jueves, 20 de octubre de 2022

Conjeturas y quejidos

Epicteto, el opinador
Por Epicteto, el opinador*

Honda preocupación nos deja el repaso de las diarias columnas y mensajes de las redes sociales, pues se trata de una larga cadena de conjeturas sobre las causas del desastre nacional y de quejidos por la sucesión interminable de disposiciones absurdas o aterradores anuncios por parte de quienes ahora gobiernan. Todo dentro de la más absoluta anarquía, falta de coordinación y sin sujeción a un elemental plan de respuesta a la adversidad.

Es la mejor demostración de la falta de liderazgo, de la ausencia de objetivos claros y de eficaces estrategias que nos permitan superar algún día la postración a la que ha sido conducido nuestro amado país.

Conviene regresar a la serenidad que nos brinda nuestra paz interior. Cuando cada uno de nosotros piense y obre de acuerdo con la razón, con el deseo de hacer el bien y con el desprendimiento que exige la crisis de valores que nos agobia, podremos contribuir a la convivencia y al bien común.

No busquemos la solución fuera, si somos cada uno de nosotros el dueño de su propio destino.

Me escribía un gran profesional y patriota que existen soluciones para la hecatombe que comienza a desarrollarse frente a nuestros ojos. Claro que sí existen. Pero hay que regresar a los principios fundamentales: garantizar el derecho a la vida a todos los compatriotas, velar por la adecuada educación de los jóvenes, eliminar las causas de violencia como el narcotráfico, castigar efectivamente la corrupción y el crimen en general, devolver al país la soberanía entregada en el acuerdo con los terroristas en La Habana. Es mucho lo que hay por hacer. En el blog “forumchristi” leí la síntesis de un programa para Colombia: salvación, reconstrucción y crecimiento.

“En lugar de los quejidos y las conjeturas que a nada conducen, con la tranquilidad que impone la hora actual me permito convocar a los colombianos a que trabajemos cada uno para devolver a nuestra sociedad los valores universales que hemos abandonado.

Conformemos una gran unidad partiendo de aquello que de verdad nos une: Nuestra patria chica y nuestra ocupación u oficio. A partir de las marchas periódicas de protesta, creemos células municipales de empresarios en las diferentes ramas, estudiantes, empleados, amas de casa, etc. Con esas células comencemos la creación de comités departamentales y estos, a su turno, darán lugar a una federación nacional representativa de todas las fuerzas vivas del país, sin participación de la política que ha conducido el país al mayor fracaso de su historia. Una democracia orgánica, desprovista de intereses burocráticos, no contaminada por la corrupción y fundamentada en los principios de la civilización cristiana.

Me pidieron algunos una propuesta para el país y creo que no hay otra que la que sale de la recta razón. Como diría Marco Aurelio: “…no es lícito oponer al bien de la razón y de la convivencia otro bien de distinto género, como, por ejemplo, el elogio de la muchedumbre, cargos públicos, riqueza o disfrute de placeres.”[1]



[1] MARCO AURELIO, Meditaciones, Editorial Gredos, 1977, pag. 74