Por: Luis Alfonso García Carmona
Enumerábamos, entre las grandes
conclusiones de la estruendosa derrota del petrismo, las siguientes:
1.- La absoluta derrota del
presidente Gustavo Petro y de su partido.
2.- La elección regional se
convirtió en un plebiscito no anunciado para dejar consignado en las urnas
el generalizado rechazo de todo un pueblo al régimen de Petro.
3.- Desaparecida la oposición política
al régimen, esta ha sido sustituida con creces por una oposición cívica, espontánea
e informal.
4.- Temas que afectan el diario
vivir de la población fueron el motor para la abultada votación a favor de los
candidatos opuestos a Petro: la impunidad, el favorecimiento al narcotráfico y
la criminalidad, las reformas laborales, de pensiones y del sistema de salud,
el discurso del odio de clases, la destrucción de las instituciones, el
desmoronamiento de la fuerza pública y la recesión económica.
Veamos ahora las restantes
conclusiones:
5.- La sesgada actuación de los
organismos electorales y del Ejecutivo en los ámbitos nacional, regional y local
en favor de los candidatos oficialistas, complementada por los medios
tradicionales y virtuales ahítos de “mermelada”, fue ineficaz ante la
avalancha de respaldo masivo y espontáneo que recibieron los aspirantes ajenos
o abiertamente opuestos al proyecto socialista de la camarilla gobernante.
Excelente lección que les servirá de antecedente para las próximas elecciones
de presidente y congresistas.
6.- Hay que consignar nuestro respeto
y gratitud a los miles de veteranos de las fuerzas militares y de policía
que, junto con la población civil, a lo largo de 15 meses han dedicado su
desinteresado esfuerzo a crear conciencia entre los colombianos sobre la
amenaza del propósito gubernamental de convertir a Colombia en un nuevo esclavo
del totalitarismo “castro-chavista”. Multitud de marchas, paros sectoriales,
foros, campañas virtuales de difusión se han venido realizando con los escasos
recursos económicos de que se dispone, pero con un heroico esfuerzo personal de
cada uno de los activistas. Ha sido una exitosa campaña política conducida
al éxito por personas en su mayoría ajenas a los partidos políticos.
7.- Según conceptos autorizados de
analistas políticos, estos sorprendentes resultados han sido el fruto de una batalla cultural
entre la doctrina de la izquierda radical que pretende replicar en
Colombia las experiencias puestas en marcha por el totalitarismo de izquierda
en países vecinos como Nicaragua, Cuba, Venezuela, Chile, Argentina, etcétera, de
un lado, y, del otro, la restauración de los principios fundacionales de la
nación colombiana, alinderados dentro del respeto a la democracia, el
sistema capitalista, la propiedad privada, la familia tradicional, la defensa
de la vida a partir de la concepción, la garantía de la seguridad de las
personas y de sus bienes, la severidad para castigar al crimen, la guerra sin
cuartel a las lacras del narcotráfico y la corrupción, el crecimiento económico
dentro de una justicia social que tenga en cuenta la generación de empleo digno
y la solución de las necesidades de la población vulnerable, y la protección a
los sistemas de salud y pensionales para que cumplan con el objetivo de
proporcionar bienestar a la comunidad.
El resultado de los comicios en
comento arroja claramente que la mayor parte de la población votó por quienes
defienden nuestros principios tutelares que son los que conforman el legado
de la civilización judeo-cristiana. En un segundo plano, quedaron los que
respaldaron candidaturas “de centro” que, si bien comparten similares
valores, mantienen una actitud complaciente o tolerante con las posiciones
de izquierda. Y, finalmente, fueron castigados con la posición de los
perdedores aquellos que defienden los propósitos comunistoides y
ateos del régimen petrista.
8.- Como es natural, el gran perdedor
estará planeando su estrategia para sobreaguar en medio del naufragio de su
proyecto político. Sabe de sobra que un nuevo debate electoral acabará para
siempre con sus aspiraciones y, en consecuencia, le tocará poner toda la carne
en el asador. Ya empezó a ambientar la firma de un gran acuerdo nacional
en el que estará dispuesto a comprometerse a lo que le pidan pues, de acuerdo
con su naturaleza, no existe pacto que no esté dispuesto a violar.
Lo que se propone es ganar tiempo
para finalizar sus dos grandes jugadas para dar el definitivo golpe a nuestro
sistema democrático y perpetuarse en el poder, en las narices de sus posibles
aliados. ¿Cuáles son esas dos grandes jugadas? A) Terminar de implementar
las milicias armadas o grupos irregulares que sustituirán a las fuerzas militares
y servirán para aplastar con violencia a los opositores del régimen; B) Continuar
la aprobación de reformas a nuestro sistema político y económico a través
de los comités de participación creados con mayoría del 80% de miembros de
extrema izquierda, cuyas decisiones serán de obligatorio cumplimiento en los
acuerdos con el ELN. Equivale, para los que no se han enterado, a cambiar
la Constitución sin ninguna participación del pueblo soberano.
9.- No podemos caer en la ingenuidad
de permitir que los resultados obtenidos sean anulados con la complicidad de
los caciques políticos que medran para conservar su porción en la torta del
poder. Que no repitamos lo del plebiscito que rechazó el acuerdo humillante de
La Habana, pero que fue implementado desconociendo la voluntad popular. Ya
algunos destacados líderes han caído en la trampa aceptando negociar un
acuerdo con el “Cacas”, en contravía del mandato de las urnas que rechazó contundentemente
al tirano. Antes que admitir reformas “cosméticas” a los proyectos del régimen,
lo que la sociedad colombiana pide a gritos es una oposición cerrada a Petro
y a todo lo que él encarna: impunidad para los violentos, entrega de
Colombia al Foro de Sao Paulo, conversión del país en un satélite comunista,
blindaje al sucio negocio del narcotráfico, milicianización del país,
corrupción, bancarrota del Estado.
Seamos claros: los votantes no
aceptaremos que se burle la voluntad popular en secretos conciliábulos para insuflar
nuevo aire al derrotado presidente. Quienes
así están procediendo se exponen a un ejemplar castigo en las urnas.
10.- Contamos ahora con una efectiva
herramienta para desterrar de Colombia la amenaza comunista, combatir la
criminalidad, especialmente el terrorismo y el narcotráfico, eliminar la
corrupción, desmontar las absurdas reformas laborales y sociales de la actual
administración, devolver la dignidad a nuestros militares y policías, y
comenzar una etapa de crecimiento económico y bienestar para todos los
colombianos. Para ello, sólo basta organizar las masas victoriosas en la
pasada jornada electoral ¿Cómo hacerlo? A.- Apoyemos el juicio político
por indignidad contra Petro que cursa en la Comisión de Acusaciones de la
Cámara. B) Organicemos todos los grupos de resistencia y oposición en una
gran confederación para que, sin perder su propia identidad, se coordine la
labor de todos para dar la derrota definitiva al petrismo.
C) Preparémonos en estos 3 años para tomarnos el poder legislativo y
ejecutivo, restaurar nuestros principios y valores, y recuperar todo lo
perdido en este gobierno de la infamia. Nuestra consigna no puede ser la que
algunos dirigentes inexplicablemente proponen, la de negociar con el caído que
sólo persigue continuar vigente para finalizar su tarea depredadora. No. Los “colombianos
al rescate” batallaremos sin descanso bajo el lema de salvar al país y
restablecer la vigencia de nuestros principios cristianos y democráticos.