José Alvear Sanín
La
afirmación de que Petro ha presidido el gobierno más corrupto de la historia de
Colombia se ha convertido en lugar común. Por tanto, es bueno precisar los
alcances de esa apreciación.
En
primer lugar, rechazo aquello de que es “el gobierno más corrupto de nuestra
historia”, porque, en cambio, puede demostrarse que es “el único gobierno
corrupto de nuestra historia”. Antes de este, los actos de corrupción no
eran del gobierno, sino contra el gobierno.
Repasando
nuestra historia republicana observo que ha habido multitud de gobiernos, unos
más, otros menos, exitosos en el permanente propósito de asegurar la libertad,
el progreso y la justicia. Nunca faltaron actos de corrupción, incluso algunos
muy graves, porque siempre habrá pícaros y ladrones que escapan a los
controles, como en todos los países, pero jamás hubo en Colombia gobiernos
sistemáticamente corruptos, antes del actual.
Entre
nosotros, el gran factor de corrupción ha sido el narcotráfico, combatido por
todos los gobiernos hasta agosto de 2022. ¡Y no por casualidad, el actual
gobernante aparece en destacado lugar en la lista Clinton!
Rojas
Pinilla y Samper han pasado muy mal a la historia. El primero abusó del poder
para presionar préstamos de bancos oficiales para la adquisición de fincas y
reses; y el segundo recibió dinero de narcos para su campaña (en mucha menor
proporción que Petro), pero la general indignación causó la caída del General,
y la deshonra perseguirá siempre a Samper, de día y de noche.
Además,
hay que tener en cuenta que los casos de corrupción de esos dos presidentes
fueron asuntos lamentables pero aislados, y por tanto no constituyeron
eslabones de una serie permanente e ininterrumpida de abusos, escándalos y
malversación de fondos públicos, como la que exhibe con la mayor desvergüenza
el actual gobierno, incapaz de presentar resultados dignos de elogio.
Resumo:
los actos de corrupción de Rojas y Samper los mancharon a ellos como personas,
pero el aparato del Estado seguía sirviendo al bien común. Sus administraciones
no se parecían a las clepto y kakocracias del PRI o del peronismo, a las que el
Pacto Histórico se asemeja, o aun supera.
Bajo
Rojas y Samper funcionaron correctamente Procuraduría y Contraloría. La
Fiscalía apareció más tarde, y aunque hubo titulares muy discutibles, también
hubo un Alfonso Valdivieso, capaz de acusar a Samper, y un Alfonso Gómez
Méndez, opuesto a la farsa que condujo a la expedición de la Carta de 1991, con
violación del Artículo 218 de la entonces vigente.
Comparo
esos funcionarios con la actual fiscal de bolsillo, pedida en extradición por
Guatemala, quien completa el elenco para la corrupción y la impunidad, que hace
posible el cotidiano golpe de Estado del actual gobierno.
La
Fiscalía y los jueces no preguntan a los imputados quién les dio la orden de
comprar congresistas, con el fin de sacar avante los proyectos legislativos más
funestos, y estos tampoco lo cuentan. No olvidemos que, en la mafia y el Partido
Comunista rige la ley de la Omertá… y que quien la viola, muere.
No
nos alarguemos hablando de la corrupción del Congreso, porque, para terminar, queremos
mencionar los millones evaporados en la Ungrd, lo que se trasluce de Ecopetrol,
lo de los Grippen, y las operaciones clandestinas de deuda pública…
Lo
anterior, desde luego, es macro… pero ¿qué ocurre cuando lo micro también
estremece?: el polígrafo, el suicidio del coronel, la impunidad del hijo, el
suntuoso tren de vida de la ex, la contratación astronómica a dedo, y los
centenares de miles de zánganos remunerados…
Ha
llegado, pues, la hora de preguntar si el único gobierno corrupto será también
el único impune en la historia de Colombia…
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