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viernes, 1 de septiembre de 2023

Cuando se quiere se puede

Por José Leonardo Rincón, S. J.

Mi amigo Carlos Alejandro me invitó anoche a cine. Le encantan las películas de terror y quería invitarme a una de las que están en cartelera, pero todas las boletas estaban ya vendidas de modo que resultamos viendo “Gran turismo”. Si me hubiera preguntado ¿quieres ir a ver “Gran turismo”? Le hubiese respondido que no, por poco sugestivo el título, quizás demasiado light. Vaya sorpresa, resultó excelente, tanto que leyendo ahora el índice de satisfacción de los espectadores que la vieron está en el 97%, yo con ellos.

Jann Mardenborough es el protagonista y está basada en la vida real. Así se las cuente, tienen que verla. Hay acción, hay romance, hay drama, hay suspenso, hay pasión, hay muchas lecciones para la vida.

Por eso puse el título, cuando se quiere se puede, porque este muchacho de familia modesta es un apasionado del Playstation y ha gastado tantas horas jugando carreras de carros que su padre no solo lo considera un vago, sino que no le ve mayor futuro. Jann, por su parte, sueña pasar de la virtualidad a la realidad y lo logra, no solo consiguiendo licencia de la Federación Internacional de Automovilismo sino llegando al podio de vencedores en Le Mans.

Hay que verla y valorar las lecciones para la vida que nos deja. Menciono algunas:

* Pasión: como decía Hegel, el filósofo alemán: nada grande en el mundo se ha hecho sin pasión, hacer con gusto lo que a uno le encanta.

* Tenacidad: hay que insistir, persistir y nunca desistir, cuando se tiene un noble propósito en la vida.

* Constancia: porque vence ella lo que la dicha no alcanza.

* Exigencia: el que quiere azul celeste, que le cueste.

* Disciplina: una vida ordenada consigue metas soñadas.

* Convicción, así todos a tu alrededor duden de ti y de tus capacidades.

* Coraje, porque hay que levantarse rápido cuando se cae y no darse por vencido.

* Rectitud en el cotidiano proceder, la trampa y el atajo no son el camino.

Padres de familia y educadores pueden encontrar en esta película, inspiración. Hay que creer en nuestros jóvenes y apoyarlos en lo que a ellos contribuye a dar sentido a su vida. Nuestros jóvenes tienen potencialidades increíbles para ser excelentes, hay que ponerles grandes retos y desafiarlos a alcanzar grandes metas: el permisivismo y el laxismo no son el camino. Con el cuento de que esta generación es de cristal, frágil, débil, vulnerable y que se quiebra solo con mirarlos fijamente, se ha propiciado una mediocridad galopante, una apatía generalizada, un sinsentido de la vida.

“Gran turismo” muestra el caso de alguien que convencido de lo suyo evidencia que cuando se quiere se puede. Y esto es una lección de vida pues nunca es tarde para alcanzar lo que se quiere. Nunca será fácil, no todo será color de rosa, pero valdrá la pena. Solo se vive una vez.

viernes, 10 de enero de 2020

Una película para ver: "Los dos Papas"


José Leonardo Rincón, S. J.*

José Leonardo Rincón Contreras
Ya lo sé: se han escrito muchos artículos sobre la exitosa película de Netflix y este, uno más, no va a superarlos. No pretendo eso, solo comentar con ustedes, mis fieles amigos, cuál es mi personal apreciación sobre esta cinta que apenas pude ver en estos días, pero que ha cautivado medio mundo desde hace varias semanas.

Déjenme decirles que la disfruté a tope, de comienzo a fin. Ya había oído decir que era muy buena y ciertamente lo es. Incluso, algunos amigos la habían visto dos y tres veces y es verdad que vale la pena repetirla. Está muy bien lograda cinematográficamente hablando. Y uno se compenetra tanto con la historia, que termina emocionándose igual, ya por los momentos jocosos, ya por los que desgranan lágrimas, ya por los que suscitan expectante ansiedad.

Y es que los dos actores protagonistas, en realidad derrochan calidad artística al asumir con tanta propiedad los papeles. Debieron gastarse horas analizando a sus personajes para poder imitarlos a la perfección. Y el director, de quien me dicen que no es creyente, demuestra, sin embargo, un conocimiento profundo y bastante veraz de que allí se escenifica, una temática compleja, que en algunos casos requiere rigor histórico, aunque deliberada y explícitamente se advierta que si bien está basada en hechos reales, no es una película estrictamente histórica, cosa que nadie duda: el libreto se mueve sobre un encuentro ficticio entre Benedicto XVI y el cardenal Bergoglio, quien resultará elegido su sucesor.

Los Papas, tan bien encarnados, muestran plenamente su lado humano y, ese, es el mayor logro de la película. La disciplina germana y la espontaneidad latina. Las convicciones profundas de cada uno que brotan de sus genuinas y diametralmente opuestas experiencias. No faltará el fino humor en medio de las divergencias conceptuales. Se evidencia el talante auténticamente honesto de cada uno, con sus particulares reicidumbres, combinadas también con la capacidad de dejarse interpelar, cambiar de parecer cuando la realidad se impone y también de pedir perdón por los errores.

La temática, en su eje vertebral, pretende mostrar las dos caras reales de la Iglesia: una, heredera del glorioso cesaropapismo, arraigada firmemente en la inamovible ortodoxia milenaria que tuvo su culmen en el Concilio Vaticano I y, otra, de reciente cuño, producto de la transformación eclesial que generó el Concilio Vaticano II y, particularmente dos de sus Constituciones: Lumen Gentium y Gaudium et spes.

En realidad, más allá de las “alas” teológico-ideológicas que pueda obviamente la Iglesia tener corporativamente hablando, lo que prima o debería primar es la fuente misma, esencial e irrefutable del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, patrón y referente indiscutible que, institucionalmente, se traduce como organización en la Iglesia, una entidad realmente humana con lo que eso connota de santa y pecadora, casta-meretriz.

La lluvia de críticas no ha amainado. La mayoría son felizmente laudatorias, pero no falta el comentarista destemplado, laico o clérigo, que sienta que esta película vulnera la imagen del Santo Padre pues favorece la imagen de uno y juzga duramente al otro (según el sesgo, se dirá cuál es cuál, a conveniencia). El hecho es, como dice el teólogo brasileño Leonardo Boff, que ni Benedicto pasa la barrera de su comportamiento flemático, ni Francisco puso a bailar tango a Benedicto. Eso hace parte de la versión ficticiamente novelada.

Dejo aquí por ahora para decirles que, si no la han visto, se animen a verla. Y si quieren, por esta misma tribuna, pueden escribir sus valiosos comentarios. Yo por lo menos, quedé muy feliz de verla y estoy absolutamente seguro de que bien valió la pena dedicar estas dos horas de cine constructivo. Creo yo que es más y mayor el bien que ha hecho, que las aisladas inexactitudes que haya podido tener.