martes, 15 de julio de 2025

De cara al porvenir: campañas sin propuestas

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

A un poco más de un año de terminar el presente periodo presidencial ya el calendario electoral se abre y comenzamos a hablar de consultas a través de firmas, de fechas de inhabilidades, de inscripciones y todo esto asociado con la aparición de un alud de precandidaturas, la mayoría insulsas, que simplemente enredan y entorpecen al partir de algún pequeño cálculo político de los intereses de los pequeños precandidatos.

Como la realidad muestra polarización, los amigos del Gobierno de turno proclamarán a diestra y siniestra que no los han dejado gobernar y que existe una confabulación para entorpecer el cambio que el país necesita, y que entonces es necesario continuar en el poder para sacar adelante las iniciativas o reformas que requiere el país. Por su parte la fragmentada oposición argumentará que el actual Gobierno es un desastre y que hay que emprender un gran proyecto de reconstrucción nacional.

Lo bueno de la democracia es que cada quien puede opinar lo que desee, pero lo que es claro es que ambas posturas son muy semejantes en cuanto al vacío propositivo que evidencian, ya que ambas posiciones se basan en la crítica y el lamento, pero brillan por la ausencia de propuestas o plataformas programáticas completas para instrumentar el remedio a sus denuncias, siendo ambas partes igualmente electoreras e irresponsables.

¡Qué cansancio!

De nuevo opinarán los expresidentes (que en un acto patriótico deberían retirarse ya a sus cuarteles de invierno), se prepararán y realizarán los mal denominados debates públicos en vivo o a través de la televisión, debates que no llevan a nada, sino a dejar constancia de una mal entendida participación, de nuevo se violarán los topes de las campañas, y de nuevo habrá alianzas basadas en el cálculo electoral pero no en una comunión programática inexistente.

Sería deseable que los gremios económicos se pronunciaran con respecto a qué es lo que verdaderamente necesitan para potenciar el desarrollo y por qué no, presentarle a los candidatos propuestas de proyectos de ley debidamente elaborados y consensuados.

Ojalá los ciudadanos seamos capaces de manifestarnos y expresar nuestro malestar por la manera carnavalesca como se manejan las elecciones en Colombia.

Señores precandidatos y señores pretendidos partidos políticos: si tienen tan claros sus qué –que finalmente son lugares comunes donde todo cabe–, por favor cuéntenos el cómo van a desarrollarlos y a alcanzarlos.

La construcción de plataformas políticas y programáticas serias debe tener como respaldo un gran conocimiento de la realidad, de los recursos disponibles y de aquello que se ha de priorizar.

No hay que ser brujo ni premio nobel para saber que asuntos como la seguridad que garantice la presencia estatal en todo el territorio, la organización de las finanzas públicas. la autonomía energética a partir de un adecuado modelo de desarrollo minero-energético, la autosuficiencia alimentaria y el cuidado del agua, podrían ser tranquilamente los 5 temas fundamentales para trabajar en el próximo gobierno, así como una cruzada sin reversa contra la corrupción.

Es claro que en el corto plazo un país subdesarrollado como el nuestro, con una incultura política generalizada, seguirá existiendo sin pena ni gloria ante la ausencia y la indefinición de unos objetivos nacionales claros, sin precisar a qué nos vamos a dedicar y si definir qué tipo de ciudadanos queremos.

Bueno, pues este fue el país y la realidad que nos correspondió por suerte.

Insisto, ¡qué cansancio!

Nota 1: para colmo de males, ya se perpetró el primer atentado contra un precandidato presidencial, lo cual evidencia nuestro elevado nivel de intransigencia, violencia e incivilidad, hecho que todos debemos lamentar y rechazar.

Nota 2: negros nubarrones se ciernen sobre la Registraduría Nacional del Estado Civil con respecto a la licitación para aportar la logística necesaria para el desarrollo normal de las próximas elecciones. El caballito de batalla hoy son los pasaportes, pero lo que está en juego es mucho más trascendental.