómo a sus críticos internos, en tiempos de polarizaciones, les decía que efectivamente era café con leche, porque no era tinto que quitara el sueño, ni leche que curara úlceras, sino café con leche, esto es, alimento.

Por allá en los años 30 del siglo pasado, Enmanuel Mounier, filósofo francés, escribió una de sus obras más relevantes: “Manifiesto al servicio del personalismo”, con la cual inspiró todo un movimiento que busca exaltar el valor de la persona frente al atropello de la que ha sido víctima por causa de los regímenes siniestros llamados capitalismo, fascismo, comunismo, los tres, por igual. Aquel libro era ya preanuncio de lo que décadas más tarde un grupo de filósofos caracterizarían como uno de los rasgos de lo que algunos llaman posmodernidad: el fracaso de esos metarelatos, constructos ideológicos que puestos en práctica resultaron siendo un auténtico fiasco.

De modo que lo que los Obispos latinoamericanos, reunidos en Puebla a finales de los 70, denunciaron tan claramente al proclamar que ni el capitalismo ni el comunismo eran la solución para la humanidad, hoy sí que se hace evidente. Esas ideologías perversas nos tienen postrados. Nos han desgastado por décadas enteras haciéndonos luchar intestinamente tras falsas promesas de ilusorios paraísos. Todo es mentira. Nos siguen engañando con cuenticos de baratija. Cuando la derecha exacerbada ha empobrecido por la injusticia pueblos enteros, aparece el lobo de la izquierda disfrazado de salvador para acabar con lo que quedaba. Nuevamente regresa la derecha para redimirnos de tan cruel fiera, pero es una nueva mentira que la izquierda desenmascarará para volver por sus víctimas y así, pendularnemente, como pareciera convertirse esta trágica historia de nuestros pueblos. La persona no importa, lo único que se busca es alimentar su insaciable voracidad. Finalmente son lo mismo aunque digan que son distintos. Y son lo mismo porque ambos mienten, ambos son corruptos, ambos explotan, ambos alimentan odios y rencores, ambos quieren lucrarse hasta el infinito, ambos viven del conflicto y de la guerra porque ese es su mejor negocio.

Para muestra un conjunto de botones: ¿Quién dio vida a la seguridad democrática? Las FARC. ¿Quién le dio aire a un gobierno sin rumbo? El ELN. Y así nos han distraído de la corrupción en Odebrecht, del revés de Hidroituango. ¿Qué hacemos tan obsecuentes y tan arrodillados con Trump armando líos en Venezuela y buscando guerras que no queremos? Por supuesto que eso de ninguna manera justifica las bellaquerías de Maduro y sus cómplices rusos, turcos o iraníes. ¿Quiénes fueron y están siendo carne de cañón y víctimas de todo esto, mírese desde donde se mire? El pueblo, nuestra gente. Pueden morirse de hambre por un régimen asesino o morir igual azuzados desde el otro lado para que sus masacres justiquen una intervención militar. Lo que cuenta, finalmente, no son ellos como personas, lo que cuenta es llenar las arcas de los demonios de la guerra. ¿Quiénes dan vida a Mr. Trump? Putin, Erdogan, Maduro, Kim Jong un!; ¿Y a un Ortega? ¡Somoza!; ¿y a Bolsonaro? ¡Lula!; ¿y a Lopez Obrador? ¡Peña Nieto! Llámense como se llamen, en el fondo son lo mismo.

En la medida que pasan los años y el tiempo nos va aleccionando, cual implacable escuela de duro rigor pedagógico, me da más asco el burdo capitalismo y el hipócrita comunismo. Me harta caer en juegos discursivos de derechas e izquierdas polarizantes. Si uno habla de derechos humanos o justicia social es mamerto o de izquierda y si habla de orden, rigor y disciplina es de derecha. Todo es pantomima, todo es teatro, todo es circo. Y esos payasos solo producen risa, por no decir lástima, porque son como nosotros, sólo que se disfrazan para alcanzar sus mezquinas fechorías. De modo que ni de derechas ni de izquierdas. Unos y otros tienen cosas buenas pero también muchas equivocaciones. Desde el centro vayamos buscando alternativas más nobles, más humanas, más acordes con el evangelio. Puede sonar a utopía, pero de eso ya hablamos hace una semana.