martes, 10 de junio de 2025

Dolor y nostalgia por Colombia


Antonio Montoya H. (Crónica de mayo 30)
Antonio Montoya H.

Sentado en un vuelo nocturno, cruzando el océano para llegar a Río de Janeiro, Brasil, observando el anochecer por la mirilla del avión, pensé obviamente en la inmensidad del mundo, de lo bello que se ve desde arriba, de lo placentero al sentir esa sensación de sosiego, armonía y placides, pero, al instante, se me vino de frente una oleada de dolor que me quitó de tajo, esos bellos y lindos momentos de tranquilidad.

Me devolví a Colombia a la tierra de más de 50 millones de habitantes, que requiere con urgencia un destino mejor, una buena calidad de vida, armonía entre sus conciudadanos y respeto por la norma, tolerancia y disciplina,

Mi mente se quedó literalmente clavada en ese momento, impidiéndome distraerme y lograr reflexionar sobre el mundo. Literalmente fue una regresión a la realidad, a que no pensara en lo bonito de las cosas porque no lo merecía ni yo, ni Colombia. Debía continuar rumiando como el ganado, constantemente, lo que nos está pasando. No debe haber ni sosiego ni paz en mí, y así fue como entendiendo ese mensaje escribo este documento con el solo interés de hacer que todas aquellas personas que vivimos en Colombia, los que la abandonaron por múltiples razones y sentimos dolor de patria, reflexionemos solos y luego en grupo para sacar conclusiones y poder tener las ideas claras para convertir esta nación, no solo en un país próspero, sino en un país en el que brille y se sienta la espiritualidad comprendida como esa paz interior que nos lleve a todos por el camino del servicio, el respeto y el amor por los demás.

He dicho en varias ocasiones que estamos divididos en Colombia, no por causa de los mismos ciudadanos, sino por los politiqueros que abusan del poder, que se abrogan el derecho, la facultad de incitar al odio, a exacerbar la guerra de clases, a promover la violencia, en busca de réditos para llevar a Colombia por el camino de la pobreza y la violencia.

Es verdad, y nada más que la verdad, que el hombre que gobierna nuestro país, tiene serios y graves problemas de conducta; lo dicen exministros, gobernantes de otros países y, además, son de conocimiento público sus continuas erratas de comportamiento nacionales e internacionales, que hacen que no sea apto para gobernar.

No respeta la democracia, no cree en ella, la utiliza para el logro de sus propios objetivos y los del Foro de Sao Paulo, que son sus verdaderos patronos; ataca la institucionalidad de nuestra patria, se va en contra de las cortes y del Consejo de Estado, cuando le tumban, como es habitual, leyes, decretos y demás inventos que en su mente creativa considera que son buenos.

Como una fiera herida, sin argumentos, pone en la picota pública a los que votan en contra de sus proyectos, los tira a los leones, en este caso a los de La Primera Línea, como tiraban a los cristianos en el Coliseo Romano y allí, enceguecidos, los mataban.

Colombia requiere sensates, no a un mesiánico en el poder, y si no, ¿piensen ustedes en una sola cosa buena que haya realizado este hombre en el país, en el tiempo que lleva de gobierno, que esté dirigida a combatir las desigualdades sociales?

Todo es caos, ministros y viceministros que no duran, peleas internas en el entorno del presidente, actos de corrupción por todos lados, como en la Ungred, Ministerio de Salud, carro tanques, Ecopetrol y muchos más, y así vamos por el despeñadero.

No lo permitamos. Salvemos unidos la patria.