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lunes, 29 de mayo de 2023

El amor de este Gobierno por el dinero en fajos de efectivo

Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Se han vuelto costumbre en este Gobierno las historias de fajos de dinero en efectivo, se inician con las bolsas negras con el efectivo de Petro en las campañas, pasando por la maleta de efectivo olvidada por el presidente del Senado, de la Colombia Humana, en un hotel de Bogotá, las maletadas de efectivo del hijo de Petro, denunciadas por su excompañera sentimental, llegando al maletín de efectivo, que según Semana, se le embolató a la jefe de gabinete de Petro.

El manejo de dinero en efectivo, en grandes cantidades, genera muchísimas suspicacias y la primera de ellas corresponde a la clara intención de ocultar su origen, a no dejar ninguna huella que permita una trazabilidad que determine de dónde salió ese dinero en efectivo, y por tratarse de inmensas sumas, se termina convirtiendo en un problema su cuidado y manejo. Es ahí, donde se comienza a saber sobre su existencia.

En efectivo se pagan las extorsiones, los chantajes, los secuestros, los negocios de drogas ilícitas, el contrabando, las coimas o sobornos a funcionarios públicos y privados, campañas políticas para evadir topes, y las diferentes transacciones orientadas a evitar impuestos, etc.

Y tiene que ser en efectivo, para poder ocultar el origen, y tiene que ser en bolsas, maletas o maletines, por el espacio físico que ocupa, que será mayor, en la medida de la cantidad de billetes de que se esté hablando.

Mientras el mundo avanza en la bancarización y en la virtualidad, donde, en muchos países del mundo, el efectivo ya ni lo reciben, donde solo aceptan pagos con tarjetas de débito, de crédito, transferencias, pago con código QR, Nequi, billetera virtual, etcétera. Esto se da a no ser que se quiera esconder el pago, para evitar los impuestos que implica el paso por el sistema bancario, donde se deja una huella clara de trazabilidad que permite establecer el origen de la transacción de ese dinero y por supuesto, al pago de las obligaciones tributarias, para no defraudar al fisco nacional. El sistema evita el lavado de dinero, además de la seguridad de no tener que andar exponiéndose con grandes cantidades en bolsas, maletas y maletines, llamando la atención y despertando malos pensamientos e intenciones de las personas cercanas que ven una oportunidad de enriquecimiento en esos dineros en efectivo, en grandes cantidades, de orígenes sospechosos y cuya pérdida no se puede denunciar por las consecuencias que se podrían generar para su propietario o tenedor, al momento de tener que aclarar su origen.

Punto aparte. Olvidé mencionar los viáticos, en el artículo anterior, sobre los turistas más costosos que tenemos los colombianos, dentro de los miles de millones del presupuesto nacional gastados en esos viajes. Para resumir, mientras viajan al interior y exterior del país, también generan viáticos y duro, más ahora cuando recién se incrementaron los sueldos del presidente y vicepresidenta de Colombia y de los altos funcionarios estatales. Lo digo, porque, parece que el efectivo de la jefe de gabinete de Petro, los treinta o los ciento cincuenta millones, provienen de viáticos, de los múltiples y permanentes viajes nacionales e internacionales con el presidente.

No sabía que la tesorería general de la nación esté pagando los viáticos en efectivo, lo normal sería que lo hiciera a través de transferencias bancarias, para dejar la huella de trazabilidad de origen y de obligaciones fiscales.

Creo que el Gobierno nacional debe salir rápido a aclarar todos estos temas. Que el Espíritu Santo los ilumine y les dé la fortaleza para hacerlo.

viernes, 14 de octubre de 2022

Complot antieclesial

José Leonardo Rincón Contreras
José Leonardo Rincón, S. J.*

Aprobada en primera vuelta por el Congreso, la propuesta de poner a pagar impuestos a las iglesias no ha faltado quien considere que tan impactante iniciativa obedece a un orquestado complot global antieclesial. Y si el asunto se suma a noticias de intento de quemas de templos, escándalos de curas pederastas, entre otras muchas, el panorama pareciera ser realmente alarmante. No comparto tal apreciación y más bien quisiera que miráramos con sentido crítico el tema. Vamos por partes.

Que se pague impuestos no me parece ninguna novedad. De hecho, ya pagamos impuestos y en una cifra bastante considerable debido al predial, IVA, ICA, al consumo, etc. Lo que se pide pagar ahora es el impuesto a la renta del cual se estaba exento como beneficio tributario aquí en Colombia. Es verdad que se incrementarán los pagos buscando cobrar lo que ya todo el mundo paga. El rasero debe ser el mismo para todos, pues al fin y al cabo somos ciudadanos y debemos contribuir al sostenimiento de lo público. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, afirma Jesús en su Evangelio. Y la autora del proyecto dice: si se comportan como empresas, deben pagar como empresas. Tiene razón. Negocios son negocios y distan bastante de la labor estrictamente evangelizadora propia del core misional. Por eso se contempla que las labores de orden sacramental, educativo y de beneficencia, no deben tasarse. Me parece justo, pues son esencialmente servicios que, si bien no tienen ánimo de lucro, tampoco tendrían por qué suscitar pérdidas. No me angustia pagar impuestos, lo que me preocupa es que se roben esa plata. Eso es otra cosa.

Como Iglesia se nos cuestiona fuertemente porque predicamos y no aplicamos. Hemos sido los adalides de la moral sexual y se han puesto en escandalosa evidencia los abusos a menores y personas vulnerables. No es una política institucional, ni es cierto que la Iglesia sea una escuela de pederastas, pero es verdad que aterra el número de casos. A un cura se le ha perdonado que humanamente se enamore de una mujer o que pueda ser homosexual, pero no que abuse de menores y mucho menos que juzgue sin misericordia a otros cuando tiene el rabo de paja. Estos vergonzosos acontecimientos nos tienen en la picota pública y le han hecho un daño irreparable a la Iglesia pues han alejado a muchos de la fe. No ha sido complot, ha sido harakiri.

Estamos en un cambio epocal es la verdad. Nuestra sociedad ya no es teocéntrica y la Iglesia tampoco tiene ya la última palabra. La posmodernidad nos atropella sin habernos dado tiempo para vivir y asimilar la modernidad. Los paradigmas han cambiado y eso no debería angustiarnos sino más bien ponernos a pensar para sacar provecho. Hay retos nuevos que vale la pena afrontar. Llorar añorando el pasado, lamentarse por no estar apoltronados en la cómoda zona de confort, dolerse porque ya no somos el referente eje central, nos paraliza y resulta inútil.

Así el panorama, hay que poner las cosas en su justo lugar. Puede ser que haya detractores y críticos, los tenemos, es más, los necesitamos. Y si los tenemos en número creciente no es porque haya habido una confabulación global, sino porque hemos dado ocasión para ello. Y lo que estamos viviendo me parece saludable porque nos purifica y ayuda a centrarnos en lo esencial-fundamental. No hay mal que por bien no venga, ademas que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia. Es hora, entonces, de ordenar la casa.

sábado, 1 de febrero de 2020

Ojo con el sector productivo


Ojo con el sector productivo

Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout JaramilloLas empresas grandes, medianas y pequeñas, productoras de bienes y servicios, las de los sectores del agro, la industria y del comercio, están en un proceso de desaceleración.

Este proceso trae un desánimo que está siendo alimentado por un hostigamiento que las entidades públicas de los gobiernos locales, regionales y nacionales vienen ejerciendo sobre los sectores formales de la economía nacional, quienes están ahogando a las Pymes.

La tortura que las autoridades ambientales, de salud, de impuestos municipales y nacionales, del trabajo, de industria y comercio, etcétera, aunque los gobernantes no lo quieran ver así, están destruyendo empleos a gran velocidad, destruyendo iniciativas, destruyendo confianza y lo peor, encontrando en el Estado, el peor de los enemigos, cuando debería ser el socio ayudador, orientador, colaborador, pero, como socio natural de todas las empresas del sector formal, es el que siempre se lleva la mejor parte de los producidos sin poner un solo peso.

El cúmulo de obligaciones que le han montado a los empresarios formales, están haciendo que gran parte de su tiempo y sus recursos, se tengan que destinar a atender los requerimientos estatales, ejercidos en su mayoría por contratistas que, para asegurar su continuidad, actúan como inquisidores, aprovechando la circunstancia de la autosostenibilidad de ese sinnúmero de entidades burocráticas que desde el congreso se han venido creando.

Los empresarios formales están dedicando más tiempo y recursos en la atención al Estado inquisidor, que en el desarrollo del objeto social de sus compañías.

Desafortunadamente la ley de crecimiento económico o reforma tributaria salió con pañitos de agua tibia, llena de vacíos e imprecisiones, que ya los tributaristas están detectando y que la DIAN y demás autoridades tendrán que tratar de aclarar o enredar más, en su aplicación.

Esta ley protege la creación de nuevas empresas, pero le faltó mucho en medidas para la supervivencia de viejas empresas.

El grado de desconexión entre los sectores público y privado es preocupante, solo los muy grandes que pueden mantener grupos de lobistas, gestionando en el Estado, se benefician de este.

Para las Pymes es físicamente imposible tener la cantidad de especialistas que las leyes están exigiendo en las diferentes materias. Se necesita una orden del presidente, de los gobernadores, de los alcaldes a todos sus subalternos, para que se pongan en sintonía y ayuden al sector formal, que lo orienten en el cumplimiento de esa cantidad de requisitos establecidos por leyes, decretos, resoluciones, acuerdos, ordenanzas, directrices, conceptos, etcétera que día y noche expiden, para poder multar, torturar y frenar al sector formal de la economía.

Está bien que, de cuenta del sector formal, estén tratando de formalizar a los informales, pero está muy mal que estén abusando, torturando, exprimiendo y ahogando a los formales, sin darse cuenta de la brutalidad que están cometiendo.

Está bien que nos vigilen y nos controlen a todos, formales e informales, pero a los formales se les mide con una vara muy diferente y más cuando el fin buscado es el de formalizar toda la economía.

El sector informal que contribuye con el 50% de los empleos en Colombia, está creciendo, es una manifestación de rebeldía a la actitud dilapidadora del Estado y sus funcionarios, a quienes los recursos que por todos los medios le quitan al sector productivo formal, no les alcanzan.

Las autoridades de vigilancia y control, establecidas para vigilar y controlar al sector formal de la economía, están desmedidas en su actuar ahogando aún más al sector productivo formal. Sus nóminas paralelas de contratistas montan procesos que les garantice su supervivencia, cobrando multas impagables que desaniman y atrasan el desarrollo del sector formal de la economía.

Mejor dicho, el Estado en todas sus manifestaciones (nacional, departamental y municipal) a través de sus tres ramas (legislativo, ejecutivo y judicial) se ha convertido en el principal enemigo del sector formal de la economía.

Qué contrasentido, los pájaros tirándoles a las escopetas.

Señor, ilumina a nuestros gobernantes para que se conecten con la realidad y protejan al sector formal de la economía colombiana.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Cínicos

José Leonardo Rincón,S.J.

José Leonardo Rincón Contreras
Consultado el Dr. Google para corroborar la noción que de la palabra tenía, me encontré en designificados.com: “Cínico es un término, que deriva de la palabra griega kynós, que significa perro. El concepto cínico es un adjetivo que se le atribuye a una persona que miente, realiza actos con descaro o sin ocultar ni sentir vergüenza. También se aplica a personas que actúan con falsedad en sus acciones o dichos.”  

Perfecto. Ese es el adjetivo que en este convulsionado país se merecen unos cuantos, desde hace mucho rato, pues hablan y se comportan con un descaro inimaginablemente proverbial. Se podrían escribir varios tomos, dada la recurrente y desvergonzada práctica, pero me voy a fijar sólo en algunos como:

  • El presidente aquel que inspirara tantos chistes, pero que buscando gobernar con los más capaces y honestos en realidad dijo, frente al fenómeno de la corrupción, que habría “que llevarla a sus justas proporciones”.
  • El otro presidente que en pleno apogeo del paro nacional exclamó: “ese tal paro no existe”. Ya había prometido, tallado en piedra, no subir impuestos. 
  • El otro presidente que nos ilusionó tanto porque dizque iba a disolver el congreso corrupto y terminó llenándolo de prebendas, esas mismas que hoy critica como mermelada, pero que repartió a montones para obtener sus propósitos. El mismo que consideraba terrorista cualquier marcha pero desde la oposición las alentaba con entusiasmo.
  • El expresidente caído en desgracia desde la famosa silla vacía que le frustró su show mediático, entregó físicamente un buen pedazo de país a la guerrilla, la fortaleció como nunca lo había logrado en su historia, pero luego se ha dedicado a bombardear la paz y a inventarse que el que sí logró firmar los acuerdos sea quien esté buscando dar golpe de estado.
  • El senador que se cree dueño de ocho millones de colombianos que dizque votaron por él, olvidando que muchos no lo hicieron por él, sino contra el otro candidato.
  • El presidente que se cree dueño de diez millones de colombianos que dizque votaron por él, olvidando que muchos no lo hicieron por él, sino contra el otro candidato. 
  • Los que en esta semana, en la más desvergonzada por la casi inmediata amnesia de que se tenga noticia, aseguran que el paro nacional fracasó, porque la mayoría de las marchas se hicieron en paz, olvidando la diarrea que tuvieron días atrás cuando el pueblo enardecido mostró lo que es capaz de hacer. 
  • El congreso que tenemos, que aprovecha la caótica coyuntura para aprobar a las carreras una serie de leyes ofensivas por lo lesivas, después de que a los que un día se declaraban en oposición, les recordaron que ellos eran de los mismos y que tenían que apoyarse en aras de la institucionalidad. Veremos pronto a cambio de qué, fue el acuerdo.
  • El congreso que tenemos, tan eficiente para aprobar lo que les conviene y tan morrongo para aprobar la ley anticorrupción, para bajarse los sueldos, dar cabida a las víctimas del conflicto o sacar adelante iniciativas de beneficio social y político.
  • El informe que dice que el arma usada por el ESMAD era convencional, no letal, aprobada por la ONU pero, igual, tan de malas, lo mató.
  • La tal Epa, muchachita perturbada y vándala infame que destruyó ante nuestros aterrados ojos una estación de Transmilenio pero que con su vocecita melcochuda ahora se ríe porque no le pasó nada.
  • La tal jueza de la República que no judicializa a la Epa, dizque porque con su pequeño tamaño no representa un peligro para la sociedad. Parece que es la misma que con él mismo rasero ha dicho que declara inocentes a virus y bacterias pues su insignificante tamaño no representan peligro alguno para nadie.
  • Este país, el segundo más desigual del continente, pero dizque poderoso económicamente y creciendo como ningún otro en la región: una inverosímil paradoja!
  • La clase política que cuál veleta llevada a su antojo por el viento, hoy proclama defender con enardecida pasión unas posiciones y mañana hace exactamente lo contrario.
  • Los que no han entendido que es ofensivo que unos se ganen pensiones mensuales millonarias no siempre obtenidas por su justo esfuerzo, en tanto la gran mayoría apenas deba sobrevivir con el mínimo o algo más.
  • Y para dejar ahí, por hoy, los que sacan pecho porque económicamente estamos bien, así socialmente estemos mal, son ciegos, sordos y mudos que siguen creyendo que los que protestan son unos desocupados que no los dejan trabajar y se olvidan que sí, que efectivamente son desocupados por desempleados, muertos de hambre, sin salud, sin educación, reclamando justicia, protestando contra la corrupción. Sí, esos mismos.


Acepto llamados de atención por no haber expuesto una mayor y más contundente información. Si me dicen mamerto e izquierdista por eso, lo que me están confirmando es que son del mismo grupo que hoy hemos criticado. 


martes, 15 de octubre de 2019

De cara al porvenir: güeboludos


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Se ha vuelto costumbre que, de manera facilista, cada gobierno de turno haya logrado sacar adelante reformas tributarias para compensar los déficits propios que se presentan cuando se aprueban de manera irresponsable, por parte del ejecutivo y del legislativo, presupuestos no balanceados, como es el caso consuetudinario en Colombia.

De igual manera nos cobran una de las tarifas de combustibles más altas del planeta, a pesar de que somos autosuficientes en la producción de hidrocarburos, como una figura alternativa a la de los tributos tradicionales, es decir, nos cobran un impuesto disfrazado.

Paralelamente, ante la crisis financiera producto de factores internacionales o de la inoperancia de la Superintendencia respectiva, se les ocurre hacer aprobar un impuesto temporal para lanzar un salvavidas a las entidades financieras en dificultades, hace ya casi 20 años, conocido en su momento como el 2 por mil, que después se convirtió en el 3 por mil, hasta llegar hoy al 4 por mil, engañando de manera afrentosa a todos los ciudadanos, ya que lo presentado inicialmente como temporal, se ha convertido en algo definitivo.

Se quejan, y con razón, los empresarios, pues Colombia es uno de los países con mayor cantidad de cargas tributarias, lo cual desmotiva la inversión, afectando la necesaria generación de empleos nuevos.

Las continuas modificaciones al marco tributario también desalientan a los inversionistas por la pérdida de estabilidad tributaria, lo cual es una de las principales condiciones que debe ser garantizada para poder hacer adecuados análisis de riesgos.

Suenan las piedras de algunos ríos en el sentido de que es posible que al gobierno se le ocurra la luminosa idea de presentar un proyecto de ley para generar una estrategia, desde lo tributario, para financiar el tema de la debacle de Electrocaribe y por qué no, los desfalcos de escándalos como el de Odebretch.

¡No nos crean tan pendejos!

En vez de seguir esquilmando el bolsillo de ciudadanos y de empresas, que los gobiernos se pongan a trabajar y saquen jugo a las riquezas propias de nuestro exuberante territorio y se dediquen a combatir y erradicar la corrupción.

Mientras exista este flagelo de la corrupción, que nos está comiendo como un cáncer agresivo, la motivación de los ciudadanos para pagar impuestos es ninguna. ¿Se imagina usted amable lector lo que sucedería si tuviéramos un pueblo que ejerciera una verdadera ciudadanía, y en un acto legítimo de desobediencia civil nos propusiéramos no pagar más impuestos hasta que se vieran resultados contundentes contra la corrupción y se recuperara un alto porcentaje de lo robado?

Antes de siquiera sugerir la creación de más impuestos o figuras asociadas para compensar lo robado por malos colombianos, se debería entonces pensar en términos gerenciales en controlar los gastos inoficiosos, y cerrar todos los órganos de control a todos los niveles, pues sus resultados reales ante el fenómeno creciente de la corrupción son inocuos.

Por ahora, ¡Alerta Cachirí! no nos vamos a dejar meter las manos a la boca. No seamos tan güeboludos.

domingo, 9 de junio de 2019

Estado vs sector formal


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Yo nunca había visto tan desesperados a los empresarios grandes, medianos y pequeños, ha como los estoy viendo en estos últimos meses; escucharlos decir que lo único que quieren es cerrar sus empresas y de ser posible irse de Colombia, es muy preocupante.

El Estado a todos sus niveles (nacional, departamental y municipal) está pateando la lonchera, expidiendo leyes, decretos, resoluciones y toda serie de actos administrativos, orientados a hacerle la vida imposible a los que conforman el sector formal de la economía, con una cantidad de impuestos, tasas, multas, informaciones para todas las dependencias, etcétera, partiendo siempre de que en el sector formal está la mala fe. Este sector se debate tratando de entender la maraña de normas, donde la que termina reinando es la responsabilidad objetiva, que suponíamos proscrita por la constitución del 91 y la absoluta insostenibilidad económica de los negocios formales, compitiendo en condiciones absolutamente desfavorables con los informales. Todo lo han vuelto tan enredado y difícil, que además de incentivar la informalidad, incentiva la corrupción.

Nuestro sector público y político, solo se preocupa por justificar el funcionamiento de cientos de entidades y millones de funcionarios (vinculados y contratistas), sin darse cuenta de que ese costo se financia con impuestos que solo paga el sector formal de la economía. Los funcionarios públicos están más al servicio de la política que de la ciudadanía, olvidando que se deben al sector formal y que en vez de destruirlo deben ayudar en su sostenibilidad.

El resultado de su torpe y equivocado actuar, está orientado al crecimiento del sector informal, que es el único que como no tiene que cumplir con los millones de normas, y que puede competir y subsistir, en esta deteriorada economía formal.

Para nadie es un secreto que obrar de esta manera es incentivar las lavanderías del dinero del criticado narcotráfico, que aparentemente se quiere exterminar. Lo único claro es que el gigantismo estatal sin los impuestos no podrá funcionar y que la paciencia de quienes los pagamos está en su límite.

Yo no sé qué pasa a los gremios que se mantienen callados ante esta tan dolorosa situación, cuando congraciarse con el gobierno no es la solución de sus representados, es una alcahuetería con los políticos y la corrupción. Se están convirtiendo en un costo más para las empresas formales de la economía, también están pateando la lonchera, al igual que las cámaras de comercio y demás entidades que deberían estar poniendo el grito en el cielo, ante este estúpido atentado contra el sector formal de la economía.

Lo manifestado en este articulo, no es un misterio para nadie, yo solo lo recuerdo para que no sea tarde la protección que requiere el sector formal de la economía, para que el Estado con sus tres poderes, los gremios y las cámaras de comercio, reaccionen rápido.