Por
John Marulanda*
“¿Reedición de la Guerra Fría?”, fue un polémico titular del NY Times,
en julio de 2014, y aunque el contexto hoy es muy diferente al de octubre de
1962, epítome nuclear de esa guerra, lo que se juega ahora en Venezuela va más
allá de Miraflores. Es un pulso geoestratégico entre las tres principales
potencias, en el país con las mayores reservas petroleras del mundo. China,
avanza sin hacer olas mientras negocia discretamente en Washington, entre otras
cosas, alguna garantía para sus inversiones en la franja del Orinoco. De
contera puede hablar con Duque, que también anda negociando por allí. Rusia,
mortificada por las bases militares de US-OTAN en sus fronteras, no ceja de
demostrar que tiene un pie militar en esa estratégica esquina americana, si
bien no posee el músculo financiero ni la tecnología bélica para enfrentar
exitosamente a Estados Unidos. Pero ambos se están rearmando nuclearmente.
Turquía e Irán son carroñeros a la caza de lo que puedan obtener: oro y
cocaína, hasta ahora. La Habana, lazarillo de Maduro, ante los signos de
zozobra, empieza un movimiento retrógrado, y preventivamente busca opciones
donde AMLO, quien ya insinúa una nueva constitución para México, siguiendo la
cartilla castro-chavista. Brasil, en vilo por la salud de Bolsonaro, mantiene
su fuerte postura anti comunista.
Colombia,
ha declarado las injerencias de China y Rusia como amenazas a su seguridad
nacional y continúa adhiriendo a Estados Unidos como la potencia confiable.
Mientras lidia con la crisis humanitaria, Bogotá se erige como líder de la
democracia y la seguridad regionales. Todos los jugadores, hasta los de la
banca ¾ELN, FARC, Hezbolá,
carteles, colectivos, boliches¾ están en el campo. A pesar de la
peligrosa confluencia del día del estudiante, la ayuda humanitaria y el
ejercicio de movilización cívico militar, nada sucedió. Parece desvanecerse
este momentum, aunque algunos siguen
esperando el Día D para el próximo 23.
Los
analistas realistas apuestan a una ruptura que se saldará con mayor o menor
tragedia; los pacifistas, comunistas y oportunistas, apuestan a una negociación
que se pueda sellar con impunidad, modelo Santos. Putin, puja, Jinping avanza
cauto y Trump negocia duro.
A
estas alturas no sabemos aún si hay que alquilar balcón o buscar refugio. El
impredecible desenlace, cualquiera que sea, será vital para Colombia.