Por Andrés de Bedout Jaramillo
En las elecciones
presidenciales se impuso un mandato a la unidad, a la austeridad, a la lucha
contra el abuso y la corrupción, en la búsqueda permanente del bien común, del
interés general, dentro de un ambiente de polarización extrema y de un 50% de
desconfianza en el nuevo gobierno definido democráticamente; la incertidumbre
está presente y la esperanza está viva, la invitación de Petro al diálogo, ha
sido escuchada por casi todos los colombianos de los diferentes partidos y
movimientos, inclusive por el Centro Democrático, o mejor, por Álvaro Uribe, su máximo líder y
opositor, quien en un acto de grandeza y en contra de muchos de sus más
cercanos seguidores, aceptó la invitación a un diálogo encaminado a encontrar
los puntos en que pueden estar de acuerdo y la forma en que podrían sacarlos
adelante.
Yo diría que el tema
principal gira en torno al dinero requerido para solucionar el problema más
urgente, el hambre. Ese dinero en mi humilde opinión y en la de muchos
colombianos está fácil de conseguir rápidamente, a través de una gran cruzada
por la austeridad en el gasto irracional y desmedido en los gobiernos nacional,
departamentales y municipales de las tres ramas del poder público y de los
organismos de vigilancia y control; el
gran pacto por la austeridad.
Yo estoy seguro de que
este necesario actuar, inmediato, permitiría ubicar los recursos para alimentar
esos veinte millones de colombianos, se recuperaría en muy buena parte la
confianza en las instituciones y en sus funcionarios, mientras se definen y
tramitan las reformas requeridas por el país, donde todos tendremos que ceder
para evitar desgastes, incremento en la desconfianza y en la polarización.
En el cruce de Twitters
entre Petro y Uribe, yo le doy mucho valor a los términos: el mismo país y un país común, ahí ya hay una identificación que
permite iniciar el diálogo, que repito con
un pacto de austeridad total, permitirá los recursos para satisfacer la
primera necesidad de nosotros los humanos: el
hambre.
Los demás temas vendrán por añadidura, concertados
y alimentados por la sabiduría de nuestros líderes, que ya tienen la lectura
exacta que busque conciliar lo que queremos los colombianos, unirnos dentro de
las diferencias para poder salir adelante.
Démonos la oportunidad,
depongamos las agresiones, las desconfianzas, el proceso de recuperación
económica va por buen camino según los indicadores, hay que frenar la salida de
capitales, hay que formalizar la economía, hay que generar muchas oportunidades
de empleo, educación, salud, etc. Para lograrlo hay que quitarles el hambre a
los que lo están padeciéndolo, la plata está en la racionalización del gasto
público, cojan los presupuestos, estúdienlos, retiren todo lo superfluo, lo
innecesario, lo que solo satisface intereses personales y pásenlo urgentemente
para alimentación sería, responsable y de buena calidad para nuestros niños,
nuestros jóvenes y nuestros adultos mayores.
Llenémonos de
optimismo, nuestro señor Jesucristo no nos desampara; si todos mejoramos
nuestro comportamiento, saldremos adelante. La unión hace la fuerza. La esperanza está viva, no la matemos.