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lunes, 25 de agosto de 2025

¿Como derrotar la iniquidad?

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

Sin haber podido recuperarnos del abominable magnicidio perpetrado por los enemigos de Colombia en contra de la persona de Miguel Uribe Turbay, seguimos asistiendo a esta demencial ola de terrorismo con los nefastos ataques en la ciudad de Cali y en la región antioqueña vecina al municipio de Amalfi.

Son eventos de tal magnitud que deben movernos a reflexionar con seriedad sobre la oscura etapa que vive el país, las circunstancias que nos impiden vislumbrar una definitiva salida de esta horrorosa realidad y la acción de choque que estamos obligados a emprender para vencer las malignas fuerzas conjuradas contra la tranquilidad de los colombianos.

Una primera conclusión es que vivimos la consecuencia de lo que hemos sembrado. “Siembra vientos y cosecharás tempestades, dice el refrán. Las fuerzas del mal –o sea, los narcotraficantes y terroristas de la peor condición– alentados por medrosos politiqueros y activistas del populismo zurdo, han avanzado en la toma del poder, primero con el robo del plebiscito protagonizado por Juan Manuel Santos y sus secuaces, luego con la tolerancia del pusilánime gobierno de Duque, y ahora con el desbarajuste organizado por el petrismo, aferrado a las fallidas tesis comunistas, implementadas por una camarilla mediocre, corrupta y carente de todo escrúpulo ético o jurídico.

Mientras Petro y sus camaradas juegan a la revolución populista, son extorsionados por los frentes narcoguerrilleros del ELN, FARC y Clan del Golfo, a quienes sólo les interesa enriquecer sus arcas con los mejores negocios del mundo: la coca, el secuestro, la extorsión y la minería ilegal.

Requieren un sitio donde operar y de allí surge el diario conflicto por la supremacía territorial, en el que salen perjudicados los inocentes campesinos y la actividad económica de las regiones involucradas, por ejemplo, el Catatumbo o el Cauca.

El cuento de la “paz total” no podía ser viable en medio de semejante choque de intereses. Al Estado corresponde, en primer lugar, mantener el orden público y garantizar la vida de sus gobernados, no gobernar para los delincuentes ni para blindar el sucio negocio de la cocaína. La aplicación de la ley debe ser rigurosa y debe servir para proteger a los buenos y castigar a los malos. Así de sencillo.

Hemos presenciado las execrables posiciones cambiantes de quienes ahora ejercen el poder. Tan pronto se inició la investigación por el asesinato del senador Uribe Turbay, ha procurado el propio presidente desviar el curso de la investigación hacia el conflicto árabe-judío, o hacia una fantasmagórica coordinadora internacional de las mafias, y ahora habla de disputa por un negocio de esmeraldas. Sin ninguna evidencia lanza toda clase de distracciones que eviten identificar a los autores intelectuales del abominable crimen.

En relación con los atentados donde han fallecido varios oficiales y agentes de policía, y resultaron numerosos heridos, no se ponen de acuerdo el presidente, el ministro de Defensa y el del Interior. Con escopeta de regadera lanzan sus sospechas sobre diferentes grupos, tratando de ocultar que el principal sospechoso de lanzar el dron asesino contra los uniformados anda en negociaciones con el Gobierno y se transporta en camionetas de la Unidad de Protección. ¿En qué país vivimos?

Hasta sus propias opiniones ha tenido que tragarse el camarada presidente. Siempre ha tratado a los grupos de bandoleros como si se tratara de políticos en ejercicio legítimo de su actividad y ahora ha tenido que admitir que merecen ser catalogados como terroristas los del Frente 36 de las FARC, los del ELN y los del Clan del Golfo. Eso ocurre cuando se trata de gobernar un país sin tener unos principios, unos valores fundamentales y una clara concepción de que el poder político se debe ejercer para el bien común de los ciudadanos y no para beneficio personal de la camarilla de gobierno o de sus grupos políticos.

¿Cómo superar esta etapa de horror?

Primero. Cambiemos nuestra actitud pasiva y convirtamos nuestras desgracias en incentivos para la acción. Por ejemplo, el vil asesinato debería servir para unirnos bajo el nombre de su padre y conformar una gran alianza con todos los buenos ciudadanos, con quienes solo aspiramos a que reine la seguridad, el orden, el respeto a la propiedad privada y a la libertad de empresa, y la protección de la familia tradicional como fundamento de la sociedad.

Solamente Petro y sus amigos de las mafias, del terrorismo y sus socios en la corrupción no son bienvenidos a este Frente Patriótico, cuya conformación se impone para derrotar a las fuerzas de la iniquidad.

Segundo. - No podemos permitir la continuidad por más tiempo de Petro, el depredador de nuestra sociedad. Máxime si tenemos a nuestra disposición la herramienta del art. 109 de la Constitución que permite la separación del cargo del sátrapa por indignidad, al haber violado los topes financieros establecidos por la ley para la campaña presidencial.

Todos a una debemos respaldar este juicio. Hagamos que el grito de “fuera, Petro” se convierta en realidad ahora mismo, no en el 2026. ¿Se imaginan cuántas masacres, cuántos perjuicios a la salud o a la economía nos podemos ahorrar si adelantamos unos meses la salida de la presidencia de este innombrable?

Se habla mucho de polarización. Pero la verdad, simple y llanamente, es que el dañado y punible ayuntamiento entre este Gobierno tolerante con el crimen y las organizaciones narcoguerrilleras es el que está polarizando al 99 % de la población que estamos unidos para pedir: seguridad, guerra al narcotráfico y a la corrupción y solución al desbarajuste de la salud. Sólo tres cosas pedimos y con quien sea capaz de solucionarlas estará el corazón y la voluntad de los colombianos.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Pregunto a mis compatriotas

Luis Alfonso García Carmona
Luis Alfonso García Carmona

1. Nos asesinan a un candidato honesto y altamente calificado para sacar a Colombia de la crisis que padecemos, y la investigación del magnicidio la dirige una parcializada amiga de Petro, principal incitador del crimen. ¿Creen ustedes que permitirán que se descubran los determinadores del asesinato?

2. En un juicio sesgado por el odio contra el acusado y por la sed de venganza contra quienes ejercen el legítimo derecho a la oposición fue condenado a doce años de prisión al más ilustre de nuestros compatriotas, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, Dos allegadas al denunciante Iván Cepeda, al exministro Iván Velásquez y al propio Petro son la acusadora y la juez que pronunció el sesgado fallo que vulnera el Estado de derecho y la justa valoración de la prueba. ¿Opinan que habrá posibilidad de que se imparta justicia a quien sólo ha servido a Colombia con pasión durante toda su vida?

3. ¿Sabe quién es el beneficiario de estos dos crímenes contra la vida y la libertad de dos ejemplares líderes, convertidos hoy en mártires y héroes de la patria por la acción de los criminales y los enemigos del país?

4. ¿Hace parte Ud. de quienes manifiestan ahora que debemos acatar las decisiones judiciales, que es la hora de perdonar y dejar de matarnos, que la política trae sus riesgos como montar en bicicleta, que la muerte de Miguel no lo entristece porque su presidencia hubiera sido una entrega del país al imperalismo yanqui?

5. Por el contrario, ¿cree usted que es la hora de que cese la persecución por medio de la violencia y de la manipulación de los jueces contra quienes creemos que Colombia va por mal camino tanto en lo moral como en lo material, y que se requiere una reconstrucción del país comenzando por la derrota de la izquierda totalitaria, corrupta y criminal que nos gobierna?

6. Si está de acuerdo con el numeral 5, ¿podemos contar con su activa participación en un Frente Patriótico que una a todos los colombianos de bien para separar a Petro del cargo mediante el juicio por indignidad que cursa en la Comisión de Acusaciones, para derrotar su movimiento en las elecciones del 2026 y restaurar el orden, reconstruir los daños causados por su régimen y recuperar los valores fundacionales que nos legaron nuestros mayores?

martes, 24 de junio de 2025

No es momento de recriminar, es momento de sumar conciencias

Cristina Isaza
Cristina Isaza

Columna para un país que despierta

Este domingo miles de colombianos salimos a las calles para rechazar el atentado contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, rechazar la ola de violencia que ha vivido el país durante esta semana y, además, para solidarizarnos con las víctimas, tanto civiles como de la fuerza pública, alcanzadas por la violencia terrorista.

También fue un acto simbólico en el que expresamos nuestra preocupación por la salud de la democracia y la libertad de nuestro país, puestas en jaque por los terroristas, y por el propio presidente, quien pretende pasar por encima de la Constitución. Muchos de esos colombianos que se sumaron a las marchas, apoyaron al presidente Petro, pero hoy están expresando su decepción, su indignación o su desconcierto. Algunos lo hacen en voz baja. Otros ya se atreven a alzarla públicamente. Lo hacen con dolor, porque se sienten engañados, porque creyeron en algo que no fue.

Y es aquí donde, quienes advertimos el peligro y sabíamos que un Gobierno Petro era un “salto al vacío” para nuestra tradición republicana, debemos tener altura. No caigamos en la tentación de decir: “te lo advertí”, “ahora sí te diste cuenta”, “ingenuo”, etcétera.

Ese tipo de frases no construyen, por el contrario, alejan y dividen. Alimentan el ego, pero debilitan el propósito común: defender la democracia.

Tampoco se trata de desconocer los malos precedentes que sembramos y que como sociedad hemos tolerado, como el desconocimiento del resultado del plebiscito en 2016 y los innumerables acuerdos de paz, cada vez cargados de mayor impunidad. Hay que aprender de los errores cometidos, pero para avanzar.

Por eso les digo: no es momento de recriminar, es momento de sumar. ¡Está en juego nuestro país!

Hoy no es momento de revanchismos, sino de madurez, pues más que nunca Colombia necesita unión entre quienes, vengan de donde vengan, compartimos un mismo propósito: defender la democracia, el Estado de derecho y las instituciones. Ya no más división. Recordemos cómo nos unimos alrededor de propósitos en el año 2002 con el liderazgo del presidente Álvaro Uribe Vélez. Seguir dividiendo sería imitar el ejemplo de Santos cuando nos clasificó entre “amigos” y “enemigos” de la paz o replicar lo que lleva haciendo Petro y su proyecto político, ahondando en el resentimiento y en el odio de clases, géneros, razas, etcétera.

No importa si antes pensaron distinto y votaron diferente. Si hoy despertaron y defienden la libertad, el orden, la verdad y el respeto a la Constitución, son aliados. Y deben ser escuchados, respetados e integrados: atraerlos con argumentos hacia unas ideas prácticas, fundamentadas en el sentido común, los hechos y los datos; las cuales no suenan tan bonitas como las pintadas por ideologías utópicas, pero llevan a mejor puerto. Debemos articular redes ciudadanas que integren a los “nuevos conscientes”, visibilizar una narrativa positiva y encontrar unos puntos mínimos que nos unan en torno a una visión conjunta de la Colombia que queremos.

Hoy, quienes despiertan del hechizo populista no deben encontrar burlas y recriminaciones violentas, sino brazos abiertos y respeto por reconocer el error, además porque con frecuencia, los conversos terminan siendo los mejores difusores de los desaciertos de las políticas totalitarias. Cuando está en riesgo lo esencial, las diferencias políticas pueden posponerse.

La historia está llena de personas que rectificaron a tiempo, de ciudadanos que cambiaron de opinión con valentía, de líderes que pasaron de la ingenuidad a la conciencia. Ejemplos de ello son: George Orwell, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, André Gide, Thomas Sowell, entre muchos otros casos.

La reconstrucción y la transformación positiva de Colombia no se hará desde la venganza ni la humillación. Se hará desde el sentido común, la generosidad estratégica y la conciencia del peligro que enfrentamos.

Hoy debemos enfrentar unidos el peligro que representa el proyecto autoritario que quiere normalizar el caos, destruir los contrapesos, perseguir a los jueces, callar a la prensa, ahogar a las empresas, destruir el sistema de salud, desmoralizar la fuerza pública y dejar al país en manos de los violentos… pues si no se hace lo que el presidente quiere… entonces “guerra a muerte”.

Hoy no se trata de tener razón. Se trata de no perder la República. Porque defender la democracia no es ser de “izquierda”, de “centro”, ni de “derecha”, es ser un humano consciente y responsable.

Hoy celebro esta Marcha del Silencio y el hecho de que el país se una en torno a causas comunes no partidistas. Unidos contra la violencia y el totalitarismo, no los unos contra los otros.

Gracias Miguel por unir a un país herido, por darnos esperanza, por hacernos “pellizcar” en medio del letargo.

Y aprovecho para recordar a tu madre, la valiente Diana Turbay, quien fue enfática en no sacrificar el futuro del país y ceder a la presión narcoterrorista por su liberación.

viernes, 20 de junio de 2025

Colombia le está cambiando la agenda a Petro

Andrés de Bedout Jaramillo
Andrés de Bedout Jaramillo

Las marchas del domingo pasado, las decisiones judiciales e institucionales y el desafortunado atentado contra Miguel Uribe, le están cambiando la agenda a Petro.

Colombia está cansada y no está dispuesta a dejarse derrotar. Cientos de miles de personas en todo el territorio, sin ser transportadas, sin ser pagadas, sin lechona ni tamal, salieron a protestar en silencio, ordenada y pacíficamente, portando camisas blancas, enarbolando la bandera de Colombia y cantando su himno, rezando por la salud y el milagro de Miguel Uribe, dejando claro que la democracia, la justicia, la separación de poderes, la unidad, la familia y las instituciones, son nuestra razón de ser.

No nos las vamos a dejar arrebatar nuestro país por un presidente indigno, que está enfermo de la cabeza, sumido en su afán de destrucción de los tejidos social e institucional y de la economía nacional.

Queda claro, con todo respeto y acatamiento, que lo que la gran mayoría de colombianos queremos, independientemente de ideologías, partidos y condición social, es:

1. Que la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, como entidad encargada investigar al presidente, en cumplimiento del art. 109 de la Constitución Nacional, trámite rápidamente los procesos que por indignidad cursan en su despacho; ya se han superado los términos establecidos. Los diferentes cuerpos colegiados (Senado, Cámara, asambleas y concejos) exigieron a la Comisión de Acusaciones agilizar los procesos por indignidad.

2. Que la Corte Suprema de Justicia inicie los procesos penales contra los integrantes de la Comisión de Acusaciones, denunciados por prevaricato.

3. Que el Consejo de Estado, que ha suspendido provisionalmente el llamado decretazo, se pronuncie de fondo, al igual que La Corte Constitucional, en defensa de la separación de poderes establecida en nuestra Constitución Nacional. Afortunadamente la Registraduría, no dio trámite a la orden de citar a consulta popular para el próximo 7 de agosto.

4. Que los candidatos presidenciales opositores al Gobierno, que se manifestaron en la marcha del silencio, definan temas comunes en los que se identifiquen, para darle cabida al grito de unidad de la mayoría de los colombianos que marchamos silenciosamente el domingo pasado, con miras a que en la consulta de marzo de 2026 podamos escoger un candidato único para enfrentar al comunismo que nos ronda desesperadamente.

5. Que el Consejo de Estado se manifieste rápidamente sobre el decreto que permite el rompimiento de la regla fiscal.

6. Que la Contraloría y la Procuraduría, pongan la lupa en los contratos u órdenes de prestación de servicios que el Gobierno nacional está utilizando con fines electorales y en los gastos en eventos públicos (tarimas, sonido, refrigerios, transporte, bodegueros y youtubers, etcétera) para fomentar la polarización, la desunión y el odio, además de la invitación al incumplimiento de la Constitución Nacional y la ley, con fines netamente electorales y dictatoriales.

7. Que el Congreso, culmine el estudio y aprobación de la ley laboral, que concilie los intereses de los trabajadores y proteja a las empresas.

8. Que la fiscalía y los jueces decidan la violación al interés general, cuando unos pocos paralizan el transporte público de millones.

9. Que los empresarios grandes, medianos y pequeños, sigan trabajando duro, para aguantar estos 13 meses que faltan de este Gobierno, sin desistir en sus empeños, satisfaciendo las necesidades de bienes y servicios de todos los colombianos.

10. Que la fuerza pública logre contener a los delincuentes violentos, en la mejor forma posible, superando las limitaciones de acción impuestas por Petro.

11. Que las elecciones para Congreso y Presidencia se realicen en las fechas establecidas.

Cada día que pasa van apareciendo líderes y héroes. Esta semana fue el doctor Gaona, que, con sus profundos conocimientos jurídicos, destruyó las teorías locas del nuevo ministro de Justicia, que a toda costa quiere darle piso jurídico a la dictadura Petro y graduarse como uno de los principales dirigentes de la pretendida dictadura que nos quieren imponer, al mejor estilo venezolano.

No podemos desfallecer, tenemos que orar mucho, pedirle fuerza y sabiduría al Espíritu Santo, para poder seguir luchando contra estos demonios (Petro, Benedetti, Montealegre y Saade), que, con sus compinches, van a seguir tratando de imponernos su agenda del mal, pero no nos vamos a dejar, los buenos somos más.

martes, 10 de junio de 2025

Dolor y nostalgia por Colombia


Antonio Montoya H. (Crónica de mayo 30)
Antonio Montoya H.

Sentado en un vuelo nocturno, cruzando el océano para llegar a Río de Janeiro, Brasil, observando el anochecer por la mirilla del avión, pensé obviamente en la inmensidad del mundo, de lo bello que se ve desde arriba, de lo placentero al sentir esa sensación de sosiego, armonía y placides, pero, al instante, se me vino de frente una oleada de dolor que me quitó de tajo, esos bellos y lindos momentos de tranquilidad.

Me devolví a Colombia a la tierra de más de 50 millones de habitantes, que requiere con urgencia un destino mejor, una buena calidad de vida, armonía entre sus conciudadanos y respeto por la norma, tolerancia y disciplina,

Mi mente se quedó literalmente clavada en ese momento, impidiéndome distraerme y lograr reflexionar sobre el mundo. Literalmente fue una regresión a la realidad, a que no pensara en lo bonito de las cosas porque no lo merecía ni yo, ni Colombia. Debía continuar rumiando como el ganado, constantemente, lo que nos está pasando. No debe haber ni sosiego ni paz en mí, y así fue como entendiendo ese mensaje escribo este documento con el solo interés de hacer que todas aquellas personas que vivimos en Colombia, los que la abandonaron por múltiples razones y sentimos dolor de patria, reflexionemos solos y luego en grupo para sacar conclusiones y poder tener las ideas claras para convertir esta nación, no solo en un país próspero, sino en un país en el que brille y se sienta la espiritualidad comprendida como esa paz interior que nos lleve a todos por el camino del servicio, el respeto y el amor por los demás.

He dicho en varias ocasiones que estamos divididos en Colombia, no por causa de los mismos ciudadanos, sino por los politiqueros que abusan del poder, que se abrogan el derecho, la facultad de incitar al odio, a exacerbar la guerra de clases, a promover la violencia, en busca de réditos para llevar a Colombia por el camino de la pobreza y la violencia.

Es verdad, y nada más que la verdad, que el hombre que gobierna nuestro país, tiene serios y graves problemas de conducta; lo dicen exministros, gobernantes de otros países y, además, son de conocimiento público sus continuas erratas de comportamiento nacionales e internacionales, que hacen que no sea apto para gobernar.

No respeta la democracia, no cree en ella, la utiliza para el logro de sus propios objetivos y los del Foro de Sao Paulo, que son sus verdaderos patronos; ataca la institucionalidad de nuestra patria, se va en contra de las cortes y del Consejo de Estado, cuando le tumban, como es habitual, leyes, decretos y demás inventos que en su mente creativa considera que son buenos.

Como una fiera herida, sin argumentos, pone en la picota pública a los que votan en contra de sus proyectos, los tira a los leones, en este caso a los de La Primera Línea, como tiraban a los cristianos en el Coliseo Romano y allí, enceguecidos, los mataban.

Colombia requiere sensates, no a un mesiánico en el poder, y si no, ¿piensen ustedes en una sola cosa buena que haya realizado este hombre en el país, en el tiempo que lleva de gobierno, que esté dirigida a combatir las desigualdades sociales?

Todo es caos, ministros y viceministros que no duran, peleas internas en el entorno del presidente, actos de corrupción por todos lados, como en la Ungred, Ministerio de Salud, carro tanques, Ecopetrol y muchos más, y así vamos por el despeñadero.

No lo permitamos. Salvemos unidos la patria.