viernes, 5 de mayo de 2023

Regreso a la barbarie

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

En tan solo nueve meses la izquierda radical que accedió al poder en Colombia ha logrado un regreso a la barbarie que muy pocos nos atrevíamos a predecir.

Estupefactos nos quedamos los colombianos ante las diarias noticias que cada vez ensombrecen más el panorama, pero no atinamos a identificar las verdaderas dimensiones de la tragedia que vive nuestra sociedad.

Un colectivo irregular autodenominado “guardias campesinas” secuestra a plena luz del día a 75 policías y civiles y degüella a uno de los agentes del orden, cometiendo un salvaje concurso de delitos (asesinato, secuestro, ataque a la autoridad, concierto para delinquir). En lugar de ser capturados y judicializados, como ocurriría en cualquier país democrático, el presidente Petro prohíbe que los secuestrados sean auxiliados por la fuerza pública, mientras uno de sus ministros califica el crimen como un “cerco humanitario”. ¿Dónde se puede encontrar barbarie como esta?

El 1ro de mayo participó la vicepresidenta Francia Márquez en una manifestación en la ciudad de Cali, donde dijo: ¡Viva la Primera Línea!, refiriéndose a un grupo de vándalos que torturó y asesinó policías, e incendió dos alcaldías y un palacio de justicia en el departamento del Valle del Cauca. Es la voz autorizada del Gobierno haciendo una clara apología de la barbarie y ensalzando a asesinos y terroristas, como si viviéramos en el más atrasado país del mundo.

Imágenes que circulan por las redes sociales muestran la Plaza de Bolívar de Bogotá controlada por grupos de indígenas armados de garrotes, al parecer otras “guardias indígenas” patrocinadas por el actual régimen comunista con violación del artículo 22 A de la Constitución, las cuales están sustituyendo a la Fuerza Pública que ha sido acuartelada y se la impide actuar. Tenebrosa imagen que atemoriza a la población inerme frente al totalitario y bárbaro régimen comunista.

Ya la barbarie se nos ha venido imponiendo a partir del claudicante pacto de La Habana suscrito por los socios de Petro, Santos y las FARC, en el cual se aprobó premiar a los más crueles criminales de nuestra historia con curules en el Congreso.

Siguiendo ese funesto precedente, se confabularon todos los poderes públicos para dar por ganador en la contienda por la Presidencia al terrorista y guerrillero Gustavo Petro, fiel exponente de la bárbara sociedad en la que Colombia ha mutado.

La barbarie implica la sustitución de los principios propios de la civilización occidental, judeocristiana y democrática, por los funestos propósitos del Estado comunista, totalitario y materialista. En la mira del régimen no está solamente cambiar nuestro modelo económico y perpetuarse en el poder, sino, también, cambiar los fundamentos culturales de nuestra nacionalidad para regresarnos a una sociedad primitiva sin valores, en las que se desprecie la dignidad de la persona humana y se olvide el Estado de trabajar por los bienes morales y materiales que constituyen el bien común.

No nos queda a los colombianos otra salida que enfrentar con decisión, antes de que sea demasiado tarde, este proceso de descomposición moral y material.

Debemos hacerlo en dos sentidos:

a. Una acción política de “objetivo próximo”, enderezada al derrocamiento de la tiranía marxista-leninista instaurada ilegítimamente en el poder. Para ello se debe recurrir a todos los medios eficaces, entre los cuales, señalo la organización de un paro nacional e indefinido hasta que caiga el Gobierno, el respaldo masivo y callejero al juicio político instaurado ante la Cámara de Representantes contra el presidente por violación de los topes electorales, la reunión de los líderes políticos democráticos propuesta por el doctor José Alvear Sanín, la confederación de los grupos de resistencia y organizaciones gremiales, profesionales y cívicas que se ha iniciado en las ciudades de Medellín y Cali;

b. Una acción política de “objetivo remoto”, para conducir a la Nación, mediante los cambios estructurales profundos que sean necesarios, hacia un nuevo sistema que refleje en nuestra sociedad una renovación humanista integral que sirva como dique a futuras amenazas social-comunistas. ¿Cómo obtener este segundo objetivo? El movimiento enderezado al derrocamiento del régimen deberá proceder por etapas, preparando desde ahora todos los medios requeridos (elaboración doctrinaria, cuadros directivos, trabajo de difusión, actividad proselitista) hasta crear una fuerza reconocida y funcional en la sociedad. Consideramos vital la maduración de la “confederación” de grupos opositores al régimen, como base que sustente piramidalmente el proceso de rescate cultural de la sociedad.

Como acertadamente anota Agustín Laje, “…los aparatos estatales no solo están dentro del terreno de la ‘sociedad política’ sino también dentro de la ‘sociedad civil’”.

Y agrega: “…para hacer una revolución no basta con hacerse con las instituciones represivas del Estado, sino también –y tal vez fundamentalmente– con las instituciones que mantienen una hegemonía, embarcándose en una batalla cultural: medios de comunicación, escuelas, universidades, iglesias, asociaciones civiles…”[1]



[1] LAJE, Agustín, La batalla cultural, Harper Collins México, 2022, pag.427

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