Por Pedro Juan González Carvajal*
El mundo empresarial cada vez es más dinámico, competido y
competitivo.
El fragor de la batalla por el mercado, a partir de la
lucha por la supervivencia, el desarrollo y las utilidades no debe convertirnos
en unos salvajes, sino que debemos aprender o recuperar la posibilidad de
competir con dignidad, decoro y elegancia.
Las nuevas generaciones tienen su propia y particular
visión del mundo y de cómo relacionarse con el ambiente laboral, lo cual es
respetable y obliga a las empresas a realizar serios ejercicios de carácter
empático para poder entender, comprender, respetar y afinar las relaciones con
sus colaboradores.
Las nuevas generaciones no tienen dentro de sus
perspectivas, en términos generales, una intención de hacer carrera en una
empresa. Buscan otras cosas, otros motivadores y, sobre todo, mejores ingresos
y posibilidad de movilizarse. Es más, es posible que no deseen estar sujetos a
un espacio físico, si no que puedan, gracias a la tecnología, cumplir con sus
obligaciones a través de la virtualidad.
Uno de los ejercicios más frecuentes dentro de una empresa
es el enganche y el desenganche de personal.
Una premisa por respetar es que se puede ser lo exigente
que se quiera sin atentar contra la dignidad de las personas y no cambiar las
reglas de juego estipuladas al momento de la vinculación.
Unas reglas mínimas de cortesía deberían permitirle a la
empresa contratante el establecer un tiempo mínimo de espera para que el
seleccionado, pueda hacer una entrega digna y responsable del cargo en
la empresa en la cual está laborando, o situación diferente, de manera
inmediata, si está desempleado.
Sin entrar a profundizar en la madurez de las empresas y de
los jefes respectivos a su interior, debería ser deseable haber establecido
lazos de confianza y respeto tales que el colaborador pueda informar con anticipación
acerca de su intención de retirarse, lo cual podría dar un espacio de
conversación y por qué no de renegociación de condiciones, de acuerdo con los
intereses y capacidades de las partes.
Así mismo, cuando una empresa ha decido dar por terminada una
relación laboral de manera unilateral, pues debe cumplir con lo establecido en
el respectivo contrato laboral y obviamente cumpliendo todos los requisitos y
obligaciones de ley.
Las entrevistas finales o de retiro en cualquiera de los
casos sirven como retroalimentación a la empresa para auscultar causas o
debilidades que le impidan retener a cierto tipo de personal.
Una vez dentro de la empresa, al nuevo funcionario hay que
darle la oportunidad que conozca y reconozca su nuevo espacio laboral. Sin
embargo, y usualmente por la premura y la urgencia, inmediatamente traspasa la
puerta se le asigna su puesto de trabajo real o virtual y a producir desde ese
momento, dejando muy mal parados los denominados “procesos de inducción”.
Empresas que condicionan el enganche de alguien para que
inicie labores de un día para otro o en menos de una semana, casi que están
coartando la decisión del candidato, quien, por el temor de perder la
oportunidad, llega a la otra empresa donde trabaja a decir muy campante: “trabajo
hasta hoy, o hasta mañana o hasta unos pocos días hacia adelante”, dejando
a la empresa perjudicada pues hay que recibir el puesto de alguna
manera.
Que quede claro también, que nadie es imprescindible
en una empresa y así como la persona puede retirarse por su propia voluntad,
puede ser despedido, se puede enfermar o puede morir… y el mundo sigue andando.
Hablar de un “código de convivencia” o de un “protocolo
de respeto para la contratación de personas” entre empresas, puede sonar
como adecuado y loable, pero recordemos que todos los códigos de buen gobierno
en cualquiera de sus dimensiones y nomenclaturas son útiles mientras exista la
voluntad de cumplirlos, si no, solo son escritos de buenas intenciones.
Como decían las abuelas, “hay que dejar las puertas
abiertas en todas partes, pues uno no sabe las vueltas que da la vida”.
La cultura organizacional, el clima o ambiente laboral, el
nivel de motivación de las personas son tareas arduas que se escriben cada día.
Existen hoy, pero quién sabe si existirán mañana, pues ante cualquier
circunstancia, es posible que varíen favorable o desfavorablemente.
Lamentablemente no hay sino una única oportunidad para una
“primera impresión” y también es muy posible que la imagen final que se deja en
una empresa sea no la de los años laborados, sino la manera como se sale de la
empresa.
De todas maneras, es deseable que las buenas maneras y la
buena educación sean una constante en términos de la relación entre los
diferentes tipos de agentes empresariales.