viernes, 13 de junio de 2025

Lo que pienso

José Leonardo Rincón, S. J.
José Leonardo Rincón, S. J.

Lo que pienso sobre tantos asuntos tan diversos es lo que suelo compartir en estos escritos semanales. Me he percatado de que cuando escribo sobre temas personales o anecdóticos, a ustedes, mis amigos, les gusta más que cuando abordo temas de corte sociopolítico. Ahora bien, no siempre ha sido así. En algún momento me gustó poner a mis escritos un toque de ironía y hasta de humor ácido, pero desistí de seguirlo haciendo pues esta columna no siempre podría hacerlo dado que había temas "serios" que debía abordar. En otro momento el análisis de coyuntura social y política fueron de buen recibo, pero desde que nuestro país se polarizó más fuertemente con ocasión del proceso y acuerdos de paz, así como el plebiscito, percibí en ustedes, mis lectores, una sensación de hartura y hasta de pereza de tocar temas sobre los que declararse a favor o en contra de los protagonistas del momento significaba tomar partido, es decir, optar, lo que significa igualmente dejar de lado o excluir.

Es muy lamentable que hayamos llegado en el país a este grado de deterioro. Es verdad que estamos cansados de tanto desencanto respecto de nuestra clase política. Obvio, no son todos, hay gente buena, pero también hay muchos oportunistas que les gusta hacer ruido, hacerse sentir, robarse el show mediático, aprovechar las desgracias de los otros para lucirse, incluso también para hacer rapiña en el holocausto.

Con sus conductas, a todas luces reprochables y que se dan por igual en ambos bandos, se genera un estrés social que a todos nos agota y aburre. Lo grave es que su efecto es letal porque nos duerme, nos resigna, nos hace evasivos y hasta apáticos frente a lo que de ninguna manera se podría eludir, porque el ejercicio de la política no es propiedad de unos cuantos que se arrogan vocerías populares sino de todos nosotros como ciudadanos que debimos tener, tanto en la familia como en la escuela, formación de la conciencia crítica y no todos la tuvimos, por eso andamos como andamos, por eso nos siguen entusiasmando los caudillos radicales, promeseros de oros y moros, e ingenuamente seguimos llevados de la nariguera, comiendo cuentos baratos, para luego sentirnos engañados y frustrados, en tanto llega el nuevo de turno para repetir el eterno retorno.

Qué tristeza que en vez de avanzar retrocedamos, cuán lamentable que no podamos expresar respetuosamente nuestro pensamiento porque inmediatamente el que no piensa igual te rechaza, te insulta, te bloquea en sus redes, te hace sentir lo peor, si no es que te manda eliminar. Estoy en varios chats de amigos y hay ciertos temas vetados, de los cuales no se puede conversar so riesgo de perder la amistad. El político es uno de ellos. Hablemos de modas, de farándula, de los chismes del costurero, de cualquier otra cosa, menos de política. De esta manera será más feliz la convivencia en medio de la calma chicha, así no veremos lo evidente, no oiremos lo que no nos conviene ni nos gusta oír porque hay crudas verdades que aceptar, así duelan. Ese río revuelto es lo que esperan los pescadores gananciosos para sacar provecho y que esto siga igual o peor.

Pienso que estamos así porque quienes detentaron por décadas el poder fueron insensibles e indiferentes ante las necesidades de las mayorías pobres que un día no aguantaron más y a través del estallido social llevaron al poder a la cabeza de los opositores del statu-quo, más el fiasco ha sido fenomenal porque no solo resultaron siendo iguales de descompuestos que los que criticaban sino peores. ¡Qué horror, qué locura! Como quien dice: “que entre el diablo y escoja”. Así estamos en este momento. No hay de dónde. Me dirán que hay como 40, porque después de lo que hemos visto, cualquiera podría serlo, pero son 40 egos inflados que no querrán ceder su oportunidad y otros, los adalides de la suerte que no queremos para este país se subirán al poder aprovechando el río revuelto. Y eso me parece un déjà vu de lo que hace poco más de 200 años se llamó La Patria Boba. La historia se repite, pero como no dejan que se conozca, por eso estamos condenados a repetirla. Es lo que pienso. 

jueves, 12 de junio de 2025

El atentado: ¿de quiénes y para qué?

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

En un país horrorizado por el atentado contra Miguel Uribe Turbay, los comentarios sobre el atroz e infame hecho ocuparán, lógicamente, la atención de todos, de manera preferente, en las próximas semanas.

Solidario con la inocente víctima, con su familia y el partido al que pertenece el distinguido candidato, creo, sin embargo, necesario presentar interrogantes y consideraciones surgidas, más de la Realpolitik que de la condenación circunstancial de ese doloroso caso, porque no se podría ignorar que este atentado se inscribe dentro del plan revolucionario en curso.

1. El atentado no responde, seguramente, a la espontánea indignación de un adolescente, aterrado por algo, como, por ejemplo, que su víctima sea el “nieto de un presidente que asesinó a 10.000 ciudadanos” ...

2. El sicario fue, presuntamente, escogido y aleccionado. Muy posiblemente le prometieron jugosa paga y, en caso de ser capturado, tratamiento penal corto y benigno, por ser menor de edad. Muy probablemente también, fue entrenado en el uso certero de un arma no propiamente para principiantes.

3. Este es un acto terrorista que, por tanto, no obedece al azar de una mente juvenil, generosa, idealista y alocada.

4. El atentado encaja en el plan de incendiar el país por los cuatro costados, necesario para crear las condiciones favorables al autogolpe, sea por la cancelación de elecciones, sea por la promulgación de una nueva Carta exigida por el “poder constituyente popular”.

5. La reacción nacional de indignación relega a un plano muy secundario todo lo referente a las denuncias de Leyva y encubre los más recientes escándalos, desfalcos y latrocinios en Ecopetrol, dando al Gobierno un respiro en los momentos de su máximo descrédito...

6. No se necesita mayor perspicacia para presumir que sus autores intelectuales son los mismos que dirigen el plan revolucionario para la toma definitiva del poder.

7. El doctor Uribe Turbay no es “el hijo de una árabe, en Bogotá”, sino de una colombiana perteneciente a una familia que llegó a Colombia muchos años antes que otras, también de origen mediterráneo.

miércoles, 11 de junio de 2025

Caranga resucitada

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

Al salir del inimaginable antro donde escapó de los misiles del alto mando narco-islámico, reapareció la caranga resucitada, que es la que más duro pica...

Después de varios días de un país que sonreía de nuevo, la siniestra sombra volvió a gravitar sobre todos.

Es verdad que el jefe de la kakistocracia está cada vez más disminuido, incluso políticamente. Bastaría entonces con que alguno de los poderes preavisados de extinción —el Congreso y la Justicia— quisieran cumplir con el deber constitucional, para que el régimen del rufián se desmoronara estrepitosamente.

En los 34 meses de su régimen, apenas en cuatro o cinco casos menores se ha visto algo de repulsión judicial o legislativa. Por tanto, no podemos abrigar demasiadas esperanzas en esos órganos, a no ser que, in articulo mortis, salven la democracia...

Ahora bien, Petro regresa de su eclipse con renovados bríos, para anunciar que ya no rigen los vestigios constitucionales que todavía se veía obligado a respetar, porque va a convocar por decreto su “consulta popular”, de la cual espera sacar la nueva Carta que le asegure el éxito del autogolpe y la reelección, a través de comicios a la manera madurista.

No lo decimos ya solamente unos pocos, porque Álvaro Leyva, con pelos y señales, revela el pensamiento real y profundo de quien fue su jefe y amigo. No conocemos, y no nos importa, lo que motivó el retorno de Leyva a las filas de los defensores del Estado de derecho, dejando las de las Farc donde militó tantos años, pero nadie puede desconocer que ahora revela la verdad de un gobernante enfermo, vicioso y tóxico, que conduce velozmente el país al abismo.

A la hora de la verdad, ¿qué le importa a Petro el horror de las gentes ante su conducta inverecunda, mientras pueda disponer de torrentes de corruptora mermelada y de la diaria dictadura de decretos conducentes a la República Aureliana de Colombia?

La última quincena registra los decretos que eliminan la libre negociación de predios rurales, y el 527, que descapitaliza a los empresarios y arruina a los contribuyentes.

Desde luego, tanto la “consulta popular” como los decretos que vulneran la libre empresa y la legalidad tributaria, son inconstitucionales. Pero ese vicio es lo que menos lo preocupa, porque, al anunciar que la “consulta” será por decreto, Petro admite que la Corte Constitucional la examine. Muy seguro debe estar, entonces, de haber logrado ya la mayorá en ese alto tribunal, porque el Congreso le acaba de regalar la magistratura a su abogado personal, el mismo que ha prometido “decidir con ninguna imparcialidad”, como cierta fiscal General del Régimen.

El espectáculo de inmoralidad, corrupción, vulgaridad y prevaricación que presentan las máximas autoridades en Colombia ha llegado a repugnantes e inverosímiles extremos...

Si las instituciones que pueden eliminar constitucionalmente este Gobierno no lo hacen, que Dios y la Patria se lo demanden.

Por más compasión

Fredy Angarita
Fredy Angarita

Las noticias no son alentadoras, y sí, muchos dirán que eso siempre ha sido así. Sin embargo, hay momentos, como el que estamos viviendo en el mundo, en los que la realidad se vuelve más densa, más cruda, y todo parece llegar al mismo tiempo.

En Colombia, el país aún se sacude con el cruento atentado al precandidato Miguel Uribe. En Los Ángeles, los enfrentamientos contra inmigrantes siguen creciendo como si migrar fuera un crimen. En Gaza, el hambre no tiene pausas. En Ucrania y Rusia, la guerra sigue su curso, como si la paz fuera una leyenda antigua. Algunas de estas tragedias llevan años, otros días, pero hoy, todas conviven al mismo tiempo, nos golpean de frente. Los medios informan, comentan, saturan… Y nosotros, poco a poco, lo volvemos paisaje. Lo que hoy estremece, mañana será archivo. Lo que hoy enciende alertas, mañana será olvidado.

En 2016, el Dalai Lama escribió con Desmond Tutu El libro de la alegría. Habla de los ocho pilares[1] que componen ese estado tan esquivo. El séptimo: la compasión. Dice: A lo largo de tres mil años, las tradiciones espirituales han cambiado e incrementado, pero casi todas comparten un mensaje común: el amor, la compasión, el cuidado del otro.”

La etimología de esta palabra también nos habla: compasión viene del latín compassio, de com-pati, que significa literalmente: “sufrir con”. No mirar el dolor desde lejos. No narrarlo, sino acompañarlo.

Puedo entender por qué esa palabra “compasión” es tan urgente para este momento. No basta con saber lo que ocurre, hace falta “dolerlo” (sentirlo como propio, de manera física o emocional).

En Colombia nos falta compasión, a veces, mucha. Nuestros escritores la han sabido nombrar, incluso cuando no usaron la palabra:

García Márquez, en El amor en los tiempos del cólera:

“Lo comprobó con la compasión de los hijos a quienes la vida ha ido convirtiendo poco a poco en padres de sus padres...”

José Eustasio Rivera, en La Vorágine:

“Don Clemente sintió por ellos tal compasión, que resolvió darles el alivio de la mentira.”

Tomás Carrasquilla y José Félix Fuenmayor no la nombran directamente, pero en sus páginas está la compasión viva, cuando el dolor, la miseria y la injusticia desnudan el alma de sus personajes.

Hoy, en medio del ruido y la prisa, en medio de tanta tragedia convertida en dato, la compasión no debería ser un lujo, sino una urgencia colectiva.

Esa palabra, que alguna vez pareció cursi o tibia, es la que puede salvarnos de volvernos piedra. Por eso, hoy más que nunca, más compasión. ¿Qué tan compasivo eres?


[1] Son cuatro de la mente: perspectiva, humildad, humor y aceptación, y cuatro del corazón: perdón, gratitud, compasión y generosidad.

martes, 10 de junio de 2025

Dolor y nostalgia por Colombia


Antonio Montoya H. (Crónica de mayo 30)
Antonio Montoya H.

Sentado en un vuelo nocturno, cruzando el océano para llegar a Río de Janeiro, Brasil, observando el anochecer por la mirilla del avión, pensé obviamente en la inmensidad del mundo, de lo bello que se ve desde arriba, de lo placentero al sentir esa sensación de sosiego, armonía y placides, pero, al instante, se me vino de frente una oleada de dolor que me quitó de tajo, esos bellos y lindos momentos de tranquilidad.

Me devolví a Colombia a la tierra de más de 50 millones de habitantes, que requiere con urgencia un destino mejor, una buena calidad de vida, armonía entre sus conciudadanos y respeto por la norma, tolerancia y disciplina,

Mi mente se quedó literalmente clavada en ese momento, impidiéndome distraerme y lograr reflexionar sobre el mundo. Literalmente fue una regresión a la realidad, a que no pensara en lo bonito de las cosas porque no lo merecía ni yo, ni Colombia. Debía continuar rumiando como el ganado, constantemente, lo que nos está pasando. No debe haber ni sosiego ni paz en mí, y así fue como entendiendo ese mensaje escribo este documento con el solo interés de hacer que todas aquellas personas que vivimos en Colombia, los que la abandonaron por múltiples razones y sentimos dolor de patria, reflexionemos solos y luego en grupo para sacar conclusiones y poder tener las ideas claras para convertir esta nación, no solo en un país próspero, sino en un país en el que brille y se sienta la espiritualidad comprendida como esa paz interior que nos lleve a todos por el camino del servicio, el respeto y el amor por los demás.

He dicho en varias ocasiones que estamos divididos en Colombia, no por causa de los mismos ciudadanos, sino por los politiqueros que abusan del poder, que se abrogan el derecho, la facultad de incitar al odio, a exacerbar la guerra de clases, a promover la violencia, en busca de réditos para llevar a Colombia por el camino de la pobreza y la violencia.

Es verdad, y nada más que la verdad, que el hombre que gobierna nuestro país, tiene serios y graves problemas de conducta; lo dicen exministros, gobernantes de otros países y, además, son de conocimiento público sus continuas erratas de comportamiento nacionales e internacionales, que hacen que no sea apto para gobernar.

No respeta la democracia, no cree en ella, la utiliza para el logro de sus propios objetivos y los del Foro de Sao Paulo, que son sus verdaderos patronos; ataca la institucionalidad de nuestra patria, se va en contra de las cortes y del Consejo de Estado, cuando le tumban, como es habitual, leyes, decretos y demás inventos que en su mente creativa considera que son buenos.

Como una fiera herida, sin argumentos, pone en la picota pública a los que votan en contra de sus proyectos, los tira a los leones, en este caso a los de La Primera Línea, como tiraban a los cristianos en el Coliseo Romano y allí, enceguecidos, los mataban.

Colombia requiere sensates, no a un mesiánico en el poder, y si no, ¿piensen ustedes en una sola cosa buena que haya realizado este hombre en el país, en el tiempo que lleva de gobierno, que esté dirigida a combatir las desigualdades sociales?

Todo es caos, ministros y viceministros que no duran, peleas internas en el entorno del presidente, actos de corrupción por todos lados, como en la Ungred, Ministerio de Salud, carro tanques, Ecopetrol y muchos más, y así vamos por el despeñadero.

No lo permitamos. Salvemos unidos la patria.

De cara al porvenir: la teoría del caballo muerto

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

“La teoría del caballo muerto” es una metáfora que describe la tendencia a aferrarse a proyectos, estrategias o decisiones que claramente no funcionan, a pesar de la evidencia de su fracaso. En lugar de aceptar la realidad y cambiar de rumbo, se invierte más tiempo y recursos en intentar "revivir" la situación, lo que resulta en una pérdida de energía y una menor oportunidad para el éxito.

En resumen:

Metáfora:

La teoría del caballo muerto utiliza la imagen de un caballo muerto para representar un proyecto o situación que ha fracasado.

Apegos irracionales:

Se aplica a la tendencia humana de aferrarse a algo, incluso cuando es evidente que no funciona.

Pérdida de tiempo y recursos:

La teoría critica el desperdicio de energía y recursos en intentar "revivir" algo que está muerto.

No aceptar la realidad:

La teoría señala la importancia de reconocer la realidad y cambiar de estrategia cuando es necesario.

Ejemplos:

Una empresa que sigue invirtiendo en un producto que nadie compra, a pesar de las ventas bajas y las críticas negativas.

Una relación que ha terminado, pero en la que una persona sigue esperando que la otra cambie.

Una política o proyecto gubernamental que no funciona y se persiste a pesar de la falta de resultados.

Origen y desarrollo:

La teoría del caballo muerto tiene sus raíces en un dicho nativo americano que dice: "Cuando descubres que estás montando un caballo muerto, la mejor estrategia es desmontar".

Esta frase se ha utilizado para ilustrar la necesidad de saber cuándo abandonar un proyecto y buscar nuevas alternativas.

En conclusión, la teoría del caballo muerto nos invita a ser más realistas y pragmáticos a la hora de tomar decisiones, y a no desperdiciar tiempo y recursos en intentar revivir algo que ya no funciona. Reconocer la realidad y cambiar de estrategia es fundamental para el éxito.

Es importante que los proyectos sean institucionales para que exista un mayor nivel de compromiso y de objetividad. Los proyectos no son de alguien en particular sino de la entidad.

Eventualmente se habla de “pasar de agache”, cuando quien debe tomar decisiones, esquiva su responsabilidad y simplemente deja que las cosas continúen como van, aun cuando no sea la mejor opción.

De manera semejante, cuando los tomadores de decisiones se orientan por los lugares comunes y no proponen, sino que se acomodan a las circunstancias y a la corriente que orienta a la mayoría.

Quien quiera ser reconocido como director en cualquier dimensión y nivel, debe estar preparado para asumir la responsabilidad de tomar decisiones, partiendo del principio de que cualquier toma de decisión, toca a los intereses de alguien.

Hay que sincronizar la velocidad de la dirección con la velocidad de la organización para evitar recalentamientos y desgastes costosos e innecesarios.

lunes, 9 de junio de 2025

Editorial: sucesos de la semana No. 100

En su acostumbrado editorial de la semana para El Pensamiento al Aire, Antonio Montoya H., hace referencia a los siguientes hechos que fueron noticia: la falta de coherencia del exfiscal Luis Eduardo Montealegre, actual ministro de Justicia; la intención del Gobierno de romper la regla fiscal; la consulta popular por decreto; la convocatoria a un nuevo cabildo en Cali, y la solicitud de Petro de demandar por insconstitucional el Presupuesto General de la Nación que él mismo hizo. En el campo internacional habla de la reciente desaparición de Gustavo Petro que le impidió cumplir su cita con la 10 Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe; el conflicto entre Elon Musk y Donald Trump; el cierre de las fronteras de Estados Unidos a varios países, ordenada por su presidente; la escalada de la guerra entre Ucrania y Rusia; el anuncio de Francia de reconocer oficialmente al Estado palestino; la crisis política en los Países Bajos, y concluye con el reconocimiento que hizo Israel de financiar algunas fuerzas en Gaza para debilitar el accionar del Hamas. No dejes de verlo.