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martes, 7 de noviembre de 2023

De cara al porvenir: empleo y solidaridad

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

En épocas de alto desempleo y de comportamientos inestables de la economía, es donde se hace imprescindible ser creativos y solidarios para garantizar la existencia de oportunidades laborales y de generación de ingresos  para que la gente subsista y no estemos incubando de manera creciente la figura perversa y perniciosa de los subsidios, figura que es necesaria de carácter temporal ante ciertas circunstancias y emergencias, pero nunca de manera permanente y menos como forma de vida, pues esto es absolutamente insostenible e inmoral.

Depende de los Gobiernos sentar las bases para establecer confianza y estabilidad para que los inversionistas se la jueguen dentro del país, así como establecer mecanismos que permitan en el ámbito macroeconómico dinamizar la economía, ya buscando la generación rápida de empleo apostándole a la construcción y al agro y de manera mediata, a la industria, al comercio y a los servicios.

El Estado sigue siendo el principal consumidor de productos, bienes y servicios en el planeta, así como el principal inversor, sobre todo en prestación de servicios y en obras de infraestructura pública y de mantenimiento del espacio público. Por eso el manejo de los recursos –que son de todos– debe ser impoluto y transparente.

Sin embargo, nosotros también podemos aportar nuestro grano de arena en el ámbito microeconómico, cada uno, con sus reales posibilidades, pero atendiendo los principios de colaboración y de solidaridad. Lo anterior no es solo un buen propósito o un acto de caridad, es un acto de civilidad y de pragmatismo, ya que, si mejoramos las condiciones de nuestro entorno, más seguros estaremos.

Veamos algunos ejemplos que podrían ser vistos como ir en contravía de las facilidades que nos ofrece la tecnología o de la búsqueda permanente y continua de racionalizar los costos y los gastos o de la preeminencia de criterios como eficiencia y eficacia, de productividad y de competitividad, pero es que el momento histórico que estamos viviendo, merece, requiere y necesita una mirada distinta, una mirada llena de generosidad y de justicia, ahora que todavía tenemos alguna posibilidad de maniobrar y de tener la iniciativa.

¿Qué tal si en nuestras unidades residenciales garantizamos el empleo de los 3 turnos de vigilancia y de servicios varios todos los días de la semana?

¿Qué tal si contratamos a las personas del servicio doméstico cumpliendo plenamente con los mandatos le ley?

¿Qué tal si en los edificios públicos y privados volvemos a tener la figura de los ascensoristas aún en ascensores inteligentes?

¿Qué tal si el Estado coloca turnos de 24 horas para la prestación de todos los servicios fundamentales y de trámites entre el ciudadano y el Estado?

¿Qué tal si las empresas –a conciencia– vuelven a realizar de manera manual algunos de los procesos o actividades previamente automatizadas?

¿Qué tal si hacemos un inventario de todas las cosas que tenemos por hacer, construir o reparar en nuestros hogares y oficinas y comenzamos paulatinamente a realizarlos?

Construir o ampliar nuestra casa, pintar y embellecer los espacios, reparar y forrar los muebles, arreglar los jardines, hacerles mantenimiento a los techos, reparar y hacer mantenimiento de los electro y los gasodomésticos, cambiar las cortinas, arreglar los zapatos y las prendas que lo ameritan, ir al peluquero y al manicurista, lavar el carro, regalar y donar lo que no usamos, apoyar económicamente orfanatos, ancianatos y entidades que desarrollan actividades de atención y protección a los más vulnerables, incluyendo animales.

Apoyar a quienes desarrollan artes y oficios y que nos pueden ayudar a resolver problemas como los ebanistas, los carpinteros, los pintores, los electricistas, los plomeros, los mecánicos, los albañiles, entre otros tantos y apoyar y promover a personas que trabajan con el arte en cualquiera de sus expresiones y el deporte y que pueden orientar, potenciar y darle clases a nuestros hijos y a nosotros mismos para que nos ayuden a desarrollar destrezas particulares.

Si vamos a celebrar, pues contratemos algunas de las cosas que vamos a necesitar como comida, bebida, recreación, meseros, aseo, entre otras actividades.

Una invitación a que no seamos cositeros, tacaños, mentecatos, amarrados, avaros y mucho menos inhumanos.

Llamémoslo solidaridad, caridad, colaboración, apoyo, altruismo, fraternidad, filantropía, como sea, pero hagámoslo.

¡Hoy por ti, mañana por mí!

El problema es grande y grave, y todos tenemos la obligación, por nuestra conveniencia y por razones de justicia y equidad, de aportar y contribuir proporcionalmente en su mitigación.

Superar el déficit de vivienda que para el caso de Colomba es de 5.3 millones, para Antioquia, 400.000 y para Medellín, 40.000 en números redondos, es otra forma de generar impacto positivo en la generación de empleo.

Según VIVA (Empresa de Vivienda de Antioquia), la construcción de 1 vivienda asocia 4 empleos directos y el mejoramiento de viviendas, 2 empleos directos. El impacto en generación de empleo sería más que notable.

¡No es hora de que nos vaya a quedar grande la grandeza!

lunes, 26 de junio de 2023

Honestidad, confianza, lealtad



Por Antonio Montoya H.

Antonio Montoya H.
Estas tres palabras enmarcan las conductas humanas y de ellas se derivan las acciones que a diario realizamos tanto en el campo familiar, el trabajo y la vida social. Son pues los pilares en los que nos vamos desenvolviendo en nuestro diario trasegar por esta vida.

Se Inicia en el entorno familiar que es la que realmente nos da los valores a seguir, nos abre el camino para desempeñarnos en la vida y nos da garantías de afecto, amor, solidaridad y apoyo. Así pueden observar ustedes, amables lectores, otras cuatro palabras claves, que tienen incidencia en nuestro desarrollo y con seguridad podrán analizar de ellas cuántas se han dado en su vida tanto en la niñes como en la vida adulta donde ya somos los que damos el ejemplo y brindamos a quienes están a nuestro alrededor la luz, el camino y la vida.

No obstante, para mí son primero las enunciadas inicialmente porque cuando se actúa con honestidad esta no se percibe, no se premia, es parte de la persona que la desarrolla y por ello no es objeto de reconocimiento. Es sin duda alguna una premisa que la honestidad debe estar presente en toda actividad porque es el deber ser, así nos lo enseñaron, se tiene o no. No es una decisión arbitraria, cuando no se tiene ya no hay marcha atrás, es el principio del fin, llega el caos, la corrupción y el desastre; la ausencia de ella es la que en el mundo ha conllevado a la pérdida de credibilidad en el hombre público, porque se deja llevar del egoísmo, la ambición y el deseo de enriquecimiento personal en contravía del trabajo en beneficio general. Esta conducta afecta aun hasta los más honestos porque sobre ellos cae el estigma de la corrupción, se manifiesta en sentido general y no en uno específico. Vale el adagio que pagan los justos y no los pecadores.

La confianza, obviamente está ligada con la honestidad, porque quien genera confianza en sus actuaciones, en sus decisiones, está creando una sensación de bienestar a su lado, no hay ambigüedades en lo que realiza, se hace bien y con seguridad.

La lealtad se da no solamente en quien lidera grupos, empresas, asociaciones o cualquier tipo de agremiación, sino que debe ser observada por todos, es una comunión de intereses y la falla de uno genera el desastre. No es la lealtad mal entendida es la que surge de compartir ilusiones, proyectos y vida.

Con el trascurrir de los años, todos vamos recordando momentos de la vida y casi todos ellos están relacionados con historias de familia o de estudio, sobre todo escolar, donde se comparte sin competencia. A ninguno nos interesaba ser el mejor, solo queríamos aprender, acompañarnos y reír. Es una lástima que el paso del tiempo nos haga perder lo esencial, la comunicación, el respeto y la alegría de la cotidianidad. No es posible entender que se metió en la mente del ser humano que de esa limpieza de mente y espíritu inicial poco queda, pero mantengo la ilusión de que podamos recuperarla cuando todos entendamos que el camino por el que vamos no conduce sino a la postración moral, la miseria económica y la desesperación. Por ello invito en este caso a los colombianos a que nos miremos, reflexionemos y pensemos en qué y por qué no actuamos conforme al deber ser, es decir de forma elemental honesta, con confianza en los demás y generando lealtades a nuestros lados por ser generadores de ideas positivas y motivantes para quienes nos rodean. Por ende, oremos, pidamos a Dios nos ilumine y abra la mente para ser mejores ciudadanos, amigos, excelentes padres de familia y soñadores.

lunes, 25 de mayo de 2020

La importancia del cooperativismo en tiempo de crisis


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Hoy tenemos que replantearnos la forma de iniciar nuevamente las actividades comerciales y productivas, con tino, paciencia, planeación, con trabajo solidario, con fuentes de recursos que provengan del ahorro, de aportes colectivos, del trabajo de iguales, a diferencia de lo que vivíamos antes de la pandemia, que era  un mundo lleno de individualidades, intereses mezquinos, poco solidario, egoísta, solitario y cada vez más superpoblado, y con problemas de salud graves que nos van minando en vidas, economía e ilusiones. Pero no por ello dejamos de resaltar lo bueno que hay a lo largo y ancho del mundo, en personas que no se dejan llevar de sentimientos negativos y que en sus entornos buscan que la vida sea mejor, que las condiciones negativas y la adversidad se superen con el trabajo en equipo, con solidaridad, humanismo, protección y distribución de excedentes.

De este asunto hablé en años pasados, inclusive entrevisté a varios personajes importantes del cooperativismo, para que nos dieran luces en aquella época, no muy lejana, pero sí diferente a la de hoy, en la que son más las luces tenues que las brillantes de otra época en todos los aspectos de la vida.

Hablo aquí hoy del cooperativismo, que es el movimiento social “que define la cooperación de sus integrantes en el rango económico y social como medio para lograr que los productores y consumidores integrados en asociaciones voluntarias, denominadas cooperativas, obtengan un beneficio mayor para la satisfacción de sus necesidades”.

Es, sin duda alguna, una gran fuerza económica. Tuvo su origen cuando se agruparon las necesidades de los trabajadores en Escocia e Inglaterra en los primeros años del siglo XIX, concretamente entre 1830 y 1844, cuando se cerraron centros textiles y estos extrabajadores, desempleados, por la necesidad, se juntaron y dieron vida al trabajo cooperativo.

Sus beneficios se extendieron inicialmente a la base de la pirámide económica, buscando la inclusión financiera hacia los más necesitados, creando oportunidades de desarrollo social, económico y ambiental.

Me dirán algunos que en Colombia el cooperativismo tuvo una gran crisis que conllevó al cierre de bancos, cooperativas financieras y pérdida de dinero, lo cual es verdad. Pero sirvió para optimizar la tarea del cooperativismo, sin ambiciones políticas o de enriquecimiento personal, ayudó, entonces, a darle el impulso necesario para recuperar el prestigio y mantener centrado el principio cooperativo de solidaridad y trabajo, por encima de cualquier otro interés. Hoy en Colombia están fortalecidas las cooperativas con múltiples actividades, no hay una sola en problemas financieros, y siguen sirviendo al país con trabajo y cooperación.

Después de leer estadísticas que muestran el bajo nivel de ahorro que tenemos por hogar en Colombia, me lleva a escribir este artículo, para que la gente comprenda que, ahorrando mucho o poco, pero con disciplina, se abren las puertas para lograr objetivos de vida, de familia y personales; que entiendan que el ahorro es fuente de seguridad y de acceso al crédito que no se obtiene fácilmente en el sistema bancario, con tasas de interés menores y tiempos más largos de plazo; además, son múltiples los beneficios en seguros colectivos, exequiales, de vida, de automóviles, de hogar, que es claro que protegen al afiliado al cooperativismo.

Resalto los valores del cooperativismo: apoyo mutuo, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia directa, igualdad, equidad, solidaridad, los cuales son y deben ser la fuente de la democracia, pero, se ven reflejados en forma real y práctica en el cooperativismo.

Es bueno también contarles que existen cooperativas de varios tipos: trabajo, consumo, agrarias, ahorro y crédito, vivienda, salud, seguros, y muchas otras que no tengo en mente, pero que cumplen todas ellas con la esencia de su principio rector, la solidaridad y responsabilidad, y en las que, como los tres mosqueteros, todos trabajan para todos.

Invito a que construyamos una Colombia diferente, incluyente, para todos, fortaleciendo el cooperativismo como la fuente superior de desarrollo económico y social, dándoles vida en cada municipio y región del país, para que el trabajo sea efectivo, protegido y los excedentes lleguen a ellos mismos, sin egoísmo. Así se aportará al país, que hoy vive tiempos difíciles, que no encuentra el camino por una sola razón, por el egoísmo, la corrupción y la poca solidaridad, y solo se romperá esa barrera de desigualdad e insatisfacción a través de la solidaridad, equidad e igualdad, principios cooperativos que debemos tener presentes en cada paso de nuestras vidas.

lunes, 11 de mayo de 2020

Reflexiones


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Meses y días de reflexión, en esas nos la hemos pasado durante la cuarentena que se inició el 18 de marzo en Medellín y que luego, el 23 de marzo, se aplicó para todo el territorio nacional. Desde allí todo cambio. Con el que converso, vía telefónica o virtualmente por las diversas plataformas, expresa lo mismo, la vida no será igual, pero el presente tampoco es el mismo.

La familia. Me  decía uno de mis tres hijos, que nunca habíamos estado tanto tiempo juntos y la respuesta es que es verdad, y ha permitido conocernos más, disfrutar los momentos del día y comprender el concepto de familia; con los dos mayores Santiago y Felipe, hablo casi diario, ellos también con su señora y novia, compartiendo la vida familiar, pero aun así los disfruto mucho porque hablamos y nos expresamos cosas que antes no eran habituales, en conclusión la vida familiar para el que la disfruta es y ha sido una gran bendición, los lazos de amor, y de amistad se están fortaleciendo.

En el trabajo hemos visto que la solidaridad está imperando. En empresas donde las dificultades están a flor de piel, han propuesto los mismos trabajadores que todos bajan el sueldo con la condición de no despedir a nadie y eso está bien, es un momento en el que todos aportamos para todos ganar un poco.

La disciplina social no existe en muchos lugares. En barrios y ciudades parece que la orden no tuviera efecto, siguen en la calle las personas, los negocios están abiertos con graves consecuencias para la salud pública. Si estos ciudadanos no aceptan las órdenes, qué pasará cuando se infecten… pues ellos serán los primeros y sus familias en recurrir a los hospitales y solicitar ingreso a las UCI, qué tristeza qué desorden, las consecuencias se verán.

Es increíble que, para la celebración de un día de madres, se decrete toque de queda y no consumo de licor. Estamos mal, no puede ser que, para compartir en familia, que no se puede, fuera de aceptar a los que conviven con la madre, que tengamos que tomar medidas extras de orden público, es un día de celebración y en Colombia se convirtió en un día de muerte.

Se tuvieron que abrir las comisarias de familia, porque la presión social llevó a que el Estado tomara decisiones para proteger al cónyuge indefenso, porque se incrementó la violencia intrafamiliar. Los golpes, el maltrato físico y la poca moral están a flor de piel. No hay excusa posible para que quienes comparten el hogar se agredan, es una consecuencia nefasta de la cuarentena, aunque sin ella, dentro del hogar se dan más muertes que en otros lugares, por lo que podemos afirmar que la seguridad no está en la propia casa.

La economía será otra, volver a la normalidad costará tiempo y dinero. Seguramente el gobierno está viendo lo que nosotros percibimos desde la primera semana, mantenernos en cuarentena, conllevará al crecimiento de la violencia, robos y hurtos, porque el que tiene hambre y necesidades no aguanta el día a día, es brutal.

¿Las ayudas del gobierno en buena hora se decretan y se espera recibir, pero si llegan a dónde es? Es una pregunta que nos hacemos todos y me da la impresión de que no, que los recursos se quedan en una serie de intermediarios, de instituciones que se crean de la nada y que tiene como único objetivo apropiarse del dinero público.

El presidente Iván Duque, lo ha hecho bien, presencia diaria, comunicación con la ciudadanía, ministros claros y precisos; no tengo sino reconocimiento a ellos.

Los políticos no están presentes. Fuera de criticar y hablar de lo que no saben, no han contribuido a mantener la cohesión ciudadana. Qué triste ejemplo el de estos señores, lamento profundamente que hablen y no sepan de que hablan, es triste observar que con ellos no contamos sino para hablar mal de quienes sí buscan el beneficio ciudadano.

En fin, continuaremos, con el pasar de los días, reflexionando sobre estos temas de interés ciudadano.

domingo, 29 de marzo de 2020

El nuevo contrato social del equilibrio y la solidaridad


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Definitivamente el equilibrio y la solidaridad son la solución. Una sociedad, tan desequilibrada, tan insolidaria, no puede prosperar, ni subsistir, ni sobrevivir, ni soportar, y menos, hacerle frente al sin número de problemas que la aquejan a nivel mundial (pandemias, guerras, desastres naturales, hambre, desempleo, informalidad, drogas, alcohol y todo tipo de adicciones, etcétera).

Debemos partir de la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas, superemos el hambre y la salud, que hoy, con la pandemia, requieren de todos los recursos disponibles; de no poderlo hacer, la guerra por la comida saturará aún más los servicios insuficientes de salud y los muertos, los servicios funerarios.

Estados Unidos y Arabia Saudita, tienen que buscar un arreglo equilibrado, con Rusia y China, y a la inversa, ambos tienen que ceder, no pueden seguir destruyendo las economías y los empleos del mundo, tienen que compartir sus riquezas y ser más solidarios, de no ser así, esto se les va a devolver, ya está declarada la recesión mundial.

El mundo necesita urgente comida, pruebas que detecten con certeza y oportunidad los virus, servicios médicos y hospitalarios para manejar los aislamientos de los infectados, drogas y vacunas para su recuperación y mucha capacitación y elementos (tapabocas, desinfectantes, guantes, etcétera) que permitan comportamientos sociales que impidan el contagio, sin paralizar las actividades productivas de bienes y servicios, que eviten la quiebra, por parálisis, de las grandes, medianas y pequeñas empresas, públicas, privadas y mixtas.

El esfuerzo que tenemos que hacer todos para cambiar las costumbres de saludar, de toser, estornudar y escupir, de lavarnos las manos, de desinfectar y desinfectarnos, de hacer fila, de auto cuidarnos para cuidar a los demás, de respetar para que nos respeten, de ceder el turno, el puesto, la silla, en fin, de comportarnos como nuestro Señor Jesucristo nos enseñó, tiene que ser un compromiso solidario, donde con mucho equilibrio y tranquilidad, nos podamos exigir su cumplimiento, los unos a los otros y los otros a los unos.

Llegó el momento en que no deben existir salarios superiores a los $15.000.000 mensuales, ni en el sector público, ni en el privado; que arranquen con el ejemplo nuestros congresistas, para que en su primera sesión virtual se disminuyan el sueldo y en las grandes y medianas empresas en sus primeras asambleas y juntas virtuales, acuerden la disminución.

Las altas cortes, que siguen creciendo en número de cortes y magistrados, deben sin dilaciones ni disculpas, ajustar sus salarios al máximo permitido de $15.000.000.

Las cámaras de comercio, las entidades gremiales y las cajas de compensación familiar, también quedarían sujetas a este máximo salarial.

Ya nos están dando ejemplo los grandes talentos y clubes deportivos del mundo, donde sus deportistas y ejecutivos, ya se bajaron el sueldo, para garantizar el de los que ganan menos y la supervivencia propia y de sus clubes deportivos de las diferentes especialidades.

Todas las entidades públicas y privadas, que sobrevivan a la crisis y desde este preciso instante deben entrar en austeridad total y absoluta; se deben acabar los carros de representación, los esquemas de seguridad innecesarios, los viajes en primera clase, etcétera, con el dinero de los contribuyentes, de los accionistas y de sus clientes.

Hay que frenar el crecimiento desmesurado del Estado, en sectores no prioritarios, replantear los planes de inversión, de desarrollo, los flujos de caja y por ende los presupuestos.

Increíble que ya están producidos el alcohol, los ventiladores, las máscaras, etcétera, y las autoridades de salud del gobierno, no han sido capaces de priorizar las licencias correspondientes.

Queda demostrado que todas las reuniones se pueden hacer virtualmente y creo que los únicos que ni eso han podido son nuestros congresistas. Queda demostrado que son muchas las actividades que responsablemente se pueden realizar desde los hogares, virtualmente, hasta el estudio virtual.

Queda demostrado que las actividades de las cadenas alimentaria y de salud, entre otras, requieren de mucho personal expuesto en las calles, obligados a costumbres de auto cuidado extremo, para protegerse y proteger a los demás.

Lo anterior exige diferentes regímenes laborales, más justos y adecuados a la satisfacción de las necesidades básicas y al interés general.

Lo mejor, se acabó el espacio para los polarizadores de extrema derecha y extrema izquierda; afortunadamente, están entretenidos en estas vacaciones obligadas y pagadas.

Esperemos que nuestro comportamiento permita que el temporal pase pronto y llegue la calma, con todos los cambios que necesitamos, para que el equilibro y la solidaridad, se impongan.

Pongámonos en las manos de nuestro Señor Jesucristo.