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jueves, 8 de agosto de 2024

Colombia no es Venezuela, pero estamos peor

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Comienzo por consignar mi admiración y respeto por el Dr. Rafael Nieto Loaiza, excelente escritor, patriota insigne y destacado líder político que, por sus condiciones morales e intelectuales, debería haber ocupado desde hace tiempo el solio de Bolívar.

Por todo lo anterior me cuesta estar en desacuerdo con algunos de los conceptos por él expresados en su columna “Colombia no es Venezuela, pero puede serlo”. No obstante, considero que compartir los mismos objetivos de buscar una solución definitiva a la crisis generalizada que afecta al país, nos autoriza para pergeñar algunas opiniones en contra, que puedan contribuir a la obtención de las metas que nos son comunes.

Considera el distinguido amigo que existen en Colombia diferencias que favorecen nuestra estabilidad económica, como las siguientes:

1. Una institucionalidad mucho más fuerte. Imagino que se refiere a instituciones como el Congreso (hoy cooptado por el régimen mediante la desmedida utilización del soborno como medio de presión para obtener las decisiones que interesan al sátrapa; a la Fiscalía General de la Nación, desempeñada por una funcionaria de la más absoluta confianza del Ministro de Defensa y del presidente, que ya ha dado muestras de parcialidad en sus primeras decisiones en favor de la familia presidencial; a la JEP, tribunal de bolsillo de las FARC constituido para otorgar impunidad a los bandoleros y perseguir a sus contradictores y a los miembros de las fuerzas del orden; o a la Corte Suprema, más conocida como “el carrusel de la toga”. Carece de todo valor, en nuestro personal concepto, una institucionalidad que no se encuentre afincada en la reciedumbre de los valores, en su imparcialidad a toda prueba y en el carácter impoluto de sus miembros; lo demás, equivale a un cascarón vacío…

2. Una tradición democrática más vieja y sólida. Se asemeja esta argumentación a la de los entrenadores de fútbol que defienden sus esperanzas de ganar un partido difundiendo las antiguas victorias del equipo, sin tener en cuenta el rendimiento actual, la calidad de su nómina vigente ni la estrategia que se ha adoptado para los últimos encuentros. Tanto la dictadura de Chávez como la de Petro llegaron al poder merced a los errores de las viejas castas políticas, su inclinación por las prácticas corruptas, su apego al poder y su falta de carácter. Si en Venezuela permitieron el golpe chavista, en Bogotá prohijaron el robo del plebiscito, piedra angular de la conquista del poder por la extrema izquierda petrista. Entrega que se consumó en el Gobierno de “transición” que, en nombre de la “centroderecha”, alcahueteó la “toma guerrillera de las ciudades” por el candidato Petro y que, de esa manera, alcanzó las mieles del poder. La solidez de la democracia no se mide en años como el bouquet de los buenos vinos, sino en actitudes enhiestas en defensa de los ideales democráticos.

3. Venezuela ha dependido del petróleo desde principios del siglo XX. Nosotros tenemos una economía mucho más diversificada. Ventaja más retórica que práctica. El pésimo manejo de los hidrocaburos ha arruinado el negocio del petróleo que ahora, en gran parte, está en manos de los grandes acreedores del Estado venezolano; no ha sido en vano la permanente violación de los derechos fundamentales de la población, que ha desencadenado la imposición de restricciones a la comercialización del petróleo en los mercados internacionales; la necesidad de obtener ayudas políticas en los organismos internacionales obligan a menudo al régimen a comprar apoyos a cambio de reparto gratuito de combustibles; la producción y refinación también han sufrido notables disminuciones por el éxodo de ingenieros y la descapitalización del aparato productivo. Escenario nunca visto en tierras venezolanas ha sido el de las largas colas de conductores a la espera de turno para llenar de combustible el tanque de sus vehículos. Por nuestra parte, la política de la camarilla gobernante es liquidar la explotación petrolera, lo que, unido a las medidas que ahuyentan la inversión, colocarán nuestra economía al borde del colapso.

4. Hay que evitar el control del CNE por parte del petrismo y asegurar que la Registraduría haga su tarea de manera eficaz y transparente. Tardía recomendación, ya que, desde la época del santismo la contratación de los servicios para los escrutinios se ha convertido en un monopolio controlado por la camarilla santista. En las últimas elecciones para presidente y Congreso, el sistema quedó aún más ligado a las mayorías petristas mediante la implementación de sistemas que no permitieron auditoría externa, ni corrección de las múltiples irregularidades denunciadas. Ni siquiera fueron aceptadas por las autoridades electorales, totalmente al servicio del Pacto Histórico y del candidato Petro, la petición de repetir los escrutinios en los lugares donde se denunciaron anomalías o practicar el reconteo de los votos.

Hasta se violó flagrantemente la Constitución al dar posesión a un presidente condenado por un delito de carácter doloso, con la excusa de que no se encontró el expediente, pero sí la constancia de que Petro pagó la condena y salió libre por pena cumplida.

Acorralado el pueblo colombiano por este inmundo conchabamiento entre las autoridades electorales y el candidato elegido espuriamente, tramita en la Comisión de Acusaciones de la Cámara un juicio por indignidad en el que se ha aportado la prueba de que los gastos de la campaña superan ampliamente las cifras permitidas por la ley, nueva infracción a la Constitución que el ente acusador se ha negado a tramitar de manera normal. No hay pues, ninguna ventaja por este concepto, entre la situación venezolana y la nuestra.

En cambio, debemos señalar algunas diferencias que sí arrojan un mayor peligro para Colombia en relación con la amenaza de la implantación de un régimen castro-chavista en contra del querer mayoritario de nuestros ciudadanos. Veamos:

1. Somos el segundo productor mundial de cocaína, lo que genera una monstruosa cantidad de efectivo a disposición del régimen petrista y de sus asociados del ELN, las FARC y demás grupos de la guerrilla marxista.

2. Somos el segundo país del mundo en materia de organizaciones delincuenciales, las cuales han venido apoyando a Petro en su campaña, firmaron el Pacto de La Picota y contribuyen a la implementación de los vándalos, grupos ilegales armados y milicias, carne de cañón para la acción callejera y para la sustitución de la acción de las fuerzas del orden.

3. Carecemos de una oposición al régimen, pues mientras parte de los políticos apoyan al partido Pacto Histórico, otros votan los proyectos del Gobierno o legalizan las votaciones completando con su presencia el quórum reglamentario a cambio de jugosos sobornos. Algunos, inclusive, están aportando un barniz de legalidad a los infames proyectos de redacción ilegal de una constitución participando en las espurias reuniones de negociación. La nueva palabra que mimetiza toda esta ominosa tolerancia con el oprobioso régimen es “oposición constructiva”.

La esperanza es lo último que se pierde y, al final de la columna de mi estimado Rafael, encontré un párrafo con el cual me identifico plenamente y me llena de optimismo hacia el futuro. Por eso lo reproduzco íntegramente y espero de corazón que su autor nos acompañe en la campaña que estamos librando para unir a los colombianos en una sola voz que solicite a nuestros militares y fuerzas de policía que emprendan de inmediato su función primordial de defender el orden constitucional, como lo ordena nuestra Carta:

“Finalmente, ningún golpe, o autogolpe, es exitoso y ningún dictador se mantiene en el poder, sin apoyo militar. Nada es más importante que asegurar que las Fuerzas Militares sigan siendo demócratas e institucionales. Que no olviden que, como dice la Carta del 91, su finalidad primordial [es] la defensa del orden constitucional”.

lunes, 31 de mayo de 2021

No más, paren ya

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Pensé no escribir esta semana ningún artículo, por cuanto considero que existen exceso de palabras y diagnósticos sobre lo que pasa en Colombia, escritas desde la izquierda, la derecha, el centro, en fin, desde todos aquellos grupos políticos que representan a un país polarizado, que destruye lo bueno para generar el caos y convertir a Colombia en un país socialista, empobrecido y rabioso. Está perdido de la realidad, sumado en protestas vandálicas, sin sentido, realizadas por personas pagadas que no saben qué representan, ni el daño que hacen y sus consecuencias.

Sin embargo, considero que no hablar es claudicar ante el desorden y el caos, por lo que debo, por el contrario, continuar alzando mi voz y lo mismo deben hacer muchos colombianos que desean la disciplina, el orden, y el crecimiento social para poder cubrir las necesidades de los más necesitados, lo cual no es demagogia, es la realidad. Si no hay empleo, habrá pobreza y violencia.

Comparto con quienes creen que Petro es el dirigente general de este paro, que incita en trinos a continuar las marchas y el paro general, a mantener el país paralizado para derrotar la oligarquía y quien, acompañado de su secuaz y locuaz Gustavo Bolívar, mantienen engañados a muchos grupos sociales, metiéndoles en la mente que con este paro continuado se tumbará el gobierno y ellos asumirán el poder. Nada más mentiroso, Petro nunca asumirá la presidencia de Colombia, porque ya se destapó lo que ya sabíamos que él quiere, la oscuridad para nuestro país, golpearlo, arruinarlo para el gobernar y convertirlo en un desastre social. Allí, en la impunidad, hacer lo que el odio lo ha movido desde su época de guerrillero, acabar con el empresariado, eliminar pensiones de jubilados, colapsar aún más el sistema de salud para luego anunciarse como el salvador y trasformador de Colombia.

Reitero que ya es hora de terminar el paro, por las buenas o utilizando las herramientas que el ordenamiento jurídico permiten, la fuerza pública, defendiendo la institucionalidad y la democracia. Nos asustamos porque los indígenas pagados, borrachos y enceguecidos por la droga intentan bloquear la ciudad de Cali, nos aterrorizamos porque los vándalos se aprovechan de las manifestaciones pacíficas a lo largo y ancho del país para generar pánico social, nos asustamos porque los estudiantes, a pesar de los beneficios que se les otorgaron, no quieren reiniciar clases, nos asustamos porque los que limpian carros en los semáforos se desaparecen a la hora de la turba y regresan luego a seguir pidiendo después de haber recibido dinero por generar caos, nos asustamos porque en ciudades como Medellín, se acaba con el sector comercial, con los bancos, con entidades como el Jardín Botánico, las estaciones del metro y se impide el trabajo honesto.

Eso es lo que quieren y eso no se puede aceptar en un país democrático donde la obligación constitucional es la de proteger la vida, honra y bienes de los habitantes. Por ello el presidente debe continuar actuando con firmeza, sin ceder ante los bandidos, protegiendo a los buenos que son los que trabajan día y noche sin descanso y que, para alimentar a su familia, no roban, no incendian, no ultrajan, por el contrario, luchan sin desfallecer por sí mismos, el país y su futuro. Ellos y nosotros somos más, no nos dé miedo, reaccionemos ante el vandalismo, exijamos que quien dañe un bien ajeno, así sean extranjeros que llevados por el dinero acaban con todo, lo paguen con trabajo o con sus bienes, o si son menores, sean los padres los responsables de semejante atropello contra el país. No nos dejemos, somos más y mejores.

No puedo dejar de expresar mi enojo porque los que defienden a los ciudadanos, los policías de Colombia, son lo que salen en los noticieros, en la prensa, como si fueran los responsables de los desmanes, y eso no es así. Están en el ojo del huracán y podemos ver con estupor como la turba enloquecida, llena de odio, se aprovecha cuando tiene a uno de ellos acorralado y le dan patadas, con rabia, enceguecidos, y el policía, sin defensa, recibe en su cuerpo los golpes más cruentos e inhumanos y son, además, quemados por bombas incendiarias. Hoy llegan a casi mil heridos y nadie lo que están sufriendo ni cómo la están pasando sus familias.

Solo reciben investigaciones por sus excesos, pero yo me pregunto cuáles excesos cuando los atacados son ellos. No es la fuerza pública la que está enervada y enloquecida, es la turba, incitada por… ya sabemos quiénes, que desahogan sus angustias, rabias y propios sufrimientos, en los hombres que nos cuidan y protegen.

Por último, les digo que no sé quiénes son los del denominado grupo promotor del paro y quién los designó para negociar con el gobierno, a quién representan. Que nos digan, porque no sabemos, con excepción de los mismos de siempre, es decir, de Fecode y sindicatos, quienes son y que hacen los otros, porque es increíble que un grupo de desconocidos, sin trayectoria económica, empresarial o social se endilguen el derecho de hablar por nosotros. O qué aporte le han hecho al país para convertirse en dirigentes de un paro que ponga en jaque a Colombia. Seamos serios y exijamos trasparencia, conozcamos por qué están allí.

No más, paren ya.

lunes, 5 de octubre de 2020

#Por mi empresa

Antonio Montoya H.

Por Antonio Montoya H.

Algo está ocurriendo en Colombia, y específicamente en Medellín, Antioquia, ya que la ciudadanía se está preocupando por el rumbo que se le quiere dar a nuestro sistema democrático, en el que la institucionalidad no está funcionando, los jueces y las cortes se apoderan del legislativo, revocan los decretos del ejecutivo, no se respeta la tradición jurídica, ni la jurisprudencia, y creen que, bajo otro sistema de gobierno, habrá más empleo y desarrollo. En esto se equivocan de cabo a rabo, porque realmente son los ciudadanos los que crean empleo a través de empresas constituidas legalmente o con negocios personales, el Estado lo que hace es regular la iniciativa privada e incentivar la creatividad y la productividad.

Si desconocemos los avances, mejoras y ordenamiento jurídico, el camino de deterioro de nuestro país será igual al de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Argentina, donde no hay sino pobreza y destrucción del conglomerado social.

Por ello, y en hora buena, se presenta una iniciativa promovida por Libertank y #Por mi empresa, con un claro objetivo de mostrar, de hacer visible la importancia de las empresas privadas en la generación de bienestar de los colombianos, mostrar con la expresión de los trabajadores lo que se hace al interior de cada una de ellas en la parte motivacional, de beneficios sociales, sentido de pertenencia, orgullo por su empresa y por encima de cualquier cosa, la generación de empleo como única forma de demostrar que en Colombia las empresas privadas son necesarias para el éxito de la sociedad, sean estas de cualquier lugar del territorio.

En el Pensamiento al Aire, como sociedad, nos unimos al #Por mi empresa y estaremos el miércoles mostrando a Colombia que apoyamos la iniciativa y creemos en ella.

En Antioquia empresarios de más de 800 empresas y en otras ciudades, invitan a que el miércoles 7 de octubre, a las 9 a.m., día simbólico, salgamos a la puerta de cada empresa y cada sede para mostrar con pancartas, vallas la gran solidaridad de los empresarios y trabajadores colombianos.

No quiero desconocer a ninguno de los empresarios colombianos que están trabajando y promoviendo esta idea, que son muchos, líderes de todo tipo que unieron intereses y se empeñaron en este trabajo de mostrar el bienestar, progreso y desarrollo del país a través de la empresa privada.

Debemos apoyarla todos, digno de elogio el trabajo de estos dirigentes, que motivan, crean empresa, y con la ayuda de los trabajadores mejoran los sistemas productivos, disfrutan el éxito y sufren en las dificultades.

Uno de los objetivos es mostrar que “somos más los que queremos proteger las empresas en Colombia”.

He visto muchos comentarios de trabajadores que seguramente saldrán el día miércoles a la puerta, que agradecen todo lo que se han podido desarrollar al interior de la empresa, como su familia y ellos mismos han crecido en bienestar, y valoran el trabajo, conocen la solidaridad y respetan al compañero, y tienen confianza en el futuro y eso no se puede dejar a un lado. La iniciativa privada, el valor de una idea, la creación material o intelectual merecen apoyo, respeto y garantía, y eso se pretende al visualizar las empresas que son muchas, es inmenso el trabajo y oportunidades que generan.

Esto no es de oportunidad, es un momento crucial para mantener viva la marcha y crecimiento del país.

Por todo esto acompañemos el miércoles esta idea #Por mi empresa. Invito a que nos manifestemos todos, aunque sea solitos, parados en la puerta de la oficina, almacén, o lugar de trabajo. Los empleados de las empresas saldrán pacíficamente a la puerta de su propia empresa para ser parte de este bello acto simbólico de unidad.

viernes, 17 de enero de 2020

Manzanas podridas

José Leonardo Rincón,S.J.*

De pequeño, a los adultos les oía decir que las buenas manzanas las dañaban las podridas. Aludían, por supuesto, a la convivencia humana y buscaban prevenirlo a uno respecto de las malas amistades, es decir, aquellos coetáneos  o personas mayores que uno, con notable ascendiente, pero que pudieran ser de negativo influjo. 

No era cuento. Efectivamente, en el colegio o en el barrio, no faltaban los “amiguitos” que eran auténticas “caspas”, esto es, perezosos, vagos, que se habían volado de la casa por desobedientes con sus padres, tramposos en los exámenes, viciosos que invitaban a sus fumatas, ladronzuelos de dineros en sus casas o de pequeñas cosas en la tienda del barrio, inductores sexuales que a su corta edad no solo tenían acceso a revistas pornográficas sino que también ya visitaban prostibulos... Estos jóvenes personajes, carentes de hogar y de afecto, rebeldes con toda clase de autoridad, eran insoportables e inmanejables y así, sin lugar a equívocos, se fueron convirtiendo en malandros y delincuentes. Creo que muchos, si no lo hemos vivido de cerca, ciertamente lo sabemos de otros.  Recuerdo en una comuna de Medellin, donde trabajé siendo novicio, el caso de una familia donde los muchachos ya delinquían de pequeños, luego formaron su “banda” que años después ganó reconocimiento en el mundo del crimen.

Quizás haya historias menos dramáticas que no necesariamente ocurren en sectores populares o de clase media. Como dice el comercial: pasa en las películas, pasa en la vida real, pasa en las mejores familias. En todas partes hay “hijos calaveras”, “ovejas negras”, “manzanas podridas”. Si por allá faltaba afecto y presencia de los padres, por acuyá sobraba en los tales “hijos de papi”, exceso de consentimiento, alcahueteria y falta de exigencia y disciplina.  En ambas situaciones falló la familia y muy probablemente la escuela no pudo compensar sus carencias. De la sociedad, menos podría esperarse.

De manera que cuando ya entrados en años, vemos lo que vemos, no deberíamos sorprendernos. Estamos cosechando de lo que hemos venido sembrando y cultivando. Todos esos fenómenos sociales que nos escandalizan y duelen son producto de una sociedad fallida, de un tejido social deshecho, de una “cultura” del atajo, de la trampa, de la mentira y la mediocridad, donde los “vivos” y avispados son los que mandan la parada, son reconocidos y exaltados y están al frente de esa corrupción generalizada que se ha instalado ya como paisaje en nuestro país.

Con la salida del General Comandante del Ejército, se puso en evidencia una red de malas prácticas, comportamientos que de tiempo atrás, por otras acciones (falsos positivos, chuzadas ilegales, etc.), también venían siendo cuestionados. No es del talante militar obrar así. El honor radica en la férrea rectitud, de modo que mancillarlo es atentar contra un valor esencial de la carrera. Algo similar podría decirse de la Policía donde el Dios y Patria, debería marcar la pauta pero donde no faltan redes corruptas de diverso orden que afectan la institucionalidad. 

Pasa en todas las instituciones y todas las ramas del poder público. Pasa también en las organizaciones privadas que antes se preciaban de impolutas. Pasa en la Iglesia Católica con todos esos escándalos propiciados por sus jerarcas y clero que la han herido gravemente y también en otras iglesias convertidas en lucrativos negocios. Pasa en el mundo del deporte, la cultura y el espectáculo. En todas partes “se cuecen habas”, nadie está exento, muchos tenemos “el rabo de paja”. 

Las manzanas podridas están ahí y amenazan el frutero entero.  Podar, sanear a tiempo, es tarea larga y dispendiosa. Por eso me preocupa tanto que se destruya la familia como célula fundamental del tejido social pues es en la cuna donde se aprenden los principios y valores. Por eso me preocupa que en el mundo de la educación, por encima de la formación humana integral, primen otros intereses, quizás válidos, pero no esenciales. Y para no alargarme más, la pregunta de Perogrullo: “¿Quién le pone el cascabel al gato?”.

lunes, 27 de mayo de 2019

Editorial


Por El Pensamiento al Aire*

El Pensamiento al Aire
Los columnistas de El Pensamiento al Aire son el padre jesuita José Leonardo Rincón, el coronel John Marulanda, el administrador de empresas José Alvear Sanín, el ingeniero Pedro Juan González, los abogados Andrés de Bedout, Julio González Villa, Antonio Montoya Hoyos, y los que eventualmente nos acompañan. Semanalmente escribimos sobre diferentes tópicos del acontecer nacional e internacional y hemos considerado, después de efectuar consultas internas, en que frente a la actual situación que vive Colombia, de crisis institucional, social, de convivencia, debemos expresar nuestra  opinión unánime en aspectos en los cuales coincidimos plenamente, que deben ser conocidos por la opinión pública y nuestros lectores asiduos, no solo en Colombia sino en 17 países en los que tenemos registro diario de las lecturas que se efectúan del blog.

Reiteramos que creemos en la democracia, como la mejor forma de gobernar a Colombia, en la que respetamos la diferencia de pensamiento, de credo, raza o condición, y que con base en ello fundamentamos nuestro diario accionar partiendo del respeto, la tolerancia, la dignificación del ser humano y la reiteración de los principios y valores que deben cumplirse en un país para que este sea regido por los mejores y serios representantes de los ciudadanos, procurando por todos los medios  el bien común y el respeto por los dineros públicos.

Como demócratas, con ideologías y formas de ver diferentes el desarrollo del país, tenemos bases comunes que rigen nuestro accionar. Buscamos participar en la construcción de un país en el que la libertad de pensamiento, la propiedad privada, la libertad de culto y el discernimiento, sean la base fundamental de nuestra sociedad, por ello luchamos y apoyamos a los partidos y al gobierno que entiende y cree que es necesario un gran acuerdo sobre lo fundamental, como lo pedía el doctor Álvaro Gómez Hurtado, por la igualdad, como lo  requería Jorge Eliécer Gaitán, por los postulados de amar y servir de Ignacio de Loyola, y en fin, en las formas justas y adecuadas de buscar una mejor calidad de vida del pueblo colombiano.

Creemos que no es época de echar atrás el acuerdo de paz, que tenemos grandes y serios problemas jurídicos en la rama judicial en todos los aspectos, y que igual ocurre en el Congreso de la República y en el ejecutivo. También en que están proliferando bandas de todos los tipos, de delincuencia común, la extorsión, el robo, en todas las regiones del país, que el Sur del país está otra vez en manos de los bandidos del ELN y disidentes de las FARC, y que por todo ello, es necesario cerrar frentes en favor del acuerdo nacional. Debemos dejar a un lado los intereses partidistas y enfocar el asunto en ponernos de acuerdo en cómo salimos del atolladero.

Nosotros estamos dispuestos a acompañar al gobierno no solo con ideas que expresamos en la columna, sino en lo que a bien quieran invitarnos. Nos ofrecemos de corazón y pensamiento para que posteriormente no nos quede remordimiento alguno, porque somos ciudadanos colombianos que no queremos ver destruida nuestra institucionalidad y forma de gobierno, y pensamos además en las generaciones futuras.