viernes, 22 de marzo de 2024

Vívela a plenitud

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

¿Cuántas semanas santas has vivido en tu vida?, ¿cuántas de ellas las has vivido plena y conscientemente? Pues hoy te invito a hacerlo. Vale la pena. Es verdad que para muchos este tiempo de receso en los estudios y en el ámbito laboral puede asociarse a vacaciones y paseo. En realidad, su intención original es otra: un tiempo fuerte, culmen de la cuaresma para, en tónica de reflexión espiritual, hacer memoria de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, eso que también se ha denominado el misterio pascual.

Claro que resulta legítimo tener unos días de merecido descanso, pero necesario es también cultivar nuestra dimensión espiritual. Le dedicamos mucho tiempo al cuidado de nuestra formación intelectual, nuestras relaciones afectivas, el cuerpo mismo, lo estético, lo social y político, eso está bien, pero ¿y nuestra vida interior qué?

Contemplar el desenlace de la vida de Jesús de Nazaret resulta ser un itinerario provechosamente aleccionador para cualquier ser humano. Un hombre de extracción humilde y que se rodeó siempre de gente sencilla, que pasó haciendo el bien como la historia lo recuerda, que pedagógicamente hablaba clara y directamente con autoridad, seguido y amado hasta querer convertirlo en ícono político revolucionario, también resulta controvertido y odiado a punto de terminar siendo asesinado.

Reconocido y aplaudido, con un éxito evidente y un alto rating de popularidad, no sucumbe a la tentación del poder. Eso resulta decepcionante. No era lo que se esperaba y necesitaba. Y esos mismos que vitoreaban el Domingo de Ramos el culmen de su gloria, el viernes, enardecidos, vociferan su crucifixión. Interesante lección para ver cuán efímero es el cuarto de hora del éxito y cuán camaleónico es el populacho manipulado.

La cena con su grupo de amigos del alma, feliz ocasión para proclamar el mandamiento del amor como el más importante de cuanta normativa existe y el servicio como la expresión obvia de ese mandato, desemboca en codiciosa traición, en anunciada negación, en miedosa huida. El protagonista de la historia siente angustia y pavor. Su mentor eterno, silencioso, calla. Sentimiento profundo de soledad y abandono, de misión fracasada y estéril.

Sin embargo, la conciencia lúcida lo había advertido oportunamente: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto. Paradoja existencial profunda: morir para vivir, caer para levantarse, fracasar para triunfar. Misterio incomprensible, camino que no se quisiera repetir. Ineludible senda que hay que transitar. El revés se vuelve logro. La muerte se transforma en vida eterna. Es Pascua, es paso.

Las liturgias de estos días, exuberantes en textos y ritos, en palabras y símbolos, nos invitan a mirar con madurez nuestra propia vida a la luz de la fe y a comprender mejor nuestra personal historia de salvación. Te invito a que esta Semana Santa sea diferente. Te invito a vivirla a plenitud. ¡Vale la pena!