Por Pedro Juan González Carvajal
El principal puerto sobre el Pacífico colombiano se fundó
el 14 de julio de 1540.
“Considerado el primer puerto del Pacífico
colombiano, por su aporte al volumen de carga que ingresa al país y por su
importancia para la región, la fundación de Buenaventura no dista mucho de la
historia de varias ciudades colombianas. A través de los documentos de archivo
de Señal Memoria hablaremos de estas controversias sobre sus orígenes y algunos
aspectos fundamentales de su configuración como ciudad portuaria.
Buenaventura: una breve semblanza geográfica
Nombrada de manera oficial como Distrito
Especial, Industrial, Portuario, Biodiverso y Ecoturístico, Buenaventura se
encuentra ubicada en un lugar especial de Colombia, en el departamento del
Valle del Cauca, entre la Cordillera Occidental y el mar Pacífico. Limita al
norte con el Chocó y al sur con terrenos cenagosos que colindan con el
municipio de López de Micay, departamento del Cauca.
Cuenta con más de 310 mil habitantes, según el
último censo del DANE, y una riqueza hidrográfica significativa, destacándose
los ríos Anchicayá, Dagua, Calima, Yurumanguí y Naya, entre otros.
Así, Buenaventura se constituye en el municipio
más grande de esta región del país y la tercera más poblada del departamento.
Por otra parte, la ciudad está dividida en una
zona insular donde se encuentra un moderno complejo portuario que aporta cerca del
55% del comercio exterior del país, y una zona continental, caracterizada por
el predominio de los espacios residenciales y barriales.
También tiene una zona rural integrada por
veredas, corregimientos y asentamientos tanto fluviales como marítimos, los
cuales se agrupan en 19 Unidades de Planificación Zonal.
Buenaventura, más allá del puerto
Si bien existen algunos vacíos sobre la fecha
de fundación y su lugar de emplazamiento original, lo cierto es que, a comienzos
del siglo XX Buenaventura tuvo un importante cambio.
En las primeras tres décadas de esa centuria,
Buenaventura pasó de tener un incipiente puerto de madera al pie de algunas
viejas instalaciones portuarias, a contar con tres muelles sofisticados, un par
de edificaciones de arquitectura moderna y varias bodegas de almacenamiento
junto al ferrocarril del Pacífico. Además, con el desplazamiento de la zona
productiva hacia el suroccidente del país, Buenaventura comenzó a ubicarse como
el primer puerto comercial de Colombia.
Hacia 1931 y luego de un voraz incendio en la
zona comercial, el gobierno nacional encontró en esta catástrofe la oportunidad
de construir un “puerto y una ciudad moderna”, promulgando una ley de
reconstrucción que sería ejecutada en la década siguiente.
En los años cincuenta y sesenta los discursos
de modernización y progreso como factores de desarrollo de las condiciones
humanas seguían vigentes. Esta idea se fortaleció, una vez Buenaventura logró
consolidarse como el principal puerto comercial y marítimo de Colombia”.
Traigo a colación esta breve reseña, pues es importante
para nosotros los antioqueños prever lo que puede llegar a pasar con el
anhelado Puerto de Urabá.
Hoy el Puerto de Buenaventura es un enclave donde lo legal
y lo ilegal conviven y donde la violencia hace parte de su estado natural
cotidiano.
Es un puerto que ha deteriorado la ciudad y no la ha
impulsado al desarrollo, sino a la pobreza. Por allí pasan armas, drogas,
inmigrantes, contrabando y la riqueza que debería potenciar a la ciudad, se queda
en otras manos.
Es importante que a tiempo pensemos en las implicaciones y
los efectos directos, indirectos y colaterales del nuevo Puerto de Urabá en
toda la Zona del Urabá Antioqueño y Chocoano.
El proyecto debe ser integral y las autoridades y la
comunidad mancomunadamente deben participar en la construcción de un adecuado
Plan de Desarrollo para asimilar estas nuevas realidades. Recordemos que “Guerra
avisada no mata soldado”, o al menos eso dicen.
Para Antioquia es prioritario evaluar y sopesar los
impactos que traerán obras de gran magnitud como las autopistas 4G, La
Hidroeléctrica de Hidroituango y el Puerto de Urabá.
La planeación es para planear y no para dejar constancia.
Es un gran examen que sobre previsión tenemos que ganar todos los antioqueños y
el momento es ahora.
Revisando nuestro nuevo Plan de Desarrollo, seguimos
formulando una gran cantidad de pequeños proyectos, que son importantes, pero
no generan el impacto que requiere el jalonamiento del país.
¿Por qué no pensar en 5 grandes proyectos estratégicos y
meterle todos los recursos y todos los esfuerzos para sacarlos adelante?
¿Qué tal pensar en el Canal Interoceánico, en solucionar el
tema de la Mojana, en organizar por fin el Canal del Dique, en llevarle agua
potable y energía a todas los territorios y comunidades y poder alcanzar la
soberanía alimentaria?
El tema del Canal Interoceánico vuelve a pasar a la
palestra pues debido al cambio climático, el Canal de Panamá está en crisis,
pues sus lagos, los que aportan el agua para las esclusas, se están secando y
del Canal Nicaragüense no se volvió a hablar.
El tema de la Mojana, una de las cinco regiones más
fértiles del mundo según la FAO, es vital para la producción de alimentos en el
país y la estamos deteriorando con los residuos de la minería ilegal y, además,
el mal manejo de este territorio hace que en cada invierno se produzcan
desastres para sus vecinos.
Sobre el Canal del Dique se ha hablado y escrito mucho,
pero sus obras siguen siendo remedios temporales y cada nuevo invierno pues
trae su propia tragedia.
Estas zonas debidamente habilitadas deben ayudarnos a
revertir una dolorosa realidad, de cuya contundencia pareciera que no nos hemos
dado cuenta: De importar un millón de toneladas de alimentos al año en 1990,
hoy estamos importando casi 16 millones de toneladas, lo cual para un país rico
en agua y con todos los pisos térmicos disponibles, es como mínimo,
impresentable.
Esto acompañado del hecho de que en un período semejante
nos desindustrializamos y pasamos a depender de la exportación de hidrocarburos
y minerales, con todas las consecuencias que esto implica y que hoy estamos
padeciendo. El 65% de nuestra Balanza Comercial está sujeta a esta realidad.
Llevar agua potable y energía a todos los territorios y
comunidades es una obligación y un aprovechamiento racional de los recursos naturales
que hoy afortunadamente tenemos en abundancia. Calidad de vida e impactos en
temas de salud pública. Proporcionarles energía a todos los colombianos es, en
pesos de hoy, un proyecto de unos 14 billones –El Tiempo Septiembre 11 de 2023–,
absolutamente realizable.
El alcanzar la soberanía alimentaria, pasa por la
organización del uso, destino y propiedad de la tierra, hasta el empleo y
desarrollo adecuado de las condiciones particulares de cada una de las regiones
naturales que tenemos.
Superar el déficit de vivienda que para el caso de Colomba
es de 5.3 millones de viviendas, para Antioquia 400.000 y para Medellín 40.000
en números redondos, es otro reto enfrentable con grandes beneficios.
Según VIVA (Empresa de vivienda de Antioquia), la
construcción de 1 vivienda asocia 4 empleos directos y el mejoramiento de
viviendas, 2 empleos directos. El impacto en generación de empleo sería más que
notable.
Obviamente existen otras alternativas de proyectos como la
construcción de la red ferroviaria, la consolidación de las Vías 4G, la
explotación inteligente de los recursos minerales, entre otros varios.
Hoy se han presentado 837 proyectos de investigación para aplicar
a recursos del orden nacional y de regalías. Cerca de 2 billones de pesos, que
sigue siendo mucha plata, fragmentados en 837 proyectos de cuyo impacto no
podemos decir ni anticipar nada. Mi sugerencia es destinar estos recursos a
proyectos grandes, a resolver problemas reales, para que de verdad las
Universidades y sus investigadores le aporten al país y no se contenten en
mantener pequeños grupos de investigación con poca producción o de producción
de bajo impacto y la elaboración de artículos científicos y “papers” que
finalmente solo benefician a sus autores, con honrosas excepciones, como en
toda actividad humana.
No podemos pensar en cambiar, si seguimos haciendo más de lo
mismo.