Fredy Angarita
¿O ya se lo entregamos nosotros?
A comienzos de esta semana, la revista AI
and Ethics, publicada por la Universidad de Aalto en Finlandia, reveló un
estudio que pone sobre la mesa una inquietud profunda: según sus investigadores,
algunas tecnologías de inteligencia artificial ya cumplen con tres condiciones
filosóficas clásicas del libre albedrío:
* Intención orientada a objetivos
* Capacidad de decisión autónoma
* Control sobre sus propias acciones
Viviendo en un país profundamente creyente,
este tema no es menor. Basta con recordar cómo el libre albedrío está inscrito
en las enseñanzas religiosas desde hace siglos: Deuteronomio 30:19, Josué
24:15, Mateo 23:37, Apocalipsis 22:17.
El libre albedrío, para muchos, no es solo una
capacidad mental: es un don espiritual. Sin embargo, ahora tenemos que
preguntar: ¿Será que la inteligencia artificial está alcanzando un nivel de
conciencia, o simplemente estamos viendo el reflejo de todo lo que le hemos
enseñado?
Hoy vemos estudiantes que se quejan de
profesores que usan IA. Y profesores que acusan a los estudiantes de depender
demasiado de ella. Empresas que invierten millones en especializaciones,
maestrías y proyectos para escalar con IA. Y, al mismo tiempo, grupos que
alertan sobre el impacto ambiental de esta carrera desbordada. Nos asusta la
autonomía que puede tener la IA, pero olvidamos algo esencial: llevamos décadas
alimentándola. Desde 1943, cuando Warren McCulloch y Walter Pitts crearon
el primer modelo matemático de red neuronal. Pasando por 2005, cuando Roger
Mougalas acuñó el término big data y se lanzó Hadoop. Y no
olvidemos el deep learning (2010), que desató el auge actual.
Han sido más de 65 años enseñándole a los
ordenadores a “pensar”. Y mientras tanto, nosotros fuimos entregando
voluntariamente nuestras decisiones: contamos nuestra vida en redes, publicamos
nuestros gustos, compras, ideas, viajes y hasta amores.
Hoy preguntan si la IA podrá tener libre
albedrío. Pero quizás la pregunta correcta sea otra: ¿será que la IA no lo
generó sola, sino que fuimos nosotros quienes le entregamos el nuestro?