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martes, 16 de marzo de 2021

De cara al porvenir: hace un año

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal*

Hace un año ya que tímida y casi que ingenuamente, comenzábamos a enfrentar el primer hito histórico del presente siglo: la aparición de una pandemia.

Primeros síntomas considerados como lejanos y focalizados comenzaban a ser tenidos en cuenta en los titulares de los noticieros, hasta que la Organización Mundial de la Salud, me imagino que, superando presiones desde todos los ángulos, finalmente se atrevió a hacer el anuncio que no esperábamos: El mundo enfrenta una pandemia.

Ni siquiera el Foro Económico Mundial del 2020 en sus documentos anuales, mencionaba el asunto, ya por desconocimiento, ya por omisión consciente, a pesar de la sintomatología y las noticias que se iban propagando.

Los gobiernos del mundo comenzaban a reaccionar estupefactos ante el convencimiento de que ningún país, ni ninguna institución planetaria estaba preparada para enfrentar, ahora sí, por fin, un asunto de carácter planetario.

Aprendimos a ver como de manera formal, los gobiernos de todo el mundo comenzaban a tomar medidas, todas de buena fe, en medio de un desconocimiento total del asunto y de una completa incertidumbre. Es decir, la improvisación se convirtió en el pan nuestro de cada día y todos éramos testigos de la restricción en orden creciente de elementos básicos de la democracia: restricción a la movilidad, impedimento para trabajar, así como cuarentenas de corto plazo, invitación a los ciudadanos para que se comportaran responsablemente, entre otras varias medidas.

Apareció una nueva jerga donde palabras como coronavirus, COVID, confinamiento, UCIS (unidades de cuidados intensivos), cuarentena y autocuidado, se volvieron significativas y recurrentes.

Todos los días aparecían (y siguen apareciendo) rankings alrededor del número de contagiados, número de muertos, ocupación de UCIS y personas que superaban el contagio, los cuales mirábamos entre estupefactos e incrédulos.

Como toda situación humana, las reacciones fueron diversas con respecto, por ejemplo, al personal médico que, por su trabajo, debía exponerse al contagio: unos los miraban como un peligro por la posibilidad de irradiar contagios y otros los miraban como a unos héroes.

Se hizo evidente que la vulnerabilidad y la iniquidad eran comunes denominadores a lo largo y ancho del planeta: La figura de la democracia estaba siendo juzgada por su incapacidad de haber generado condiciones dignas para todos los ciudadanos, sin que los otros modelos mostraran nada diferente.

Se desnudó la pobreza, la desigualdad y la iniquidad planetaria. Se evidenció la incapacidad de una clase política mediocre y la incultura ciudadana sin distingo de estratos en un país como Colombia.

Politiqueros oportunistas se echaban sus discursos inconexos, sembrando zozobra e incertidumbre por todos los continentes, y, cada quien, a prueba y error, reaccionaba con medidas propias y solo el tiempo diría si resultaban efectivas o no.

Afortunadamente el aprovisionamiento de alimentos no estuvo afectado para aquellos que tenían recursos para adquirirlos y los gobiernos trataban, a punta de subsidios insostenibles en el tiempo, de paliar la emergencia con los ciudadanos más vulnerables y las empresas, que también mostraron su real capacidad y dimensión, evidenciando que tenemos más negocios que empresas, pero que esos negocios son quienes generan la más importante masa de vinculación laboral, ya sea formal o informal.

El confinamiento llevó a la transformación de las actividades laborales y educativas, lo cual dio cuenta de la capacidad de adaptación en medio de las restricciones en todos los ámbitos.

Retomando a Darwin, solo las especies que se saben adaptar son las que sobreviven. Esta especie humana tiene unos exponentes que efectivamente son capaces de reacomodarse y adaptarse y otros que no.

Para los últimos, no hay vacuna que valga.

viernes, 17 de julio de 2020

Tres comentarios puntuales

José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras

Cuarentenas: visto el panorama global y particularmente el comportamiento humano después de 120 días, estos encierros resultan realmente inútiles porque, si bien detienen temporalmente los contagios y muertes masivas, en realidad lo que evidencian es una carencia dramática de infraestructura hospitalaria que los gobiernos no quieren ver colapsada. La solución no es parar la actividad humana sino ordenarla, en tanto aparece la dichosa vacuna inmunizadora. Si la gente sigue disciplinadamente los protocolos de bioseguridad: protección, aseo, distanciamiento, etc., no hay razón para seguir aumentando la crisis económica y los índices de miseria. Vivir encerrados es un enmascaramiento postizo que lejos de solucionar, agrava los problemas. Conciencia de orden, cuidado y disciplina social es lo que realmente necesitamos.

Polarización: se ha recrudecido encegueciendo a todos como si la realidad fuese sola blanca o negra, y no cargada de matices multicolores. Los odios viscerales alentados por sus más enconados rivales, cabecillas siniestras por lo enfermas, acolitadas por lugartenientes de baja estofa, apelan a toda clase de estrategias mentirosas y señalamientos públicos para desacreditarse en los albores de la campaña electoral. Y el pueblo borrego, en análogo espectáculo romano-circense, se deleita con el desangre patrio, mientras le toca el turno de saltar a la arena para ser destrozado por las fieras. La justicia por propia mano se da cuando no hay una justicia igualmente equitativa para todos, cuando viendo no se quiere ver y sistemáticamente se niega la verdad, cuando se quiere imponer la autoridad de modo dominante sobre los demás, cuando la voracidad económica quiere lucrarse a como dé lugar, cuando la maldita corrupción hace su agosto saqueando las arcas comunes, cuando se es intolerante ante la diferencia y la diversidad, cuando se es incapaz de buscar una sociedad más justa y más humana.

Congreso de la República: su desprestigio lo acompaña desde que me conozco.  Se necesita ser muy cínicos para seguir procediendo mal a sabiendas de la animadversión popular. No son todos, es verdad, pero sí la mayoría. Son tantos, que logran anular, eclipsar, echar al suelo, las mejores propuestas, los mejores proyectos. Incapaces de auto reformarse, bajarse el sueldo, sacar adelante las leyes anticorrupción… Este 20 de julio inician sesiones pero mientras el pueblo humilde no ha dejado de exponerse todos los días al covid-19, ellos siguen discutiendo si tienen validez sus sesiones virtuales, y por eso, ni van presenciamente, ni trabajan remotamente. ¡Vagos! Por eso eligen de líder a uno de sus más cuestionados miembros, el campeón del ausentismo y de las excusas médicas no creíbles. En tiempos difíciles, cuando se requiere renovarse, reinventarse, recrearse, ellos siguen lo mismo, por la senda de sus inveteradas mañas y vicios. Sinvergüenzas irredentos, descarados. Su indolencia clama al cielo, ese cielo que ignoran deliberadamente porque disfrutan vivir en su propio infierno.

lunes, 13 de julio de 2020

Tutelas que sorprenden

Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.

No estoy en contra de la tutela, figura jurídica que hace parte del normativo y basto articulado de la constitución del año 1991, la cual, aún treinta años después, la estamos comprendiendo en toda su magnitud, con sus cosas buenas y malas. Tiene sus excesos en la forma de aplicarla, porque no veo límites cuando hablamos de derechos fundamentales y por ello ha proliferado porque al fin y al cabo nuestros honorables jueces caen en la tentación de que todo es un derecho y así proceden a fallar violentando el orden jurídico.

Hoy me voy a referir en forma concreta a la acción de tutela impetrada por un grupo de personalidades del país mayores de 70 años, que se consideran discriminados por las medidas de prevención interpuesta por decreto por el presidente de la República, precisamente para cuidar a esos mayores, y disminuirles el riesgo de contraer el virus.

Muchos de los firmantes de la tutela, han ejercido cargos públicos, han sido ministros, vicepresidentes, alcaldes elegidos popularmente, candidatos a la presidencia, banqueros, negociadores de procesos de paz, han diseñado reformas tributarias, en fin, han sido parte activa de la política colombiana en los últimos treinta o mas años, y han tenido que tomar decisiones difíciles que no fueron del gusto de la mayoría de los colombianos. Acatamos esas normas porque consideramos que eran convenientes y podrían ayudar a construir un mejor país.

Por ejemplo, está el caso del exvicepresidente de Colombia y jefe de la comisión negociadora del proceso de paz con las FARC. Quién más que él conoce que muchos de los acuerdos no eran del agrado del país y los aceptamos, llegamos a un plebiscito sin necesidad, perdieron, y aun así persistió y firmó el acuerdo. Ese sí que fue un acto lesivo para el país, y no hubo tutela, no entorpeció nadie ese acuerdo, antes, por el contrario, consideramos que era un principio importante para lograr la estabilidad del país.

El exministro de Hacienda, promovió una gran reforma tributaria que afectó a los colombianos, pero la acatamos y hemos visto aprobar otras cinco o seis sin torpedearlas porque prima más el interés general que el particular.

Exalcaldes que han tomado directrices de movilidad, de lucha contra la violencia y se han aceptado sus decisiones por el mismo principio de la civilidad y acatamiento a las normas.

Podría continuar refiriéndome a cada uno de los tutelantes, pero llegaría al mismo final, han ejercido autoridad, han tomado decisiones que abarcan a miles de personas y nadie actuó contra ellas.

A este ritmo de no aceptación de las normas, podemos llegar al caso de poner en riesgo la estabilidad del Estado a punto de tutelas, porque hoy todo es posible, ya que los jueces actúan más allá del mandato legal y no discriminan, como lo dije anteriormente.

Tengo amigos y conocidos mayores de 70 años, que consideran, como los firmantes de la tutela, que se está violando el principio de igualdad y libre locomoción y que consideran, que, por ende, no se les debe limitar la posibilidad de moverse y hacer ejercicio libremente. Bien sé que físicamente están en mejores condiciones que muchos de los de 50 o 60 años, pero ese no es el punto, y es aquí donde me debo centrar en este análisis. No es la edad en sí, porque cualquier persona puede contraer el virus del covid 19, este no es selectivo, pero sí es obvio que los estudios médicos y científicos determinan que el riesgo de sobrevivir a este virus es menor en los mayores de 70, porque a pesar de la apariencia física y del cuidado individual, la mayoría tiene enfermedades con las que conviven por ser tratadas, pero las defensas son bajas y puede ser letal el virus.

Es aquí donde estos personajes públicos se equivocan, deberían acatar la norma con tranquilidad, trabajar desde la casa, tener reuniones virtuales, disfrutar el tiempo y no añorar lo que todos, de una u otra forma, perdimos o tenemos limitado en aras de proteger la vida.

lunes, 6 de julio de 2020

Aquí quién manda

Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Sabemos que Colombia es un país que no es fácil manejar porque todo es objeto de discusión, de interpretación, la disciplina y el orden es lo que menos se acata y se defiende lo indefendible. Se elevan los comportamientos indebidos y se fustiga a quien trata de hacer cumplir la ley, lo que genera un país dividido, polarizado, entre quienes dicen tener la verdad y los otros que aducen el mismo derecho. Así nos vamos yendo en el día a día, de tropiezo en tropiezo, de dolor en dolor, viviendo cada amanecer como una esperanza y en la noche llega nuevamente las hordas de desilusión y el dolor, porque no hay día en que una noticia no opaque a la otra, porque desde cualquier lugar del país salen historias de abuso, maltrato, crímenes, violaciones, violencia intrafamiliar, de personas inescrupulosas que se roban el dinero del pueblo, facturan por encima los auxilios alimentarios, en fin una tragedia de nunca acabar.

Ante este panorama terrible, que genera más muertes y dolor que el propio covid-19, viene otra situación, la más grave, y es la de tratar de entender quién realmente manda en este país, si el presidente elegido democráticamente o el fiscal, o el contralor, o el procurador, o la Corte Constitucional, o los tribunales o los jueces de cualquier lugar que se atribuyen todas las funciones como administradores de justicia.

Este asunto es de debate urgente, de priorización del Estado. Debemos ser conscientes de que para que el Estado funcione debe existir coherencia entre las ramas del poder público y el ejecutivo y excluyo aquí al Congreso porque no está quitándole constantemente atribuciones a la Presidencia como cabeza del ejecutivo y no porque funcione bien, que no lo hace, sino, que, en este caso, no puede ser objeto de queja.

En Colombia cualquier ley, decreto o reglamento dura poco, porque todo es objeto de demanda por constitucionalidad, cualquier decisión presidencial, aunque busque proteger la vida, es objeto de tutela y en esa nos la pasamos, demandas y contrademandas y lo esencial desaparece.

Genera desazón el que, existiendo problemas inmensos desde carcelarios, sociales, de comportamiento, de salud y de convivencia, entre otros, no se pueda tener tranquilidad en las decisiones que se tomen, porque las demandas generan inestabilidad jurídica y por ende se afecta el desarrollo del país.

Creo que aún tenemos vastos sectores de la sociedad que creen que la pandemia, el covid-19 y la cuarentena son un cuento, que se debe abrir todo y que cada cual se defienda como pueda, lo cual es triste y lamentable percibirlo. Se busca el equilibrio económico dando apertura prudente a los diversos sectores de la economía, pero, con cuidados para no incrementar el contagio. El presidente diariamente nos habla del tema, dicta decretos, busca no colapsar la economía aun en contra de las evidencias de contagio, pero no le ayudamos, proliferan las fiestas sin control, sin protección, sin cuidados mínimos y esos posiblemente contagiarán a su padres y hermanos, conllevando a incrementos exponenciales en el virus y colapsando el sistema de salud. Pero hasta sus propios decretos son demandados, tutelas por todas partes y descontrol desde los más cultos e intelectuales, triste servicio al país.

Al final habrá que pensar seriamente quién manda en Colombia, a quién le hacemos caso porque el caos se viene encima sino entendemos que la única forma de prosperar es atendiendo la ley y las normas, que, aunque duras a veces, son las que sirven y protegen a la humanidad.

viernes, 3 de julio de 2020

De algunos costos ocultos

José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras
Lograr el equilibrio entre cuidar la salud de la gente y evitar el descalabro económico ha sido el desafío más grande durante este tiempo de pandemia. Estas dimensiones de la vida, como todas en verdad, están interrelacionadas, interconectadas. Las unas dependen de las otras. Cuán ciertas resultan las afirmaciones del Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí cuando evidencia que todo está relacionado con todo, de modo que al afectar un aspecto irremediablemente se afectan los otros.

Los costos reales de esta inédita desgracia global que hemos venido viviendo, aún están por verse. Se habla explícitamente de los millones de contagiados por el virus y también de las quiebras de cientos de empresas, de los millones que han quedado sin empleo, de la recesión económica. Esos son costos manifiestos, pero hay unos costos ocultos que apenas si se vislumbran y son los que han generado estragos en la salud mental de las personas. Advierto que no soy psicólogo, ni pretendo jugar a serlo con mis comentarios, pero por lo que uno va viendo, estos profesionales tendrán trabajo para rato.

Creo que fuimos un tanto románticos pensando que el prolongado encierro, cual retiros espirituales, nos ayudaría serenamente a reflexionar y a ajustar nuestras vidas: no seríamos los mismos, pues una auténtica metanoia nos ayudaría a poner las cosas en su sitio, ordenar nuestra escala de valores, ser mejores seres humanos. Y yo sí creo que estos bondadosos resultados pudieron darse en algunos, que no todos. Porque lo que uno va viendo por ahí es que se alborotaron síndromes, rayones mentales y patologías de diverso orden: depresiones, trastornos, paranoias exacerbadas, esquizofrenias, neurosis, psicosis, agresividades y violencias de todo tipo, entre otros. Sin exagerar.

Están aflorando realidades diversas que estuvieron ocultas hasta ahora, porque no todos vivimos de igual manera el aislamiento obligatorio. El impacto del confinamiento fue distinto para cada quien y de ello poco sabemos a no ser por lo que comienza a contarse y manifestarse comportamentalmente. Personas ingrimamente solas afrontando crudas realidades. Amigos que compartían un apartamento solo para dormir y les tocó transformarlo en oficina, estudio, cocina, lavadero, todo al tiempo. Familias hacinadas en espacios estrechos, quizás con mascota animal, atendiendo simultáneamente las realidades de cada uno, sin privacidad, sorteando conflictos de relación, sin dinero, encerrados, sin mayor espacio donde moverse, todos sintiéndose asfixiados, estresados.

Me han llamado la atención los numerosos casos de suicidio de gente joven, el aumento de la violencia intrafamiliar y también de la inseguridad. La olla de presión estaba sin válvula de escape y prolongar la cuarentena hubiese sido la debacle y el caos. Por eso se explica, no se justifica, el desmadre de muchos al salir desbocados y sin cuidarse a rumbas, paseos, compras. Preferible salir a la calle, correr riesgos, infectarse, hasta morirse, pero no seguir confinados, sin plata en el bolsillo, sin trabajo, pasando hambre, sin deporte, sin diversión, sin vida social.

No todo el mundo es resiliente, ni creativo, ni innnovador, ni todos tienen resortes espirituales y psicológicos para capotear las adversidades simultáneas que se van presentando. Un fenómeno como el que estamos viviendo y que no ha concluido, tiene secuelas imprevisibles, costos ocultos no calculados. De manera que lo que falta no son solo camas en las UCI y respiradores, sino otras múltiples urgencias básicas físicas, psicológicas, espirituales a las que no se les ha dado la verdadera atención que reclaman. Eso apenas comienza a verse y requerirá también de nuestro concurso solidario.


viernes, 26 de junio de 2020

Pelando el cobre

José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras

De “pelar el cobre” se dice de alguien que aparentando ser una joya dorada, en realidad no lo es, es decir, es una imitación, es otra cosa, es falsa. Parecía de oro, pero resultó de cobre, esto es, de menor categoría.

Creo que a todos nos ha pasado en nuestras experiencias con otras personas y de seguro también que nosotros mismos hemos pelado nuestro propio cobre con otros. Vivimos en el mundo de las apariencias donde se quiere mostrar una realidad que no lo es. La imagen pesa mucho y se lucha por mostrar siempre el lado amable, el lado positivo, impactar, dejar una buena impresión, generar comentarios positivos, subir el rating de popularidad… sin embargo, como decía un colega hace años, “el que nace iguana, muere iguana”, como quien dice, “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. En cualquier momento, cuando menos se piense, se descubrirá la verdad, es decir, “pelaremos el cobre”. El mismo Evangelio lo dice… “no hay nada oculto que no llegue a saberse”.

Lo que pasó el viernes pasado, sí, el “COVID DAY”, le peló el cobre a más de uno, de presidente para abajo. Tanta alharaca durante 100 días, tanta cuarentena, tanta prevención, tanto aislamiento, tanto protocolo, tanta bioseguridad, para tirárselo todo, literalmente, en un día, todo motivado por la codicia, por la plata, por el afán de llenarse de cosas. Es verdad que hubo lugares y hubo personas donde inteligentemente se manejó muy bien el asunto, pero ya los números muestran simultáneamente el contraste entre el revés sanitario con miles de infectados y las exitosas ventas de cinco billones de pesos. Se peló el cobre: no era la salud de las personas lo que importaba, en realidad era no tener un descalabro económico.

Y el pueblo borrego en su actuar estúpido de masa alienada, le importó un bledo cuidar su salud, lo importante era correr, empujarse, estrujarse, con tal de tener un televisor curvo de 50 pulgadas. Peló el cobre. Irónicamente lo decía muy bien un meme: “y yo pensando que esa familia no tenía para el mercado y en realidad lo que necesitaba era electrodomésticos”, porque no hay plata para comida, no hay plata para pagar arriendo, ni servicios públicos, ni la pensión del colegio, ni para la universidad, pero sí para cosas suntuarias. Pelaron el cobre.

Y los hipócritas aquellos que estigmatizan a los profesionales de la salud cual leprosos peligrosos y no los querían cerca porque los podían contagiar, allí los vimos olvidados de sus purismos farisaicos, de sus asepsias fingidas. Ahora estarán contagiados y suplicarán arrodillados que los atiendan, que les den un cupo en la UCI, que les permitan un ventilador. Pelaron el cobre.

Por la plata baila el perro y lo que cuenta es el dinero. Pelamos el cobre muy fácilmente cuando mostramos realmente cuáles son nuestras prioridades, cuáles nuestros verdaderos intereses. Las apariencias engañan y el que tenga rabo de paja que no se acerque a la candela... Perdón, ¡creo que está oliendo a chamuscado!

martes, 23 de junio de 2020

De cara al porvenir: el rumbo de la educación

Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
La actual coyuntura pandémica nos ha obligado a realizar sobre el camino y sobre la marcha, ajustes, cambios e improvisaciones en varios de los asuntos que hacen parte del día a día de los humanos, entre los cuales, cabe, por ejemplo, el tema de la educación. Hoy se habla con alguna ligereza de que hemos virtualizado la educación, cuando nos referimos a emplear la tecnología disponible para aproximarnos de manera remota a los estudiantes, estableciendo comunicación vía teletrabajo, tele charlas o teleconferencias, simplemente simulando que se dictan las clases, pero de manera remota.

Solo las instituciones que a la fecha ofrecen programas virtuales apoyados por plataformas LMS (Learning Management System) pueden hablar de una verdadera educación virtual. Estos sistemas de gestión del aprendizaje se implementan a partir de la posibilidad de crear “aulas virtuales” donde se produce la interacción entre tutores y alumnos.

Sin embargo, una cosa es la coyuntura y otra cosa lo que se viene: que la virtualidad llegó para quedarse, que la transformación digital es un imperativo y que la educación presencial debe revaluarse y replantearse, son hipótesis todas válidas, donde lo importante es precisar cuál metodología es la más apropiada pedagógicamente hablando, para cumplir con la finalidad última de la educación que es la formación, la instrucción y la apertura mental de los nuevos ciudadanos, en medio de entornos cambiantes y de relatos completamente agotados, garantizando la potenciación de humanos de bien.

Personalmente considero que estamos ante la posibilidad de volver a recorrer el péndulo de la evolución educativa, mirada a la luz de la experiencia histórica y de las posibilidades tecnológicas que hoy tenemos a mano.

No es caer en la simpleza de replicar lo que hacemos presencialmente, respaldados en la tecnología. ¡Ni más faltaba!

Es entender el gran papel que en su momento cumplieron los mentores y/o los tutores, la posterior necesidad de masificar la instrucción y las posibilidades de llegar de nuevo a una educación personalizada, gracias a los avances tecnológicos disponibles como el big data, la inteligencia artificial, la movilidad y el blockchain.

Personalmente me la juego, en un futuro no muy lejano, por una educación personalizada de manera virtual, lo cual implica un replanteamiento total del ejercicio educativo, respaldado en paradigmas como contenidos, métodos y evaluaciones, entre otros varios, que deben ser actualizados.

Recordemos que la palabra mentor se origina en la Odisea, cuando Méntor fungía como educador y consejero de Telémaco, el hijo de Odiseo. Grandes mentores y tutores de la historia son más conocidos por el éxito de sus alumnos, su producto final, que por ellos mismos. Rescatemos entonces a Sócrates como tutor de Platón y a Platón como tutor de Aristóteles. Alejandro Magno tuvo como tutores a Aristóteles quien le abrió la mente a otras culturas, Lisímaco quien lo aproximó a la literatura y a las letras, y Leónidas en la formación de su carácter y en el arte de la guerra. Fue tutor de Julio César, Marco Antonio Gnifón. De Leonardo, Andrea Verrocchio. De Miguel Ángel, Francesco Da Urbino y los hermanos Ghirlandaio. De Galileo Galilei, Ostilio Ricci.

En la España del Siglo XVI se destacó Juan Huarte de San Juan quien precisó los fundamentos que conforman el concepto de la acción tutorial, entendido como tarea orientadora que atiende las características diferenciales del alumno. Mayor elaboración al respecto se encuentra en las ideas pedagógicas de ilustres personajes como Comenios (1592-1670), San Juan Bautista de La Salle (1651-1719), Rousseau (1712-1778), Pestalozzi (1746-1827), Monjón (1846- 1923), Dewey (1859-1952), Montessori (1870-1952), Decroly (1871-1932), Vogotsky (1896-1934) y Piaget (1896-1980).

Quisiera recordar los grandes maestros tutores que tuvo Bolívar: Simón Rodríguez, Andrés Bello, Alexander Von Humboldt y Guillermo Pelegrón, cuyas ideas formaron al Libertador y cuyas propuestas están aún por desarrollar.

Como cada época trae su afán, hoy habría que hablar de diferentes tipos de tutorías: la tutoría individual, la tutoría de grupo, la tutoría técnica y la tutoría de la diversidad.

En esto es importante abrir la mente y dejar que los expertos se pronuncien. El tema educativo se ha convertido en un tema multidisciplinar, donde considero yo, la coordinación de esfuerzos debe estar en cabeza de los pedagogos y no de otros especialistas, por importantes que sean.

NOTA: Mi completa solidaridad con el señor gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia

viernes, 19 de junio de 2020

Efectos de la pandemia

Por José Leonardo Rincón, S. J.* 

José Leonardo Rincón Contreras
Los reales efectos de la pandemia apenas comenzamos a visualizarlos, pero se verán más plenamente en el mediano y largo plazo. Algunos de ellos serán juzgados como trágicos y desoladores y otros como altamente positivos y alentadores. Como la moneda con sus dos caras, como el yin y el yang, como lo es todo en la vida, con sus más y sus menos, ambivalente, según como se viva y mire.

A nivel sanitario impactará el creciente número de contagiados y muertos por el coronavirus, pero, por lo que se va viendo, no llegará a las dramáticas cifras de la así llamada peste española de hace un siglo. Se dirá entonces que, gracias a los avances de las ciencias de la salud, se pudo prevenir y controlar para que sus efectos no fueran más devastadores. Se habrán acelerado las investigaciones y seguramente en inédito tiempo récord se habrá producido la vacuna. La higiene y la asepsia serán un requisito obvio para la convivencia.

A nivel económico una recesión global que paralizó el mundo varias semanas, que quebró muchas empresas, llevó el desempleo a los dos dígitos, aumentó en decenas de millones el número de pobres y mató más seres humanos que el mismo virus, también habrá mostrado que para estos cíclicos fenómenos la gente se prepara mejor de modo que la recuperación sea más rápida. Frente a las negativas cifras financieras de marzo, sorprenden las positivas de abril y mayo. El desafío es reinventarse, ser creativos, flexibles, y quienes lo están haciendo saldrán adelante exitosamente.

A nivel laboral y educativo las TIC nos obligaron a acelerar el cambio de anclados paradigmas y a familiarizarnos con el digital mundo de la informática y las comunicaciones de última generación. Queda en entredicho la presencialidad en oficinas y centros educativos de todo nivel y la vetusta forma de manejar ciertos asuntos. Sin embargo, tendrá que replantearse el mundo de las relaciones interpersonales y sociales pues el contacto virtual de ningún modo reemplaza en su valor la interacción directa. No todo puede ser desde la casa. Qué hartera y qué impotable rutina que toda la vida discurra allí: el cine, la música, la comida, las compras, todo a domicilio o por suscripción, cuando el verdadero encanto del ser humano está en su socialización.

Los autores de la posmodernidad ya advertían hace décadas que la religión se privatizaría. ¡Qué insulza y perezosa una fe casera, por televisión, con eucaristías en vivo pero por pantalla, solitaria, distante, sin comunidad! Un contrasentido con su misma esencia del “re-ligare”, esto es, relacionarse con Dios, los otros, el entorno, directamente, empáticamente. Si va a ser a distancia, por suscripción o por una aplicación del celular, “apague y vámonos”.

Los efectos de esta pandemia todavía están por verse. No dije nada sobre los efectos psicológicos, por ejemplo. Sin embargo, ya se sienten. Esta pandemia nos cambió la vida en cuestión de pocas semanas. No seremos los mismos de antes. El asunto es si seremos o no mejores seres humanos. ¿Usted qué dice?


lunes, 15 de junio de 2020

Reconciliación y perdón

Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
En épocas de reflexión, como la que vivimos hoy en el mundo, son muchos los temas que nos planteamos a diario, entre ellos  inquietudes, inseguridades, dolores, angustias por el futuro laboral y personal; salen a flote conflictos no resueltos en la familia, en el trabajo, con amistades de toda una vida, en fin, son incontables los sentimientos que están a flor de piel y que generan ansiedad, en muchos casos depresión y sensación de ahogo por los pensamientos que se reviven y hacen por consiguiente un caos en la mente y la vida del ser humano convirtiendo el diario vivir en un tormento.

Son varios los que expresan sin tapujos estas sensaciones que han tenido en estos tiempos de cuarentena, y así lo han contado y expresado en reuniones que hemos celebrado a través de la virtualidad, con amigos de colegio, de infancia, de universidad, con los cuales, a pesar del tiempo y la distancia, el sentimiento de solidaridad y amistad perdura y se renueva con la sola presencia en esas tertulias virtuales. Allí expresamos las cosas buenas que para todos ha sido el estar en familia y con los hijos en este tiempo, compartiendo la habitualidad, el día completo y la satisfacción de pasarla juntos. Otros expresan que ha sido más duro, porque ha sido difícil acomodarse, a compartir, porque existen diferencias familiares y personales que han constado ese reagrupamiento amable y solidario. Pero sin duda alguna, para todos, sin distinción, se han solucionado esas diferencias que eran imperceptibles y que al momento de compartir se vuelven un mundo. Damos gracias por esa posibilidad de sanear heridas.

Existen otras dificultades que no se sanan fácilmente, ni siquiera con el apoyo de la familia. Son las causadas por años de violencia en el país, como las que sufren las victimas de las matanzas, las violaciones, los asesinatos, de la violencia intrafamiliar, el desplazamiento, el abandono del Estado, la violencia psicológica que en ocasiones hace más daño que un golpe, por cuanto mina la resistencia de la persona, la vuelve frágil y pierde su autoestima. Estas, sin compararlas con las anteriores problemáticas mencionadas anteriormente, han llevado a que nuestro país pierda el norte y siga enfrascado en esa espiral de odio, venganza y muerte que no para.

Puede que se firmen acuerdos de paz, que se negocie con narcotraficantes o bandas criminales; que se castigue y condene a los corruptos, que se acaben los secuestros, que se logre la reducción del congreso, en fin, que, por la gracia de Dios, todo ello confluyera en un solo momento… el objetivo no estaría cumplido, por que queda faltando lo más importante, lo que viene de nuestro propio interior que es el perdón.

Lo han dicho los estudiosos del tema, el perdón y la reconciliación, son fundamentales para lograr sanar las heridas. Se perdona, cuando se disculpa a otro por una ofensa, renunciando a la venganza, a reclamar un justo castigo o a la misma restitución, de modo que más allá de esto no se piensa en resarcir en el futuro esa ofensa o daño, generando al interior de su alma sosiego, paz y tranquilidad. Difícil, por cierto, pero ese perdón y reconciliación son la base para construir una sociedad justa y equitativa, porque de lo contrario seguiremos matando y odiando, a pesar de cualquier esfuerzo civil o gubernamental, por ello puedo decir que sin perdón no tenemos nada.

En días recientes he palpado esa realidad en personas que he entrevistado y me expresan que desde que perdonaron los ultrajes recibidos, los actos contra ellos o sus seres queridos su vida cambió, se sienten ligeros de equipaje y disfrutan el día a día, sin pensar mucho en el futuro, están con sus hijos y seres queridos dándole valor a la vida.

Perdón y reconciliación, debería ser el lema de un país herido por la violencia y la desgracia.

lunes, 8 de junio de 2020

Una reforma laboral

Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Dentro de la emergencia sanitaria que vivimos, el presidente de la República, en compañía de sus ministros, ha trabajado intensamente. No se puede dudar ni desconocer, han buscado todas las formas posibles de colaborarle a cada sector de la economía para superar las dificultades en el tiempo de la pandemia y la cuarentena, y en los próximos meses, porque es aún incierto el día en que se encuentre una vacuna que ayude a superar la crisis.

Pero sin duda alguna en aspectos laborales casi que se ha presentado una reforma laboral vía decretos para tratar disminuir el impacto del desempleo y a pesar de estos, este flagelo sigue aumentando y creo que llegaremos, antes de que termine este mes de junio, a un desempleo nunca visto en nuestra historia, llegando a afectar la vida de más de 8 millones de colombianos.

Creo que han sido tantas las modificaciones al código del trabajo que este ya desapareció del todo, porque antes venía en desuso por cuanto ha sido la corte suprema de justicia la que ha venido constantemente con sus fallos modificando las normas laborales y su interpretación. Es cierto lo que digo porque en materia laboral ya se modificó la interpretación de los contratos a término fijo, el periodo de prueba, se ampliaron los fueros protectores, la generación del derecho al pago de vacaciones, primas desde el primer día de trabajo, los reglamentos de trabajo, higiene, en fin, todo lo correspondiente al derecho individual. Hoy el derecho laboral se entiende es con base en la jurisprudencia y las nuevas normas que se han expedido durante la emergencia.

Entonces entendamos que, si ya estaba modificado un gran porcentaje de las normas del código, hoy se acabaron de eliminar y es así como tenemos nuevas normas que hace estudiar e investigar a los abogados y a los empresarios el ámbito de sus normas, las cuales que se cruzan unas y otras, volviendo un verdadero galimatías saber cuál es la vigente.

Entre esos nuevos cambios tenemos: 1.- Debido al trabajo en casa, el antiguo auxilio de trasporte se cambia por el de auxilio de conectividad digital, para aquellos que devengan hasta dos salarios. 2.- Para el disfrute de vacaciones ya no es necesario prepararlas con tiempo, ni avisar al trabajador, ya se puede enviar a disfrutarlas de un día para otro sin consultar con él, es decir, el significado de la palabra vacaciones desapareció. 3.- La jornada de trabajo en labores, aun de oficina, se puede pactar para que se realice en cuatro días con jornadas de 12 horas de trabajo seguidas. 4.- Se podrán tener turnos de 8 horas de trabajo al día y 36 a la semana. 5.- El pago de la prima podrá ser concertado y pagado hasta en tres contados sin que pase el pago total del día 20 de diciembre del año en curso. 6.– podrán ser beneficiarios los empresarios, o empleadores, ya sean personas naturales, jurídicas, consorcio y uniones temporales del programa de apoyo para el pago de la prima de servicio denominado PAP. 7.- También se emitió un decreto que determina la cuantía del aporte estatal del programa de apoyo para el pago de la prima. 8.- Se autoriza retirar las cesantías del fondo por cualquier causa. 9. El plan de ayuda para el pago de nómina. En fin, hay muchos otros cambios establecidos por decretos, que posiblemente pueden ayudar a las empresas a ser menos onerosos los pagos laborales de los empleadores y que no es necesario enumerar aquí, pero, aun así, no logra contener la avalancha de despidos y pérdida de puestos de trabajo en el país. Obviamente no es por culpa del gobierno, ni por falta de trabajo de los funcionarios, es por causa del cierre total de la economía que conduce a la parálisis de las empresas y a la pérdida de miles de empleos. Lo dijo recientemente el director del DANE, estamos en el 19.5% y pronto a finales de junio estaremos rondando el 30% de desempleo.

Entonces, vemos claramente dos acciones que son claras y se están dando, una reforma al sistema laboral, y otra al beneficio del empleador para proteger el empleo. La primera es clara y contundente, la segunda es ambiciosa pero no para la pérdida de puestos de trabajo. Entonces tenemos que pensar desde ya cuáles serán las fórmulas o mecanismos que utilizará el gobierno para reactivar la economía, incentivar el empleo, promover el trabajo.

Como debemos ser reformistas para reconstruir la economía y para generar ideas y no quedarnos siempre en la queja, reitero lo que en otras ocasiones he expresado en la cátedra y conferencias: debemos continuar reformando la legislación laboral, si se quiere por un periodo de tiempo determinado, ya sean dos o tres años. Creo que se puede incentivar la vinculación laboral, sin que conlleve pérdida de puestos actuales de trabajo, contratando a término indefinido, por un 10% o 15% mayor del valor anual del salario mínimo o del salario que se pacte entre el trabajador y el empleador, pero sin pago de indemnización al momento de terminar ese contrato. Es decir, promover el empleo, pero sin limitante al momento de requerirse la desvinculación. También puede establecerse la condición de que los que a la fecha que se determine, si gozan del beneficio de la indemnización, no pierdan su derecho y esta nueva medida solo será aplicable a los nuevos trabajadores a quienes se les otorga un porcentaje de salario mayor.

Estoy seguro de que los nuevos empleados no saldrán de sus puestos de trabajo mientras las condiciones de la economía sean estables, por una simple razón y es que el empleador requiere al ser humano, que se sienta bien, que gane y su familia tenga bienestar; a él no le es rentable el retiro del trabajador.

Espero no se asusten y pensemos entre todos en alternativas que nos permitan generar empleo digno y estable.

martes, 19 de mayo de 2020

De cara al porvenir: los días por venir


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Ahí, sin querer queriendo, van pasando los días, las semanas y los meses desde que iniciamos esta cuarentena con el fin de aportar, desde cada individuo y desde cada familia, de manera paciente y responsable, nuestro grano de arena para tratar de evitar la propagación de nuestro invitado inesperado: el COVID-19.

El ejercicio de convivir 24 horas completas con el círculo familiar es un gran reto. Todos tenemos muchos universos y todos ellos se complementan para que no nos abrume ni la monotonía ni el cansancio.

Paulatinamente se hacen pruebas para ir retomando algunas actividades con el fin de no dejar que la economía se paralice del todo, pues es indiscutible que ni los ahorros ni los subsidios pueden durar toda la vida. Es el gran riesgo que estamos comenzando a asumir, sabiendo que tenemos que estar alertas y atentos a lo que vaya sucediendo en otros países que, por pocos días de adelanto con respecto a nosotros, ya están viviendo esta experiencia.

Ojalá las cosas marchen bien y que de manera civilizada sepamos guardar, respetar y hacer respetar los protocolos necesarios para este reinicio del proceso de socialización.

Hay que entender que todos reaccionamos distinto ante las diferentes circunstancias que nos corresponde vivir y a las pruebas que no pone la vida.

Algunos han enfrentado esta situación como si nada hubiera pasado. Otros con angustia por el encierro. Otros siguen con sus responsabilidades laborales y académicas respaldados en la tecnología. Otros se angustian por el confinamiento, pues una cosa es no querer salir y otra muy distinta es no poder salir. Otros se afectan física o emocionalmente, entre otras tantas posibilidades. Lo importante es que esta nueva situación ha puesto a prueba nuestra responsabilidad, nuestro buen juicio, nuestro orden, nuestra tolerancia y además ha servido para corroborar quiénes verdaderamente hacen parte de nuestras vidas.

Ojalá los ejemplos que se han divulgado con respecto a algunos pequeños síntomas e imágenes de recuperación de ciertos espacios por parte de la naturaleza y de otros seres vivientes, nos ayude a entender el nefasto protagonismo que hemos desarrollado, afectando la vida de otros y de nosotros mismos.

Resulta inconcebible e inconsecuente que la especie dominante, el rey de la creación, quien se considera hijo de Dios, no entienda que cada uno de nosotros respiramos en promedio 13 veces por minuto. Y que, ante esta contundente realidad, que es condición para estar vivos, ensuciemos permanentemente y de manera creciente el aire que de todas maneras hemos de respirar sucio, contaminado y envenenado. A ratos la lógica se queda corta para explicar y entender que es lo que nosotros los humanos consideramos como significado de lo que es ser inteligente.

Considero que sin distingos de preferencias políticas debemos apoyar y respaldar a nuestros gobernantes. Les tocó duro y ojalá les vaya bien, pues ellos son los que tendrán que tomar las decisiones que nos han de impactar a todos.

Es posible que pretendamos y aspiremos a que todo vuelva a ser como antes y es uno de los escenarios. Sin embargo, debemos prepararnos a emprender un proceso de resocialización lento, que implicará paciencia, restricciones en las expresiones de afecto, filas, turnos, citas, cambios de rutinas, espacios, entre otras tantas cosas de nuestra cotidianidad.

De pronto hablábamos de manera anecdótica y lejana de la figura de “slowly”, del “slow life” que fue lanzado como movimiento hace algunos años en Roma ante la apertura de un establecimiento de comida rápida en una plaza tradicional. El Movimiento slow es una alternativa para enfrentar el ritmo de vida del mundo occidental, que aboga por tomarse tiempo para saborear y disfrutar cada instante de la vida y ha tenido éxito en muchos lugares del mundo. Parece que ha llegado el momento de hacernos a la idea y practicarlo.

domingo, 17 de mayo de 2020

La confianza


Por Andrés de Bedout Jaramillo*


Andrés de Bedout Jaramillo
En estos momentos de tantas dificultades en el mundo generadas por la pandemia y la desaceleración económica, la recuperación de la confianza es lo más importante.

Tenemos que recuperar la confianza en Dios, creyendo en sus mandatos y en su ejemplo, para poder contar con la fortaleza, la paciencia, la paz y la tranquilidad necesarias, para enfrentar esta y todas las dificultades que se nos presenten en la vida; ejercitarnos espiritualmente, todos los días, con la oración, las lecturas de la biblia y la simple conversación con nuestro señor Jesucristo, nos permitirán confiar en Dios, repito, el único que nos puede dotar de la fuerza, la paciencia, la paz y la tranquilidad requeridas.

Tenemos que recuperar la confianza en nosotros mismos practicando permanentemente valores como el de la honestidad, el respeto y el cariño, con nosotros mismos y con los demás; somos vulnerables, débiles e iguales, siempre ha sido y seguirá siendo así, pero hoy nos lo está recordando la pandemia. Ejercitemos el espíritu y el cuerpo, mucho ejercicio físico, hoy más que nunca tenemos que estar preparados física y mentalmente, para sortear esta crisis, donde tenemos que responder por nosotros, por nuestras familias, por nuestros congéneres y si confiamos en nosotros mismos vamos a cuidarnos para poder cuidar a los demás.

Tener más bienes materiales, más poder, no nos salva de la muerte, ni de la cuarentena, ni del COVID-19.

Tenemos que recuperar la confianza de nuestros congéneres, reconociendo que la tenemos perdida a todos los niveles, porque se nos confundieron las escalas de los valores.

Los que tienen poder y los que no tenemos poder, tenemos la mejor de las oportunidades para recuperar la confianza de los demás, honestidad, verdad, respeto, trabajo, estudio, paciencia, amor y agradecimiento a Dios por darnos la vida para luchar mirando siempre hacia abajo. Todos sabemos que la confianza en el sector de la política está totalmente minada, cuando la política con honestidad, austeridad, respeto y cariño es vital en el funcionamiento del Estado, porque la política es el arte de gobernar sirviéndole a los demás y no sirviéndose de los demás.

Si los políticos se sientan a reconstruir confianza, serán el ejemplo que seguir por los demás sectores de la sociedad, porque la política lo abarca todo.

Colombia cuenta con dos mil millones de dólares, que son como ocho trillones de pesos, para atender la pandemia y los efectos de la parálisis económica, estos recursos hay que cuidarlos para poder atravesar este desierto; no sabemos cuánto tiempo nos vamos a demorar, ni cuántas bajas vamos a tener en el camino, lo único cierto es que, si dilapidamos estos recursos, el camino va a ser más tortuoso.

Por favor, no malgasten este dinero en bienes y servicios que de nada servirán para atravesar el desierto, rindan cuentas exactas de cómo y en qué cuantías lo van utilizando para saber cuánto nos va quedando; no permitan que pícaros se apoderen del dinero, utilizando los miles de trucos para hacerlo desaparecer.

Parece ser mucho dinero y es mucho dinero. Cuánto tiempo se demoró el país para conseguirlo, con el esfuerzo y trabajo de todos, inclusive podría ser muchísimo más, si los ladrones llamados corruptos y los dilapidadores que también son corruptos y ladrones, no se hubieran llevado las inmensas cantidades que se llevaron y que hoy se quieren seguir llevando.

Si reconstruimos confianza, reconstruimos unidad y la unidad hace la fuerza.

martes, 12 de mayo de 2020

De cara el porvenir: pasa el tiempo


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Dice el aforismo popular que la mejor cura o remedio para cualquier mal o cualquier enfermedad, es el paso del tiempo.

En esta cuarentena preventiva que la gran mayoría de los ciudadanos del mundo estamos cumpliendo, la incertidumbre con respecto a lo que pueda pasar y cuándo, es la constante.

Obviamente los medios de comunicación giran todos los días alrededor de la principal noticia que es la pandemia, y dan datos y datos, y en vez de aclarar, más bien confunden. A estas alturas del partido hay cerca de 3.5 millones de contaminados en el mundo y cerca de medio millón de muertos. Y parece que el ejercicio es llevar la cuenta de cómo crecen este par de cifras cada día y cuáles países se llevan el pódium por aportar más fallecimientos.

Si comparamos los resultados actuales con lo que pasó hace un siglo con la llamada Gripa Española, pues uno tendría que aceptar que esto apenas está comenzando y que lo más grave y doloroso está aún por venir.

Otra postura igualmente válida, pero sin soporte histórico, es que esta catástrofe parará pronto, que el nivel de contagios se estancará y que paulatinamente podremos reiniciar nuestra vida normal.

Otra alternativa es que la ciencia aporte la vacuna o el inmunizante que se requiere y que sea accesible para todos los habitantes del planeta, o que nuestros organismos generen sus propias defensas. ¡Amanecerá y veremos!

Decía Pierre Teilhard de Chardin, el gran filósofo, científico y teólogo jesuita que la naturaleza requiere ser podada periódicamente y que las pestes, las guerras y las grandes catástrofes naturales, hacen su aporte en este sentido. Sigue siendo cuestionable la argumentación, pero la sensación general es que somos demasiados los habitantes humanos en el planeta y que de alguna manera el espacio y los recursos son insuficientes para albergarnos con dignidad. La huella demográfica nos muestra que, al iniciar el siglo anterior, en 1900, éramos 1.800 millones de personas, y hoy, al avanzar ya en la quinta parte del Siglo XXI, en el 2020, ya tenemos una cifra superior a los 7.500 millones, lo cual es un crecimiento exorbitante míresele por donde se le mire.

Es ingenuo pensar que este fuerte anuncio que nos hace la naturaleza nos servirá para ajustar las cargas y realizar una maniobra planetaria para ajustar el rumbo que traemos. ¡Ojalá fuera así!

El gran ganador en esta crisis mundial es el hasta hace poco agobiado y anacrónico modelo del Estado Moderno Occidental. Ante la evidencia, es incuestionable que en este momento histórico no existe ningún otro tipo de institución que sea capaz con legitimidad, legalidad o fuerza, de tomar las riendas del asunto y tomar las buenas o malas decisiones que se hayan de tomar, primero, para enfrentar el temporal, luego, para entenderlo y posteriormente para aplicar las estrategias que se requieren para minimizar sus impactos.

Debemos independizar el Estado, del gobierno de turno y claro está, del gobernante competente o incompetente que esté en ejercicio. En las buenas, cualquier imbécil sobreagua. Es en las malas donde se conoce de verdad el talante, la fuerza interior, el buen juicio, la voluntad, el arrojo, la capacidad de convocatoria y el verdadero liderazgo para tomar decisiones y formular estrategias en medio de la confusión generalizada.

Personalmente yo no veo por ninguna parte un mandatario que siquiera se le arrime a los tobillos a un Winston Churchill para enfrentar la crisis, así como tampoco veo por ninguna parte a un Konrad Adenauer que sea capaz de vislumbrar y dirigir la reconstrucción.

Pero es solo mi opinión subjetiva. Tendrán que asumir estos retos los hoy llamados líderes que hay, los presidentes y los primeros ministros de las democracias establecidas, que tendrán que sacar ideas y propuestas de donde no las hay, para evitar que la tentación de los totalitarismos, ante la debilidad de los gobernantes y los sistemas políticos, comenzando por los decaídos partidos políticos, salten y se apropien del escenario social, político y económico, con los ciclos y consecuencias que todos conocemos.

De todas maneras, no perdamos la razón y no olvidemos los aconteceres buenos y malos que nos rodeaban antes de la pandemia, cuyos actores deben ser finalmente exaltados o castigados. No puede servir esta pandemia para que la corrupción, la impunidad y la injusticia sigan galopando alegremente por nuestro país ni por el mundo.

De igual manera, debería haber un estado de excepción orientado a garantizar el manejo pulcro de los recursos que se recogen a través de la solidaridad ciudadana, ya sea en dinero o en especie o al uso transparente de los recursos del Estado, que finalmente son los recursos que todos hemos aportado.

No sé amigo lector a usted cuál tipo de castigo se le ocurre para aplicarle a los malnacidos que hacen mal uso de los recursos públicos para atender a los más vulnerables. A mí personalmente se me ocurren varias cosillas que, por simple pudor, me inhibo de compartir.

lunes, 11 de mayo de 2020

Reflexiones


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Meses y días de reflexión, en esas nos la hemos pasado durante la cuarentena que se inició el 18 de marzo en Medellín y que luego, el 23 de marzo, se aplicó para todo el territorio nacional. Desde allí todo cambio. Con el que converso, vía telefónica o virtualmente por las diversas plataformas, expresa lo mismo, la vida no será igual, pero el presente tampoco es el mismo.

La familia. Me  decía uno de mis tres hijos, que nunca habíamos estado tanto tiempo juntos y la respuesta es que es verdad, y ha permitido conocernos más, disfrutar los momentos del día y comprender el concepto de familia; con los dos mayores Santiago y Felipe, hablo casi diario, ellos también con su señora y novia, compartiendo la vida familiar, pero aun así los disfruto mucho porque hablamos y nos expresamos cosas que antes no eran habituales, en conclusión la vida familiar para el que la disfruta es y ha sido una gran bendición, los lazos de amor, y de amistad se están fortaleciendo.

En el trabajo hemos visto que la solidaridad está imperando. En empresas donde las dificultades están a flor de piel, han propuesto los mismos trabajadores que todos bajan el sueldo con la condición de no despedir a nadie y eso está bien, es un momento en el que todos aportamos para todos ganar un poco.

La disciplina social no existe en muchos lugares. En barrios y ciudades parece que la orden no tuviera efecto, siguen en la calle las personas, los negocios están abiertos con graves consecuencias para la salud pública. Si estos ciudadanos no aceptan las órdenes, qué pasará cuando se infecten… pues ellos serán los primeros y sus familias en recurrir a los hospitales y solicitar ingreso a las UCI, qué tristeza qué desorden, las consecuencias se verán.

Es increíble que, para la celebración de un día de madres, se decrete toque de queda y no consumo de licor. Estamos mal, no puede ser que, para compartir en familia, que no se puede, fuera de aceptar a los que conviven con la madre, que tengamos que tomar medidas extras de orden público, es un día de celebración y en Colombia se convirtió en un día de muerte.

Se tuvieron que abrir las comisarias de familia, porque la presión social llevó a que el Estado tomara decisiones para proteger al cónyuge indefenso, porque se incrementó la violencia intrafamiliar. Los golpes, el maltrato físico y la poca moral están a flor de piel. No hay excusa posible para que quienes comparten el hogar se agredan, es una consecuencia nefasta de la cuarentena, aunque sin ella, dentro del hogar se dan más muertes que en otros lugares, por lo que podemos afirmar que la seguridad no está en la propia casa.

La economía será otra, volver a la normalidad costará tiempo y dinero. Seguramente el gobierno está viendo lo que nosotros percibimos desde la primera semana, mantenernos en cuarentena, conllevará al crecimiento de la violencia, robos y hurtos, porque el que tiene hambre y necesidades no aguanta el día a día, es brutal.

¿Las ayudas del gobierno en buena hora se decretan y se espera recibir, pero si llegan a dónde es? Es una pregunta que nos hacemos todos y me da la impresión de que no, que los recursos se quedan en una serie de intermediarios, de instituciones que se crean de la nada y que tiene como único objetivo apropiarse del dinero público.

El presidente Iván Duque, lo ha hecho bien, presencia diaria, comunicación con la ciudadanía, ministros claros y precisos; no tengo sino reconocimiento a ellos.

Los políticos no están presentes. Fuera de criticar y hablar de lo que no saben, no han contribuido a mantener la cohesión ciudadana. Qué triste ejemplo el de estos señores, lamento profundamente que hablen y no sepan de que hablan, es triste observar que con ellos no contamos sino para hablar mal de quienes sí buscan el beneficio ciudadano.

En fin, continuaremos, con el pasar de los días, reflexionando sobre estos temas de interés ciudadano.

domingo, 10 de mayo de 2020

Día de madres


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Quedaron atrás, por lo menos en este 2020, las tradicionales reuniones familiares que permitían el reencuentro físico de dos, tres generaciones, en un espacio físico de encuentro, reencuentro y hasta conocimiento familiar, en un mundo donde el concepto de la mal llamada independencia, ha venido haciendo mella en el importante concepto de familia y ha llevado a las personas a vivir solas, dejando solas a las que nos dieron la vida, a las madres y de paso a los padres y abuelos, hoy, pertenecientes a esa población vulnerable, dentro de la crisis que está pandemia nos ha generado.

Qué paradoja, a los que no nacimos en la virtualidad, nos ha tocado aprender a vivir en la virtualidad, que, viéndolo bien, ha permitido incrementar el muy rápido contacto con los seres queridos, contacto que por el acelere, por los trancones que incrementan las distancias y hacen el tiempo más escaso y que por la virtualidad misma, permite hacer muchas más cosas al mismo tiempo, en un contacto corto, más frecuente que el contacto físico de antes.

Los sentidos del oído y de la vista, remplazan el del tacto, que permitía ese contacto físico del abrazo que hoy en los tiempos del COVID-19 quedó abolido, prohibido y cayó de perlas, en los tiempos del acelere, de la escasez de tiempo, donde la virtualidad se convirtió en la única posibilidad de ver y oír a través de una pantalla a nuestros seres queridos.

“Ver y no tocar”, letrero que veíamos en los almacenes, ya hoy es un hecho, una conducta, un comportamiento, que no requiere de expresión física, el regalito de madres lo vimos en la pantalla, lo pagamos por la pantalla y ordenamos su envío por la pantalla; nunca lo tocamos ni tuvimos la satisfacción de entregarlo físicamente, inclusive, en muchos casos la entrega física estuvo prohibida, por el riesgo.

Todo se volvió fácil, práctico y rápido, pero raro, tan raro que ya nos invadió el síndrome de la cabaña: como todo lo puedo hacer desde casa y además no puedo salir de casa por los riesgos del contagio, termino prefiriendo no salir, ni los días que el pico y cédula, el pico y placa, el pico y género, etcétera, me permitan ese privilegio.

Definitivamente la calle se volvió de los domiciliarios, encargados de hacer que lo físico y lo virtual se encuentren.

Tiene gran parecido, con las épocas antiguas donde los mensajeros, los emisarios, permitían que lo físico llegara a pie, si mucho a caballo, en barco, tomándose mucho más tiempo que el que hoy se toman los domiciliarios de la virtualidad.

Hoy veremos las madres, pero no las podremos tocar, será una reunión virtual de máximo una hora, no pasaremos el día con ellas, no podremos sentir la sensación de abrazarlas, cogerles la mano, no estaremos en reunión de tres generaciones, pediremos el domicilio, veremos Netflix, nos arreglaremos para este especial día y para vernos bien en la teleconferencia, sí, tenemos el síndrome de la cabaña.

Aprovechemos para agradecerle al Creador, por la vida y por los medios virtuales y los domiciliarios, que nos permitirán celebrar, así sea en una forma diferente, el día de las madres.