lunes, 31 de octubre de 2022

10 mil billones de errores

Santiago Cossio
Por Santiago Cossio*

Antes de opinar en un tema espinoso cómo es el de las minas y la energía primero debemos acercarnos a la realidad política. Aún falta mucho en ciencias sociales y eso nos lleva a cuestionar los mecanismos de elección de quienes nos representan en los gobiernos públicos. 18 ministros elegidos a dedo y en temas tan dispares como deportes, ciencia o hacienda, hacen bien difícil la tarea de elegir un buen equipo de gobierno. Un estadista, por bueno que sea, difícilmente alcanzará a conocer las personas idóneas para dichos cargos. También a eso hay que sumarle las presiones políticas de partidos de Gobierno, de los amigos etcétera... Para ocupar un cargo ministerial se debería exigir por lo menos tener 20 años de experiencia en el sector.

Hace poco la actual ministra de Minas no ha salido de una para meterse en otra. Decrecer la economía, importar gas, decir que había un déficit de 10 mil billones o no saber mucho de los temas de minas y energía han destapado una olla en la elección de gobierno que debe ser incluida en la reforma política. Estas vergüenzas les han pasado a todos los presidentes y seguirán pasando.

Cómo aporte para mejorar las atrasadas ciencias políticas podríamos sugerir que el presidente debería pasar ternas al congreso por cada ministerio y ser el congreso quien elija los ministros. Incluso podría venir la idea de que fueran elegidos por elección popular. O pensar en elección sectorizada según el enfoque. Los abogados elegirían el de justicia, etcétera.

En el tema de minas y energía acabar de tajo con la economía extractivista es un error. Esto debe ser de manera gradual con una planeación realista más que idealista y con planes de acción que no perjudiquen las inversiones, regalías y el esquema actual. También se deben revisar los títulos mineros y los negocios que se han hecho del suelo colombiano con privados extranjeros. A vuelo de pájaro se podría decir que negociamos mal nuestro suelo. Hace 500 años nos quitaban el oro a la fuerza y ahora los truequiamos por espejitos. Hay que revisar la energía solar y eólica. Tenemos el sol actual por 5.000 años más y se debe aprovechar.

En el futuro cercano podríamos tener talleres de conversión a eléctrico donde su vehículo hoy a gasolina se le monte un motor eléctrico.

Soñar no cuesta nada pero no soñar si puede costar mucho.

domingo, 30 de octubre de 2022

Compra de tierras

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

Gran aviso: se compran tres millones de hectáreas (3.000.000) a Fedegan, para entregarlas a diversas comunidades, para que sean propietarias y mejoren su condición de vida, y se cumplan sus sueños. Sobre esto dirán algunos que es maravilloso, que después de eso no hay nada, que se inició la trasformación del agro y del campesino, aleluya.

Entonces vamos por partes:

*En qué lugares del territorio nacional están ubicadas esas tierras, qué precio tienen, el avaluó será el comercial o el catastral, cuántas hectáreas se entregarán individualmente o se optará por entregarlas a cooperativas agrícolas conformadas por campesinos de la región.

Estas y muchas preguntas más surgen para poder desarrollar esta negociación que tiene un fondo supremamente digno, pero que se debe volver efectivo teniendo un plan estratégico a través del Ministerio de Agricultura, entidad que ya dio la primera alerta cuando la ministra Cecilia López expresó que en estos cuatro (4) años solo se podrán comprar realmente un millón de hectáreas (1.000.000), generando así en el propio partido del gobierno insatisfacción y rechazo. Ese es el problema del país, promesas y promesas incumplidas, primero debieron estructurar el plan de ejecución de compra de tierras, tener presupuesto disponible y proceder.

*Viene a mi mente otra pregunta que es indispensable plantearla: sería mejor que esas tierras (las que se compren) no se adjudiquen a título de venta, sino que se entreguen a título de comodato u otra figura jurídica, para evitar las muertes que pueden ocurrir, por quitarles esas tierras a los que se les adjudiquen, por cuanto ya no tendrían interés en ellas, no sería propietarios y seguirían estando en cabeza del Estado. Tema para pensar, analizar y ser objeto de discusión en el Ministerio y en el Congreso de la República.

*Otro problema más serio, que debe ser objeto de estudio es el que surge de un gran interrogante ¿y el agua qué? Llego a este punto porque un industrial antioqueño, Alberto León Mejía Zuluaga, expresidente de varias compañías, conocedor del agro y la ganadería, en conversación que tuvimos esta semana me dijo que se está actuando muy ligeramente, que la agricultura extensiva y la intensiva requieren fuentes permanentes de agua, que cada árbol, por ejemplo, de naranja, requiere diariamente ser regado y si esta escasea la producción se perdería y las consecuencias económicas serian catastróficas. Además, con gran conocimiento me dijo que no todas las regiones de Colombia tienen permanentemente agua, vienen los veranos, sequias, en fin, condiciones climáticas. Y, sin duda también, hay que considerar el nivel donde estén situadas porque para esa agricultura en escala se requiere mucha agua, hay que montar todo un sistema que se denomina distrito de riegos, que implica inversión e ingeniería, y a través de ellos se suplen “los requerimientos hídricos de los cultivos, con el fin de alcanzar los mejores rendimientos productivos”. Es bueno pensar que existen zonas como “el Caribe, la Andina, y en general las cuencas del país, que están sin agua para riego”.

Adicionalmente debo mencionar que la infraestructura para el manejo de las aguas requiere licencias ambientales, las cuales son demoradas por los estudios que se deben realizar y por consiguiente sin el otorgamiento de licencias no se podrá construir las obras para llevar el agua a las tierras que cambiarán de explotación ganadera a la producción agrícola. Tema complejo y difícil de solucionar.

Me invitó a que estudiara y leyera sobre la problemática que vive hoy California, en la USA, región que es la gran despensa agrícola frutal del mundo y hoy tiene serios problemas derivados de la sequía que se vive, afectando los cultivos y la productividad; la falta de agua los tiene en dificultades. Vale la pena que se motiven y lean sobre este tema y llegarán sin duda alguna a la conclusión evidente: sin agua, no vale la pena la tierra.

El campo requiere tecnología, formación, gente que trabaje y le guste. Hoy no existe mucho de eso, los jóvenes no quieren desempeñarse en el agro, no quieren vivir del campo, piensan en las ciudades porque allí ven nuevas y mejores oportunidades. La mayoría no quiere vivir como sus padres, por ende la transformación debe ser total, desde el cambio de mentalidad de las personas que habitan los municipios, invitar a aquellos que migraron para que se empoderen nuevamente con nuevas tecnologías del campo y se pueda desarrollar un tejido social armónico con empleo, ciencia, tecnología y apoyo estatal.

En conclusión, que el estado compre tierras es bueno para quien la venda, porque hoy los precios de esta no tienen el valor de hace unos años, los ganaderos y finqueros tradicionales no tienen herederos que les guste continuar con la tradición y por consiguiente vender es atractivo. El Estado se debe preocupar por estudiar los lugares geográficos donde comprará tierras, que sean aptas para quien la reciba y produzcan.

En Antioquia el secretario de Agricultura, en tres años que desempeñó el cargo, realizó una gran labor, generando trabajo y desarrollo a través de cooperativas agrícolas. Analicen el tema y se podrá mejorar este asunto de tierras.

viernes, 28 de octubre de 2022

Profundizando en las causas del desastre

Epicteto, el opinador
Por: Epicteto, el opinador*

Cuatro fueron las causas inmediatas que identificamos del desastre que vive Colombia: 1) Monumental fraude electoral. 2) Soborno de proporciones mayúsculas mediante la compra de votos. 3) Engaño a la población con el trasnochado mensaje de lucha de clases. 4) Incapacidad absoluta de la dirigencia política para evitar la hecatombe anunciada.

Pero tales circunstancias no se presentaron súbitamente. Por el contrario, fueron fruto de un proceso de descomposición que agobia al país desde hace tiempo. Denunciado por unos pocos escritores armados sólo de coraje, pero ignorados olímpicamente por las clases dirigentes tanto del país “político”, como del país “nacional”.

Comencemos por el fraude en favor del candidato de la izquierda radical, el aliado de las FARC y del santismo. Desde hace varios años viene controlando esa diabólica alianza tanto al Congreso como a las altas Cortes. Recordemos cómo, mediante una burda proposición, sus mayorías desconocieron la voluntad del pueblo en el referendo que negó su aprobación a los acuerdos de La Habana. Su poder sobre la Corte Constitucional se manifestó cuando este órgano supremo le dio su aval a semejante asalto a la democracia, argumentando que el proceso del referendo podía continuar en el Congreso. Semejante prevaricato habría bastado para cerrar definitivamente ese antro de corrupción y devolver a Colombia el estado de derecho y el libre ejercicio de la democracia.

Por supuesto, el sistema electoral ha sido sometido a la voluntad del farc-santismo y de la extrema izquierda desde entonces. El manejo del proceso electoral ha sido entregado a una conocida empresa vinculada estrechamente a Juan Manuel Santos, quien ha pertenecido a su Junta Directiva y, como presidente de la República, invitó a los propietarios de esta para que lo acompañaran en la visita oficial que hizo a la Reina de Inglaterra. No les pareció suficiente y, para estas cruciales elecciones se contrató, además, una firma amiga de gobiernos comunistas, con un software que ni fue probado ni permitió ser auditado externamente.

No ha existido en toda nuestra historia democrática un proceso electoral con un mayor número de irregularidades denunciadas, sin que se tomasen las necesarias medidas correctivas. Tanto el presidente de la República, como las autoridades electorales y los organismos de investigación judicial se negaron sistemáticamente, como si existiera un poderoso acuerdo entre ellos, a practicar un nuevo conteo en las mesas que habían sido señaladas con resultados fraudulentos.

De todos es conocido el origen guerrillero del triunfador en las elecciones. Su afinidad con el ELN y las FARC ha sido manifiesta y no requiere mucha explicación. Asimismo, su proximidad con los capos del narcotráfico, a quienes el farcsantismo y la extrema izquierda vienen favoreciendo desde la firma del espurio acuerdo de La Habana y ahora con la suspensión de la fumigación de los cultivos ilícitos. Súmese a lo anterior, el respaldo obtenido de los corruptos detenidos a quienes se les solicitó en la cárcel su apoyo a la candidatura del guerrillero. Allí tenemos el origen de fondos que ni siquiera el Estado podría igualar para la compra de las conciencias de sufragantes, manejadores de opinión y funcionarios electorales.

Por supuesto, detrás de este sucio entramado aflora la naturaleza corrupta de nuestro sistema democrático, la inoperancia de nuestros partidos políticos, la desvergüenza de quienes se hacen elegir para obtener inmerecidos privilegios olvidando los intereses de la patria. En suma, tenemos un sistema que no nos representa y sólo sirve a las oscuras camarillas que nos gobiernan.

Parecido origen tiene el acompañamiento logrado por las trasnochadas tesis del marxismo-leninismo. Fue nuestra clase dirigente la que permitió durante años el adoctrinamiento de la juventud por parte de un sindicato comunista de maestros. Se ha proscrito la enseñanza del evangelio en contra de las creencias mayoritarias de nuestro pueblo, para instaurar la enseñanza del comunismo ateo, la ideología de género, el derecho al aborto y demás prácticas destructoras de la familia como institución básica de nuestra sociedad. ¡Hoy presenciamos impávidos cómo se queman iglesias sin que la autoridad intervenga, mientras se sigue adorando la imagen de un asesino como el Che Guevara!

Ni qué decir de la responsabilidad que cabe a la clase dirigente en este catastrófico resultado. Llevamos más de una década cohonestando desde el poder el materialismo de la extrema izquierda, patrocinando por acción u omisión el funesto negocio de la cocaína, permitiendo una perversa formación de nuestras juventudes, conviviendo con la corrupción sin adoptar drásticas medidas para su eliminación, alimentando el envenenado poder judicial y legislativo, mientras olvidamos las verdaderas necesidades de nuestras gentes.

No es un problema de la derecha como algunos piensan. Aquí nunca ha existido un partido de derecha. Las colectividades tradicionales han permanecido en la línea de partidos demoliberales, ahora movidos únicamente por apetitos burocráticos y presupuestales, no ideológicos. Tampoco confundamos al Centro Democrático con la derecha. En sus comienzos defendieron algunos principios de derecha como eran la seguridad o la defensa del estado de derecho. Luego se olvidaron de la lucha contra el espurio acuerdo de La Habana, eligieron un presidente que se encargara de implementarlo sin exigir nada a cambio, y ahora propugnan, con algunas honrosas excepciones, por una oposición “constructiva” con un gobierno que sólo quiere destruir al país.

Hay que buscar con sabiduría, no movidos por la pasión, el fondo de nuestra problemática, no nos quedemos en lo superficial. El fondo está, ni más ni menos, que en nuestro fallido sistema político. Tenemos que buscar con inteligencia un nuevo sistema que nos represente a todos, que elimine la corrupción política que ha destruido todo lo que toca, y que nos permita construir un nuevo país que respete a Dios, la patria y la familia. Quizás teníamos que tocar fondo para despertar a esta cruda realidad. Ahora corresponde el turno a nuestro sentido del deber y a nuestra inteligencia porque, como dijo Aurelio: “la inteligencia derriba y desplaza todo lo que obstaculiza su actividad encaminada al objetivo propuesto, y se convierte en acción lo que retenía esta acción, y en camino lo que obstaculizaba este camino”[1].



[1] MARCO AURELIO, Meditaciones, Editorial Grados, 1977, pag.106.

Sobre la puntualidad

Por José Leonardo Rincón, S. J.*

“Cuando a uno le interesa algo, es puntual. Puntualidad es sinónimo de interés”. Esta era la sentencia lapidaria con la que mi inolvidable amigo Julio Jiménez nos motivaba en las actividades que orientaba, de manera que, llegado el momento de la cita, el evento iniciaba a la hora en punto. Así se hicieron famosas entre nosotros la “hora javeriana”, la “hora ignaciana”, para aludir que era a la hora exacta. Y no faltaba quien jocosamente preguntaba para distinguir: “¿hora colombiana u hora javeriana?”

El tema de hoy va a que si algo nos caracteriza en nuestra idiosincrasia es ser impuntuales. Y es que hay frases como: “más puntual que novia fea” que parecieran estimularla y con las cuales se rididiculiza ser exactos. No extraña entonces que, efectivamente, novia que se respete se haga esperar. Y uno de cura o de feligrés ya sabe que de afán no puede estar si hay boda de por medio.

Se sabe de antaño que la hora judicial tenía la flexibilidad de 60 minutos y que ser puntuales es una virtud exótica. Sin embargo, hay citas para las que corremos, un partido de fútbol, un cine, un concierto. Y no nos interesa madrugar a hacer fila y esperar lo que sea necesario. ¿Por qué ahí sí funciona? Simple. Porque nos interesa. Tenía razón entonces mi finado amigo.

Llegar tarde porque nos cogió la noche, siempre encuentra excusas: había mucho tráfico, hubo un accidente, cualquier cosa para excusar que no calculamos bien el tiempo y no salimos oportunamente. Nuestro tiempo es valioso, el de los demás no importa. Las aerolíneas fingen ser puntuales llamando abordo, pero una vez adentro del avión, los pasajeros tienen que soportar tiempos interminables. Me pasó en estos días: en el vuelo de ida, 50 minutos en pista esperando y en el vuelo de regreso, dos horas en sala. Las explicaciones resultan ridículas porque las versiones de los funcionarios no coinciden: mal tiempo, congestión de tráfico aéreo, cambio de tripulación a última hora, falla técnica…, lo que sea, mentiras e irrespeto por doquier.

Ya es proverbial la impuntualidad del jefe de Estado. No es cuento, no es calumnia, no es oposición. Uno sabe que hay asuntos muy importantes de por medio, pero hacer esperar más de una hora no tiene ninguna presentación. Que pasó una vez, vaya y venga, pero que sea costumbre, habla muy mal del equipo que maneja la agenda y del funcionario por no tenerla bajo control. Es cierto que es muy importante el personaje, pero también es cierto que hay que dar ejemplo y marcar pauta.

Personalmente me encanta la puntualidad. Es sinónimo de interés y de respeto, como ya se dijo. Nada mejor que comenzar una reunión a tiempo y concluirla, igualmente, a la hora convenida. Todos tenemos labores que realizar, otros compromisos qué atender, personas esperando en la oficina o en la casa. La puntualidad en otras culturas es un valor: el tren sale a las 10:38 y a esa hora sale. El autobús pasa a las 5:57 y a esa hora pasa. El concierto comienza a las 9:00 y a esa hora comienza. En eso se diferencian bastante latinos de anglosajones. Me quedo con estos. Macondo es maravilloso, pero podemos hacerlo todavía mejor.

jueves, 27 de octubre de 2022

Comunicado a la opinión pública

Carta abierta a los Accionistas y los empleados de Ecopetrol S.A.

Por Luis Guillermo Echeverri Vélez

Expresidente de la Junta Directiva de Ecopetrol S.A.

Muy respetados señores y señoras;

Quiero expresar a todos los accionistas mi gratitud infinita por habernos conferido el mandato fiduciario y la honrosa responsabilidad de servir a la empresa y al país desde la junta directiva que hoy terminó su encargo.

Mis deseos de éxitos a la compañía y a la nueva junta, pues de ello dependen en buena parte los ingresos de los accionistas, del Estado, y de las regiones productoras del país.

De todo corazón expreso a todos los trabajadores de Ecopetrol, mi más profundo agradecimiento por la oportunidad de haber podido servirle a esta familia de la Iguana conformada por profesionales extraordinarios y seres humanos maravillosos, de quienes he tenido el privilegio de aprender inconmensurablemente durante un periodo transformacional que ha arrojado los más destacados resultados históricos dentro de los 71 años de existencia de la empresa.

Al igual que mis compañeros, termino este mandato: enamorado de la empresa, y admirado por la calidad del talento y la gran ética de trabajo de todos los equipos profesionales; con la satisfacción del deber cumplido, y reconociendo que la compañía que hoy entregamos tiene infinitas posibilidades de seguirse transformando y entrar a competir en igualdad de condiciones con los principales actores de mercado energético global.

Agradezco al presidente Duque, a sus ministros de Hacienda y Crédito Público y Minas y Energía, el respaldo y apoyo que nos dieron para poder adelantar la constante mejora del gobierno corporativo y mantener la debida independencia, objetividad y transparencia en la toma de decisiones.

Esta nota también tiene por objeto dar cuenta a ustedes y al país; del estado de la compañía que recibimos en marzo de 2019; la gestión realizada hasta la fecha por el gran grupo de directores que me guiaron y acompañaron en esta difícil y retadora jornada en la cual trabajamos sin tregua de la mano de la administración y de todos los trabajadores para lograr los resultados que hoy entregamos amparados por los reportes al cierre del primer semestre de 2022.

Por todo lo que Ecopetrol significa para Colombia, es mi deber expresar a ustedes mi profunda preocupación por el futuro de la compañía debido al gran impacto adverso en materia de la pérdida de confianza y valor que sufre la compañía a consecuencia de los irresponsables anuncios y declaraciones políticas del nuevo gobierno en contra de la seguridad y soberanía energética, la producción convencional y no convencional de hidrocarburos, y los anuncios de importación de gas de Venezuela.

Todo lo anterior afecta el futuro de la producción y exportaciones del sector; la valoración de la empresa; la capacidad financiera; la capacidad de inversión estratégica; el costo de sus títulos de deuda; la calificación del riesgo de la empresa y del Estado; los ingresos y el costo financiero de la compañía y del Estado; y la gran contribución económica de alto impacto social que hace el grupo en favor de las comunidades en todo el territorio nacional.

--------------

Lo invitamos a leer el anexo Resumen de la gestión de la Junta Directiva y la administración en el período 2019 – 2022. Y también puede revisar el Informe de la Junta Directiva 2019 – 2022. Siga los enlaces.

Vigía: legalización de la droga

Coronel John Marulanda (R)
Por John Marulanda

Mientras Petro dejó a los militares con sus penachos despelucados en la Escuela Militar el 16 de agosto pasado, dos días después asistió puntual al juramento del nuevo director de la Policía Nacional, general Henry Armando Zanabria, quien lo hizo rodeado de ciudadanos del común en el campo de paradas de la Escuela Santander. Sobran comentarios. Recordamos que 300 muertos en Nicaragua, más de 100 detenidos en Cuba y unos 1.200 muertos en Venezuela han sido principalmente a cargo de las policías. No sabemos si ese patrón se aplicará a Colombia con este nuevo presidente de la izquierda extrema. Recientemente, un viceministro del gobierno hizo quitarle las esposar y salir de la tanqueta a jóvenes revoltosos que atacaron a piedra el carro en donde se movía el propio general Zanabria.

Pero ¿de dónde son la mayoría de migrantes ilegales que cruzan el Darién? No debemos llamarnos a engaño, pues Colombia parece ir por el mismo sendero de los países mencionados: un verdadero fracaso frente a la civilización actual.

La condena universal al petróleo y al carbón como tan venenosos como la cocaína, estableció los prolegómenos de una legalización de la droga, cuyos cultivos según el informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) aumentaron un 43 % y la producción potencial de cocaína un 14 %, alcanzando más de 204.000 hectáreas y una producción alrededor de las 1.400 toneladas métricas anuales del estupefaciente que pueden llegar a producir miles de millones de dólares a los carteles mexicanos, las mafias europeas y los carteles colombianos: FARC, ELN, Clan del Golfo y otros. Legalizarlas es la propuesta del actual director del DIAN, Luis Carlos Reyes.

Las dos principales áreas de cultivo están localizadas en las regiones fronterizas con Venezuela y Ecuador, en donde más de 100 mil hectáreas están sembradas con esta semilla que reditúa lo que ningún otro negocio ilícito puede producir. Las metanfetaminas, el fentanilo, por ejemplo, ya asoman en el horizonte como una amenaza narcótica seria a la emocionalidad de los ciudadanos de todo el mundo. Vamos rumbo a vastos segmentos de una sociedad dopada.

Primero fue cigarrillo, después el alcohol y ahora la marihuana, legalizada de facto tanto en los USA como en estos países, a pesar de su nauseabundo olor, digo yo, forman parte de la rebeldía, la inconformidad y el facilismo ante un gobierno como el de Petro, apoyado extra curricularmente por creciente bandas delincuenciales. No veo otra excusa mejor que esta, para justificar la intervención policial.

Tenemos un exceso de drogas en Colombia, primer productor mundial de cocaína y segundo o tercero de marihuana con trazas de metanfetaminas, un negocio que puede representar el 3 % del PIB, y una sociedad hipócrita o viciada, que ofrece un panorama poco agradable para los que nos consideramos ciudadanos de bien, cumplidores de la ley que este gobierno quiere imponer a como dé lugar a punta de bolillos de policía.

Así las cosas, no podemos menos que dolernos de este otrora generoso país, hoy igualando y superando a Venezuela e intentamos recordar la voz de Julio María Sosa Venturini «Julio Sosa», cuando canta “Cambalache” de Santos Discépolo, letra compuesta en 1935: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 510 y en el 2000 también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y doblés (…) Si es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley (…) Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.

Una gran incertidumbre estratégica se percibe en el aire sociopolítico colombiano, para algarabía de los irresponsables.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Entrevista con Diana Cecilia Domínguez Arcila

En la entrevista de la semana invitamos a la doctora Diana Cecilia Domínguez Arcila, quien actualmente se desempeña como Jefe de Gobierno Corporativo en la Cámara de Comercio de Medellín y desde su posición contribuye a la formalización de las organizaciones empresariales. No dejes de verla.


En mundo laboral se ha desempeñado como asesora para compañías como Massol SAS y Grupo Consultor Costa SA de CV México, como directora de operaciones del IDEA, como profesional de negocios de inversión de EPM, jefe de cartera de Comfama, directora territorial del Icetex, secretaria general de la Cooperativa Financiera de Antioquia y abogada del Banco de Occidente. Obtuvo un MBA en Eafit y es especialista en derecho en derecho financiero y de los negocios, y abogada de la UPB.

¡Esto es hablando y devaluando!

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

Siempre se nos dijo que Colombia era una “tierra estéril para las dictaduras”, porque hasta ahora solo habíamos padecido dos, la difusa, ejercida esporádicamente a lo largo de varios períodos, de Tomás Cipriano de Mosquera; y la dictablanda de Rojas Pinilla. Ambas fueron apenas juego de niños en comparación con la actual, ignara además de lenguaraz y parlera.

A Petro no lo preocupa que “quien mucho habla, mucho yerra” porque su audaz logorrea sorprende por su aterradora eficacia.

En los 73 interminables días que lleva hablando, todo lo que ha dicho es absurdo, tendencioso, pugnaz, falaz, gratuito, conflictivo, superficial, revanchista y, sobre todo, agresivo. En realidad, no ha hecho cosa diferente de hablar, equivocándose en lo conceptual, pero acertando en los resultados fácticos.

En efecto, en estas diez semanas y media ya ha transformado al país en un narcoestado donde los homicidios, las masacres y la inseguridad se han disparado. Lo único que no ha crecido es la economía, dirigida vocalmente por un graduado en esa carrera. Las dudas sobre la idoneidad profesional de Petro son muchas, pero no pongo en tela de juicio sus diplomas. Lo que pasa es que cuando aborda esos temas utiliza una xenoglosia económica, que consiste precisamente en expresarse fluidamente en una lengua nunca aprendida.

No existe explicación racional para el desempeño de un “economista” que para mejorar las condiciones de vida de 50 millones resuelve acabar con la principal industria y mayor fuente tributaria; desestimular el ahorro y la creación de empleo; paralizar el mercado inmobiliario y la industria de la construcción (la principal empleadora); cambiar la agricultura productiva por la regresiva del minifundio, dizque para convertirnos en potencia agrícola; y así sucesivamente…

Algunos han sugerido una interpretación psicológica de su conducta. Dicen que lo que Petro busca es la destrucción del sistema económico y social del país, en obedecimiento compulsivo de su ideología marxista-leninista y hasta estalinista, y que lo está logrando a una velocidad asombrosa. Si esto es así, ha acertado plenamente, porque el país va en caída libre. Del 10% de crecimiento en 2021, vamos hacia el 2.2% en 2023.

Este monumental retroceso responde, en parte, a circunstancias de orden global, pero haríamos mal creyendo el cuento de que los mensajes, explícitos e implícitos, que el Gobierno colombiano dirige a los agentes económicos, no tienen efectos determinantes de la pendiente por la que rodamos.

Nuestra devaluación es la más aguda de la región, y los $ 5.000 son apenas un escalón hacia los $ 6000, previsibles a corto plazo, porque los operadores están actuando de conformidad también con las amenazas contra la autonomía del Emisor y el anuncio de posibles gravámenes a las inversiones transitorias (golondrinas), que permiten conservar la liquidez cambiaria.

No tienen, pues, razón los amigos del Gobierno atribuyendo toda la responsabilidad de la devaluación a la Reserva Federal, o a los Estados Unidos, como propone Petro. Dentro del mismo contexto continental, el peso chileno, entre enero y noviembre del presente año, se depreció 15.1 %, mientras nuestro peso perdió 8.3 % desde la elección presidencial. El real brasileño se recuperó 2 %, y el peso mexicano, 3 %. Incluso el sol mejoró 0.8 %, quizá por la esperanza de ver la salida del incapaz de Castillo.

Un alza demagógica y sin precedentes en el salario mínimo; una reforma tributaria abrumadora, pero cuyo rendimiento probablemente no será mucho mayor de los 11 billones que gravan la industria extractiva; un presupuesto inflado astronómicamente; un inevitable y enorme déficit fiscal; un gasto público desbordado; y la creciente y explicable fuga de capitales, hacen prever una espiral inflacionaria como no se ha visto en el medio siglo anterior.

Frente a este panorama sombrío, un gobierno empeñado en transitar por la senda más errónea, hundiendo el acelerador a fondo, en lugar de actuar racionalmente, no ofrece ninguna esperanza.

Los castro comunistas no caen por sus errores. Mientras más impopulares y equivocados, más porfiados, como en Cuba y Venezuela, donde a pesar de 63 y 23 años de hambre, miseria y emigración masiva, siguen tan campantes, sostenidos por la represión y la corrupción.

***

¡Qué envidia de la Gran Bretaña, donde una inepta cae a las seis semanas!

***

¡Como Petro revela que los males del mundo son ocasionados por USA, habrá que dejar descansar a Uribe, que antes era el causante de todos ellos!

martes, 25 de octubre de 2022

De cara al porvenir: cultura y cortesía empresarial

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

El mundo empresarial cada vez es más dinámico, competido y competitivo.

El fragor de la batalla por el mercado, a partir de la lucha por la supervivencia, el desarrollo y las utilidades no debe convertirnos en unos salvajes, sino que debemos aprender o recuperar la posibilidad de competir con dignidad, decoro y elegancia.

Las nuevas generaciones tienen su propia y particular visión del mundo y de cómo relacionarse con el ambiente laboral, lo cual es respetable y obliga a las empresas a realizar serios ejercicios de carácter empático para poder entender, comprender, respetar y afinar las relaciones con sus colaboradores.

Las nuevas generaciones no tienen dentro de sus perspectivas, en términos generales, una intención de hacer carrera en una empresa. Buscan otras cosas, otros motivadores y, sobre todo, mejores ingresos y posibilidad de movilizarse. Es más, es posible que no deseen estar sujetos a un espacio físico, si no que puedan, gracias a la tecnología, cumplir con sus obligaciones a través de la virtualidad.

Uno de los ejercicios más frecuentes dentro de una empresa es el enganche y el desenganche de personal.

Una premisa por respetar es que se puede ser lo exigente que se quiera sin atentar contra la dignidad de las personas y no cambiar las reglas de juego estipuladas al momento de la vinculación.

Unas reglas mínimas de cortesía deberían permitirle a la empresa contratante el establecer un tiempo mínimo de espera para que el seleccionado, pueda hacer una entrega digna y responsable del cargo en la empresa en la cual está laborando, o situación diferente, de manera inmediata, si está desempleado.

Sin entrar a profundizar en la madurez de las empresas y de los jefes respectivos a su interior, debería ser deseable haber establecido lazos de confianza y respeto tales que el colaborador pueda informar con anticipación acerca de su intención de retirarse, lo cual podría dar un espacio de conversación y por qué no de renegociación de condiciones, de acuerdo con los intereses y capacidades de las partes.

Así mismo, cuando una empresa ha decido dar por terminada una relación laboral de manera unilateral, pues debe cumplir con lo establecido en el respectivo contrato laboral y obviamente cumpliendo todos los requisitos y obligaciones de ley.

Las entrevistas finales o de retiro en cualquiera de los casos sirven como retroalimentación a la empresa para auscultar causas o debilidades que le impidan retener a cierto tipo de personal.

Una vez dentro de la empresa, al nuevo funcionario hay que darle la oportunidad que conozca y reconozca su nuevo espacio laboral. Sin embargo, y usualmente por la premura y la urgencia, inmediatamente traspasa la puerta se le asigna su puesto de trabajo real o virtual y a producir desde ese momento, dejando muy mal parados los denominados “procesos de inducción”.

Empresas que condicionan el enganche de alguien para que inicie labores de un día para otro o en menos de una semana, casi que están coartando la decisión del candidato, quien, por el temor de perder la oportunidad, llega a la otra empresa donde trabaja a decir muy campante: “trabajo hasta hoy, o hasta mañana o hasta unos pocos días hacia adelante”, dejando a la empresa perjudicada pues hay que recibir el puesto de alguna manera.

Que quede claro también, que nadie es imprescindible en una empresa y así como la persona puede retirarse por su propia voluntad, puede ser despedido, se puede enfermar o puede morir… y el mundo sigue andando.

Hablar de un “código de convivencia” o de un “protocolo de respeto para la contratación de personas” entre empresas, puede sonar como adecuado y loable, pero recordemos que todos los códigos de buen gobierno en cualquiera de sus dimensiones y nomenclaturas son útiles mientras exista la voluntad de cumplirlos, si no, solo son escritos de buenas intenciones.

Como decían las abuelas, “hay que dejar las puertas abiertas en todas partes, pues uno no sabe las vueltas que da la vida”.

La cultura organizacional, el clima o ambiente laboral, el nivel de motivación de las personas son tareas arduas que se escriben cada día. Existen hoy, pero quién sabe si existirán mañana, pues ante cualquier circunstancia, es posible que varíen favorable o desfavorablemente.

Lamentablemente no hay sino una única oportunidad para una “primera impresión” y también es muy posible que la imagen final que se deja en una empresa sea no la de los años laborados, sino la manera como se sale de la empresa.

De todas maneras, es deseable que las buenas maneras y la buena educación sean una constante en términos de la relación entre los diferentes tipos de agentes empresariales.

lunes, 24 de octubre de 2022

Ya se sabía

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Los seres humanos somos tercos, además olvidamos la historia reciente y la pasada, creemos que todo es susceptible de mejorar, pero, es todo lo contrario, nos encontramos un día cualquiera de frente con la realidad que nos agobia, para donde miramos hay angustia, desazón, lo que creíamos estable desaparece y llega la incertidumbre y la nostalgia y de ahí en adelante nos surgen los lamentos, las exclamaciones nefastas, los reclamos, el desanimo y la incertidumbre, sin embargo, al final tendremos que aceptar que el otro, el opuesto no es el culpable de nuestro destino, somos nosotros y solo nosotros los culpables de permitir que estos males anunciados y vividos en épocas pasadas regresen aumentando el área de cobertura. Un día fue una capital hoy es un país completo, y tarde que temprano llegará a afectar a cada persona que esté en ese territorio, aun a los que son hoy sus áulicos.

Esta es la historia de Colombia, de tragedia en tragedia, de épocas de crecimiento y otras de recesión, de mucho empleo formal, y otras de exceso de informalidad llegando a cifras de 58 % de desempleo formal en la población apta para trabajar.

También hemos sufrido todos los males, como las siete plagas de Egipto y grandes trasformaciones sociales, económicas y políticas, que afectaron positiva o negativamente en su momento a miles de personas, familias enteras dejando en ellas consecuencias terribles de sufrimiento, deseo de venganza y en muchas ocasiones perdón y olvido, pero siempre la huella queda. Me permito simplemente enumerar algunas en este caso de ingrata recordación a saber:

* 49 conflictos y 9 guerras civiles en el siglo XIX.

* Pérdida de Panamá.

* Asesinato del caudillo liberal Rafael Uribe Uribe.

* Hegemonía conservadora entre 1900 y 1930.

* El periodo de trasformación social con Alfonso López Pumarejo.

* Asesinato del gran jefe liberal Jorge Eliécer Gaitán.

* Conflicto entre liberales y conservadores.

* Golpe de estado o golpe de opinión como se denominó en su momento. General Gustavo Rojas Pinilla.

* Derrocamiento de la dictadura. Los llamadas cacerolazos. Ciudadanos molestos, enojados y dispuestos a todo.

* Pacto de Benidorm, acordado en esta ciudad española entre Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo.

* Surgimiento del Frente Nacional. Acuerdo bipartidista para rotar el gobierno 16 años. Con un solo error, fue excluyente.

* Surgimiento de las guerrillas lideradas por Jacobo Arenas y Marulanda (Tirofijo).

* La Anapo, movimiento de Rojas Pinilla. Perdió las elecciones en 1970, con Misael Pastrana Borrero.

* Surgimiento del M19. Jaime Bateman, y otros lideres surgidos de las FARC y el ELN.

* Muerte y violencia por parte del M19, asesinato brutal del sindicalista José Raquel Mercado, presidente de la CTC, enjuiciado por el M19.

* Robo de las armas al ejército colombiano.

* Robo de la espada de Bolívar.

* Detención de los lideres del M19, muerte de Bateman, Iván Mariano y otros lideres.

* Proceso de paz de Belisario Betancur. “Paloma de la paz”.

* Toma del Palacio de Justicia.

* Acuerdos de paz con EPL, M19, Quintín Lame y otros grupos. Siempre salen otros peores y más violentos.

* Asesinato de Carlos Pizarro León Gómez.

* Tomas guerrilleras, secuestros, asesinatos, violaciones, vulneración al derecho de los niños, carros bomba, motos bombas, bicicletas bomba, burros bomba, tomas de poblaciones, retención de soldados y civiles, el desastre total.

* Surgimiento de los carteles de la droga, a principios de los años 80, Pablo Escobar y sus bandidos, los Herrera y Rodríguez, en fin miles de personajes que no trajeron sino muerte y dolor al pueblo colombiano. Juventudes perdidas por la droga y las ansias de poder económico.

* Ciudades en llamas, víctimas del terrorismo de los narcotraficantes.

* Asesinato de Luis Carlos Galán.

* Ubicación y muerte del bandido mayor Pablo Escobar.

* Negociaciones de paz fallidas en Venezuela, México y otros países.

* Ciudades y municipios sitiados por causa del conflicto, las denominadas pescas que eran en realidad secuestros. Fincas abandonadas.

* Presidentes en el ojo del huracán. Elefante a sus espaldas.

* Líderes sociales asesinados.

* Secuestro y posterior asesinato de Álvaro Gómez Hurtado.

* Ocho (8) años de retoma del orden público con autoridad. Ejército recuperó la moral y obtuvo grandes éxitos. Álvaro Uribe Vélez.

* Ocho (8) años de gobierno de un hombre que entrego al país. Perdió el referéndum y aun así firmo el acuerdo de paz.

* Sin justicia, ni verdad y menos reparación.

* Pandemia, muerte, recesión, país en toque de queda.

* Buen presidente que evito la catástrofe y atendió con éxito la salud de los colombianos.

* Elecciones, nuevo gobierno y presidente el cual genera incertidumbre y polarización, marchas ciudadanas pacíficas, atmósfera social en ebullición, reformas tributaria, pensional, compra de tierras, no fraking, afectación a Ecopetrol, ministros incompetentes, ejército desmembrado, policía con otro rumbo.

Estamos ante un panorama difícil de predecir. Así trascurrió el gobierno de la ciudad de Bogotá hace algunos años, mucha algarabía, poco resultado.

Lo grave de esto es que lo sabíamos, el resultado era esperado y solo estamos en el tercer mes de Gobierno, pero ya quieren ampliar periodo y expresan la necesidad de gobernar por lo menos 15 años si no es más. Gobiernan con el retrovisor y no aceptan que fueron parte activa de los grandes desastres económicos y sociales de Colombia.

Esperamos que el barco no se acabe de hundir y en las próximas elecciones del año 2023, retomemos el control de los departamentos y municipios de Colombia, para reconstruir y avanzar con firmeza en la formulación de una gran política social de crecimiento y fortalecimiento de las regiones.

viernes, 21 de octubre de 2022

Reflexiones sobre las causas de la hecatombe

Epicteto, el opinador
Por Epicteto, el opinador

Vuelvo a opinar, movido por las inquietudes de mis contertulios, que a cada momento ponen a prueba mi agudeza con sus atinados cuestionamientos.

No se explican, por ejemplo, que un país como el nuestro, con una de las democracias más antiguas del continente, con una opinión mayoritariamente inclinada al pensamiento de derecha y centroderecha según las encuestas, y con un prudente manejo de su economía en las últimas décadas, haya caído en este desbarajuste moral, político, económico y de seguridad en tan solo dos meses del nuevo gobierno.

Buscan la explicación en las postreras causas, cayendo así en un estéril inmediatismo, sin profundizar en los primigenios factores causantes del desastre. A menudo, como es sabido, los árboles impiden ver el bosque.

Sabíamos de antemano lo que acarrearía la llegada de la izquierda radical al poder. Nadie podía llamarse a engaño, pues los propios voceros de esta se encargaron de propalar a los cuatro vientos las reformas que introducirían. Venían con ánimo de venganza, amenazando a todos los que en el pasado han cometido el delito de combatir la violencia o el narcotráfico; plantearon reformas a los impuestos para aumentar el recaudo aunque fuera desestimulando el crecimiento económico; anunciaron su propósito de dinamitar las estructuras de las fuerzas armadas y de la policía, como castigo por su heroica lucha contra el terrorismo y el narcotráfico; se comprometieron con los vándalos, corruptos presos en las cárceles y narcotraficantes a beneficiarlos con la impunidad; conquistaron votos prometiendo expropiaciones a granel y entrega de tierras a sus seguidores; no tuvieron ningún recato en dar a la luz su plan de asaltar los ahorros pensionales de los colombianos.

¿Cómo fue posible, entonces, que semejante despropósito hubiera sido premiado con la mayor votación tanto en la elección de Congreso como en la de presidente?

Cuatro causas surgen de un primer análisis para explicar este monumental descalabro para la sociedad colombiana:

Primera. Las elecciones no las ganó la izquierda en las urnas sino en la Registraduría. Desde hace más de dos años se venían denunciando todos los movimientos efectuados por el Gobierno nacional y las autoridades electorales para favorecer a la izquierda, así como las irregularidades en la contratación de las empresas que efectuarían los escrutinios sin que sus programas pudiesen ser auditados. Los procesos electorales, plagados de irregularidades fueron objeto de numerosas reclamaciones que no fueron atendidas. Tanto el presidente de la República como el registrador, el CNE, la Fiscalía, y la Procuraduría se negaron a lo más obvio, que hubiera sido practicar un reconteo donde existiera sospecha de fraude. Pero todo estaba diseñado para que el triunfo fuera de la extrema izquierda.

Segunda. La compra de votos, origen de la corrupción política que padecemos, se manifestó de manera abrumadora en favor de la candidatura de la izquierda. Aparte del patrocinio gubernamental, conseguido con interpretaciones contrarias a la Constitución y a la Ley, contó el Pacto Histórico con monstruosas sumas que, según múltiples informaciones, provenían del narcotráfico, de la guerrilla de las FARC y del ELN, de sus gobiernos amigos de la izquierda y de las organizaciones internacionales afines al Nuevo Orden Mundial y a la ideología marxista. Ningún otro candidato o grupo político pudo contar con suma siquiera cercana a la de los vencedores.

Tercera. Gran parte de la votación fue obtenida gracias al mensaje demagógico de la izquierda, con el cual vienen engañando a los pueblos desde hace más de un siglo. Prometiendo reparto de tierras, aumento de salarios, congelación o rebaja de servicios públicos, expropiación a las clases oligárquicas, subsidios de todo orden a la población, etc. Desafortunadamente, son muchos los votos determinados por las más bajas pasiones, por la más supina ignorancia o merced al adoctrinamiento marxista de la población estudiantil.

Cuarta. Manifiesta incapacidad de los dirigentes de derecha y centro-derecha. Carecieron de una estrategia seria capaz de llegar al corazón de los ciudadanos.

No tuvieron la necesaria generosidad para unir fuerzas con anticipación para salvar al país, a pesar de que eran de público conocimiento los planes del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla para tomarse el poder en Colombia.

Fueron gravemente perjudicados con el rechazo mayoritario del pueblo al gobierno del presidente Duque; su falta de apoyo al partido de gobierno; su condescendencia con las FARC; su falta de autoridad que permitió a la izquierda apoderarse de las calles e incendiar al país; sus insistencia en endeudar al país para cumplir los acuerdos de La Habana sin exigir nada a cambio; su falta de liderazgo para enfrentar el crecimiento de los cultivos ilícitos y el vandalismo; la inoperancia de su gobierno frente a problemas como el endeudamiento público, los altos costos del Estado, la corrupción en la Administración de Justicia; la falta de defensa de la soberanía nacional frente al Tratado de Escazú y al intervencionismo de la ONU y otras entidades en asuntos propios del país; y su absoluta falta de acción para prevenir o contrarrestar los planes intervencionistas del Foro de Sao Paulo y la izquierda internacional en Colombia.

Como decía antes, estas causas inmediatas del calamitoso resultado electoral tienen detrás otros factores que les dan origen y que analizaremos en próxima oportunidad, para no fatigar a los lectores ni volvernos empalagosos.

Me he aventurado a expresar algunas verdades, conocidas de algunos, pero no suficientemente analizadas, pues considero mi deber apartar la ignorancia y no callarme para evitar algún conflicto. En esto sigo sin temor la reflexión de Marco Aurelio:

Es terrible, en efecto, que la ignorancia y la excesiva complacencia sean más poderosas que la sabiduría”[1].



[1] MARCO Aurelio. Meditaciones, Editorial Gredos, 1977, pag. 105

Hiperinflación, hasta cuándo

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.*

Inútilmente las tasas impuestas por el Banco de la República han llegado a los dos dígitos con el objeto de frenar el fenómeno inflacionario. El consumo se mantiene y la demanda sigue siendo alta, ignorando de facto las consecuencias de tal comportamiento. Se supone que, frenando la demanda, la oferta se obliga a bajar los precios, es la teórica regla, porque la gente acostumbrada a un estatus y un determinado nivel de vida pareciera importarle un bledo tener que pagar más.

De manera descarada los precios de todos los productos están por las nubes. Tres libras de chocolate que estaban en 14 mil pesos hoy sobrepasan los 20 mil. Una garrafa de aceite de cocina que costaba 23 mil pesos hoy asciende a 50 mil. Un mercado de aseo que se hacía en 250 mil hoy no baja de 400 mil. Para poner unos ejemplos de la canasta familiar. Pero la historia se repite en todo lo demás. Ya lo habíamos escuchado respecto de los materiales de construcción que o no se consiguen o se encuentran a precios exorbitantes. Los pasajes del transporte intermunicipal y los tiquetes aéreos, no se diga. Subieron 200 pesos el galón de gasolina y todo el mundo se sintió autorizado a elevar los costos de todo a su antojo. No hay control.

La pregunta es ¿hasta cuándo? Ningún bolsillo, por más acomodado que sea, va a resistir esta dinámica indefinidamente. Por supuesto, los más afectados son los más pobres. Dejarán de serlo para pasar a un nivel de miseria, pues con un salario mínimo ¿Quién puede sobrevivir? Y los que ya estaban sin nada, ¿condenados a morir de hambre?

El problema no es político interno. Sería una conclusión simplista e ignorante. El problema es global, complejo y en aumento. Pareciera ser una nueva estrategia mundial pospandemia para seguir buscando la disminución de la población humana. La guerra mundial en ciernes es una opción rápida, pero demasiado letal y costosa para quienes sobrevivan y deban reconstruir lo poco que quede. Que la gente muera de hambre por desabastecimiento, que muera de frío en el próximo invierno porque no hay gas para calentarse, podría resultar un método menos impactante y de aparente selección natural donde solo sobreviven los más fuertes. ¿A eso se refieren con el nuevo orden mundial?

Están resurgiendo las protestas sociales, cada vez más en número y en nivel de agresividad. Es una nueva edición, revisada y aumentada de problemas agravados. La responsabilidad, repito, no es del Gobierno de turno, sino de un mal endémico que nos agobia hace décadas y que deliberadamente hemos querido ignorar. La insaciable voracidad económica de personas y grupos, su mezquindad para no querer atender las necesidades de las mayorías, el querer ser dueños del mundo, esa tentación de querer ser como dioses que todo lo controlan y manejan, esa insensibilidad ante el dolor ajeno, esa indiferencia ante los agobiantes males que vivimos… ¿vamos a seguir así?, ¿hasta cuándo?

jueves, 20 de octubre de 2022

Conjeturas y quejidos

Epicteto, el opinador
Por Epicteto, el opinador*

Honda preocupación nos deja el repaso de las diarias columnas y mensajes de las redes sociales, pues se trata de una larga cadena de conjeturas sobre las causas del desastre nacional y de quejidos por la sucesión interminable de disposiciones absurdas o aterradores anuncios por parte de quienes ahora gobiernan. Todo dentro de la más absoluta anarquía, falta de coordinación y sin sujeción a un elemental plan de respuesta a la adversidad.

Es la mejor demostración de la falta de liderazgo, de la ausencia de objetivos claros y de eficaces estrategias que nos permitan superar algún día la postración a la que ha sido conducido nuestro amado país.

Conviene regresar a la serenidad que nos brinda nuestra paz interior. Cuando cada uno de nosotros piense y obre de acuerdo con la razón, con el deseo de hacer el bien y con el desprendimiento que exige la crisis de valores que nos agobia, podremos contribuir a la convivencia y al bien común.

No busquemos la solución fuera, si somos cada uno de nosotros el dueño de su propio destino.

Me escribía un gran profesional y patriota que existen soluciones para la hecatombe que comienza a desarrollarse frente a nuestros ojos. Claro que sí existen. Pero hay que regresar a los principios fundamentales: garantizar el derecho a la vida a todos los compatriotas, velar por la adecuada educación de los jóvenes, eliminar las causas de violencia como el narcotráfico, castigar efectivamente la corrupción y el crimen en general, devolver al país la soberanía entregada en el acuerdo con los terroristas en La Habana. Es mucho lo que hay por hacer. En el blog “forumchristi” leí la síntesis de un programa para Colombia: salvación, reconstrucción y crecimiento.

“En lugar de los quejidos y las conjeturas que a nada conducen, con la tranquilidad que impone la hora actual me permito convocar a los colombianos a que trabajemos cada uno para devolver a nuestra sociedad los valores universales que hemos abandonado.

Conformemos una gran unidad partiendo de aquello que de verdad nos une: Nuestra patria chica y nuestra ocupación u oficio. A partir de las marchas periódicas de protesta, creemos células municipales de empresarios en las diferentes ramas, estudiantes, empleados, amas de casa, etc. Con esas células comencemos la creación de comités departamentales y estos, a su turno, darán lugar a una federación nacional representativa de todas las fuerzas vivas del país, sin participación de la política que ha conducido el país al mayor fracaso de su historia. Una democracia orgánica, desprovista de intereses burocráticos, no contaminada por la corrupción y fundamentada en los principios de la civilización cristiana.

Me pidieron algunos una propuesta para el país y creo que no hay otra que la que sale de la recta razón. Como diría Marco Aurelio: “…no es lícito oponer al bien de la razón y de la convivencia otro bien de distinto género, como, por ejemplo, el elogio de la muchedumbre, cargos públicos, riqueza o disfrute de placeres.”[1]



[1] MARCO AURELIO, Meditaciones, Editorial Gredos, 1977, pag. 74

¡Quien ignora la historia está destinado a repetirla!

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Luis Guillermo Echeverri Vélez

Con el ánimo de que el lector encuentre la referencia a tiempos actuales y reflexionemos sobre la importancia de las próximas elecciones parlamentarias para el futuro de nuestro país, transcribo esté artículo autocritico del parlamento de entonces, escrito en los años 50 por el entonces senador de la República, Luis Guillermo Echeverri Abad, quien fuera mi abuelo paterno titulado: Grandeza y pobreza del Parlamento.

Grandeza y pobreza del parlamento

Por Luis Guillermo Echeverri Abad

(Obra Completa. Pag. 307 Tomo I. Editorial Bedout. 1965)

Por cesión continua de atribuciones esenciales, que no era otra cosa que pereza del Congreso y desmedida ambición del Ejecutivo, llegamos al caótico ambiente que encontró́ la dictadura. Ella se inspiró precisamente en muchos errores del Congreso y en no pocos del Ejecutivo. En ellos se atalayó para desparramar arbitrariedades y corrupción; en ellos, desgraciadamente, hubo de encontrar respaldo seguro para no despreciable copia de iniquidades.

Ese continuo otorgamiento de facultades extraordinarias, no solo en lo expresamente previsto por la Ley de Leyes para la soberanía y el orden público, sino para casos de exclusiva competencia del Congreso, que forman como su esencia misma, creó el estado de relajación nacional que no podía menos de llevarnos al caos de la tiranía.

El Congreso, ocupado en intrigar ante el Ejecutivo, y este feliz con las intrigas –como medio ellas de robustecer su organismo– había abandonado los caminos y deberes propios, y aceptaba, de buen grado, sin resistencia ni oposición, que cada vez fuera menor su categoría y más débil su influjo legislativo, y menor la zona de sus atribuciones, para que a tiempo el Ejecutivo invasor y monopolista adquiriera suma abundosa y fuerte de poderes.

Al Ejecutivo lo llenó de poderes el Congreso, y para satisfacer sus anhelos de omnipotencia, no vaciló nunca en crear organismos, inútiles muchos de ellos, todo para surtir la demanda de las intrigas parlamentarias.

Gran parte de "Los Prostitutos" que en tanta cantidad existen, obra son de arreglos y concesiones recíprocas entre Congreso y Ejecutivo. Y qué tarea tan áspera será la de revisar cuáles sirven y cuáles estorban o dañan. Se han creado tantos intereses en torno a "Los Prostitutos", que será obra lenta estudiados para saber de cuántos debe prescindirse.

Existen algunos que francamente no tienen uso; que se ignora por completo la obra que hayan adelantado durante su existencia molondra, de pereza remunerada y costosa.

Muy oportuno, bueno, conveniente, necesario y urgente, sería que "Los Prostitutos" existentes produjeran sus memorias para el Congreso venidero, pues el país debe enterarse minuciosamente de lo que han hecho en esa selva burocrática, y conocer cuántos existen, lo que vale sostenerlos y la falta de armonía administrativa que establecen.

La actual desarticulación en el Gobierno depende, en parte apreciable, de la existencia de entidades autónomas, muchas de ellas sin control efectivo, arbitrarias en sus iniciativas y casi irresponsable. Esa delegación de funciones pródiga hasta la exageración, oculta responsabilidades y diluye los presupuestos. Los ministros no alcanzan a vigilar "Los Prostitutos", ni siquiera a conocerlos y el país sabe de ellos que los paga, pero poco, o nada, recibe como fruto de su acción. En ocasiones tienen atribuciones y campos de acción similares, y por ello no se sabe cuál debe obrar, ni a cuál debe recurrirse, más claramente, son un Estado dentro del Estado; una segunda administración a topa tolondra, costosa y en la mayoría de los casos superflua.

La lista de "Los Prostitutos" es larga, demasiado larga, y nadie sabe hasta hoy cuánto vale sostenerlos, ni se conoce, a decir cierto, si el gasto está o no remunerado, si tiene o no justificación. En esta nueva etapa de la vida nacional el Congreso tendrá, pues, que analizar con calma esa situación, pero para ello se requieren datos e informaciones precisas, porque seguramente el estudio esmerado llevará a refundir muchos de ellos, o a prescindir de no pocos.

Y entre "Los Prostitutos" que es de urgencia, de necesidad estudiar, hállase el Seguro Social, monstruo dilapidador y creador de grandes males. La experiencia nos está demostrando la orgía de gastas en que con dinero de jornaleros, empleados y patronos, ha vivido ese monstruo, que soporta un robo, que se conozca, de treinta millones de pesos. Ha sido escuela de ineptos y refugio de fracasados, llevados a él por meros intereses políticos, en el que los "conejos", a sueldo y jornal, han venido sirviendo para experimentación y aprendizaje.

En el campo el tal Seguro Social ha ocasionado violencia y abusos, y lejos anda de haber dado asistencia a los beneficiarios. Ha servido sí, para cobros indebidos y para vagabundear al personal de trabajadores y colaborar copiosamente en su desmoralización. Igualmente ha servido para que se refugie en él la oligarquía, a la que en las ciudades se dispensa, por demagogia y propaganda, toda suerte de cuidados y atenciones, mientras los pueblos y campos están abandonados. Si se abriera una encuesta entre los trabajadores y afiliados al Seguro Social, posiblemente daría como resultado el deseo de regresar a los servicios que las empresas y particulares les daban antes, muy superiores y más oportunos que los presentes. Son tantas las tachas, vicios, errores, que tiene ese instituto, que daría para varios artículos, luego es muy urgente que tenga listo su informe para que el Congreso estudie la conveniencia de liquidarlo, o la necesidad de sostenerlo, si es que esta existe.

Y como el Seguro Social hay muchos otros, que cuando se estudie su funcionamiento mostrarán males y errores tremendos, lo que apenas es natural dada la falta de interventoría, o la presencia de interventores complacientes; la ausencia de vigilancia pública y la exagerada autonomía que se les concedió.

Los reglamentos del Congreso, adoptados para épocas diferentes a las actuales, adolecen de fallas que reclaman enmienda inmediata. Son cedazo por donde se cuela la recursiva imaginación parlamentaria cuando de entrabar el debate se trata, o el interés eminentemente político quiere imponer su dominio sobre los de carácter nacional. Dan asidero para toda suerte de rabulerías, gracias a las cuales se hicieron en el Parlamento muchos prestigios vacíos y falsas eminencias. Se era buen congresista –y resulta oportuno memorarlo– tan solo por el aprovechamiento marrullero de los reglamentos; por el leguleyismo encaminado a torcer el sentido de las normas; por la habilidad en saber presentar una proposición de esta o de aquella clase, dirigida a prolongar debates o a desviados de sus fines. Es decir, en lo que solían llamar "templo de las leyes", los mismos encargados de hacerlas empezaban incumpliéndolas o dándoles interpretaciones acomodaticias, cuando ello valía para propósitos de la política, o del simple exhibicionismo empalagoso y petulante.

Esos reglamentos, a más de ser complejos y andar regados en diferentes actos de consulta difícil y en ocasiones contradictorios requieren enmienda inmediata, si el Congreso realmente quiere adelantar trabajos metódicos, con respaldo serio y ansia de acierto. A la hora presente el discurso debe ajustarse al tema, abocado directamente, y con limitación adecuada de tiempo.

Por áspero que sea un tema, veinte o treinta minutos son suficientes para exponerlo, desde que el orador lo haya estudiado y entendido. No es preciso, tampoco, que sobre un mismo tema intervengan quince o veinte oradores, que por lo común hablan de cosas distintas al motivo de la discusión. Generalmente en un debate sobran diez o doce discursos, porque harto difícil es hacer creaciones o variaciones sustantivas sobre una tesis económica, o sobre un problema social, si el informe de la comisión está ceñido al fin y la exposición de motivos es clara y documentada. De allí que se justificaría una comisión que estudiara las exposiciones de motivos y únicamente aceptara, para la discusión en las comisiones respectivas, las que estuvieran presentadas con documentación y claridad, no esas improvisaciones ridículas con que se solían acompañar proyectos de leyes de implicaciones graves.

De allí que deba imponerse la obligación de presentar los proyectos con exposiciones de fondo, claras, documentadas, sencillas, para que las comisiones cuenten, desde el primer momento, con bases para adelantar el estudio, y que estas, a su turno, agoten la materia. De las comisiones debería salir el proyecto tratado por todos aspectos, y nombrar un vocero defensor del informe, y un opositor, solo en el caso de que en la respectiva comisión el asentimiento no reúna mayoría de dos terceras partes, u otra que se convenga.

Las comisiones deben ser de tal importancia y eficacia, que sus estudios eviten repetición de debates en las sesiones plenarias. Más claramente, el presente, y, los problemas tan graves que tiene el Congreso, no permiten el viejo sistema parlamentario, agotador, costoso y superfluo. Ahora será necesario dedicar el tiempo a análisis metódico y estudio serio, sin halago de vanidad y aplauso, en ambiente de estudio, reposado y tranquilo. El país no tolerará la malversación de tiempo en debates sin ton ni son, en intervenciones que nada llevan. Quiere trabajo, estudio, ambiente tranquilo, seriedad en la controversia, dominio de los temas, soluciones sensatas. Está fatigado de la fronda oratoria y desea ver en sus mandatarios ánimo de acierto, que no mero empeño por pronunciar discursos. Para hablar de crédito, moneda, impunidad, café, o de "Los Prostitutos", no es preciso citar a Platón ni agarrarse de Cicerón, para recorrer golosamente la historia luminosa de Grecia. Basta presentar sencilla y documentadamente los problemas y mostrar soluciones, tal se procede en los grandes negocios del mundo. El Congreso es asamblea de pensadores, así debemos anhelado, y no reunión arisca y excitada de papagayos ruidosos.

Pero la organización del Congreso no podrá lograrse sin elementos materiales adecuados. Se ha trabajado allí en forma pobre, apta para otros tiempos, pero de ninguna manera para el presente complicado. Los problemas actuales son de trascendencia e implicaciones tremendas, pues la sola revisión de los decretos leyes impondrá largo y cuidadoso estudio, que debe organizarse desde el comienzo en comisiones múltiples, distribuido el trabajo por materias, y con asesoría de expertos. Obrar de otro modo equivaldría a dejar vigente el caos legal y una trama de obstáculos fatales para la marcha futura del país. Esa maraña de disposiciones, si no se analiza con todo esmero y en ambiente propicio, podría crear graves problemas de interpretación y lentitud gravosa en la administración, pero para poderla cumplir, como lo desea y necesita el país, es urgente darles, a quienes hállanse obligados a adelantarla, elementos y medios adecuados. Sin empleados competentes, ni obras de consulta, ni oficinas, no será posible trabajar con método, y todo eso le falta al Congreso.

Además, el país, en muchos aspectos esenciales, se está rigiendo por normas transitorias, que no podrían caer de la noche a la mañana sin haber sido reemplazadas, pues el trastorno alcanzaría proporciones catastróficas, lo que por sí muestra la gravedad del momento y la necesidad de reposar en la oratoria para dedicar inteligencia, conocimientos, experiencia y tiempo, a la tarea inmensa de la reconstrucción institucional, que impondrá un esfuerzo sin tregua.

Debemos comprender que el próximo Congreso tiene cargas y responsabilidades excepcionales, y que, si fracasa, por faltas de sus miembros o ausencia de colaboración general, el fracaso no caerá sobre quienes lo integran sino sobre todo el país. Ya tenemos experiencia de que el descrédito del Congreso, por acción del Ejecutivo, descuido de los electores, mala orientación del trabajo, y cesión desmedida de atribuciones, condujeron al permanente régimen de estado de sitio, y a la dictadura, la desmoralización, la bancarrota, y la violencia. Estamos viviendo y padeciendo las consecuencias de no haber tenido Congreso, de haberlo cerrado, y le corresponde a este proceder, sin tardanza, a remediar los males y volver por la plenitud de sus derechos, su dignidad y prestigio, y al país, vigilar y colaborar para que así ocurra a fin de que el porvenir sea menos áspero y para que las nuevas generaciones, que no han podido entrar en vigencia, que no han podido actuar por los horrores padecidos, cuenten con una patria en paz, organizada y progresista, donde puedan colaborar como lo anhelan, con plenísimo derecho.

La generación que hizo el caos, obligada está a restaurar los contornos y perfiles que plasmaron la noble fisonomía de la República, y a reforzar las bases de su estructura constitucional y democrática; a dar ejemplo de laboriosidad y patriotismo, y a restituir parte de lo que en tormentosas horas de locura le arrebató a la tierra de los mayores, y a los hijos y nietos que han tenido que soportar, silenciosamente, inermes y atónitos, el desmoronamiento de la moral y la infame vigencia de la violencia devastadora.

El Congreso llegó a gastar meses en un debate cualquiera mientras el país esperaba ansiosamente soluciones para graves males, cuya vigencia iba abonando territorios de violencia. Llegó a convertirse en algo, también, que el público escuchaba, no para ilustrarse sobre problemas y angustias de la patria, sino para divertirse con tan jocoso programa radial.

El trato en los debates había venido a menos y alcanzado tono tal de desprecio y agravio, que fácilmente se pasó al atentado personal.

Teñido por sangre de congresistas el recinto de la Cámara, cundió desde allá el mal ejemplo fatal. No podía ya esperarse que el país desatendiera el inicuo llamamiento a la acción intrépida y despiadada, que a cada albear produce cosechas de vidas inocentes, segadas en lejanos pejugales por alevosas manos ensoberbecidas y endemoniadas.

Había llegado a nivel tan ofensivo el lenguaje de las controversias; valía tan poco el significado de los vocablos, que el Congreso daba –confesémoslo como arrepentimiento que avive propósitos de enmienda– la impresión de un baile de garrote en lejana explotación minera.

Llegaron a emplearse allí, ¿quién lo creyera?, pitos y medios obstaculizadores y ridiculizantes, y oprobiosos sistemas que abajaron la nobleza del mandato y desfiguraron la fisonomía del parlamento. Y volverán algunos de los pitadores, pero que estén ciertos de que ya el país no los tolerará, ni los toleraremos los congresistas. ¡Juro a Dios!

Antaño el Congreso había servido de modelo y ejemplo. Era lugar de grandeza donde preclaras inteligencias vertían sus fulgores a través de lenguaje sencillo, severo y noble. Cuando afloraba la ironía no se sabía qué admirar más, si el efecto desesperante que producía, o la forma como iba jugando a escondidas el veneno urticante en la castiza habla gallarda. Por aquellos claustros discurrieron varones de conciencia limpia e irrevocable fe en la democracia, gentes de virtudes, que en laborioso proceso cimentaron la República y plasmaron en constituciones y leyes, la orientación de los destinos nacionales, hasta destacarse gloriosamente Colombia en el anchuroso panorama de América, y ser ella orientadora de pueblos y gobiernos.

Mas la ironía y la respuesta fina cambiaron de ropaje para desviar en insultos e injurias el lenguaje que venía de hontanares puros por cauces de Caros y Cuervos, Ospinas y Murillos, Restrepos y Uribes, Valencias y Suárez, y hartos más de alcurnia noble, y descaeció hasta confundirse en habla alegre, y vivaz por cierto, pero innoble y plebeya, de arrieriles faenas.

El trato caballeroso dejó de ser de parlamentarios, y el grito alcanzó más que la razón, y cuando este se ahogaba en rochela de desorden o en la algarabía de pitos, los disparos pudieron sobre los gritos y la razón; pudieron tanto que abrieron los amplios caminos por donde entró, como a su propia casa, la dictadura con todo el cortejo de sus males.

El Congreso –necesario es decido– derivó a decadencia fatal, no únicamente en cuanto a estilo en la oratoria y trato respetuoso entre sus miembros, sino por otros aspectos cuyo solo recuerdo acobarda y angustia.

Las influencias de algunos sectores capitalistas, o el miedo a las organizaciones sindicales, habían penetrado hondo, y a veces parecía que fueran ellos quienes movían las cuerdas de los autómatas y obedientes mandatarios del pueblo, para producir efectos de sus conveniencias. Fue fácil observar el juego de las influencias; fue sencillo descubrir los métodos de que se valían para alcanzar ciertos propósitos o entrabar determinadas iniciativas; fue sencillo descubrir el interés o el miedo. Pero preferible olvidar.

Estuvieron muy actuantes, en el desprestigio alcanzado, gentes que por razón de los intereses que representan, y por su misma categoría, no debieron nunca propiciar actos que a todas luces eran, son y serán reprobables. Más tarde tuvieron que jugársela toda para corregir el error, para salvar al país del mismo abismo a que ellos también lo habían empujado.

Convertir al congresista en defensor de un interés particular o en acusador de un proyecto de conveniencia común y nacional, porque él afectó transitoria o permanentemente un interés particular, es acto que merece pública reprobación y castigo infamante.

No pueden, quienes están cubiertos por prestigio y respaldados por altas posiciones, valerse de medios reprobables para obtener sus propósitos, y hacerla se confunde con traición a la patria, porque desmorona el prestigio del Congreso, en donde se asienta por derecho propio la democracia. Es tanto como desmoronar los cimientos de la patria. Equivale a colocarla al borde de la disolución o en manos de la dictadura.

Animado por colocar modestísimo aporte a la tarea de reconstrucción institucional, hube de escribir la serie de notas que hoy llega a su fin, sobre algunos vicios y errores del Congreso que reclaman enmienda en la etapa legislativa próxima.

El país confía en el Congreso y quiere hallar en él remedios para los males que nos afligen. El Congreso, de su cuenta, tendrá que responder a tales confianzas y anhelos, entregándose en cuerpo y alma, fervorosa, desvelada y tenazmente, a reconstruir la averiada administración pública y a detener los crímenes y la impunidad para salvar los patrimonios morales y materiales; a derrotar la miseria, que harto duro está hincando su garra y excitando revolución y delitos; a mejorar la higiene, más claro a establecerla; a fundar la educación, tan olvidada, desestimada, mal encauzada y peor realizada; a provocar estímulos para el trabajo y expansión para la agricultura y la ganadería; a obligar a los trabajadores a que trabajen, tal se obliga a los patronos a pagar salarios y prestaciones; a fundar también la justicia, venida tan a menos, caída tan abajo. Es que todo está arruinado, corrompido y deben echarse cimientos nuevos, sólidos y firmes, para que el edificio de la República se levante majestuoso, y nada, ni nadie, pueda en hora mala resquebrajado o averiado.

Corresponderá al Congreso llenar vacíos, corregir males, derogar normas absurdas y expedir muchas leyes, que con urgencia de necesidad reclama la ciudadanía. Sobre él pesarán responsabilidades y trabajo fatigoso de todos los días y horas, porque harto hondo y ancho fue el daño ocasionado por la acción destructora de la ignorancia, amparada por la tiranía, durante el largo y oprobioso comedia del estado de sitio.

Hubimos de llegar a cuanto padecemos porque había la consigna de desacreditar al Congreso, menguar su majestad y categoría, reducir el campo de sus atribuciones, abajarle su dignidad y mancillar su decoro. Y, penoso, pero preciso es apuntado, el Congreso, en harta parte, atizó con la intemperancia y violencia verbales, o con la negligencia y descuido, la candela encendida para quemar su grandeza y trocar en humo y ceniza el prestigio, su glorioso pasado, creador y fecundo. A veces hubo de ser colaborador experto en tan mezquino y peligroso empeño.

El parlamento posee ahora vigor y grandeza. Llega a la realización de su obra, después de largo y criminal receso, sin la mancha del pecado original del fraude, limpias sus credenciales, y entonces debe usar de sus atribuciones en forma alta, ennoblecida por las tremendas responsabilidades que se han confiado, y que está obligado a sobrellevar con decidido empeñó de acierto, para conducir su tarea sin desfallecimientos ni treguas, con ardoroso patriotismo y trabajo que, dando a un mismo tiempo ejemplo, dignifique, avive y halague el optimismo de las gentes, despejando, nubarrones y abriendo claros horizontes por donde, vuelva a colarse la luz de la esperanza!, y excitando las iniciativas privadas hasta que reverdezca y madure la confianza, y se estabilicen la justicia y la paz. En resolución, para que vuelva a ser justo y honorable el país; pura y organizada la familia; honrados los patronos y obreros; cristianos los católicos.

Sobre todos los aspectos de la vida colombiana existen normas de carácter extraordinario, fruto del interés personal algunas de ellas, inspiradas otras en propósitos solapados. Y perversos, necesarias también no pocas, pero improvisadas todas a estímulo y calor de la irresponsabilidad que infundía la omnipotencia de poderes. Modificar ese desastre, limpiar la legislación para imponerle severidad, claridad, generalidad y obligatoriedad, y cifrarIa de tal suerte que le asegure a los ciudadanos la plenitud de sus derechos, imponiendo, al tiempo, al Estado y al Gobierno, el riguroso cumplimiento de los deberes que le son propios, obra será de paciencia, estudio, abnegación indeclinable y sacrificio permanente, desde luego áspera, complicada, difícil, pero desde todo punto necesaria y urgente.

Al próximo Congreso, como antes a ninguno, le está reservado planificar el futuro y desmalezar de deshonor, ignominia y arbitrariedad, el pasado de ayer. Y quienes vamos a formarIo no podremos descansar ni ser inferiores a la confianza y responsabilidad que comporta el encargo recibido. Habrá que hacer un esfuerzo tremendo, sin pausas ni reposos, empapado de buena fe, embadurnado de generosidad espiritual, conducido por caminos de respaldo y tolerancia, presidido por austeridad, cordura y desinterés; avigorado por empeño noble de reconstruir la República. Si de tal suerte no obrásemos, o si desgraciadamente resultásemos inferiores al momento y gravedad de la hora, el país volvería, sin que nos quepa la menor duda, por caminos de fuerza y dictadura.

El pueblo colombiano tiene todo derecho a vigilar celosa y constantemente que el Congreso cumpla sus deberes, y a mantener en mientes a quienes traten de entrabar la tarea de rehabilitación, o por mezquinos intereses políticos, egoísmo u otra cosa innoble, intenten estorbar la tarea que debe, adelantar el Congreso mismo.

La hora presente es demasiado grave para no concederle la importancia que merece. Estamos al borde de una catástrofe económica; por dondequiera el hambre pasa estimulando lucha de clases, excitando crímenes, sembrando pavura y desolación; por veredas de la patria se ha regado mucha sangre y están ariscos y prevenidos los espíritus; en las ciudades, en la misma capital, la vida y bienes están a capricho y voluntad de los perversos; la moral ha sufrido atroz bancarrota; la impunidad, mal que riega su mancha de oprobio y disolución para que imperen los antisociales y valgan más los delincuentes que los hombres de bien y de trabajo; la pobreza cada día es más, y para más; la juventud carece de horizontes; la educación y la higiene no existen, y ese angustioso panorama, esa horrenda y vergonzosa realidad no puede arreglarse o corregirse, o detenerse, mientras no haya un sincero y solemne acuerdo de los hombres de bien que encauce todos los esfuerzos a librar la campaña urgente de la recuperación. Cualquier desvío, negligencia, o falla, en estos momentos de angustia y desconcierto generales, nos conducirá implacablemente a la anarquía o nos llevaría nuevamente a la dictadura.

El Congreso tendrá que defenderse a sí mismo a par y tiempo que de sus enemigos; tendrá que defender al país en este momento, el más grave y duro de su existencia, y la ciudadanía tendrá que ayudarle en su tarea grande, áspera, dura, pero pidiéndole cuenta y razón a quienes no quieran servir como colombianos o pretendan mantener el estado de cosas que nos coloca a los linderos de hondo precipicio.

El presente, enrastrojado de problemas como nunca los tuviera el país más graves, reclama acción de conjunto, decisión, trabajo, desinterés, aplomo, patriotismo. No prestarle a la patria los servicios que está necesitando, equivaldría a jugar con sus destinos y suerte, y quienes así procedieran, deberían merecer la sanción que todos los pueblos reservan para quienes fugándose de los compromisos con la moral universal y la naturaleza, se convierten en traidores.

Solidarizarse con la impunidad y la violencia, hermanarse con el crimen, desposarse con el desorden, o de cualquier manera estimularlos o encubrirlos, es, ni más ni menos, traición a la Patria, y los traidores no pueden pedir clemencia ni los países tienen derecho a concedérsela en tales casos, a no ser que quisiéramos convertirnos, –que no lo creo– en protectorado o dominio de civilizaciones menos averiadas.

En resolución, el dilema es claro; o Congreso digno, responsable y laborioso, o ignominiosa dictadura. Tal es el punto a que hemos llegado. Y a los hombres de bien, que han merecido confianza de la Patria, tócales decidir en manos de quién vamos a quedar, y estamos precisamente en el momento de tomar la decisión.