domingo, 31 de mayo de 2020

Cuarentena, síndrome y confinamiento

Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Escribo, pensando que lo que expreso puede serle útil a alguien, por eso me atrevo.

Mi condición de hipertenso, con 64 años de edad, me coloca en la clasificación de población vulnerable, obligada al confinamiento, hasta agosto por el momento o hasta que se invente la vacuna o se acabe la pandemia.

Para no enredarme la cabeza con la cantidad de normas nacionales y municipales, no salgo a ninguna parte y me inscribí en las plataformas de los municipios por donde tendría que transitar haciendo uso del pico y cédula, para efectos de salud, suministro de alimentos, artículos de primera necesidad y las 2 horas de ejercicio físico diario permitidas, manteniendo los protocolos de bioseguridad que todos los días por todos los medios nos repiten, a los que estamos obligados a cumplir y hacer cumplir, estrictamente.

Desde mediados de marzo estoy en cuarentena, estoy tan acostumbrado, que el síndrome de la cabaña, para mí, es ya un estilo de vida.

Les confieso que la oración y el ejercicio físico diarios, han sido la mezcla perfecta para la salud física y mental en la convivencia con muy pocas personas y la ausencia de muchas personas.

Este cambio radical en la vida, al que ya estoy acostumbrado, donde todas las actividades y rutinas que tenía antes de marzo, quedaron suspendidas en el tiempo, son por el bien mío y de la comunidad en general, por eso me cuido, para cuidar a los demás.

Esta pandemia prefiere a los que tenemos más edad y preexistencias, por sanos y fuertes que estemos. Yo hago todo lo posible por no darle papaya, manejando los riesgos de contagio, en los niveles más bajos posibles.

Respeto las opiniones de los que piden liberarnos de la cuarentena, del confinamiento, de las fronteras, pero yo le creo más a las estadísticas y a las experiencias en Colombia y el resto del mundo y pienso que lo mejor es que seamos presa del síndrome de la cabaña, nos de miedo salir y lo aceptemos como un estilo de vida.

Aprovechemos la gran cantidad de servicios domiciliarios con bioseguridad que hoy nos ofrecen, de paso contribuimos a la generación de empleo y no olvidemos, mientras podamos, a las personas que nos prestaban servicios y hoy no lo pueden hacer, porque el confinamiento y las fronteras, no lo permiten.

Tranquilos, Nuestro Señor Jesucristo, siempre está ahí para nosotros.

viernes, 29 de mayo de 2020

Hablar claro y directo

José Leonardo Rincón, S. J.*

Nada mejor que hacerlo, pero nada más riesgoso e impopular al hacerlo. Veo que a la gente le gusta cuando alguien procede de esta manera, pero observo también que no les gusta si lo hacen con ellos. La verdad es la verdad y suele doler e incomodar, por eso, en este gran teatro universal, es más cómodo llevar máscaras, maquillajes y disfraces que mostrar tal cual el rostro y dar la cara. Es mejor acogerse a los guiones y no salirse del libreto de lo políticamente correcto.

Sonría, por favor, así esté ardiendo de rabia. De ningún modo se vaya a poner bravo y menos a salirse de casillas: eso es inmadurez emocional. Si usted se reprime silenciándose en lo que realmente piensa, le va a ir mejor, va a ser más popular en los puntos de su rating y seguramente por esa “madurez” será premiado con alguna prebenda. Al decir del Papa Francisco, que suele llamar las cosas por si nombre y por eso una tercera parte de sus subalternos lo detesta, para ascender, los carreristas y cortesanos deben esmerarse en su adulación y lambonería a los jefes.

Los que suelen actuar auténticamente pagan caro su osadía. Que lo digan los periodistas silenciados por los poderes de toda clase y ralea. Que lo digan los jueces y magistrados que no se dejaron sobornar. Que lo digan los líderes sociales que se atrevieron a defender los derechos de los más débiles de su gente. Que lo digan tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia les salió caro hablar claro y directo y los callaron, los desaparecieron, los torturaron, los martirizaron hasta la muerte.

El profeta Natan le espetó al mismísimo Rey David su pecado. Un tal Jesús de Nazaret les dijo hipócritas y un montón de cosas a los fariseos. Catalina de Siena no tuvo reparo en decirle unas cuantas verdades al Papa. Óscar Romero enfrentó la dictadura genocida y pidió el fin de la reprensión a su pueblo. Estos cuatro a modo de limitado ejemplo, porque muchos, la gran mayoría, han sido héroes anónimos a quienes ha sido fácil callar de mil maneras.

Usted, piénselo bien por favor antes de salir de su zona de confort. No diga todo lo que piensa y si se atreve a decir algo dígalo bien matizado y suavizado para no levantar ampolla. Ser diplomático será valorado porque usted supo manejar su inteligencia emocional y relacional. No se vaya a exponer más de la cuenta porque el bulldozer del poder puede aplastarlo con elegancia haciéndolo salir por la puerta grande o con toda su furia cual basura despreciable arrojándolo por la puerta de atrás. Ya lo sabe: hablar claro y directo tiene un precio alto que pagar y el poder no está dispuesto a soportar su inmadura altanería. La invitación es a alienarse en la masa y observar alineada y fielmente los parámetros del establecimiento.

Muy bien. Escoja usted entre ser libre y feliz obrando en conciencia o dejándose engañar por vanas ilusiones y nunca ser usted mismo sino lo que los demás quieren que usted sea, piense y actúe. Escoja, por favor.


jueves, 28 de mayo de 2020

Los 56 años de bandolerismo de las FARC

Por Julio Enrique González Villa*

El final de la guerra mundial en 1945 desató en la URSS una sicosis sobre una tercera guerra mundial alimentada por Occidente y decide “invadirlo” aprovechándose de las desigualdades en América Latina exportando el marxismo leninismo a través del partido comunista.

El oscuro asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que era acusado por los comunistas de ser fascista, por haber sido educado en la Italia de Enrico Ferri, ministro de Mussolini, y su profesor de derecho penal, posibilita la teoría de que el comunismo podría tener responsabilidades en el mismo. Varios hechos servirían para poner sobre el tapete esa posibilidad: a) Gaitán había fundado la UNIR y afirmó en un discurso del 16 de agosto de 1934: “Nosotros, los uniristas, somos enemigos del comunismo”. “El PCC tenía pues en Gaitán a un verdadero enemigo. Ese partido constataba con inquietud cómo Gaitán atraía las masas populares urbanas, las que antes llenaban los mitines comunistas. Ese partido llegó a acusar a Gaitán de ser un ‘fascista’”[1]. b) En el momento en que se conoce el asesinato, en cuestión de instantes, los comunistas toman parte activa en la dirección de la insurrección popular. Fidel Castro está en Bogotá y se conocen testimonios de su participación armada (Véase entrevista realizada por Arturo Alape y difundida por Radio Caracol de Bogotá el 9 de abril de 1981)[2]. c) La intención comunista de hacer fracasar la Conferencia Panamericana auspiciada por Estados Unidos y que da origen a la OEA. Véase la carta que encontró la policía en el hotel Claridge, en la habitación donde estuvo alojado Castro. Carta de Francisco Calderío, alias Blas Roca, detallando todos los hechos encaminados al fracaso de la conferencia Panamericana[3]. d) La intervención venezolana a través de su presidente Rómulo Betancur quien había anunciado los acontecimientos del 9 de abril antes de que ellos ocurrieran: “El Popular, diario de Barquisimeto, informó en su edición de la tarde del 9 de abril que Rómulo Betancourt había desempeñado un papel activo en el asesinato de Gaitán.”[4]

Lo cierto es que después del asesinato de Gaitán, el intento de enjuiciar al presidente Ospina por la mayoría liberal del Congreso, destituirlo y colocar en su reemplazo al Designado que era elegido por el propio Congreso, de origen liberal, para facilitar el acceso al poder del liberalismo por lo que quería adelantar las elecciones, ocasionaron el cierre del congreso y el comienzo de una violencia política que fue llevada irresponsablemente por los jefes liberales a las provincias y al campo.

Esa violencia política dio lugar a la creación de guerrillas liberales, las llamadas especialmente guerrillas del llano (Guadalupe Salcedo y Dumar Aljure) y otras. Dentro de ese desorden aparecen guerrillas de orientación comunista.

Sube a la presidencia Laureano Gómez por la abstención decretada por el Partido Liberal ante la opinión de la falta de garantías. La violencia entonces se recrudece. Viene el golpe de estado del general Gustavo Rojas Pinilla y el país liberal se calma. La mitad del conservatismo (Mariano Ospina Pérez) acepta la realidad. La guerrilla liberal entrega las armas.

El Frente Nacional, creado en 1957 por los dirigentes de los Partidos Conservador y Liberal para volver a la institucionalidad perdida por el golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla a Laureano Gómez en 1953, dejó desconcierto dentro del ejército y dentro de las guerrillas: “Con la reconciliación de los dos grandes partidos finaliza la actividad de la mayoría de las guerrillas. Las que siguen en pie degeneran en bandas… Es la aparición de los jefes bandoleros, como «Sangrenegra», «Tarzán», «Chispas», «Mariachi» y «Desquite»”.[5]. Muchos de estos bandidos fueron soldados que pagaron su servicio militar y se prepararon en el mundo de las armas, las tácticas y las estrategias.

Jair Giraldo, un soldado que pidió la baja en 1957 por “los terribles hechos que lo tumbaron, me produjeron una honda pena”, según escribió en una carta[6], refiriéndose a la caída de Rojas Pinilla, expresó: “Ustedes se habrán podido dar cuenta que la oligarquía se unió por lo alto y nosotros somos los únicos pendejos que nos seguimos dando bala por el partido liberal o el conservador. A partir de este momento el país, mediante el Frente Nacional, se propone adormecer las conciencias y cogernos corticos y liquidarnos. Acuérdense de mí. Jair Giraldo.”[7]

Efráin González, buscando ubicarse, después de la muerte de Jair Giraldo y su estancia por Santander y Boyacá, analizó si hacerlo nuevamente en el Partido Conservador o en la Anapo para las elecciones de 1964 “pero en el fondo no quería volver a servirle al Partido Conservador que, al hacer parte del Frente Nacional, había desvirtuado la esencia de su doctrina y defraudado las esperanzas de millones de compatriotas al fundirse con su encarnizado rival de todos los tiempos. Recelaba también de la Anapo, aunque creía que el general Rojas Pinilla había sido el mejor presidente de los colombianos. El único que había puesto orden, restaurado la paz y la concordia entre las gentes”.[8]

“En 1963, en inmediaciones de Calarcá, un campesino desesperado se acerca al batallón Cisneros y muestra una carta en la cual «Chispas» lo amenazaba de muerte si no cedía a sus pretensiones. Estaba enamorado de su hija y dispuesto a secuestrarla si no se la entregaba por las buenas”.[9] «Chispas» era admirador de Fidel Castro y del Che Guevara. Cuando lo mató el ejército llevaba un pequeño folleto llamado “Guerra de guerrillas” del Ché Guevara. «Chispas» había llegado al Tolima y al Quindío “por petición de hacendados liberales, para hacer frente a las bandas de ‘pájaros’ de esa parte del país”.[10]. Los llamados “pájaros” eran otros bandidos contratados por los finqueros para defenderse de la chusma liberal ante la ausencia de Estado. Lo que hoy podríamos llamar “las autodefensas.

«Desquite», nacido en 1936, en Guadual, vereda de Rovira, Tolima, hijo de campesinos liberales, en 1952 “vio asesinar a su padre, Samuel Antonio Ángel, a manos del alcalde conservador Ovidio Hinojosa, quien comandaba en aquellos contornos una temible horda chulavita”.[11] Se hizo recolector de café en Sevilla, Caicedonia, Cartago. Asesinó a Hinojosa, su esposa e hijas vengando a su padre. Fue a la cárcel por asociación para delinquir, pues hizo parte de la banda de “La Gata”. En la Picota se politizó deslumbrado por los discursos de Jorge Eliécer Gaitán y los escritos de Eduardo Franco Isaza sobre las guerrillas del Llano [12]. Con la caída de Rojas Pinilla en 1957 se fugó de la cárcel. Fue de la banda de «Chispas» e hizo banda aparte con «Veneno» y «Peligro». Este «Capitán Veneno» fue quien posteriormente dirigió la llamada República Independiente del Ariari.

«Desquite» entró en desavenencias con «Chispas», se apoderó de El Líbano (Tolima) y se “planteó la defensa de los campesinos de su partido contra los atropellos oficiales, las incursiones de los ‘pájaros’ y la falsa paz armada pregonada por el Frente Nacional. Líbano era, a su modo de ver, el sitio más indicado del Tolima para la acción guerrillera, por razones geográficas y políticas”.[13] «Sangrenegra» y «Tarzán» tenían sus bandas por la misma zona. Afirmaba «Desquite» que “lo que indudablemente más lo exasperaba era la proclive tendencia de los secuaces de «Sangrenegra» y «Tarzán» a cometer abusos sexuales con las mujeres (sobre todo maestras rurales) que secuestraban”.[14]

«Desquite» conoció a Pedro Brincos y su banda. Este “especialista en la formación de cuadrillas, un hombre que sacaba provecho de la situación para convencer a los campesinos de que la solución para América Latina era la misma que había asumido la revolución cubana. Pedro Brincos hacía parte del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino MOEC, uno de los primeros intentos por alinear la revolución cubana en el marco internacional con la Unión Soviética”.[15]. Se sabía entonces que el MOEC era “un brazo disimulado del Partido Comunista que acechaba en la sombra”.[16].

“A finales de 1962, «Desquite» recibió una carta de Pedro Brincos en respuesta a otra que este le había enviado. Estaba fechada en Bogotá, suscrita a nombre del MOEC, movimiento que desde meses atrás propiciaba una reunión nacional con los representantes de todos los focos dispersos por el país y que, según él, luchaban a brazo partido sin un plan estratégico y sin una coordinación centralizadora”.[17]

Y la mediación de la Iglesia no era cosa de ahora, pues «Desquite» le escribe una carta a «Sangrenegra»: “…hay cosas más importantes que debemos lograr. Una de ellas es hasta qué punto las propuestas del Padre Raúl López nos convienen”, “Y era que, efectivamente, desde tiempo atrás el Padre López, cura párroco de Armero, venía actuando como mediador entre las cuadrillas y la Sexta Brigada en busca de un cese de hostilidades”.[18]

Se da entonces la unión de todos los bandoleros de este país en las montañas de Salento, departamento del Quindío, aunque hayan sido enemigos entre sí: Efraín González, «Chispas», «Desquite», «Sangrenegra»[19]: “los gobiernos lo único que pretendían era sacar tajada del erario público y sentarse a manteles, mientras ellos se daban plomo en el monte como unos idiotas. No, compañeros, debemos tener claro que, de ahora en adelante, nuestro enemigo no es el pobre campesino que sufre como nosotros, sino el Estado, representado por sus Fuerzas Armadas. Ellos son nuestros verdaderos enemigos. No más sangre conservadora o liberal. Nuestros enemigos son los detectives, los soldados y los policías que sirven al sistema. Nadie más. Hacia ellos debemos enderezar los fusiles y las metralletas”.[20]. De todo esto quedó constancia en la prensa internacional: “Jules Dubois, un reportero del Chicago Tribune, firma el 20 de noviembre de 1961 un artículo intitulado “Armed guerrilla forcé: a threat to colombians”. Revela la existencia de organizaciones armadas que están apoderándose de varias regiones del centro del país para construir un Estado dentro del Estado. Tres días después, el periódico conservador El Siglo trata el mismo tema y publica un mapa con información precisa sobre las llamadas repúblicas independientes, once en total.”[21]

“Las ‘repúblicas independientes’ repertoriadas por la prensa colombiana en 1961 son once: Viotá (o Tequendama), Sumapaz, Planadas (la futura Marquetalia), Rionegro (Ríochiquito), Miraflores (El Pato-Guayabero), Ariari, Vichada, Herrera, San Juan de la China, Cimitarra y Urrao”.[22]. Juan de la Cruz Varela que controla el territorio del Sumapaz “en mayo de 1960… forma parte de una delegación comunista que viaja a La Habana. En una reunión con Fidel Castro y Ernesto Guevara, son informados de que Cuba está dispuesta a ayudarlos con armas, dinero y entrenamiento”.[23]. Varela se había levantado en armas en nombre del partido liberal con ocasión del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez. La de Miraflores (El Pato y Guayabero) fue dirigida por Óscar Reyes, por «Richard» y «Diamante». En la Herrera estaba «Peligro». La de Urrao dirigida por gentes del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) creado por Alfonso López Michelsen para enfrentar el Frente Nacional, al igual que las de Cimitarra y Carare que son el hogar de lo que después fue el ELN (Ejército de Liberación Nacional). En Planadas estuvo «Mariachi» y en ese territorio, Marquetalia, se hicieron conocer Pedro Antonio Marín (Tirofijo) y su amigo indígena Isauro Yosa, alias «Mayor Líster», lo mismo que “«Charro Negro».

Los bandoleros del país entonces se tratan de legitimar bajo el amparo del comunismo: “Esa tentativa de investir a esos bandidos irrecuperables de una legitimidad política, dándoles de hecho un mayor poder sobre las poblaciones indefensas, fue una jugada coherente. ¿Acaso eso no era permitido y hasta recomendado por los manuales soviéticos que explicaban cómo utilizar el lumpenproletariat en la construcción del comunismo…?” “El 30 de noviembre (de 1961), el senador Álvaro Gómez Hurtado, hijo del expresidente Laureano Gómez, denuncia ante el Senado la existencia de esas “repúblicas independientes” y destaca el peligro que esos enclaves representan para la supervivencia de la democracia y para la unidad del país, ya que en esas extensas zonas el ejército y la policía son impotentes ante la actividad de las bandas armadas que habían logrado erigirse más o menos en contrapoder ante el gobierno central…”. “El embajador de Francia en Colombia, Bertrand de la Sablière, hace su propia investigación… “Allí no solo se ridiculiza la autoridad del Estado, sino que esas bandas, perfectamente organizadas, administran los distritos que dominan, imparten justicia y perciben impuestos naturalmente. Es probable que el gusto por el saqueo y el asesinato los anima esencialmente pero también que numerosos agitadores se incorporan a ellos con la esperanza de utilizarlos en el momento oportuno”. El diplomático añade una información importante que la prensa colombiana no desea destacar especialmente: “se puede divagar sobre la naturaleza de esas organizaciones, bandas armadas de ladrones, organizaciones comunistas o filocomunistas; sin embargo, el gobierno central tolera su existencia en tanto que comunidades separadas”. (Despacho No. 2618/am del 4 de diciembre de 1961. Archivos del Quai d’Orsay, París)”[24]

“Pero ese sueño de constituir a bajo precio un Ejército revolucionario con esa gentuza se hunde ya que los gobiernos de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) y Guillermo León Valencia (1962-1966) reaccionan y liberan poco a poco el país de los bandoleros más detestables. Con todo, uno de estos consigue pasar entre las mallas del ejército. La guerrilla de Tirofijo, aunque reducida, sobrevivirá”.[25]

¿Quién era Tirofijo? Pedro Antonio Marín “no formaba parte de ningún movimiento agrario. No representaba a nadie, excepto a algunos primos y amigos. Su decisión de ‘tomar las armas’ no tiene nada que ver con la lucha social. Según el investigador Fernando Franco Ceballos, Pedro Antonio Marín, alias «Tirofijo», ya había constituido en 1950 una banda con la cual robaba armas en el pueblo de Génova. Entra en la clandestinidad después de haber asesinado a Miguel Hincapié, un funcionario de la Alcaldía. Luego, para intimidar a quienes investigaban ese asesinato, Marín ataca a Génova. Balance: siete muertos. Así comienza su carrera el famoso Pedro Antonio Marín. Su guerrilla ulterior será un proyecto público forzado sin base popular, una mezcla de odio anticonservador y mesianismo estalinista. Su ‘comisario político’ será algunos años más tarde Luis Alberto Morantes Jaimes, alias «Jacobo Arenas»”.[26]

Posteriormente, después de los famosos bombardeos de Marquetalia, Río Chiquito, Guayabero, nacen las FARC, quienes se pierden en la espesura de las selvas hasta que Belisario Betancur en 1982 las saca de sus guaridas de bandidaje y les da connotaciones de fuerza armada beligerante. Bandoleros que se refugiaron en la cocaína para subsistir ante la liquidación económica y política de la Unión Soviética y añadieron a su calificativo de bandoleros el de narcotraficantes.

Esa es la verdad: Las FARC son un grupo de bandoleros que violaron, que secuestraron, que asesinaron, que desplazaron, y hoy están en el Congreso de la República ostentando el título de “Honorables” Congresistas. Las FARC nacen de una partida de bandoleros que hicieron los mismo: Chispas, Efraín González, Mariachi, Jair Giraldo, Charro Negro, Mayor Líster, Tarzán, Sangrenegra, Capitán Veneno, Desquite, Tirofijo.


[1] Eduardo Mackenzie; Las Farc Fracaso de un Terrorismo; Colección Actualidad Debate; Nomos Impresores; Bogotá; 2007; Pag,107

[2] Eduardo Mackenzie, ob. Cit. 115

[3] Eduardo Mackenzie, ob cit. 118

[4] Eduardo Mackenzie, ob cit. 147

[5] Eduardo Mackenzie; Las Farc Fracaso de un Terrorismo; Colección Actualidad Debate; Nomos Impresores; Bogotá; 2007; Pag,185

[6] Pedro Claver Téllez; Crónicas de la Vida Bandolera; Planeta; 1987; Pag. 87

[7] Pedro Claver Téllez, ob. Cit.; Pag. 93

[8] Pedro Claver Téllez, ibídem, Pag. 127

[9] Pedro Claver Téllez, ibídem, Pag. 142

[10] Ibídem 161

[11] Ibídem 154

[12] Ibídem 159 y 160

[13] Ibídem 165

[14] Ibídem 176

[15] Ibídem 166

[16] Ibídem 169

[17] Ibídem 171

[18] Ibídem 177

[19] Pedro Claver Téllez, ibídem; Pag. 93

[20] Pedro Claver Téllez, ibídem, Pag. 94

[21] Eduardo Mackenzie; ob cit.Pag. 186

[22] Eduardo Mackenzie; ibídem 188

[23] Eduardo Mackenzie; ibídem 188

[24] Eduardo Mackenzie; ob. Cit. Pag. 186 y 187

[25] Eduardo Mackenzie; ob. Cit. Pag. 186

[26] Eduardo Mackenzie; ibídem 193


¿Un comandante que mande a parar?


Por John Marulanda*

Coronel John Marulanda (RA)
Hay declaraciones públicas de un cinismo monumental. Y las espetan los mismos personajes de siempre, empeñados en desfigurar la realidad, la evidencia de los hechos. Una de ellas: “El fallido proceso de paz de Colombia es un fracaso para la humanidad” (Mujica). Otra: “Llevamos 45 años luchando contra las drogas y estamos peor que antes” (Santos). Pero una francamente desvergonzada es esta: “Todo el mundo sabe que Cuba no comete actos terroristas” (Samper). No importa que la isla castrista acoja y proteja a los jefes confesos de la banda que masacró a 21 estudiantes de una academia policial; ni que esa misma cáfila siga desde La Habana guiando las acciones de los narcocarteles que persistan en asesinar civiles, ejecutar soldados y policías, dinamitar oleoductos y aterrorizar comunidades enteras.

Insistir tozudamente en que Cuba es una buena garante de paz para Colombia, es una mentira catedralicia como lo demuestra la historia. La dictadura castrista fue la que entrenó, equipo, aupó y envió a Colombia la primera célula del ELN en 1964, que bajo el mando de los hermanos Vásquez Castaño se dio a conocer con la masacre de Simacota. Fabio, el mayor, luego de ser destituido por sus compañeros por malos manejos de los fondos “revolucionarios” y temiendo ser sicariado, como es lo usual en esa banda, se refugió en Cuba en donde falleció en paz el año pasado. En marzo de 1981 el gobierno Turbay rompió relaciones con Cuba, después de que un centenar de jóvenes fuera reclutado por el M-9, entrenado durante tres meses en las montañas de la isla, armado y enviado a invadir a Colombia por el Chocó. El explosivista del atentado al centro comercial Andino en Bogotá en junio del 2017, fue un estudiante de la U Nacional, entrenado en Cuba, según su propia confesión, gracias a la intermediación de un diplomático castrista. Y en marzo del año anterior, un agente cubano fue capturado cuando espiaba los movimientos de los aviones de la FAC en el Comando Aéreo de Combate de Palanquero. Son solamente tres botoncitos, sin mencionar el caso de la Embajada de República Dominicana, de un largo prontuario que permite decir con toda claridad que desde Cuba sí hay “complicidad con el terrorismo” y que Colombia no le debe nada al “factor cubano”, como no sea el auspicio de masacres, ecocidios y repetidos engaños y frustraciones.

El intercambio comercial con la isla es casi inexistente y los enfermeros militarizados con título de “médicos integrales” que envían, con el embaucador lema de solidaridad y humanitarismo, vienen a cumplir labores de adoctrinamiento, inteligencia y de paso recetar aspirinas. La culminación de la intervención cubana en Colombia es el ignominioso proceso de paz que solo sirvió para darle impunidad al cartel de las FARC, erosionar la moral de la Fuerza Pública y constituirse en un monstruoso edificio a la desgracia nacional.

Cuando los quintacolumnistas castristas, para darle algún peso a sus argumentaciones, parangonan el tal Acuerdo de Paz con otros procesos como los de Ruanda, Tailandia, Irlanda, El Salvador, pasan por alto que en la isla se negoció con uno de los mayores carteles del narcotráfico, como Márquez y Santrich lo ratificaron posteriormente.

Ahora, el ELN, otro cartel del crimen organizado transnacional, quiere repetir mejorado el mismo embuchado: Pablito y Beltrán lo certifican, mientras algunos jerarcas de la iglesia los exculpan. Y sí, es recomendable una “visión de larga duración” para entender que un eventual distanciamiento de La Habana sería lo más conveniente para el país y la región, en estos momentos de turbulencia geopolítica.

Mientras las voces comunistas siguen utilizando el vocablo “paz” en medio de la pandemia, la OIT, la Cepal, la OPS y casi todos los centros de pensamiento y análisis serios advierten un agravamiento de la perturbación social que ya está siendo aprovechada por el ELN y por las FARC, ambas jugando a los intereses de La Habana y Caracas. En los albores de la pospandemia, se repetirán las protestas en Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, estimuladas a través de redes sociales manipuladas con asesoría rusa desde bodegas de troles en Venezuela y Cuba. Y el debilitamiento moral del ejército, debido a una cadena de desafortunados incidentes que minan el espíritu de quienes están jugándose la vida diariamente en medio de grandes dificultades, puede concluir en una violencia descontrolada.

Inhabilitados los militares activos para una adecuada defensa política en los medios, que responda adecuadamente a las acusaciones y denuestos contra la institución bicentenaria, los retirados, la reserva activa, debe asumir un papel más enérgico en la salvaguardia institucional. Es necesario un apoyo en línea. La reserva está llamada a liderar esa delicada tarea, con argumentos de tradición, honor y profesionalismo. Más aún, un crecido número de oficiales, suboficiales y soldados retirados, acompañados por civiles significativos, que le pidan al gobierno replantear las relaciones con Cuba, por ejemplo, sería un buen arranque de participación política de las reservas en estos momentos en que la institución más querida por los colombianos soporta el embate amarillista que semana a semana la erosiona y que sufre luchas intestinas que desdibujan el perfil del heroico soldado colombiano. Sin ser catastrofista, en este panorama preocupa que terminemos palmoteando y coreando con Carlos Puebla “y se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”. Como en Cuba. Como en Venezuela.

miércoles, 27 de mayo de 2020

¿Si solamente nos quedasen 25 meses...?


José Alvear Sanín*

José Alvear Sanín
Tempus fugit

La democracia tiene que considerar el veloz paso de los días. Estamos adormecidos y apenas faltan 25 rapidísimos meses antes de junio de 2022, cuando se jugará la suerte definitiva de la república entre democracia y totalitarismo, entre libertad y colectivismo, entre civilización y barbarie…

En los últimos años, sobre todo después de la imposición, sobre la voluntad popular, de un orden supraconstitucional diseñado cuidadosamente para la transición al socialismo revolucionario, se ha tolerado en Colombia, de manera culpable, que toda la iniciativa política corresponda a la extrema izquierda, que no encuentra la menor resistencia por parte de las cada vez más débiles fuerzas del orden.

El avance de la subversión, admirablemente planificado, perfectamente ejecutado y generosamente financiado —tanto por el narcotráfico como por el acuerdo final con las FARC—, les ha permitido el control absoluto de la educación, la justicia, los medios masivos y de grandes partidos políticos. Además, se han infiltrado en el ejecutivo y solo les falta alcanzar la presidencia de la república…

Con frecuencia, altos funcionarios se ufanan del cumplimiento del Acuerdo Final por parte del gobierno, mientras las FARC, sistemáticamente, se burlan de ellos y del país. Centenares de agentes cubanos actúan a lo largo y ancho, y dentro de tupidas sombras sigue la Cesivi, con representantes de Venezuela y Cuba, monitoreando los actos del gobierno nacional.

Por otro lado, las fuerzas armadas no pueden estar más desmoralizadas y desorientadas, como lógicamente sucede con una institución debilitada y socavada sistemáticamente durante ocho años, mientras se asistía a la comedia de La Habana, que duró todo el tiempo necesario para convertir ejército, armada y fuerza aérea, en tigres de papel.

No existe voluntad de resistencia: la clase política se ha resignado a esperar la toma electoral del país dentro de 25 meses. Piensan, quizás, que ese día se podrá alcanzar un modus vivendi con el narcocastrismo del “Foro de Puebla” y que todos podremos seguir tan contentos…

Cuando finalmente salgamos de esta crisis, el aparato productivo estará destrozado y el hambre y la miseria se habrán incrementado hasta niveles nunca soñados para la propaganda electoral, irresponsable y demagógica, de Claudia y Petro.

No es difícil, entonces, predecir que los dos primeros puestos en la elección de 2022 serán para la energúmeno y el señor de las bolsas. O para ella y Fajardo, candidato, al parecer, de Santos, si seguimos al garete…

Por lo tanto, hay que trazar la raya. A partir de ahora hay que trabajar solo para la derrota de la subversión. Ese tiene que ser el único y fundamental propósito de la política. De ello depende la salvación nacional, porque esta no puede lograrse aferrándose a un gobierno que llegará agotado al 2022.

Es urgente, entonces, que alguien levante desde ahora la bandera de toda la inconformidad y la preocupación nacionales, con programas adecuados al momento, por encima de partidos y movimientos caducos, con voluntad irrestricta de ganar las lecciones para Congreso y Presidencia en el año definitivo de 2022.

***

—Ante una togada rabieta. Pocas situaciones son más alarmantes, para la preservación de los vestigios del estado de derecho en Colombia, que la cooptación del poder judicial por parte de la extrema izquierda revolucionaria. Desde hace décadas, el personal judicial subalterno está sindicalizado en una central de obediencia comunista; y a partir del 2010, las “altas” cortes fueron colonizadas por ese mismo movimiento revolucionario.

Así se llegó a politizar la rama, hasta llegar al punto de que las cuatro “altas” cortes están coordinadas dentro del plan revolucionario y fallan en cómplice seguidilla todo lo que se les ordena en favor de la toma del poder, o de la persecución a quienes se hayan opuesto a ese plan. Suponer imparcialidad en ellas es la mayor ingenuidad.

Es difícil saber cuál de las cuatro cabezas de la hidra judicial es más subversiva. Sin embargo, hay momentos en los que es imposible prevaricar plenamente con los subterfugios, sofismas, fraseología y fárrago habituales. Así acaba de ocurrir con la decisión de la Corte Constitucional, que permite la revisión de la sentencia del doctor Andrés Felipe Arias.

El exministro únicamente solicitaba la segunda instancia, a la que tiene derecho, reconocido hasta por la ONU, ante un tribunal imparcial. Pero la Corte Suprema de Justicia se manifestó inmediatamente con un comunicado rabioso y grosero, que indica con total claridad que de ellos no se puede esperar probidad ni justicia.

El texto de ese inaudito pronunciamiento, aprobado por todos sus magistrados, permitirá recusarlo. Otra cosa es que esas judiciales raposas acepten separarse de la revisión del juicio del doctor Arias; o que alguna vez fijen fecha para realizarla, porque al fin y al cabo, a Arias, que sigue detenido, se le niega el goce de los demás principios fundamentales de derecho penal por parte de la ladina Corte Constitucional… lo que, en realidad, no debe sorprender a nadie, en un país donde reos de delitos atroces y de lesa humanidad son congresistas.

martes, 26 de mayo de 2020

De cara al porvenir: vocabulario pandémico y el regreso de McGregor


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
Uno de los efectos interesantes de los casi dos meses de cuarentena ha sido la consolidación de un nuevo lenguaje conformado por términos que, a fuerza de repetirse, se instalarán en nuestra cotidianidad, unos para bien y otros para mal.

Teletrabajo, trabajo en casa, virtualidad, plataforma, Zoom, Teams, curva pandémica, aplanar la curva, autocuidado, distanciamiento social, reapertura de la economía ‒de donde se deriva la terrible palabra “aperturar” que puso de moda un exfiscal y que utilizan mucho los banqueros cuando aperturan una nueva oficina‒ y un largo etcétera, hacen parte de ese nuevo diccionario.

Pero hay dos palabras que van comandando de lejos este nuevo léxico: reinventar y webinar que son utilizadas de manera abusiva. Si pudiera medirse el nivel de utilización, creo que jamás, a lo largo de la historia, una palabra se había utilizado más que reinventar. Hay que reinventar el sistema educativo, el sistema económico, las empresas, las formas de trabajar, la manera de relacionarnos, de alimentarnos, de vestirnos, nos tenemos que reinventar a nosotros mismos.

Más allá de ese desgastado término lo que se ha puesto de nuevo de presente es la premisa darwiniana: la especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más inteligente sino la que mejor se adapta. A potencializar pues nuestra capacidad de adaptación para entender, enfrentar y finalmente controlar las nuevas circunstancias que se nos presentan.

La segunda palabra es un neologismo que une web y seminario para que resulte webinar. La idea es fantástica, aprovechar la tecnología y el aparente tiempo ocioso que tenemos para fomentar actividades académicas sobre diversos temas. Pero como todo en la vida, es tal la sobreoferta de webinar que ya cuando escucho la palabra su fonética me genera confusiones: a veces confundo webinar con ”huevoniar”.

Relacionado con los conceptos de teletrabajo y trabajo en casa, con todas las bondades que tienen y que nos demuestran que debería haberse utilizado intensamente desde hace mucho tiempo, como aporte, por ejemplo, a los problemas de movilidad de nuestras ciudades, hay que reconocer que en las actuales circunstancias está develando muchas realidades de la vida organizacional.

Desde cuando en los años veinte del siglo pasado, Elton Mayo publicó los resultados de sus estudios de Hawthorne sobre la relación entre las condiciones de trabajo y rendimiento de los trabajadores, se han planteado innumerables e interesantes teorías al respecto. Una de las más importantes tiene ya sesenta años y la planteó Douglas McGregor en “El lado humano de las organizaciones” al proponer sus conocidas Teoría X y Teoría Y como las dos visiones que un gerente puede tener sobre su equipo humano. La Teoría X es una visión negativa, en la que se parte de que el trabajador es perezoso, con aversión al trabajo y que necesita ser controlado, mientras que la Teoría Y parte de la visión positiva de un trabajador responsable, proactivo al que se puede dar autonomía por su capacidad de autodirección.

Pues bien, después de mucha tinta, literatura y teorías construidas en los últimos sesenta años como el empowerment, el coaching ontológico, hasta llegar al happiness en el cual el jefe no es jefe sino GEFE ‒gestor de felicidad‒ (entran risas, no pude encontrar el emoticón de carcajada), la realidad nos indica que estamos, con honrosas excepciones, bajo el imperio de la Teoría X.

El trabajo en casa conduce a un alto riesgo de exceso de control por parte de los jefes. Se ha conocido de casos en los que se exige al trabajador tomarse fotos frente al computador para que exista evidencia de que está trabajando, se programan tele reuniones a todas las horas para mantener al trabajador ocupado sobre la base de la desconfianza y se le somete a una jornada de 24/7 en la que se invade su esfera familiar y su intimidad.

Será necesario que se legisle sobre esta forma de trabajo como ya se ha hecho en otros países, pero lo más importante es que el curso obligado que estamos haciendo nos permita madurar para que sepamos utilizar adecuadamente estas nuevas formas y la tecnología que las soporta.

Y, para terminar, ¡ahí está mi Dios para que luego de tanta reinvención quedemos por lo menos como estábamos!

lunes, 25 de mayo de 2020

La importancia del cooperativismo en tiempo de crisis


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Hoy tenemos que replantearnos la forma de iniciar nuevamente las actividades comerciales y productivas, con tino, paciencia, planeación, con trabajo solidario, con fuentes de recursos que provengan del ahorro, de aportes colectivos, del trabajo de iguales, a diferencia de lo que vivíamos antes de la pandemia, que era  un mundo lleno de individualidades, intereses mezquinos, poco solidario, egoísta, solitario y cada vez más superpoblado, y con problemas de salud graves que nos van minando en vidas, economía e ilusiones. Pero no por ello dejamos de resaltar lo bueno que hay a lo largo y ancho del mundo, en personas que no se dejan llevar de sentimientos negativos y que en sus entornos buscan que la vida sea mejor, que las condiciones negativas y la adversidad se superen con el trabajo en equipo, con solidaridad, humanismo, protección y distribución de excedentes.

De este asunto hablé en años pasados, inclusive entrevisté a varios personajes importantes del cooperativismo, para que nos dieran luces en aquella época, no muy lejana, pero sí diferente a la de hoy, en la que son más las luces tenues que las brillantes de otra época en todos los aspectos de la vida.

Hablo aquí hoy del cooperativismo, que es el movimiento social “que define la cooperación de sus integrantes en el rango económico y social como medio para lograr que los productores y consumidores integrados en asociaciones voluntarias, denominadas cooperativas, obtengan un beneficio mayor para la satisfacción de sus necesidades”.

Es, sin duda alguna, una gran fuerza económica. Tuvo su origen cuando se agruparon las necesidades de los trabajadores en Escocia e Inglaterra en los primeros años del siglo XIX, concretamente entre 1830 y 1844, cuando se cerraron centros textiles y estos extrabajadores, desempleados, por la necesidad, se juntaron y dieron vida al trabajo cooperativo.

Sus beneficios se extendieron inicialmente a la base de la pirámide económica, buscando la inclusión financiera hacia los más necesitados, creando oportunidades de desarrollo social, económico y ambiental.

Me dirán algunos que en Colombia el cooperativismo tuvo una gran crisis que conllevó al cierre de bancos, cooperativas financieras y pérdida de dinero, lo cual es verdad. Pero sirvió para optimizar la tarea del cooperativismo, sin ambiciones políticas o de enriquecimiento personal, ayudó, entonces, a darle el impulso necesario para recuperar el prestigio y mantener centrado el principio cooperativo de solidaridad y trabajo, por encima de cualquier otro interés. Hoy en Colombia están fortalecidas las cooperativas con múltiples actividades, no hay una sola en problemas financieros, y siguen sirviendo al país con trabajo y cooperación.

Después de leer estadísticas que muestran el bajo nivel de ahorro que tenemos por hogar en Colombia, me lleva a escribir este artículo, para que la gente comprenda que, ahorrando mucho o poco, pero con disciplina, se abren las puertas para lograr objetivos de vida, de familia y personales; que entiendan que el ahorro es fuente de seguridad y de acceso al crédito que no se obtiene fácilmente en el sistema bancario, con tasas de interés menores y tiempos más largos de plazo; además, son múltiples los beneficios en seguros colectivos, exequiales, de vida, de automóviles, de hogar, que es claro que protegen al afiliado al cooperativismo.

Resalto los valores del cooperativismo: apoyo mutuo, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia directa, igualdad, equidad, solidaridad, los cuales son y deben ser la fuente de la democracia, pero, se ven reflejados en forma real y práctica en el cooperativismo.

Es bueno también contarles que existen cooperativas de varios tipos: trabajo, consumo, agrarias, ahorro y crédito, vivienda, salud, seguros, y muchas otras que no tengo en mente, pero que cumplen todas ellas con la esencia de su principio rector, la solidaridad y responsabilidad, y en las que, como los tres mosqueteros, todos trabajan para todos.

Invito a que construyamos una Colombia diferente, incluyente, para todos, fortaleciendo el cooperativismo como la fuente superior de desarrollo económico y social, dándoles vida en cada municipio y región del país, para que el trabajo sea efectivo, protegido y los excedentes lleguen a ellos mismos, sin egoísmo. Así se aportará al país, que hoy vive tiempos difíciles, que no encuentra el camino por una sola razón, por el egoísmo, la corrupción y la poca solidaridad, y solo se romperá esa barrera de desigualdad e insatisfacción a través de la solidaridad, equidad e igualdad, principios cooperativos que debemos tener presentes en cada paso de nuestras vidas.