Por Andrés de Bedout Jaramillo
Es tal el desconcierto que hay quienes creen que Petro está tan
enredado, que lo más posible es que empiece a escuchar, ceda y suspenda esa
acción dañina en la que está empeñado. Por las últimas medidas tomadas a la luz
del estruendoso fracaso en su intento de lavarle la cara a Maduro, en la
convención por Venezuela, en la rabieta que lo llevo a terminar la coalición
con los partidos y a sacar al ministro de Hacienda, entre otros, que venía
actuando como el polo a tierra en las innumerables malas ideas de Petro, que
están llevando al país a un punto de no retorno, otros piensan que obliga a los
sectores políticos, económicos y sociales, a formar un frente común que pueda
frenar esta locura.
Me resisto a creer que se nos
haya agotado el ingenio y más en estos momentos; al parecer las marchas
pacíficas no son leídas por Petro, que hoy amenaza con marchas violentas, que
nos llevarán aceleradamente al fracaso total de nuestro país. Petro no atiende
ni encuestas, ni marchas, ni periodismo nacional ni internacional, ni columnas
de opinión, ni consejos de nadie que piense diferente a él.
El país se le salió de las manos y el Congreso debe tomar cartas
en el asunto rápidamente o esperar a que Petro los revoque. Si no lo atajan los
va a revocar para poder afincarse como dictador. Su defendido castrochavista, Maduro,
así lo hizo, pero su amigo Castillo en Perú, no lo pudo hacer porque el
congreso se lo impidió.
Petro está siendo totalmente injusto con todos los colombianos,
especialmente con los pobres a quienes dice defender. Debería estar mostrando
acciones reales y concretas de mitigación del hambre del que tanto habla en los
discursos. Yo no he visto ni comedores comunales, ni reparto de mercados ni
acciones conjuntas con fundaciones privadas y bancos de alimentos, orientadas a
mitigar el hambre de tantas familias que no pueden tener las tres comidas
diarias. Sigue distraído en radicar leyes para otorgar subsidios insostenibles,
pudiendo concentrarse en soluciones sencillas y efectivas que realmente calmen el
hambre de los colombianos que lo están padeciendo. ¿Será que por lo menos ya
tienen detectadas con exactitud las poblaciones que urgentemente requieren la
atención? ¿Será que ya llegaron a la Guajira con la comida que necesitan los
niños para no seguir muriendo por desnutrición?
No me parece justo con los enfermos estar desgastando al Gobierno
con una reforma a la salud, dizque para poder atender a la población campesina
e indígena de los lugares apartados. No hemos sabido de brigadas de salud
organizadas por el gobierno de Petro para atender los enfermos de esas zonas,
pudiendo hacerlo inclusive como lo hacen tantas organizaciones privadas. No
hemos visto que estén pensando en hogares de paso para llevar a los ciudadanos
a tratamientos en las grandes ciudades donde se cuenta con la infraestructura,
por vivir allí el 70% de la población. No entiendo para qué se le quiere
entregar un cuarto del salario mínimo a los ancianos, cuando ellos lo que
necesitan son hogares donde los atiendan en su alimentación, vestido, salud y
les den el cariño que ya sus familiares no les dan. ¿Cuántas entidades privadas
podrían si el gobierno las apoyara, aumentar los cupos en estos ancianatos o
mejor, hogares para los más necesitados de la tercera edad?, ¿será que por lo
menos ya los tienen detectados?
¿Cuántos proyectos productivos, sostenibles, han logrado montar
para los campesinos a los que les han entregado tierras?
¿Quién está midiendo y estableciendo el costo beneficio de lo que
está haciendo el Gobierno para que lo comuniquen por favor?
Señor presidente hay que pasar de la carreta y el discurso inútil,
a la práctica de las soluciones sencillas y efectivas, medibles y mostrables.
Que el Espíritu Santo los ilumine; si a Petro le va bien, a todos
nos va bien, pero como vamos, vamos mal todos.