No quiero dejar que mayo termine sin recordar el aniversario de muerte del padre de la literatura infantil colombiana: Rafael Pombo (1833–1912).
Autor que, más allá de los cuentos y las rimas, dejó
sembradas en generaciones enteras las bases de la imaginación, el humor y la
enseñanza moral. Pombo, nacido en una familia conservadora y criolla, bebió de
las fuentes del cristianismo, la doctrina moral y la poesía europea. Entre sus
influencias más claras están Lord Byron, Víctor Hugo, Lamartine, La Fontaine
y por supuesto, Esopo, maestro de las fábulas. Hoy 113 años de su
partida, decidí abrir el libro “Fábulas clásicas – Fábulas de Esopo”, que
contiene 500 narraciones y busqué la que corresponde al aniversario de Pombo.
“El camello, el elefante y el mono”, una
pequeña historia con gran enseñanza:
«Votaban los animales para elegir un rey. El
camello y el elefante se pusieron en fila disputándose los sufragios, ya que
esperaban ser preferidos sobre los demás gracias a su tamaño y su fuerza.
Pero llegó el mono y los declaró a los dos
incapacitados para reinar.
— El camello no sirve, dijo,
porque no se encoleriza contra los malhechores, y el elefante tampoco nos sirve
porque tendremos que estar temerosos de que nos ataque un marrano, animal a
quien teme el elefante.
Moraleja: «La fortaleza más grande, siempre se
mide en el punto más débil»
Este relato me dejó pensando: ¿cómo la habría contado
Pombo? Así que recurrí a la inteligencia artificial y le pedí que la
reescribiera como lo haría nuestro fabulista mayor, con su ritmo, su
musicalidad, su ingenio y esa manera tan suya de enseñar sin regañar.
Esto fue lo que surgió:
Elecciones en la selva (al
estilo Pombo)
En la
selva hubo alboroto:
—¡Vamos
ya a elegir un rey!
Todos
alzaban sus voces
y el asunto se puso en ley.
El
camello, muy ufano,
desfilaba
sin sudar:
—Con
mi joroba elegante,
¡yo nací para mandar!
Tras
él vino el elefante,
con
voz gruesa y paso lento:
—¡Soy
grandote y poderoso,
y me sobra el fundamento!
Mas
del monte, entre las ramas,
bajó
el mono, saltarín:
—¡Qué
gracioso ver dos bestias
disputándose el festín!
—¿Rey
el camello? ¡Qué cuento!
Nunca
grita ni reprende;
si ve
un ladrón con bananas,
se distrae… y lo defiende.
—¿Y el
elefante? ¡Ay madre!
Le
teme al marrano flaco…
¡Reinará
quien no se asuste
de un gruñido y un zancajo!
Y el
mono dio una voltereta,
se
peinó con un banano:
—¡El
más fuerte es el que piensa
y no el que alardea en vano!
Moraleja:
Si
buscas fuerza sincera,
no
mires músculo o peso;
quien
no enfrenta lo que aterra,
tiene el trono por exceso.
En tiempos donde está de moda revivir grandes voces con
ayuda de la IA, ¿por qué no hacerlo también con la de Pombo?
Que su legado no se quede en las estrofas de antaño, sino
que siga viva su agudeza, su picardía y esa forma de hablarnos con risa para
que aprendamos en serio.
Hoy más que nunca, volvamos a Pombo. Porque el
humor educa, y la fábula despierta.
Visita este enlace y encontrarás algunas de sus más importantes creaciones: ver aquí.