domingo, 16 de abril de 2023

Soñando el país que queremos

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

Es posible que muera antes de lograr convertir mi sueño recurrente de muchos años en una realidad, que no es otro que ver a Colombia, nuestro país, salir de la violencia, de la muerte, la venganza y el odio. Quiero verlo transformándose en lo contrario: amor, respeto, tolerancia y crecimiento, alejándose de ese sino trágico que nos acompaña posiblemente desde la época de la Conquista y que se fue enquistando en los genes de nuestra raza, que nos impide ver las cosas y solucionarlas de una manera diferente. Nadie escapa a esa herencia maldita, que arruga y aniquila nuestras vidas; por eso, a violencia física y moral la debemos erradicar en todas las esferas sociales de nuestra tierra.

Lo expreso frecuentemente en reuniones y en mis opiniones cotidianas, trasformar el país es imposible lograrlo desde arriba, ese proceso debe iniciarse desde el hogar, el colegio y la universidad, claustros que hoy lamentablemente tienen muchos estudiantes, que deambulan por las aulas, sin interés real por cambiar costumbres y comportamientos. También, ese cambio, debe darse en los amigos de barrio, de empresa o sociales, allí, surge la solidaridad, la amistad y posiblemente la compañía para toda la vida.

Los gobernantes en general, ya sea el mismo presidente, los ministros, gobernadores y alcaldes, si no tienen un amplio y basto sentido social cimentado en valores no lograrán nada, porque sin ellos caen en la corrupción, la ambición y el desastre. Podría poner casos específicos de gobernantes perversos desde la moral, el conocimiento y en el desarrollo de sus planes de trabajo, que al final han traído solo miseria, angustia y desesperación.

Como me diría un hombre de principios, positivo como el que más, hay que trabajar con lo que tenemos, y por ello atendiendo esa sugerencia planteo algunas soluciones simples y lógicas, pero efectivas que, si todos nos comprometiéramos a ejecutarlas desde ya, iniciaríamos el cambio, no basado en promesas si no en comportamientos, y ellos nos llevarán a la transformación social que es el objetivo mayor. Por ello diría que podemos iniciar el cambio así:

* En el hogar, padres cariñosos, respetuosos, que enseñen valores, que los inculquen, que inspiren amor, pero a la ves tengan autoridad y disciplina, que comprendan que la tarea de acompañar a los hijos es la que dará resultados posteriores, porque ellos se comportarán igual y sintiéndose queridos responderán positivamente, tendrán creatividad y desarrollarán sus aptitudes serenamente. No a los padres violentos, celosos, que convierten el hogar en un ring de boxeo, odio y muerte.

* En el colegio, disciplina, orden, respeto, tolerancia y valores, y los resultados se verán, formarán hombres y mujeres para servir sin egoísmo y con dedicación desde la profesión arte u oficio que escojan. No debemos olvidar que se requiere volver a traer a las aulas el pénsum de historia, geografía, ética, que enfocará a los estudiantes en la realidad en la que viven y en la responsabilidad de trasformar la sociedad para mejorar las condiciones de los ciudadanos. No dar cabida a los acosadores, violadores, torcidos de mente y espíritu. Entiendan que si hay control y seguimiento a los estudiantes no prosperará la maldad y de allí huirán quienes promueven el mal.

* En la universidad, se debe buscar encauzar en el proyecto de vida que quieran desarrollar, en encontrar el sentido de vida y de profesión, cualquiera que esta sea, pero que tenga pertinencia con las necesidades de la región donde viven.

* En el trabajo, respeto, solidaridad, trabajo en equipo y sentido de pertenencia.

Miren como son actividades que no requieren que el gobernante nos las enseñe, se necesita valor para actuar con honorabilidad, sin robar, sin pretender el beneficio personal y con mucho sentido social.

Dirán que esto es carreta, que no se logrará nada, pero, me aferro a pensar diferente, a entender que el problema está en la raíz, en el origen y que aún podemos encauzar el desarrollo social de este país.

Por otro lado, en cuanto a formas de obtener resultados desde abajo, creo que si empezamos por los municipios podremos ver avances sustanciales rápidamente y es una tarea que le corresponde a los gobernadores, siempre y cuando tengan capacidad de liderazgo, que se conviertan en los impulsores del cambio partiendo de:

* Construir o reparar las sedes de las escuelas o colegios, tener profesores bien formados, bien pagados, aulas de clase con internet, impartiendo clases de geografía, historia y civismo. También, enseñando desde los inicios de su formación artes u oficios que puedan aprovechar en su vida adulta.

* Construir o reformar centros de salud que permitan atender las necesidades de los habitantes, dotados de equipos adecuados, con médicos y enfermeras bien pagados.

* Cuarteles de policía bien dotados, que protejan a los ciudadanos, que inspiren respeto y que apoyen a los alcaldes en labores preventivas que eviten el robo, la violencia y la muerte.

* Alcaldes preparados, que entiendan su responsabilidad, que sean inspiradores para que los habitantes se contagien y apoyen el trabajo, que no estén aislados de los ciudadanos. Deben liderar ante los propietarios de tierras y fincas las alternativas para cultivar dando trabajo a los campesinos, evitando la miseria y el hambre.

* Medio ambiente protegido, con cuidadores de ríos y quebradas, pagados por el municipio, que limpien, siembre árboles y cuiden las cuencas.

* Empleados de la rama judicial, con sentido de pertenencia, que rápida y eficazmente cumplan con su función, que no llenen los anaqueles de expedientes, dilatando la aplicación de justicia.

* Ciudadanos, serios, empoderados de su domicilio, que trabajen y aporten al municipio, que lideren procesos de emprendimiento que generen empleo y calidad de vida.

* Promover la cultura, con bibliotecas virtuales o físicas, tener espacios para la danza, la música, el teatro y también el deporte motivando la competencia sana entre los barrios, o colegios. Así se evitan el ocio, el vicio, y en general, se cuida a la juventud, teniéndola ocupada.

Respetados lectores, todo esto no es cuento, ni algo iluso, pidamos que los gobernantes se comprometan a cumplir con su función que no es otra cosa que cuidar, proteger, incentivar y motivar a la comunidad.