viernes, 3 de noviembre de 2023

Todo tiene su tiempo

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

En estos días, entrado a fondo el conflicto en Oriente Medio, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha rechazado cualquier posibilidad de un alto al fuego por considerarlo una derrota inaceptable ante Hamás, el grupo terrorista que propició la barbarie que estamos presenciando. Citando el texto bíblico de Eclesiastés 3, 8 ha recordado al mundo que hay tiempo para la guerra y tiempo para la paz” y que ahora es tiempo de guerra.

A este hombre nacido en Tel Aviv en 1949 se le nota que no vivió en carne propia el holocausto nazi, que no sabe lo que es vivir odiado, errante y perseguido por todo el mundo y que desconoce la trágica historia de sus antepasados, esclavizados en Egipto, desterrados en Babilonia, avasallados por persas, griegos y romanos, colonizados y maltratados por los grandes imperios y casi desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial por un demente que juró eliminarlos de la faz de la tierra. No ha citado la ley del talión, pero la practica muy bien: “ojo por ojo, diente por diente”.

Los textos sagrados para judíos y musulmanes, Biblia y Corán, dan para todo y son citados según conveniencias e intereses en juego. Entendida de esta manera, se convierte así la religión, nuevamente, en promotora de conflictos, derramamiento de sangre y muerte: ¡qué desgracia!

Creo que el ser humano, nunca como ahora, ha logrado un progreso científico de manera exponencial. Nunca había demostrado tanta evolución y desarrollo y, a la par, nunca había sido tan rastrero y se había comportado tan estúpidamente. Increíble. Esa condición nuestra de la que hace poco hablaba en este espacio, es paradójica, contradictoria, incoherente, desconcertante. No aprendemos las lecciones históricas de la vida, pronto olvidamos el pasado, recurrentemente nos equivocamos, reincidimos en nuestros errores, nos negamos a la sensatez y la cordura.

Lo que hizo Hamas fue abominable y debe ser rechazado totalmente. Sin embargo, no fue gratuito: fue la respuesta violenta a otra violencia sistemática aplicada contra el pueblo palestino por décadas. La espiral de odio, venganza y muerte ahora encuentra nueva justificación para exacerbarse de lado y lado. La consigna mutua es exterminarse y no parar hasta lograrlo. ¿A dónde nos va a llevar esta locura?

La ONU nació en 1948, concluida la guerra que cobró 60 millones de muertos, entre ellos 6 millones de judíos, como un anhelo humano de construir un mundo mejor, donde todos tengamos cabida y nos miremos con respeto. No ha sido posible. Las pasiones humanas, los egos ensoberbecidos, la voracidad del querer tenerlo todo, la insaciabilidad del pretender dominarlo todo, nos conduce de nuevo a otra debacle. Tan inteligentes y tan brutos.

Es verdad, todo tiene su tiempo, pero ojalá estos fueran tiempos de paz, de perdón, de reconciliación, de amor… ¿Será que algún día lo lograremos?