lunes, 25 de mayo de 2020

La importancia del cooperativismo en tiempo de crisis


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
Hoy tenemos que replantearnos la forma de iniciar nuevamente las actividades comerciales y productivas, con tino, paciencia, planeación, con trabajo solidario, con fuentes de recursos que provengan del ahorro, de aportes colectivos, del trabajo de iguales, a diferencia de lo que vivíamos antes de la pandemia, que era  un mundo lleno de individualidades, intereses mezquinos, poco solidario, egoísta, solitario y cada vez más superpoblado, y con problemas de salud graves que nos van minando en vidas, economía e ilusiones. Pero no por ello dejamos de resaltar lo bueno que hay a lo largo y ancho del mundo, en personas que no se dejan llevar de sentimientos negativos y que en sus entornos buscan que la vida sea mejor, que las condiciones negativas y la adversidad se superen con el trabajo en equipo, con solidaridad, humanismo, protección y distribución de excedentes.

De este asunto hablé en años pasados, inclusive entrevisté a varios personajes importantes del cooperativismo, para que nos dieran luces en aquella época, no muy lejana, pero sí diferente a la de hoy, en la que son más las luces tenues que las brillantes de otra época en todos los aspectos de la vida.

Hablo aquí hoy del cooperativismo, que es el movimiento social “que define la cooperación de sus integrantes en el rango económico y social como medio para lograr que los productores y consumidores integrados en asociaciones voluntarias, denominadas cooperativas, obtengan un beneficio mayor para la satisfacción de sus necesidades”.

Es, sin duda alguna, una gran fuerza económica. Tuvo su origen cuando se agruparon las necesidades de los trabajadores en Escocia e Inglaterra en los primeros años del siglo XIX, concretamente entre 1830 y 1844, cuando se cerraron centros textiles y estos extrabajadores, desempleados, por la necesidad, se juntaron y dieron vida al trabajo cooperativo.

Sus beneficios se extendieron inicialmente a la base de la pirámide económica, buscando la inclusión financiera hacia los más necesitados, creando oportunidades de desarrollo social, económico y ambiental.

Me dirán algunos que en Colombia el cooperativismo tuvo una gran crisis que conllevó al cierre de bancos, cooperativas financieras y pérdida de dinero, lo cual es verdad. Pero sirvió para optimizar la tarea del cooperativismo, sin ambiciones políticas o de enriquecimiento personal, ayudó, entonces, a darle el impulso necesario para recuperar el prestigio y mantener centrado el principio cooperativo de solidaridad y trabajo, por encima de cualquier otro interés. Hoy en Colombia están fortalecidas las cooperativas con múltiples actividades, no hay una sola en problemas financieros, y siguen sirviendo al país con trabajo y cooperación.

Después de leer estadísticas que muestran el bajo nivel de ahorro que tenemos por hogar en Colombia, me lleva a escribir este artículo, para que la gente comprenda que, ahorrando mucho o poco, pero con disciplina, se abren las puertas para lograr objetivos de vida, de familia y personales; que entiendan que el ahorro es fuente de seguridad y de acceso al crédito que no se obtiene fácilmente en el sistema bancario, con tasas de interés menores y tiempos más largos de plazo; además, son múltiples los beneficios en seguros colectivos, exequiales, de vida, de automóviles, de hogar, que es claro que protegen al afiliado al cooperativismo.

Resalto los valores del cooperativismo: apoyo mutuo, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia directa, igualdad, equidad, solidaridad, los cuales son y deben ser la fuente de la democracia, pero, se ven reflejados en forma real y práctica en el cooperativismo.

Es bueno también contarles que existen cooperativas de varios tipos: trabajo, consumo, agrarias, ahorro y crédito, vivienda, salud, seguros, y muchas otras que no tengo en mente, pero que cumplen todas ellas con la esencia de su principio rector, la solidaridad y responsabilidad, y en las que, como los tres mosqueteros, todos trabajan para todos.

Invito a que construyamos una Colombia diferente, incluyente, para todos, fortaleciendo el cooperativismo como la fuente superior de desarrollo económico y social, dándoles vida en cada municipio y región del país, para que el trabajo sea efectivo, protegido y los excedentes lleguen a ellos mismos, sin egoísmo. Así se aportará al país, que hoy vive tiempos difíciles, que no encuentra el camino por una sola razón, por el egoísmo, la corrupción y la poca solidaridad, y solo se romperá esa barrera de desigualdad e insatisfacción a través de la solidaridad, equidad e igualdad, principios cooperativos que debemos tener presentes en cada paso de nuestras vidas.