José
Leonardo Rincón, S. J.*
Nada mejor que hacerlo, pero nada más riesgoso e impopular al hacerlo. Veo que a la gente le gusta cuando alguien procede de esta manera, pero observo también que no les gusta si lo hacen con ellos. La verdad es la verdad y suele doler e incomodar, por eso, en este gran teatro universal, es más cómodo llevar máscaras, maquillajes y disfraces que mostrar tal cual el rostro y dar la cara. Es mejor acogerse a los guiones y no salirse del libreto de lo políticamente correcto.
Sonría, por favor, así esté ardiendo de rabia. De ningún modo se vaya a poner bravo y menos a salirse de casillas: eso es inmadurez emocional. Si usted se reprime silenciándose en lo que realmente piensa, le va a ir mejor, va a ser más popular en los puntos de su rating y seguramente por esa “madurez” será premiado con alguna prebenda. Al decir del Papa Francisco, que suele llamar las cosas por si nombre y por eso una tercera parte de sus subalternos lo detesta, para ascender, los carreristas y cortesanos deben esmerarse en su adulación y lambonería a los jefes.
Los que suelen actuar auténticamente pagan caro su osadía. Que lo digan los periodistas silenciados por los poderes de toda clase y ralea. Que lo digan los jueces y magistrados que no se dejaron sobornar. Que lo digan los líderes sociales que se atrevieron a defender los derechos de los más débiles de su gente. Que lo digan tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia les salió caro hablar claro y directo y los callaron, los desaparecieron, los torturaron, los martirizaron hasta la muerte.
El profeta Natan le espetó al mismísimo Rey David su pecado. Un tal Jesús de Nazaret les dijo hipócritas y un montón de cosas a los fariseos. Catalina de Siena no tuvo reparo en decirle unas cuantas verdades al Papa. Óscar Romero enfrentó la dictadura genocida y pidió el fin de la reprensión a su pueblo. Estos cuatro a modo de limitado ejemplo, porque muchos, la gran mayoría, han sido héroes anónimos a quienes ha sido fácil callar de mil maneras.
Usted, piénselo bien por favor antes de salir de su zona de confort. No diga todo lo que piensa y si se atreve a decir algo dígalo bien matizado y suavizado para no levantar ampolla. Ser diplomático será valorado porque usted supo manejar su inteligencia emocional y relacional. No se vaya a exponer más de la cuenta porque el bulldozer del poder puede aplastarlo con elegancia haciéndolo salir por la puerta grande o con toda su furia cual basura despreciable arrojándolo por la puerta de atrás. Ya lo sabe: hablar claro y directo tiene un precio alto que pagar y el poder no está dispuesto a soportar su inmadura altanería. La invitación es a alienarse en la masa y observar alineada y fielmente los parámetros del establecimiento.
Muy bien. Escoja usted entre ser libre y feliz obrando en conciencia o dejándose engañar por vanas ilusiones y nunca ser usted mismo sino lo que los demás quieren que usted sea, piense y actúe. Escoja, por favor.