jueves, 28 de mayo de 2020

Los 56 años de bandolerismo de las FARC

Por Julio Enrique González Villa*

El final de la guerra mundial en 1945 desató en la URSS una sicosis sobre una tercera guerra mundial alimentada por Occidente y decide “invadirlo” aprovechándose de las desigualdades en América Latina exportando el marxismo leninismo a través del partido comunista.

El oscuro asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que era acusado por los comunistas de ser fascista, por haber sido educado en la Italia de Enrico Ferri, ministro de Mussolini, y su profesor de derecho penal, posibilita la teoría de que el comunismo podría tener responsabilidades en el mismo. Varios hechos servirían para poner sobre el tapete esa posibilidad: a) Gaitán había fundado la UNIR y afirmó en un discurso del 16 de agosto de 1934: “Nosotros, los uniristas, somos enemigos del comunismo”. “El PCC tenía pues en Gaitán a un verdadero enemigo. Ese partido constataba con inquietud cómo Gaitán atraía las masas populares urbanas, las que antes llenaban los mitines comunistas. Ese partido llegó a acusar a Gaitán de ser un ‘fascista’”[1]. b) En el momento en que se conoce el asesinato, en cuestión de instantes, los comunistas toman parte activa en la dirección de la insurrección popular. Fidel Castro está en Bogotá y se conocen testimonios de su participación armada (Véase entrevista realizada por Arturo Alape y difundida por Radio Caracol de Bogotá el 9 de abril de 1981)[2]. c) La intención comunista de hacer fracasar la Conferencia Panamericana auspiciada por Estados Unidos y que da origen a la OEA. Véase la carta que encontró la policía en el hotel Claridge, en la habitación donde estuvo alojado Castro. Carta de Francisco Calderío, alias Blas Roca, detallando todos los hechos encaminados al fracaso de la conferencia Panamericana[3]. d) La intervención venezolana a través de su presidente Rómulo Betancur quien había anunciado los acontecimientos del 9 de abril antes de que ellos ocurrieran: “El Popular, diario de Barquisimeto, informó en su edición de la tarde del 9 de abril que Rómulo Betancourt había desempeñado un papel activo en el asesinato de Gaitán.”[4]

Lo cierto es que después del asesinato de Gaitán, el intento de enjuiciar al presidente Ospina por la mayoría liberal del Congreso, destituirlo y colocar en su reemplazo al Designado que era elegido por el propio Congreso, de origen liberal, para facilitar el acceso al poder del liberalismo por lo que quería adelantar las elecciones, ocasionaron el cierre del congreso y el comienzo de una violencia política que fue llevada irresponsablemente por los jefes liberales a las provincias y al campo.

Esa violencia política dio lugar a la creación de guerrillas liberales, las llamadas especialmente guerrillas del llano (Guadalupe Salcedo y Dumar Aljure) y otras. Dentro de ese desorden aparecen guerrillas de orientación comunista.

Sube a la presidencia Laureano Gómez por la abstención decretada por el Partido Liberal ante la opinión de la falta de garantías. La violencia entonces se recrudece. Viene el golpe de estado del general Gustavo Rojas Pinilla y el país liberal se calma. La mitad del conservatismo (Mariano Ospina Pérez) acepta la realidad. La guerrilla liberal entrega las armas.

El Frente Nacional, creado en 1957 por los dirigentes de los Partidos Conservador y Liberal para volver a la institucionalidad perdida por el golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla a Laureano Gómez en 1953, dejó desconcierto dentro del ejército y dentro de las guerrillas: “Con la reconciliación de los dos grandes partidos finaliza la actividad de la mayoría de las guerrillas. Las que siguen en pie degeneran en bandas… Es la aparición de los jefes bandoleros, como «Sangrenegra», «Tarzán», «Chispas», «Mariachi» y «Desquite»”.[5]. Muchos de estos bandidos fueron soldados que pagaron su servicio militar y se prepararon en el mundo de las armas, las tácticas y las estrategias.

Jair Giraldo, un soldado que pidió la baja en 1957 por “los terribles hechos que lo tumbaron, me produjeron una honda pena”, según escribió en una carta[6], refiriéndose a la caída de Rojas Pinilla, expresó: “Ustedes se habrán podido dar cuenta que la oligarquía se unió por lo alto y nosotros somos los únicos pendejos que nos seguimos dando bala por el partido liberal o el conservador. A partir de este momento el país, mediante el Frente Nacional, se propone adormecer las conciencias y cogernos corticos y liquidarnos. Acuérdense de mí. Jair Giraldo.”[7]

Efráin González, buscando ubicarse, después de la muerte de Jair Giraldo y su estancia por Santander y Boyacá, analizó si hacerlo nuevamente en el Partido Conservador o en la Anapo para las elecciones de 1964 “pero en el fondo no quería volver a servirle al Partido Conservador que, al hacer parte del Frente Nacional, había desvirtuado la esencia de su doctrina y defraudado las esperanzas de millones de compatriotas al fundirse con su encarnizado rival de todos los tiempos. Recelaba también de la Anapo, aunque creía que el general Rojas Pinilla había sido el mejor presidente de los colombianos. El único que había puesto orden, restaurado la paz y la concordia entre las gentes”.[8]

“En 1963, en inmediaciones de Calarcá, un campesino desesperado se acerca al batallón Cisneros y muestra una carta en la cual «Chispas» lo amenazaba de muerte si no cedía a sus pretensiones. Estaba enamorado de su hija y dispuesto a secuestrarla si no se la entregaba por las buenas”.[9] «Chispas» era admirador de Fidel Castro y del Che Guevara. Cuando lo mató el ejército llevaba un pequeño folleto llamado “Guerra de guerrillas” del Ché Guevara. «Chispas» había llegado al Tolima y al Quindío “por petición de hacendados liberales, para hacer frente a las bandas de ‘pájaros’ de esa parte del país”.[10]. Los llamados “pájaros” eran otros bandidos contratados por los finqueros para defenderse de la chusma liberal ante la ausencia de Estado. Lo que hoy podríamos llamar “las autodefensas.

«Desquite», nacido en 1936, en Guadual, vereda de Rovira, Tolima, hijo de campesinos liberales, en 1952 “vio asesinar a su padre, Samuel Antonio Ángel, a manos del alcalde conservador Ovidio Hinojosa, quien comandaba en aquellos contornos una temible horda chulavita”.[11] Se hizo recolector de café en Sevilla, Caicedonia, Cartago. Asesinó a Hinojosa, su esposa e hijas vengando a su padre. Fue a la cárcel por asociación para delinquir, pues hizo parte de la banda de “La Gata”. En la Picota se politizó deslumbrado por los discursos de Jorge Eliécer Gaitán y los escritos de Eduardo Franco Isaza sobre las guerrillas del Llano [12]. Con la caída de Rojas Pinilla en 1957 se fugó de la cárcel. Fue de la banda de «Chispas» e hizo banda aparte con «Veneno» y «Peligro». Este «Capitán Veneno» fue quien posteriormente dirigió la llamada República Independiente del Ariari.

«Desquite» entró en desavenencias con «Chispas», se apoderó de El Líbano (Tolima) y se “planteó la defensa de los campesinos de su partido contra los atropellos oficiales, las incursiones de los ‘pájaros’ y la falsa paz armada pregonada por el Frente Nacional. Líbano era, a su modo de ver, el sitio más indicado del Tolima para la acción guerrillera, por razones geográficas y políticas”.[13] «Sangrenegra» y «Tarzán» tenían sus bandas por la misma zona. Afirmaba «Desquite» que “lo que indudablemente más lo exasperaba era la proclive tendencia de los secuaces de «Sangrenegra» y «Tarzán» a cometer abusos sexuales con las mujeres (sobre todo maestras rurales) que secuestraban”.[14]

«Desquite» conoció a Pedro Brincos y su banda. Este “especialista en la formación de cuadrillas, un hombre que sacaba provecho de la situación para convencer a los campesinos de que la solución para América Latina era la misma que había asumido la revolución cubana. Pedro Brincos hacía parte del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino MOEC, uno de los primeros intentos por alinear la revolución cubana en el marco internacional con la Unión Soviética”.[15]. Se sabía entonces que el MOEC era “un brazo disimulado del Partido Comunista que acechaba en la sombra”.[16].

“A finales de 1962, «Desquite» recibió una carta de Pedro Brincos en respuesta a otra que este le había enviado. Estaba fechada en Bogotá, suscrita a nombre del MOEC, movimiento que desde meses atrás propiciaba una reunión nacional con los representantes de todos los focos dispersos por el país y que, según él, luchaban a brazo partido sin un plan estratégico y sin una coordinación centralizadora”.[17]

Y la mediación de la Iglesia no era cosa de ahora, pues «Desquite» le escribe una carta a «Sangrenegra»: “…hay cosas más importantes que debemos lograr. Una de ellas es hasta qué punto las propuestas del Padre Raúl López nos convienen”, “Y era que, efectivamente, desde tiempo atrás el Padre López, cura párroco de Armero, venía actuando como mediador entre las cuadrillas y la Sexta Brigada en busca de un cese de hostilidades”.[18]

Se da entonces la unión de todos los bandoleros de este país en las montañas de Salento, departamento del Quindío, aunque hayan sido enemigos entre sí: Efraín González, «Chispas», «Desquite», «Sangrenegra»[19]: “los gobiernos lo único que pretendían era sacar tajada del erario público y sentarse a manteles, mientras ellos se daban plomo en el monte como unos idiotas. No, compañeros, debemos tener claro que, de ahora en adelante, nuestro enemigo no es el pobre campesino que sufre como nosotros, sino el Estado, representado por sus Fuerzas Armadas. Ellos son nuestros verdaderos enemigos. No más sangre conservadora o liberal. Nuestros enemigos son los detectives, los soldados y los policías que sirven al sistema. Nadie más. Hacia ellos debemos enderezar los fusiles y las metralletas”.[20]. De todo esto quedó constancia en la prensa internacional: “Jules Dubois, un reportero del Chicago Tribune, firma el 20 de noviembre de 1961 un artículo intitulado “Armed guerrilla forcé: a threat to colombians”. Revela la existencia de organizaciones armadas que están apoderándose de varias regiones del centro del país para construir un Estado dentro del Estado. Tres días después, el periódico conservador El Siglo trata el mismo tema y publica un mapa con información precisa sobre las llamadas repúblicas independientes, once en total.”[21]

“Las ‘repúblicas independientes’ repertoriadas por la prensa colombiana en 1961 son once: Viotá (o Tequendama), Sumapaz, Planadas (la futura Marquetalia), Rionegro (Ríochiquito), Miraflores (El Pato-Guayabero), Ariari, Vichada, Herrera, San Juan de la China, Cimitarra y Urrao”.[22]. Juan de la Cruz Varela que controla el territorio del Sumapaz “en mayo de 1960… forma parte de una delegación comunista que viaja a La Habana. En una reunión con Fidel Castro y Ernesto Guevara, son informados de que Cuba está dispuesta a ayudarlos con armas, dinero y entrenamiento”.[23]. Varela se había levantado en armas en nombre del partido liberal con ocasión del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez. La de Miraflores (El Pato y Guayabero) fue dirigida por Óscar Reyes, por «Richard» y «Diamante». En la Herrera estaba «Peligro». La de Urrao dirigida por gentes del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) creado por Alfonso López Michelsen para enfrentar el Frente Nacional, al igual que las de Cimitarra y Carare que son el hogar de lo que después fue el ELN (Ejército de Liberación Nacional). En Planadas estuvo «Mariachi» y en ese territorio, Marquetalia, se hicieron conocer Pedro Antonio Marín (Tirofijo) y su amigo indígena Isauro Yosa, alias «Mayor Líster», lo mismo que “«Charro Negro».

Los bandoleros del país entonces se tratan de legitimar bajo el amparo del comunismo: “Esa tentativa de investir a esos bandidos irrecuperables de una legitimidad política, dándoles de hecho un mayor poder sobre las poblaciones indefensas, fue una jugada coherente. ¿Acaso eso no era permitido y hasta recomendado por los manuales soviéticos que explicaban cómo utilizar el lumpenproletariat en la construcción del comunismo…?” “El 30 de noviembre (de 1961), el senador Álvaro Gómez Hurtado, hijo del expresidente Laureano Gómez, denuncia ante el Senado la existencia de esas “repúblicas independientes” y destaca el peligro que esos enclaves representan para la supervivencia de la democracia y para la unidad del país, ya que en esas extensas zonas el ejército y la policía son impotentes ante la actividad de las bandas armadas que habían logrado erigirse más o menos en contrapoder ante el gobierno central…”. “El embajador de Francia en Colombia, Bertrand de la Sablière, hace su propia investigación… “Allí no solo se ridiculiza la autoridad del Estado, sino que esas bandas, perfectamente organizadas, administran los distritos que dominan, imparten justicia y perciben impuestos naturalmente. Es probable que el gusto por el saqueo y el asesinato los anima esencialmente pero también que numerosos agitadores se incorporan a ellos con la esperanza de utilizarlos en el momento oportuno”. El diplomático añade una información importante que la prensa colombiana no desea destacar especialmente: “se puede divagar sobre la naturaleza de esas organizaciones, bandas armadas de ladrones, organizaciones comunistas o filocomunistas; sin embargo, el gobierno central tolera su existencia en tanto que comunidades separadas”. (Despacho No. 2618/am del 4 de diciembre de 1961. Archivos del Quai d’Orsay, París)”[24]

“Pero ese sueño de constituir a bajo precio un Ejército revolucionario con esa gentuza se hunde ya que los gobiernos de Alberto Lleras Camargo (1958-1962) y Guillermo León Valencia (1962-1966) reaccionan y liberan poco a poco el país de los bandoleros más detestables. Con todo, uno de estos consigue pasar entre las mallas del ejército. La guerrilla de Tirofijo, aunque reducida, sobrevivirá”.[25]

¿Quién era Tirofijo? Pedro Antonio Marín “no formaba parte de ningún movimiento agrario. No representaba a nadie, excepto a algunos primos y amigos. Su decisión de ‘tomar las armas’ no tiene nada que ver con la lucha social. Según el investigador Fernando Franco Ceballos, Pedro Antonio Marín, alias «Tirofijo», ya había constituido en 1950 una banda con la cual robaba armas en el pueblo de Génova. Entra en la clandestinidad después de haber asesinado a Miguel Hincapié, un funcionario de la Alcaldía. Luego, para intimidar a quienes investigaban ese asesinato, Marín ataca a Génova. Balance: siete muertos. Así comienza su carrera el famoso Pedro Antonio Marín. Su guerrilla ulterior será un proyecto público forzado sin base popular, una mezcla de odio anticonservador y mesianismo estalinista. Su ‘comisario político’ será algunos años más tarde Luis Alberto Morantes Jaimes, alias «Jacobo Arenas»”.[26]

Posteriormente, después de los famosos bombardeos de Marquetalia, Río Chiquito, Guayabero, nacen las FARC, quienes se pierden en la espesura de las selvas hasta que Belisario Betancur en 1982 las saca de sus guaridas de bandidaje y les da connotaciones de fuerza armada beligerante. Bandoleros que se refugiaron en la cocaína para subsistir ante la liquidación económica y política de la Unión Soviética y añadieron a su calificativo de bandoleros el de narcotraficantes.

Esa es la verdad: Las FARC son un grupo de bandoleros que violaron, que secuestraron, que asesinaron, que desplazaron, y hoy están en el Congreso de la República ostentando el título de “Honorables” Congresistas. Las FARC nacen de una partida de bandoleros que hicieron los mismo: Chispas, Efraín González, Mariachi, Jair Giraldo, Charro Negro, Mayor Líster, Tarzán, Sangrenegra, Capitán Veneno, Desquite, Tirofijo.


[1] Eduardo Mackenzie; Las Farc Fracaso de un Terrorismo; Colección Actualidad Debate; Nomos Impresores; Bogotá; 2007; Pag,107

[2] Eduardo Mackenzie, ob. Cit. 115

[3] Eduardo Mackenzie, ob cit. 118

[4] Eduardo Mackenzie, ob cit. 147

[5] Eduardo Mackenzie; Las Farc Fracaso de un Terrorismo; Colección Actualidad Debate; Nomos Impresores; Bogotá; 2007; Pag,185

[6] Pedro Claver Téllez; Crónicas de la Vida Bandolera; Planeta; 1987; Pag. 87

[7] Pedro Claver Téllez, ob. Cit.; Pag. 93

[8] Pedro Claver Téllez, ibídem, Pag. 127

[9] Pedro Claver Téllez, ibídem, Pag. 142

[10] Ibídem 161

[11] Ibídem 154

[12] Ibídem 159 y 160

[13] Ibídem 165

[14] Ibídem 176

[15] Ibídem 166

[16] Ibídem 169

[17] Ibídem 171

[18] Ibídem 177

[19] Pedro Claver Téllez, ibídem; Pag. 93

[20] Pedro Claver Téllez, ibídem, Pag. 94

[21] Eduardo Mackenzie; ob cit.Pag. 186

[22] Eduardo Mackenzie; ibídem 188

[23] Eduardo Mackenzie; ibídem 188

[24] Eduardo Mackenzie; ob. Cit. Pag. 186 y 187

[25] Eduardo Mackenzie; ob. Cit. Pag. 186

[26] Eduardo Mackenzie; ibídem 193