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jueves, 2 de septiembre de 2021

Vigía: el tablero de una Guerra Híbrida

Coronel John Marulanda (RA)
Por John Marulanda*

Mientras seguimos calibrando las consecuencias para la región de la “caída de Kabul”, miremos algunos hechos interesantes en nuestro entorno cercano.

Nacionales, regionales y extracontinentales

El pasado 25 de agosto fue detenido y expulsado de Colombia el sirio Samer Al Hasanieh, portador de cédula venezolana. Se le señaló de adelantar actividades de observación y espionaje a bases aéreas militares en Mosquera y Bogotá. Recordemos que, en marzo del 2019, el cubano José Manuel Peña, agente del G2 que había ingresado al país desde Venezuela, fue detenido en Puerto Salgar, sede de una base aérea de la FAC, mientras registraba aviones y su armamento. Lo apoyaban dos médicos venezolanos, entrenados en Cuba.

El 27, otro sirio venezolano, Naman Waki, detenido en Estados Unidos por hacer millones vendiendo carne en mal estado al gobierno de Caracas, transfirió 21 millones de dólares por su fianza, una de las más altas registradas en el país del norte. Tampoco se puede olvidar que, en diciembre del 2020, dos espías rusos fueron expulsados mientras merodeaban por sectores energéticos de Colombia, posando como empresarios influyentes en su país.

La situación se vuelve más interesante cuando el 29 del mismo mes, nos enteramos de que Rahmat Asadi, un reconocido terrorista iraní, estaba tras el intento de asesinato de dos empresarios judíos en Bogotá. Asadi subcontrató dos narcotraficantes colombianos para la tarea. El iraní pertenecería a la Fuerza Quds, organización militar con muchos de sus agentes en Venezuela.

Desde febrero, se supo de dos iraníes y su socio venezolano explotando ilegalmente oro en el Chocó, sobre la costa pacífica, y de su “desaparición” después de mover más de 50 millones de dólares en el negocio. Reportaban sus actividades a coordinadores en Libia y Estados Unidos.

La concurrencia geopolítica y la alianza de conveniencia entre crimen organizado transnacional y política, no es una rareza en el ámbito nacional en América Latina, particularmente en los gobiernos dizque socialistas. En Venezuela están los casos Alex Saad, colombiano, y de Waldi Makled, ambos de origen sirio, por citar solo dos casos. La derecha no está exenta de ese maridaje, por supuesto. Miren el caso Samper, vergonzosa situación reflotada por el expresidente Pastrana en la Comisión de la Verdad de Roux.

De la Guerra Fría (ideología) a la Guerra Híbrida (¿Realpolitik?)

Los vínculos entre gobernantes y funcionarios corruptos, espías y empresarios extracontinentales, políticos y comunicadores, convergen en un solo esfuerzo: tomar y mantener el poder. La ideología, entonces, se convierte en un confite para los jóvenes que viven en una virtualidad globalizante y confrontacional, alienados por las redes sociales.

Entretanto, el debate ideológico regional se envilece en una oleada infructuosa de vandalismos, destrucción y muertes; China explota disimuladamente el oro y el coltán venezolano y avanza sobre el litio de Bolivia, Perú y Chile; Rusia permanece con su aparataje militar en Cuba, Nicaragua y Venezuela, y apoya al narcoeln colombiano en las Naciones Unidas; Irán continúa con células de Hezbolá desplegadas en toda la región lavando dinero del narcotráfico y con sus militares campeando en Venezuela y Estados Unidos, después de los de Afganistán, genera desconfianza y es señalado como un “amigo traicionero”. Agréguese a este boceto, un advenedizo chileno financiado por Soros y empoderado, por ingenuos unos y perversos otros, que busca debilitar a su voluntad las fuerzas militares y de policía, las defensas naturales de las débiles democracias latinoamericanas. Todo esto en medio de un flujo imparable de cocaína para suplir la demanda creciente de europeos, norteamericanos y australianos, estresados por todo lo que está sucediendo, pandemia incluida.

Este mapa, debe llamar seriamente a la reflexión sobre el futuro de estos países, que continuarán siendo actores descartables de intereses geoestratégicos superiores y quedarán condenados al subdesarrollo y a la pobreza, a pesar de sus grandes riquezas para el futuro de la humanidad. En 9 meses, las elecciones de Colombia sellarán el destino de la región y en medio de la campaña electoral neogranadina, Bogotá se parece a Estambul, la capital turca centro de convergencia de todos los intereses geoestratégicos durante la Guerra Fría. Ahora los contextos son diferentes pero la interacción entre crimen organizado, señores de la guerra, gobiernos corruptos, ciberguerra, criptomonedas, empresarismo y redes sociales, ofrece todas las características de una Guerra Híbrida.

sábado, 16 de febrero de 2019

Bases llenas en Venezuela


Por John Marulanda*

John Marulanda
“¿Reedición de la Guerra Fría?”, fue un polémico titular del NY Times, en julio de 2014, y aunque el contexto hoy es muy diferente al de octubre de 1962, epítome nuclear de esa guerra, lo que se juega ahora en Venezuela va más allá de Miraflores. Es un pulso geoestratégico entre las tres principales potencias, en el país con las mayores reservas petroleras del mundo. China, avanza sin hacer olas mientras negocia discretamente en Washington, entre otras cosas, alguna garantía para sus inversiones en la franja del Orinoco. De contera puede hablar con Duque, que también anda negociando por allí. Rusia, mortificada por las bases militares de US-OTAN en sus fronteras, no ceja de demostrar que tiene un pie militar en esa estratégica esquina americana, si bien no posee el músculo financiero ni la tecnología bélica para enfrentar exitosamente a Estados Unidos. Pero ambos se están rearmando nuclearmente. Turquía e Irán son carroñeros a la caza de lo que puedan obtener: oro y cocaína, hasta ahora. La Habana, lazarillo de Maduro, ante los signos de zozobra, empieza un movimiento retrógrado, y preventivamente busca opciones donde AMLO, quien ya insinúa una nueva constitución para México, siguiendo la cartilla castro-chavista. Brasil, en vilo por la salud de Bolsonaro, mantiene su fuerte postura anti comunista.

Colombia, ha declarado las injerencias de China y Rusia como amenazas a su seguridad nacional y continúa adhiriendo a Estados Unidos como la potencia confiable. Mientras lidia con la crisis humanitaria, Bogotá se erige como líder de la democracia y la seguridad regionales. Todos los jugadores, hasta los de la banca ¾ELN, FARC, Hezbolá, carteles, colectivos, boliches¾ están en el campo. A pesar de la peligrosa confluencia del día del estudiante, la ayuda humanitaria y el ejercicio de movilización cívico militar, nada sucedió. Parece desvanecerse este momentum, aunque algunos siguen esperando el Día D para el próximo 23.

Los analistas realistas apuestan a una ruptura que se saldará con mayor o menor tragedia; los pacifistas, comunistas y oportunistas, apuestan a una negociación que se pueda sellar con impunidad, modelo Santos. Putin, puja, Jinping avanza cauto y Trump negocia duro.

A estas alturas no sabemos aún si hay que alquilar balcón o buscar refugio. El impredecible desenlace, cualquiera que sea, será vital para Colombia.