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jueves, 30 de marzo de 2023

Lo de los pozos II

Por: Coronel John Marulanda ®

Coronel John Marulanda ®

Lo de Los Pozos volvió a saltar esta semana. La contradicción entre los ministros de Interior, de defensa y el director de la Policía, fue zanjado esa noche por el comandante supremo de la Fuerza Pública, quien dijo “Soy el único responsable de las acciones de Los Pozos, Caquetá” y que “Los mejores juristas internacionales en defensa de derechos humanos serán contratados para defender a los oficiales de policía”. Hace tres semanas el juez suspendió la orden de captura y en esto llevamos cuatro semanas.

Ante lo anunciado por el primer mandatario constitucional nos da una idea cuando en su primer acto soberano “ordeno a la casa militar me traiga la espada de Bolívar”. La tiene clara. Gran parte del discurso inicial se lo dedicó a los soldados y a los policías.

El presidente sin la espada, con la que se dio a conocer en 1974 el M-19, no es nadie. “Con el pueblo, con las armas, al poder”

Y acaba de hacer lo mismo con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia –AGC- o Autodefensas Campesinas de Colombia –AUC-, al menos en su territorio, quienes no se sometan por las buenas lo harán por las malas.

El nombramiento de un ministro de defensa que nada que ver con la seguridad - viene con el “estigma” de ser un anti corrupto-, la salida de cerca de 12 generales de las Fuerzas Militares y otro tanto de la policía, el nombramiento de un mayor general como asesor estratégico en el Mindefensa y la selección de una línea de mando obediente, explica el porqué de tantas bajas de efectivos y no es como el funcionario dice, obedecer a enemigos políticos.

La Policía es la favorita del gobernante de turno. A eso se agrega lo que recientemente dijo la alcaldesa de Bogotá, cuando echo puyas al entrenamiento de tres mil efectivos, que no se ven.

El enemigo son las FF MM, como corresponde. El robo de armas del Cantón Norte en 1979, la toma de la Embajada de la República Dominicana en 1980, el hundimiento del barco El Karina, el secuestro al avión de Aeropesca en 1981, la batalla de Yarumales en 1984, la toma del palacio de justicia en 1985, aunque la participación de la policía en este último episodio fue trágica, la conformación del Batallón América en 1986 y la de la coordinadora guerrillera Simón Bolívar en 1987.

Si lo de Los Pozos no fuera tan grave, si no hubiera habido un policía asesinado y un civil muerto a bala, la pregunta persiste ¿Quién tendría un arma de fuego en esos momentos?

Conociendo del asesinato de los 9 soldados y 9 heridos en El Carmen, la voluntad de paz de ELN está en entredicho.

 

jueves, 30 de enero de 2020

Vigía: nuevo-viejo terrorismo


Por John Marulanda*

Coronel John Marulanda
Los actos terroristas estimulan la amígdala cerebelosa, el centro del miedo ‒mecanismo de supervivencia‒ en una inveterada práctica para doblegar voluntades y someter colectividades al logro de determinados objetivos políticos o delincuenciales. En Latinoamérica, Colombia es el país con mayor experiencia en asuntos de terrorismos, ambos de derecha y de izquierda. A pesar de esa larga historia, algunos “analistas” confunden a un asesino en serie o a un aislado masacrado con un terrorista, como en el caso de Pozzeto (1986); otros mezclan terrorismo con sabotaje, como en el caso de las voladuras de oleoductos; un sacerdote graduó de terroristas a las barras bravas futboleras de Bogotá y varios luchan por quitarle el adjetivo terrorista a sus amigos revolucionarios. “Luchan por el pueblo” dicen sin sonrojarse, “por la paz”, y disimulan una sonrisa. Actualmente, las patologías políticas regresionistas FARC, ELN, EPL, AUC y otros, se han transformado en terrorismo delincuencial, narcoterrorismo puro y simple.

Los terroristas de la izquierda latinoamericana no lograron llegar al poder a pesar de más de medio siglo de depredación e intimidación, pero el terrorismo como método delincuencial está al alza, refinando el ejemplo del cartel que a punto de carros bomba sometió al Estado en 1989. El ELN y las FARC están detrás del entrenamiento y la animación de los vándalos que, acunados en universidades como lo confirmó el fiscal general Martínez, agreden a nuestros policías y destruyen nuestra infraestructura urbana aplicando tácticas y técnicas del anarquista Black Bloc. Repiten lo que hicieron en Ecuador, en Chile y en otras latitudes.

Como elemento fundamental de esta estrategia, los carteles farianos, elenos, mexicanos, del golfo, las bandas, los combos, generan incertidumbre y la comunidad angustiada descarga su estrés contra las autoridades, en un fenómeno conocido como transferencia, que aprovechan agentes internos y externos para debilitar las instituciones militares y policiales, y facilitar el camino hacia el imperio del caos. No sobra enfatizar que estamos acosados por el crimen organizado transnacional y no hay ningún contenido político en la violencia que está creciendo en el país.

Con la mayor producción de cocaína en el mundo, fronteras incontrolables, impunidad, corrupción y una fuerza pública asediada, revaluar el concepto de terrorismo en la política del país y en el relatorio penal, es una necesidad evidente. Y urge tomar decisiones, como la de Bolivia, de suspender relaciones con Cuba, isla que protege y prohíja a los narcoterroristas que nos agobian.