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miércoles, 24 de mayo de 2023

Entrevista con Martín Emilio Cardona

Antonio Montoya H.
En la entrevista de la semana de El Pensamiento al Aire hablamos con el doctor Martín Emilio Cardona, el hombre que sacó del Senado a Roy Barreras, también tumbó la elección de Ángela María Robledo en la Cámara y de Álex Flórez en el Concejo de Medellín. Aquí nos habla sobre estos procesos y de su ejercicio profesional. No dejes de verlo.

Es antioqueño, abogado y especialista en derecho administrativo de la Universidad de Medellín. Profesionalmente se desempeñó como concejal de su municipio natal, Cisneros, diputado del departamento de Antioquia por el Partido Conservador en el 2000, y conjuez del Tribunal Administrativo de Antioquia.

lunes, 6 de febrero de 2023

Salud, pensiones y corrupción

En su editorial de la semana, para El Pensamiento al Aire, el doctor Antonio Montoya H. habla sobre la reforma a la salud, la reforma pensional, las víctimas que no han logrado obtener la verdad, justicia y reparación, las amenazas del narcotráfico a la familia del presidente del Congreso, Roy Barreras y el flagelo de la corrupción. No dejes de verlo.


miércoles, 15 de junio de 2022

Ni calumniables ni elogiables

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

Si el 19 de junio gana Petro por un puñado de votos, o si le añaden unos cuantos en la Registraduría para hacerlo presidente, Colombia cambiaría de clase dominante.

La actual está formada por empresarios, profesionales independientes, agricultores y comerciantes. A mí no me parece que esa enumeración constituya algo inconveniente, o que esas personas deban avergonzarse de su posición social y económica, porque en su inmensa mayoría son ciudadanos trabajadores y honestos, que aman sus familias, respetan las leyes y pagan impuestos. En cambio, está lista ya “una nueva clase” para reemplazarlos, encabezada por políticos con abundante prontuario, capos de la droga, guerrilleros y terroristas, y por un amplio, espeluznante lumpen intelectual. Nos dicen que el cambio es ahora... ¿Valdrá la pena?

Desde hace varios años se viene “destruyendo” la actual clase dominante. No hay calumnia que no se emplee para demeritarlos, arrinconarlos, avergonzarlos y denostarlos. No me voy a referir especialmente al presidente Uribe, víctima durante los últimos doce de diaria contumelia en forma de oprobio, injuria y ofensa, hasta convertirlo, en la imaginación de buena parte de la opinión, en monstruo innombrable.

Sin embargo, el expresidente no es la única víctima de esa campaña, porque los secuestradores y violadores del Secretariado denigran de los militares; los docentes, de los empresarios y agricultores; los vagos, de los que han estudiado; y los alcaldes mamertos destruyen las empresas e instituciones públicas para instalar en ellas a sus impreparados y rapaces nepotes.

En resumen: si, como desde Voltaire hasta Goebbels, la disociación avanza convirtiendo pequeñas mentiras repetidas mil veces, en grandes “verdades”, en Colombia todo se hace creíble, hasta llegar al hecho aterrador de que hasta un 48% y más de los encuestados están dispuestos a votar por un terrorista castro-chavista, filmado incluso con bolsas llenas de inexplicables billetes, que goza de permanente absolución mediática.

Pasando revista a los últimos años se observa que la calumnia es el arma política fundamental de una izquierda revolucionaria que avanza continuamente. Impera una ley del embudo, donde esta nueva clase política, agresiva y ascendente, monopoliza la calumnia contra los demás, que deben observar prudente silencio cuando se los difama, porque tanto una judicatura mamerta como una prensa sesgada, fallan siempre a favor de los nuevos catones, que disponen de bien entrenados difamadores profesionales y de centenares de abyectas “bodegas” que saturan al país de un asfixiante ambiente mendaz.

Estos energúmenos están por encima de toda preocupación, y además, saben recurrir a las leyes que han consagrado unos dizque “delitos de odio”, que en la práctica impiden la libre expresión de las gentes.

Vale la pena recordar quiénes son los principales partidarios de Petro y Francia, dos figuras lombrosianas que gozan de amplísimos y costosos medios.

Los primates de la nueva clase petrista forman un abigarrado grupo no calumniable, porque lo que se dice de ellos resulta cierto; ni tampoco elogiables, porque nadie recuerda nada bueno de ellos. El primer nivel está formado por el Secretariado de las FARC, una serie de congresistas que no pueden ser difamados, como tampoco pueden Juan Manuel Santos y la caterva de sus ministros hacer olvidar cómo se robaron un plebiscito, ni los entregadores de La Habana pueden ser más despreciables.

Nadie ha sido jamás capaz de decir que Roy Barreras fuera un buen médico, que Armando Benedetti haya sobresalido profesionalmente, que Piedad Córdoba sea honesta, o que Judas Francisco de Roux y Monseñor Monsalve sean sacerdotes virtuosos; ni Gustavo Bolívar, buen escritor; ni pinturita, alcalde íntegro; Claudia López, cuerda, o Hollman Morris buen esposo y padre.

Cuando repaso la lista de la nueva clase al acecho, recuerdo al ciudadano que ofrecía un millón de pesos a quien hablara bien durante un minuto de un manzanillo antioqueño, porque ¡nadie podía elogiar a ese político por más de diez segundos!

La situación de la ascendente clase comunista es aún peor: ninguno alcanzaría siquiera cinco segundos de elogio... y ¡si el país se equivoca nos pueden gobernar por setenta años!

lunes, 13 de junio de 2022

Votemos en contra de las bandas criminales

La campaña sucia impulsada por el Pacto Histórico, la búsqueda del poder en la que todo vale es lo que califica el doctor Antonio Montoya H., en su nuevo editorial para El Pensamiento al Aire, como una banda delincuencial a la que no debe permitírsele hacer política y muchos menos alcanzar la presidencia del país. Escúchelo.


domingo, 20 de febrero de 2022

Salto al vacío

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Se da cuando no hay esperanza, después de estudiar alternativas, de buscar luces en el futuro, de haber sentido en el interior el fuego del desasosiego, el miedo, el dolor de los acontecimientos que lo han rodeado en la vida, la angustia. Al final el salto es la solución, no hay otra, es el final de todo, es la única forma de que la mente descanse y el cuerpo se relaje, ya no es posible cambiar el futuro, ni arreglar el pasado, es pues un salto sin retorno.

En esta disyuntiva estamos los colombianos, por un lado somos muchos los que creemos y pensamos que es posible, viable enderezar el presente y el futuro, que para superar las dificultades del pasado debemos encontrar las formas posibles, que las hay, para no continuar en ese despeñadero de la violencia, muerte, destrucción, corrupción, desconfianza ciudadana, indisciplina social y desorden, que han conllevado a que la democracia esté en jaque, esa posición del ajedrez que indica que el rey está riesgo y es así donde todo puede suceder: o se salva con una hábil jugada o queda en mate.

Pero, antes de perder la partida y considerando que estamos en riesgo, quiero de corazón y con la razón invitar a los ciudadanos colombianos que día a día dan todo por su familia, por el trabajo, por construir una buena forma de vida a que entiendan que el juego de la democracia es ahora o nunca, si se pierde perderemos todo lo que se ha construido en décadas y no se recuperara sino en 20, 30 o más años, cuando todo sea complicado y casi imposible de recuperarlo, cuando ya no quede nada de esta forma de vivir, porque estaremos en la pobreza absoluta, sin norte, ni brújula que nos permita tener un buen panorama, no existirán empresas, los capitales se irán lejos y aquí no existirá sino la oscuridad, el miedo, el terror y el acabose. Pellizquémonos, defendamos nuestro sistema que es bueno y aunque tiene problemas juntos las superaremos.

Invito a que pensemos en familia, con los amigos, en el trabajo, que los principios en los que se sustenta la democracia están en vilo, la libertad, la propiedad privada, la libre empresa, la libre determinación, el respeto por las instituciones, inclusive hasta las mismas amistades porque ellos se encargan de crear desunión y desconfianza entre nosotros mismos.

No se puede olvidar que la izquierda nunca puede mostrar resultados positivos, la economía es un fracaso, el apoyo social inexistente, el agro se pierde, las empresas desaparecen a una velocidad increíble ya sea por causa de las expropiaciones, o del mal manejo que le dan a las que adquieren, el deterioro de las familias se acrecienta, se alejan algunos, otros se odian por causa de la política, en fin. Ustedes tienen que recordar, leer sobre esos sucesos, entender que lo que ocurrió en Rusia después de la abdicación del zar Nicolás II, fue un desastre y generó desde ese mismo día la entrada del comunismo a esa región, y luego Stalin quien en el poder asesinó a más de 50 millones de rusos. Así reinó en esos largos años la pobreza y el desabastecimiento en el que vivió Rusia hasta que se tumbó el muro de Berlín, símbolo de la libertad. Pueden observar que fueron varias generaciones las que sufrieron el oprobio, la persecución y la muerte, sin posibilidades de defenderse.

Textualmente copio la frase recogida en una grabación de archivo de la BBC que dice así: “la revolución rusa llegó como un ladrón en medio de la noche. Sabíamos que iba a llegar, pero no teníamos idea cuándo. Y de pronto ya estaba ahí”.

En Colombia sí sabemos que ya están trabajando en la revolución, esperan simplemente el resultado de las elecciones, para ver si por las buenas o por las malas se toman el poder. Espero que no sea por la buenas y que por las malas sea imposible, porque estaremos los ciudadanos en pie de lucha para defender lo que no fuimos capaces de hacer cuando la primera línea intentó causar el caos y actuar como se actúa en las revueltas, con destrucción, terror y causando miedo.

Los comunistas liderados en El Pacto Histórico, por Petro, Bolívar, Roy Barreras y otros más no pueden ganar, nunca han tenido una buena idea, no construyen empresas, ni han generado un solo empleo, atacan el Estado y viven de él.

Basta ya. ciudadanos colombianos los invito a escoger con serenidad, apoyando a la democracia y sin miedo de ejercer el derecho al voto. Hoy o nunca.