viernes, 1 de agosto de 2025

Ciega, coja y de ruana

José Leonardo Rincón, S. J.
José Leonardo Rincón, S. J.

Me ha estado dando vueltas en la cabeza la imagen de Temis, la diosa griega de la justicia, representada simbólicamente en esa mujer esbelta que tiene los ojos cubiertos y en sus manos sostiene una balanza y una espada. Tiene sentido: ecuanimidad, equilibrio, rigor. Jocosamente aquí en Macondo decimos, además, que es coja por lo lenta y para los de ruana porque pareciera no ser igual con todos.

Pero lo que más me ha llamado la atención, en medio del agite suscitado por la sentencia contra el expresidente Uribe, es que algunos personajes, comenzando por el presidente, cacarean por redes sus afectos o desafectos, según la conveniencia de turno, es decir, si me gusta y estoy de acuerdo con sus fallos, entonces hay que acatar, respetar, someterse. Pero si me afecta, no me gusta, me condena, entonces es porque está sesgada, politizada, manipulada.

Por supuesto también he pensado que no es una diosa griega ni romana la que imparte justicia, sino que son hombres y mujeres de carne y hueso, con virtudes y defectos, para quienes hacer justicia dictando sentencias, no debe ser una tarea nada fácil y sus fallos estarán siempre expuestos a amores y odios, filias y fobias, admiración o desprecio. Se necesita mucho coraje, tenacidad y cuero duro para ejercerla.

Idealmente, la justicia está vendada en sus ojos, sin que deba ser ciega, porque no debe sesgarse por afectos o desafectos sino regirse por principios y valores iguales para todos. La balanza simboliza más que igualdad, equidad. Sí igualdad como punto de partida, pero finalmente equidad porque puede inclinarse a un lado u otro una vez sopesados los argumentos. La espada simboliza la lucha contra la maldad, el crimen y todo lo que afecte, vulnere o irrespete los derechos y deberes humanos. Aquí decimos que cojea porque se demora en llegar, desespera por lo lenta, se toma mucho tiempo en hacerse sentir. Y decimos también que es para los de ruana porque, lamentablemente, se ha visto cómo ha sido implacable con unos y laxa y benévola con otros, proceder realmente incomprensible a primera vista.

Y a propósito de violación de los derechos humanos, ya hace años, mi hermano jesuita Javier Giraldo me hizo una distinción al respecto que me resultó iluminadora por sensata y sabia: los únicos que violan esos derechos son los agentes del Estado, porque por oficio son los garantes de los mismos y jamás deberían omitir su estricto cumplimiento. En tanto los demás que procedan mal, no los violan, sencillamente son unos delincuentes que deben ser tratados como tales. El error de base es el mismo (por ejemplo, el asesinato de una persona) pero la calificación del delito es diferente, cualitativamente hablando, por la condición del actor que comete el crimen, pues si lo comete un defensor de la vida es mucho más grave que si lo hiciese un vulgar delincuente.

La justicia siempre será susceptible de equivocarse porque está mediada por el actuar humano, pero si fallare la humana en todas sus instancias, nos consuela la divina en el tribunal de Dios, el Justo por antonomasia.

jueves, 31 de julio de 2025

Cuando los viejos eran la memoria

Fredy Angarita
Fredy Angarita

Hubo un tiempo en que los viejos eran la memoria de los pueblos, su cuerpo arrugado era un archivo vivo, una biblioteca sin fichas. Sabían cuándo cambió el curso del río, qué se hacía en cada ciclo lunar o cómo calmar el alma con hojas y raíces. Su saber no se encontraba en libros, sino en la mirada, en el silencio, en la palabra compartida al calor del fogón. Hoy, en Medellín, caminan con paso lento entre obras que no entienden, en barrios que ya no les pertenecen. Viven más años, sí… pero ¿es esta la vida que soñaron? 

En su libro Ideas, Peter Watson nos recuerda que, durante milenios, el conocimiento no se almacenaba: se compartía en tribus, comunidades. El anciano era el maestro natural. En los templos, las plazas, el saber era conversación entre generaciones. La modernidad cambió esa lógica: reemplazó la experiencia por el dato y desplazó al sabio por el técnico joven. La vejez dejó de ser fuente y se volvió carga: estadística, gasto, “población no productiva”.

Tomás Carrasquilla no lo ignoró. En su literatura, la vejez es memoria viva. En La marquesa de Yolombó, los mayores aún tienen voz: son memoria oral, autoridad simbólica, guardianes de un mundo en transformación, En Simón el Mago, el viejo es solitario, excéntrico, al margen del pueblo… y, aun así, fascinante. Es la figura del sabio desoído, del anciano que, en su locura, conserva algo que los demás ya olvidaron.

Hoy Medellín envejece[1], y las cifras, aunque frías, también hablan: según una encuesta publicada por El Colombiano.  En 2025 los menores de 15 años representan el 17 % de la población, mientras los mayores de 60 ya alcanzan el 18 %. Para 2035, se proyecta que los adultos mayores serán el 22 %, y los jóvenes caerán al 14 %. Y en 2050, habrá cerca de 2787 personas mayores de 60 por cada 1000 menores de 15.[2]¿Dónde están sus voces en el debate público?, ¿dónde sus historias, su presencia, su mirada sobre el país? Aunque no todo puede ser dicho con cifras, sí hay algo que se percibe en el aire: el eco de muchas vejeces silenciadas. Hace poco, escuché a alguien con toda la experiencia del mundo decir, con tono resignado: “La vejez no se la deseo a nadie”, y casi al mismo tiempo, otra voz se alzó, serena: “Yo vivo feliz.” 

Cada vejez es un mundo. Y solo quien la ha alcanzado puede narrarla con propiedad. Por eso, más que opinar, lo que nos corresponde es escuchar, acompañar. Es válido tender la mano para cruzar una calle… no para decir cómo deben vivir.

Porque si no somos capaces de escuchar a los que han vivido más que nosotros, ¿a quién escucharemos cuando nos toque enmudecer?, ¿nos escucharán a nosotros cuando lleguemos esos años?

miércoles, 30 de julio de 2025

Conversatorio con José Luis López-Linares

Antonio Montoya H.
En el conversatorio de la semana para El Pensamiento al Aire, Antonio Montoya H., ha invitado al director de cine español José Luis López-Linares quien nos comenta sobre su vida y obra, además de su visión de las relaciones entre América y España desde la Conquista hasta nuestros tiempos. No dejes de verlo.

José Luis López‑Linares (Madrid, 11 de abril de 1955) es un director, productor y guionista español con más de cuarenta años de trayectoria en el cine documental. Comenzó su carrera como director de fotografía colaborando con cineastas como Víctor Erice, Carlos Saura, Fernando Trueba y Alain Tanner. En 2006 ganó el Goya a Mejor Dirección de Fotografía por Iberia, y anteriormente había sido nominado en otras cuatro ocasiones. Como realizador, se ha destacado por documentales notables como Asaltar los cielos (1997; Premio Ondas), Un instante en la vida ajena (Goya al Mejor Documental en 2004), El Bosco. El jardín de los sueños (2016), España, la primera globalización (2021) y Hispanoamérica, canto de vida y esperanza (2024). El documental España, la primera globalización fue el más visto en cines en España en 2021, mientras que Hispanoamérica profundiza en la herencia común entre España e Iberoamérica. Su obra le ha valido tres premios Goya, un Ondas, una nominación a los Emmy, y en 2023 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

martes, 29 de julio de 2025

Del terror al regicidio

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

Con la infame sentencia condenatoria, anunciada ya por la juez, contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, se inicia una nueva etapa (¿definitiva?) en el avance de la revolución colombiana. A partir de tan monstruoso prevaricato, ese proceso se radicaliza, porque el poder petrista se asienta ahora sobre las sólidas bases del terror y el regicidio.

El asesinato frustrado del doctor Miguel Uribe Turbay inicia el reinado del terror, y la condena del doctor Álvaro Uribe Vélez equivale al regicidio.

A partir del 7 de junio de este año fatídico se nos ha notificado, de manera inequívoca, que la oposición política implica un riesgo mortal permanente. Por tanto, no es de extrañar que, después de lo de Fontibón, el silencio reine sobre todos los escándalos, corruptelas, mentiras y violaciones de la Constitución y la Ley, por parte del Gobierno, y que su titular pueda no solo exhibir, ahora con mayor desfachatez, su estado mental alterado, sino que también pueda avanzar con mayor determinación y sin tapujos hacia la toma del poder absoluto, a través de la reelección que propone, en público y a voz en cuello, su nuevo segundo al mando, el soez de Saade[1].

Si con el primer atentado se ha logrado amedrentar tanto al país político, es posible que no se perpetren por ahora otros magnicidios, pero llegará luego la ocasión en la que, después de otro, el gobernante “se vea obligado” a asumir todos los poderes y a aplazar las elecciones, hasta que se recupere la normalidad democrática..., y luego vendrán la nueva Carta, impuesta por los comités populares municipales (soviets), y la “paz total”, de acuerdo con el ELN.

Ahora bien, después del terror viene el regicidio, porque la anunciada sentencia contra Uribe Vélez no es cosa distinta de la decapitación simbólica de quien encarna, mejor que nadie, nuestre ancien régime de imperio de la Ley, tridivisión de poderes, supremacía de la Carta y responsabilidad moral de quienes encarnan las instituciones.

Con la próxima sentencia, que será proferida sin pruebas o contra ellas, el gran expresidente será convertido judicialmente en un vulgar delincuente común, para demeritar totalmente la concepción del Estado de derecho que, desde la Real Audiencia, con los naturales cambios históricos, viene siendo inspirada por las ideas de legitimidad y deber ser, porque si ya todas las instituciones están tomadas por delincuentes, corruptos, esbirros, prevaricadores y perjuros, desaparece para siempre la ingenua confianza en las “sólidas instituciones” que harían imposible el golpe de Estado y la caída del país en el abismo.

En esas condiciones, ¿qué sigue, diferente de un régimen similar o peor que el de Venezuela?

No estamos ante un “error judicial”, sino que hemos tenido que presenciar el primer juicio político estalinista de nuestra historia, cerrado en un juzgado municipal, probablemente con una motivación redactada por especialistas que no estaban agobiados por el trabajo rutinario y urgente que caracteriza los despachos penales[2]

La infamia hiere tanto a la patria como a su inocente víctima, pero como “la Ley no grita cuando es violada”, los escándalos de las semanas venideras seguirán ocultando al país, como viene sucediendo desde hace tres años, la marcha triunfal de la revolución narco-comunista en Colombia.



[1] Ahora, más envalentonados, Petro y Saade anuncian medidas para la toma del espectro electromagnético, y la consiguiente censura y supeditación de los medios, inevitable en un régimen comunista totalitario; y este dúo, además, ya no vacila en entregar a Maduro la soberanía sobre tres departamentos, seguros de que ningún órgano procederá contra ellos por traición a la patria.

[2] Un acucioso conocedor de la IA observa que ese instrumento podría determinar hasta dónde escribió la juez las interminables y farragosas consideraciones, con los sofismas correspondientes, y qué parte de ese falaz mamotreto le fue suministrada...

De cara al provenir: estar "IN"

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

Hace algunos años se hablaba de estar a la moda cuando el común de la gente aceptaba una situación como preferida y en medio de una sociedad de consumo incipiente esta se generalizaba. Hablamos de la minifalda, de la bota ancha, del cabello largo, del artista favorito, de las baladas, de las rancheras, de las hamburguesas, del pollo frito, de los apartamentos, de los centros comerciales, de los vehículos pequeños, de la televisión a color, de la frecuencia radial FM, de la última película, de los electrodomésticos, del alquiler de películas, de los casetes, de los CD y los DVD, entre otras tantas posibilidades en medio de la cotidianidad.

Las nuevas generaciones son esclavas de las marcas “IN” de cualquier tipo de productos físicos, lo que potencia el consumismo y demuestra la fragilidad de los conceptos básicos de carácter y personalidad. Las apariencias reemplazan la realidad.

Los tiempos actuales, traen sus propias exigencias y hoy se habla de las tabletas, de los celulares, de los IPhones, de las compras por Internet, del sushi, de la comida saludable, de los gimnasios, de los tatuajes, de las redes sociales como TikTok, de conciertos, de la música urbana, de videojuegos, de jugar padel, de ir a restaurantes caros con comida rebuscada y poquita, de participar en maratones, de  tener playlist en Spotify, de hablar de Inteligencia Artificial sin saber qué es eso, de la última serie de Netflix, entre otro sin fin de variadas posibilidades.

En todos los tiempos se hablará mal del Gobierno de turno –máxime si da papaya–, se volverá repetitivo el comentario sobre el clima, hoy por hoy ante la congestión vehicular resulta ofuscante hablar de la mejor ruta que cada uno conoce –y que casi nunca lo es– para hacer que los viajes, y los recorridos se vuelvan un tormento en medio de discusiones anodinas.

Se vuelve tema del día el escándalo de turno divulgado y explotado de manera amarillenta e irresponsable por los programas de radio y de televisión, que cada día sacan a la luz pública uno nuevo para mantenernos entretenidos y confundidos, haciendo que el concepto de realidad sea incierto.

Ni que hablar de la promoción y divulgación intensiva de espectáculos deportivos, lo cual ha convertido el deporte en un acontecimiento verdaderamente globalizado. Ya existen en Colombia tantos hinchas del Barcelona y del Real Madrid como del Medellín o del Nacional.

Estamos inundados de información excelente, buena, regular, mala, pésima y mentirosa. Es apenas lógico y respetable que cada uno haga de su vida y con su vida lo que le venga en gana, eso sí, sin afectar la vida de los otros. Expresiones como “yo creo”, “yo opino” o “yo considero” no pasan de ser simples enunciados vacíos si detrás no existen los argumentos sólidos que respalden cada postura.

Lo que también es claro es que una persona tiene diferentes formas de divertirse, que actividades como la culturización no se hacen a través de Netflix, que los libros y las relaciones personales existen y que la mejor forma de socializar es el contacto personal, la conversación inteligente o vacía pero cara a cara.

Ya parece que las nuevas generaciones han dado el salto cuántico social y de ser ciudadanos de un país han logrado ubicarse como ciudadanos del mundo, con una visión cosmopolita para la cual no existen ni fronteras ni límites culturales.

Por su parte un “clásico” es un ejemplo sobresaliente de un estilo particular; algo de valor duradero o con una cualidad atemporal; de la primera o más alta calidad, clase o rango, algo que ejemplifica su clase.

El Reguetón pasará, pero Beethoven seguirá siendo eterno.

Los best sellers literarios durarán un tiempo, pero Cervantes y Shakespeare continuarán a través de las generaciones.

La avalancha de información perecerá, pero la cultura y la civilización pervivirán.

El politiquero de turno se convertirá en flor de un solo día y al dejar su cargo, caerá en la nada, de donde vino.

Los caudillos de turno serán borrados de la memoria, mientras que los grandes hombres serán recordados por la historia.

La acción puntual tendrá resultados en el corto plazo, mientras las acciones y decisiones tomadas pensando en las próximas generaciones se convertirán en legados.

La belleza, la importancia, la riqueza, el abolengo, el poder son todas figuras efímeras.

La buena educación deberá formar ciudadanos de bien e idóneos, no solamente alfabetos sin ningún tipo de carácter y menos de criterio.

Una buena educación deberá potenciar “el uso de la razón” y el desarrollo de “la conciencia”.

Ojalá llegue el día en que esté de moda hablar de arte, de libros, de honestidad, de honorabilidad, de legalidad, de principios, de valores, de moral y de comportamiento ético, temas que lamentablemente para mi generación y las siguientes, no han sido el foco de atención.

Aquí vamos, empujando la noria de la existencia, con el convencimiento de que, para todos, sin excepción, en unos años, pasaremos simplemente a un costado, dando espacio para que las generaciones de relevo tomen el mando y según su criterio, manejen el mundo.

Recordemos las sabias palabras que se atribuyen tanto a Luis XIV como al poeta Almafuerte: “Después de muertos, aunque no salga el sol”.

lunes, 28 de julio de 2025

Editorial: sucesos de la semana No. 107


En esta semana, Antonio Montoya H., en su editorial para El Pensamiento al Aire, resalta los siguientes hechos que fueron noticia: la crisis de Gaza por la hambruna; la creación de zonas binacionales con Venezuela; la intención de compra de Monómeros; el reconocimiento de Francia del Estado palestino; el anuncio de Estados Unidos de recortar el 50 % de la asistencia no militar; el ataque de Gustavo Petro a la justicia por la reforma pensional; los posibles cambios ministeriales y las molestias de la vicepresidenta con el Gobierno; y concluye comentando la sanción de la ley que impone restricciones a las encuentas. No dejes de verlo.


El Estado vs. el cuidadano Uribe

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Luis Guillermo Echeverri Vélez

Un caso de persecución política inquisidora.

En el caso del Estado contra Uribe lo que realmente está en juego es la libertad o la opresión de nuestras naciones y en particular la de todos los colombianos de igual derecho frente a la ley.

La única forma en la cual han podido llevar a Álvaro Uribe Vélez a un juicio es mintiendo, no en derecho. En su caso no hay ni indicios ni evidencia alguna de que él haya quebrantado la ley en su búsqueda de la verdad. Uribe ha sido enjuiciado únicamente por ideología política y mediante abuso de autoridad de magistrados influenciados por las artimañas de sus opositores políticos, que curiosamente luego han pasado a ser flagrantes infractores de la ley.

Se trata de un caso de envidia, venganza, maldad y engaño en contra de su honorabilidad, de su rectitud y de una vida al servicio de la patria, la libertad y la justicia. El juicio a Uribe es la trama de sus opositores políticos que hoy están en el poder y que contrario a lo que ha sido toda su vida pública, son todos afines a la impunidad del narcoterrorismo y las organizaciones criminales y subversivas.

Lo que está por definirse, es una infamia de más de dos décadas contra su persona, su hermano y toda su familia, es la seguridad democrática que necesitamos todos los ciudadanos que cumplimos las obligaciones y trabajamos aportándole a la nación con respeto por las normas, por la vida, bienes y honra de los demás, y no quebrantamos la constitución desde el poder o por medio del terror y la violencia ejercido con las armas a manos de la criminal subversión.

Uribe es el único líder político que nunca deja de trabajar con entrega para llevar esperanza al pueblo, al vivir con la gente en la calle la realidad de los problemas del país y la región.

La única y verdadera razón por la cual espera una sentencia el expresidente Uribe y con la suya, nuestra libertad, es porque ha sido el líder político más importante de Latinoamérica en este siglo, pues es quien más personifica la esencia laboriosa, noble, humilde, emprendedora y transformadora de la gran mayoría de las gentes de Colombia y de toda la región.

Y es que no es poca la envidia que despierta todo lo que representa Uribe para tantos colombianos ante la mediocridad de sus opositores, por su claridad y su determinación a la hora de servir y ayudar al progreso, bienestar social y seguridad ciudadana. No le perdona la corruptela política el hecho de que sigan vigentes sus logros y enseñanzas en todos los corazones y los lugares donde se le conoce y añora con respeto y admiración, algo que causa gran incomodidad a quienes representan la oligarquía que ha ostentado tradicionalmente el poder político en Colombia y a la nueva clase cleptócrata y delincuente que hoy gobierna el país.

Este es un juicio sin pruebas, de sentencia obligada y que pone a prueba la justicia en Colombia, y en el cual han sido totalmente desvirtuadas todas las acusaciones mediáticas e infundadas en su contra. Un juicio en el que ha sido comprobada su total inocencia y toda una trama de versiones inventadas de manera mañosa por sus opositores.

Se trata de un juicio político e inquisitorio en el cual lo que está en juego es el desmoronamiento de la justicia y la libertad ante el poderío del socialismo del siglo XXI y la continuidad sin oposición del proyecto expansionista bolivariano propuesto por el castrochavismo y endosado por Maduro, Diosdado, Petro, Cepeda, Montealegre, Santos y todos sus secuaces.

No es casual que demócratas y republicanos en la capital de los Estados Unidos se refieran al doctor Uribe como el Abraham Lincoln de Latinoamérica, como el gran colombino que es, y el líder político más destacado de la región reconociendo su persistente e incansable lucha por la libertad, la democracia, la legalidad y la justicia en todo el hemisferio.