miércoles, 24 de abril de 2024
Entrevista con Joel Moreno Sánchez
Después de las gigantescas marchas, ¿hay esperanza?
José Alvear Sanín
Nada más alejado de la verdad que la lectura
que se quiere hacer de las marchas del 21 de abril como protesta frente a las
“reformas” de Petro.
¡No y no! Más
de dos millones de colombianos gritamos ¡fuera Petro!, ¡fuera Petro! Jamás
dijimos que quisiéramos ser oídos para que se enderezase o corrigiese el rumbo:
Nuestros gritos no pudieron ser más claros: Los colombianos queremos la salida
del inicuo individuo que está destruyendo nuestro país.
La inmediata reacción de dicho sujeto fue
demeritar el alcance del rechazo ciudadano con burletera grosería sobre ciertas
“clases dominantes”, como si su gobierno hubiese llenado a Colombia de
desagradecidos millonarios. La respuesta de Petro, entonces, está formada por
chascarrillos y vulgaridades muy propias de su fondo rastrero, vengativo y
procaz.
Sin embargo, es bien posible que pasadas
algunas horas se decida por alguna farsa (“escucha”, “diálogo” y “acercamiento”)
con los partidos alcahuetas y los congresistas logreros, embadurnados de
mermelada, que vienen disfrutando del simulacro democrático en que se ha
convertido la política, donde el escándalo diario se tolera y el prevaricato
permanente impide actuar a las “sólidas instituciones” que dizque van a impedir
el autogolpe y la repetición, en nuestro país, de la tragedia de Venezuela.
Al igual que en las pasadas elecciones para
gobiernos locales, el pueblo fue superior a sus dirigentes, y con estas
inmensas marchas espontáneas rechazó al déspota, manifestando, sin lugar a duda,
que nada quiere diferente de sacar a Petro del poder, porque si él continúa en
la casa de Nariño el país se pierde. El asunto es muy sencillo: Petro o
nosotros, sin términos medios, componendas o convenios, como quieren los
políticos.
Tenemos que darnos cuenta de que a medida que
aumenta su desprestigio, crece su poder. Nunca ha estado más fuerte que en los
últimos días. Tan pronto la corte-sana le entregó la fiscalía, pudo destruir en
cuestión de horas el sistema de salud; y dos días después de las marchas, el
Senado le entrega el sistema pensional, como si el pueblo no hubiera
manifestado su rechazo a esta y las demás locuras que propone para seguir demoliendo
el modelo económico y social del cual depende el régimen de libertades
ciudadanas.
A lo anterior se suma el tema de la correlación
de fuerzas, porque en pocos meses entrarán a operar los 100.000 jóvenes de paz
de los colectivos petristas. Y nadie sabe en cuántos efectivos se han
incrementado las guerrillas, las guardias campesinas y cimarronas, en las
últimas 24 horas.
El gobierno sabe lo que piensa el pueblo, pero
si la voluntad de este es desconocida nuevamente por los estamentos políticos y
judiciales, vendrá la toma totalitaria del Estado.
Lo de menos es que Petro esté loco o enfermo,
porque lo que lo hace terrible y temible es su capacidad como habilísimo
operador revolucionario, motivado por un fanatismo comunista inflexible,
dogmático e incorregible. Sabe cómo ganar tiempo, mientras nuestros políticos,
en general, lo único que saben es cómo ganar millones.
Por esa razón, lo único que en Colombia no se
consigue ahora con descuentos es el soborno. El precio de la mermelada sube
diariamente porque hay quién lo pague sin regatear.
Mientras una tesorería de más de un billón
diario siga en poder de quien sabe cómo usarla, no es momento para el
esperanzado optimismo, en vez de pasar a la acción inmediata y eficaz.
***
Después de las marchas, Petro reitera que no se
hará reelegir en el 2026. Probablemente esa declaración tenga la misma solidez
y veracidad de aquella que hizo ante notario en el sentido de que nunca
convocaría una constituyente.
Ojalá, el 1ro de mayo, frente a una
plaza colmada de mingas y clientelas fletadas, no se repita la convocatoria a
una constituyente como la que prometió en su momento, en acto tumultuario,
Maduro, enterrador de la libertad venezolana.
martes, 23 de abril de 2024
Categóricas lecciones de una épica marcha
Luis Alfonso García Carmona
Todavía frescas en
la retina las impresionantes imágenes de la asombrosa marcha protagonizada por
millones de colombianos el pasado domingo 21 de abril para exigir la salida del
guerrillero de la Presidencia de la República, nos aventuramos a reseñar
brevemente algunas lecciones que esta histórica manifestación de protesta nos
ha dejado.
Primera.-
Es a todas luces evidente que jamás en la historia
política del país se había reunido número igual de manifestantes contra un
gobierno para exigir su caída. Y no es un hecho aislado, puesto que responde a
las constantes protestas que con el grito “¡Fuera, Petro”! se repiten en
los conciertos, espectáculos deportivos y reuniones a lo largo y ancho del
territorio nacional. Para constancia quedan las impactantes imágenes que
circulan por las redes sociales y que no dejan lugar a duda alguna.
Aunque una marcha,
por multitudinaria que sea, no tiene el poder para derrocar al presidente, sí
constituye para cualquiera que tenga uso de razón la expresión de lo que la
mayoría de los colombianos quiere, y debe guiar la acción y las palabras de
gobernantes, dirigentes empresariales, congresistas y comunicadores.
Segunda.-
Fue muy claro y contundente el mensaje de los marchantes:
No más Petro en el poder. Su elección fue espuria por la indebida
entrada de dineros por encima de los topes fijados por la ley a la campaña. Y
su proyecto de convertir a Colombia en otro esclavo del comunismo, totalitario
y ateo, no es compartido por el pueblo colombiano.
Por eso no se
entiende la acomodaticia posición de los politiqueros de siempre, que pretenden
hacerse pasar por opositores a Petro ahora que esa posesión puede dejar
réditos, torpedeando el objetivo prioritario de la protesta: el derrocamiento
de la tiranía. Y, ¿cómo lo hacen? Proponiendo llamar al presidente para que “enmiende
el curso”; pidiendo sentarse a negociar puntos clave de sus reformas como si
hubiera la más remota posibilidad de que Petro cumpla alguna de sus promesas;
evitando la frase tabú de “¡Fuera, Petro!” para esconder su oculta estrategia
de asegurar que Petro termine su mandato, y callando cualquier alusión que
ofenda la “inmaculada imagen presidencial”, pues así se lo han exigido los
“jefes naturales” de sus colectividades.
Tercera.-
Mientras los colombianos comprometidos con la salvación
del país sigamos marchando, seguiremos siendo los dueños de la calle, espacio
público que en el pasado los camaradas de Petro utilizaron para incendiar el
país y crear el caos en la economía con el pretexto de que era un “estallido
social”. Preocupa tanto al camarada presidente, que sólo atinó a publicar una
grotesca burla, mentir como es su costumbre afirmando que solamente salieron
250.000 manifestantes en todo el país (menos de los que marcharon en una sola
ciudad), y a tratar a todos los que marcharon como unos retrógrados
representantes de la clase dominante, todo lo contrario de lo que vimos en la
calles.
Cuarta.-
Mientras recordamos las millonarias pérdidas humanas y
materiales que dejaron las protestas de Petro con sus amigos del ELN, FARC, Fecode,
Primera Línea y demás vándalos y sicarios, debemos poner como ejemplo
que esta millonaria movilización transcurrió en completa calma y diciplina
ciudadana sin causar lesiones a nadie ni daños a la infraestructura urbana. Un
ejemplo de cómo se debe participar en política y un presagio de lo que puede
ser un Gobierno con el bien común como propósito nacional, independiente de la
sucia politiquería y de la amenaza comunista.
Quinta.-
La historia nos trae múltiples ejemplos de movilizaciones
pacíficas que han logrado cumplir sus metas, cuando han estado acompañadas de
perseverancia, compromiso con el objetivo general, ausencia de protagonismos, y
trabajo eficiente para atraer a más activistas cada día. El movimiento antirracista
en los Estados Unidos fue una muestra de un pueblo desarmado que conquistó el
reconocimiento de sus derechos mediante la denuncia masiva de las injusticias
sufridas por largos años. Al final, recibió el apoyo de toda una nación que
entendió su lucha.
Pero ello empezó
cuando cada uno de los afectados por la persecución comprendió que la solución
no vendría de los políticos o de otras fuerzas sino de lo que cada uno podría
hacer por sí mismo. En Colombia ocurre similar coyuntura. Algunos todavía
esperan que llegue alguien a salvarlos, que los políticos se unan y nos salven;
que los militares den un golpe de Estado; que aparezca un líder carismático;
que otros salgan a marchar por nosotros; que la financiación caiga del cielo;
que broten de la nada miles de activistas para mantener las marchas e
incrementar sus participantes.
Sexta.- Principal lección que nos regala esta marcha. En nuestras manos está el
futuro del país y el bienestar de nuestros hijos y nietos. No seamos inferiores
al trascendental momento que nos ha correspondido vivir. Este movimiento de
“¡Fuera, Petro!” no es de nadie, es nuestro. No dejemos que otros se lo roben
para defender sus egoístas intereses. Pregúntate ¿cómo puedo ayudar para que
crezca este movimiento y se convierta en una fuerza capaz de derrotar a la
desueta clase política y a la venenosa doctrina de la izquierda
marxista-leninista?
De cara al porvenir: conversaciones triviales
Amigo soy, debo reconocerlo, del
refranero popular, de los dichos y de los refranes, llenos de apuntes
pintorescos y de reflexiones profundas, siempre en un lenguaje absolutamente
llano.
Ante la mediocridad de lo
existente, ¿quién no ha recurrido o se ha puesto a pensar ante una situación
que invita a festejar o celebrar algo que impacta positivamente a algún
conocido –sabiendo que no es del todo cierto–, al recurso de aquél dicho que
sentencia que “No hay novia fea”, o que “No hay muerto
malo”, o que “No hay quinceañera poco atractiva”, sabiendo
que lo que estamos queriendo es criticar sin hacerlo explícito, a aquellos o a
quienes estamos tratando de mantener en buena relación?
¿Si será que todos los bebés son
hermosos y que todos los ancianos son tiernos?
¿Quién, en medio de tediosas
reuniones familiares o sociales, no ha oído hablar maravillas alrededor de los
hijos, de los sobrinos, de los nietos o de las mascotas, a los padres, a los
tíos, a los abuelos o a los dueños de los miembros familiares? ¿Y cómo no?
Sobra la valoración sesgada y se
desborda la subjetividad impregnada de amor.
Si los niños de hoy son casi
todos genios como promulgan a los cuatro vientos sus papás, ¿de dónde salen los
cafres de 15 años en adelante que pululan en la sociedad? “No hay niño
que no sea inteligente”.
Bajo otra perspectiva, y como me
decía un dilecto profesor y amigo hace ya varios años, “Lo único que uno
necesita para ser ministro es que lo nombren”. Lo cual es absolutamente
cierto. Con las tradicionales excepciones propias de cualquier actividad
humana, son pocos los ministros brillantes cuando están ejerciendo sus
funciones, pero contamos con una verdadera pléyade de sabios que una vez
terminan su período y salen del Ministerio respectivo, hablan, proponen y
critican como verdaderos doctos en la materia. ¿Por qué no eran así de
inteligentes y de propositivos cuando estaban en el cargo? “No hay exministro
bruto”.
“Todo estrén es bonito y
nos queda bien”. Uno siente como un fresquito cuando estrena alguna
prenda, cuando adquiere algún objeto que hace las veces de satisfactor
sicológico o cuando ha obtenido algún triunfo grande o pequeño a nivel personal
o profesional. Pequeñas vanidades que nos transportan por algunos segundos o
minutos a un nivel superior.
“Escoba nueva barre bien”,
es otro pensamiento de uso común que encierra las expectativas, y
por qué no, las esperanzas de que las situaciones cambien favorablemente al
cambiar de personaje.
“La democracia es la menos
mala de las formas de gobierno conocidas”, frase que sirve de consuelo para
tratar de sostener el cañazo de que fuera de la democracia todo es malo,
violando aquella reflexión evangélica que critica a aquellos que ven la viga en
el ojo ajeno, pero no en el propio.
Por último y siguiendo con las banalidades,
todos los funcionarios públicos comenzando por el presidente de la República y
algunos dirigentes gremiales del sector, hace casi seis meses venían
pontificando que el racionamiento de energía no era un tema que nos debiera preocupar,
pues a pesar del fenómeno del niño el nivel de los embalses era muy bueno y no
tendríamos que recurrir a racionamientos. ¡Carreta y más carreta!
Hoy los mismos pontífices, con
las nalgas apretadas, reconocen tímidamente que estamos al borde de un
racionamiento no solo energético, si no que ya mismo tendremos que comenzar a racionar
el agua. ¡Bendito sea el Señor!
Y el auditorio nacional nada que
aprende. Somos testigos que cada cuatro años cambiamos de imbéciles para que
todo siga igual o peor.
Para ponerle un poco de seriedad
al asunto, les comparto algunas reflexiones de unos importantes personajes y
una mía.
“Muchos jueces son
absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia”.
Bertolt Brecht.
“Hay demasiada gente y
demasiado pocos seres humanos”. Robert Zend.
“Lo peor de la humanidad son
los hombres y las mujeres”. Enrique Jardiel Poncela.
“¿Qué tal que la inmortalidad
fuera la posibilidad de escanear las conciencias individuales -en caso de que
se tengan- “? Pedro Juan González.
ENHORABUENA: Merecido
reconocimiento internacional al doctor Francisco Lopera al recibir el Premio
Potamkin otorgado por la Academia Americana de Neurología y la fundación
Americana del Cerebro por sus investigaciones sobre el Alzhéimer, a través del
Grupo de Neurociencias de Antioquia (GNA) adscrito a la Facultad de Medicina de
la Universidad de Antioquia.
lunes, 22 de abril de 2024
Marchando con alegría para derrocar al tirano
Luis Alfonso García Carmona
Créanme, queridos
compatriotas y amigos, que comprendo que a alguno le falte la debida motivación
para salir a marchar nuevamente a protestar contra el ignominioso régimen que
nos gobierna.
No olvidemos que
nos ha correspondido librar una dura y larga lucha para enfrentar esta
hecatombe jamás vivida en nuestra historia como nación independiente.
Por supuesto, esta
epopeya hay que pelearla día a día, sin pausa y sin desmayo, pues el enemigo
tiene todas las armas a su alcance y carece de frenos morales o éticos que lo
inhiban para emplear hasta los instrumentos ilícitos si estos le permiten
atornillarse en el poder.
Comparto con
algunos el razonamiento de que Petro no se caerá por una marcha, aunque los que
protestaran fueran la totalidad de sus gobernados. Pero debo advertir que
cualquier otro mecanismo que la democracia otorga a los pueblos para librarse
de los tiranos, debe estar acompañado de la voz mayoritaria del pueblo
manifestada públicamente, con coraje y contundencia, como lo sintetiza nuestro
grito de batalla: ¡fuera Petro!
El juicio político
ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, las denuncias
ante las cortes internacionales, la apelación a las Fuerzas Armadas para que
restablezcan el orden constitucional y salvaguarden la soberanía del pueblo, la
conformación de una gran fuerza independiente de los anquilosados partidos
políticos que busque el poder en las urnas, son otras tantas formas de alcanzar
el anhelado propósito nacional de derrocar a Petro y emprender la
reconstrucción del país mediante un Gobierno inspirado en el bien común y no en
el amparo de la criminalidad.
Cualquiera de estas
estrategias es viable siempre y cuando cuente con un masivo apoyo popular
registrado en las calles y plazas. Allí está tu papel como colombiano
comprometido con la salvación de la patria y el futuro de tus hijos. Cumplamos
esta cita con la historia. Ya recuperamos el dominio del espacio público, hasta
hace poco en poder de los vándalos y sicarios de la extrema izquierda. No
podemos perder esa supremacía por pereza, negligencia o desmotivación. Los
buenos somos más y lo estamos demostrando en cada marcha.
Tu participación en
la salvación del país no solamente representa un invaluable aporte para cambiar
el destino de nuestra Patria y beneficiar a millones de colombianos. También
dejará en ti una imborrable huella de alegría, felicidad y satisfacción por el
deber cumplido.
Y conseguirás ese
propósito “…si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu
vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te
alejara del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo
relacionado con el destino” (Marco Aurelio, Meditaciones).
Es lo que te
proponemos: marchar con la convicción de que estamos llevando a cabo la
mejor acción por nuestra nación; marchar desprovistos del odio y la sed de
venganza de los camaradas que asaltaron fraudulentamente el poder para destruir
a Colombia; marchar sin el hipócrita cálculo de quienes buscan el poder para
beneficiar sus propios intereses o los de su grupo; marchar sin egoísmo y a
sabiendas de que todos, aún nuestros adversarios, nos agradecerán cuando les
devolvamos un país en orden, que respete el Estado de Derecho, las normas
democráticas, la justicia, la verdad y la transparencia en el ejercicio del
poder.
El secreto de la
felicidad está en hacer las cosas bien, con decisión basada en la convicción de
que somos depositarios de la razón, con benevolencia pues no buscamos ninguna
retaliación sino el Bien Común de todos los colombianos, y con heroísmo ya que no
está en nuestra naturaleza callar o escondernos ante la demolición de las
instituciones emprendida por el tiránico régimen que pretende convertir a
Colombia en un satélite más de la esclavitud comunista.
“Si
ejecutas la tarea presente siguiendo la recta razón, diligentemente, con
firmeza, con benevolencia (….) y te conformas con la actividad presente conforme
a la naturaleza y con la verdad heroica en todo lo que digas y comentes,
vivirás feliz.” (Marco Aurelio, Meditaciones).
Marcha, pues, por
Colombia, el próximo 21 de abril, con alegría, con decisión, con la
satisfacción de estar haciendo lo correcto, con la contagiosa alegría que se
convierta en un imparable alud que envuelva a este sufrido terruño y a ti mismo
en un torbellino de felicidad.
Editorial: sucesos de la semana No. 44
viernes, 19 de abril de 2024
Saludos desde Honduras
José Leonardo Rincón, S. J.
En
Colombia poco, casi nada, sabemos de Centroamérica. Es una región prácticamente
desconocida. Cuando miramos hacia el norte lo hacemos de México hacia arriba, a
lo sumo Panamá y si acaso Costa Rica. De modo que de los otros países a duras
penas las noticias: que el dictador Ortega en Nicaragua, que Bukele en El
Salvador, que el ron Zacapa de Guatemala es muy bueno, pero de Honduras o Belice,
la Honduras Británica, como se le llamaba, pocón, pocón.
Pues
yo mismo no había tenido pretexto alguno para venir por estos lares. Excepto en
Costa Rica y Nicaragua, ya había estado en los otros países y siempre resulté
sorprendido. Uno tiene a veces imaginarios reducidos o apocados de estas
naciones y resulta que como en todas partes hay gente bella y acogedora, ancestros
indígenas, pueblos de mucha religiosidad popular, artesanos y artistas de
variado colorido, también desarrollo y progresos evidentes y claro, como en
toda Latinoamérica, una similitud muy grande en muchas cosas, la mayoría de las
cosas con lastres problemáticos: abismos sociales, inequidad y pobreza por
doquier, politiquería, corrupción…
Por
las horas de llegada y salida en el moderno aeropuerto de Palmerola, no hubo
manera de disfrutar mucho el entorno. El viaje de más de dos horas hasta el
lugar de reunión me dejó entre extenuado y medio muerto. Vine a una reunión
continental de la CLAR, Confederación Latinoamericana de Religiosos, una
entidad presidida por la joven, bella e inteligente hermana Liliana Franco,
colombiana, religiosa de la Orden de Nuestra Señora o Compañía de María, las
mismas que dirigen los tradicionales colegios de La Enseñanza, quien además es de
las pocas mujeres que participan en el Sínodo con voz y voto.
En
la reunión somos 60 personas de 22 conferencias de religiosos. No pudieron
estar de Haití y Nicaragua (ya podemos deducir por qué). Dentro del grupo
estamos cuatro jesuitas: dos que son provinciales presidentes de Perú y
Colombia, un teólogo chileno que funge como tal en el equipo asesor de
presidencia y el suscrito como miembro del Consejo Económico. Hombres y
mujeres, maduros y jóvenes, con hábitos o sin ellos, muy distintos todos, representan
los 150 mil religiosos sacerdotes, hermanos o religiosas que hay en Latinoamérica.
También está el obispo secretario general del CELAM y por supuesto que un grupo
valioso de laicos en tareas de apoyo.
A
pesar del avejentamiento de las comunidades religiosas, la escasez de
vocaciones y un cúmulo de problemas que se presentan en cada país, llama
muchísimo la atención la alegría, el dinamismo entusiasta, la esperanza puesta
en Dios, la fe celebrada con fidelidad creativa y la mística que se le pone a
la causa. Se respira fraternidad, se expresa con facilidad el afecto, admira el
compromiso con las misiones apostólicas tan plurales que tenemos en la Iglesia
y la formación recibida puesta al servicio de las tareas entre manos.
Regreso
a Colombia sin conocer mucho de este pequeño país de no más de 10 millones de
habitantes. No podía quedarme más tiempo. Eso sí, he disfrutado su gastronomía
con tortillas y frijoles, sus paisajes secos golpeados por el fenómeno del niño,
hasta la visita de un pequeño zorro que vino a ver cómo estaba y lo más
interesante: la sencillez y el calor humano de sus gentes. ¡Saludos desde
Honduras!