Por María Cristina Isaza
Bien-pensantes: personas
que, escondidas tras citas filosóficas, el uso de un lenguaje almibarado con
ínfulas de intelectualidad y la promoción de “buenas intenciones” se sienten
arropadas por un manto de superioridad moral que les permite imponer a los
demás, usando armas como la cancelación, las peores ideas por el simple hecho
de que es lo que” se ve bien”, apelando más al sentimentalismo e instinto
primario que al razonamiento crítico, los hechos y los datos. Son las personas
que bajo la dictadura de lo “políticamente correcto” terminan imponiendo o facilitando
la llegada de las doctrinas más dañinas para una sociedad, mientras ellos
mismos se sienten como espíritus nobles a los que todo mal resultado se les
debería perdonar porque al fin y al cabo querían solucionar una injusticia o
fueron asaltados en su buena fe y supuestamente no esperaban el resultado
nefasto que ya se sabía se podía obtener al implementar pésimas ideas. Personas
que no toman posición en momentos determinantes o que se hacen del lado que les
brinda beneficios, aun cuando esto signifique el detrimento de todos los demás.
Bajo la excusa de las buenas intenciones se hacen elegir para luego ser
ellos y su séquito de áulicos los únicos beneficiados. La arrogancia y la
ambición son rasgos comunes bajo la careta del líder “bien-pensante”
Hoy Colombia está
en peligro de elegir un modelo nefasto y ante este evidente riesgo no es
responsable asumir posturas simbólicas como el voto en blanco o aliarse a la
campaña de la tramoya, argumentando que las propuestas adversas han sido
discutidas y mitigadas, cuando conocemos que es una campaña que no tiene
problema en prometer para luego no cumplir y se conoce la baja calidad personal
de quienes participan ella, comenzando por su líder.
Hay dos
personajes que bien podrían ayudar a cambiar el rumbo electoral para que
Colombia no caiga en un modelo totalitario, pero uno se decanta por el voto
facilista, de no tomar partido, votar por el simbolismo y el otro corrió a los
brazos de la campaña totalitaria, tal vez para no quedarse por fuera de lo que
sabe, será la imposición del Estado fascista donde estará “todo dentro del
Estado, nada fuera del estado”.
Al momento y sin
avistar cambios de opinión, me atrevo a escribir lo que pienso de estas dos
personas, ambos paisas, que hoy están cumpliendo un papel tan siniestro para
nuestro país como el que cumplen los aliados del Pacto Histórico.
Alejandro
Gaviria: la decisión de sumarse a esa campaña nefasta y no retractarse, a
pesar de todo lo revelado, lo deja como el destape de uno de los mayores
fraudes intelectuales y maquiavélicos que haya presenciado en mi vida. Me
recuerda bastante a lo que hizo su exjefe Juan Manuel Santos. Al parecer, es la
forma de actuar convencional en ese círculo, en los que pregonan unos
principios y luego no tienen problema en traicionarlos para lograr sus
objetivos. Ya en su artículo para el Financial Times, en el que expuso que el
país exigía un cambio y que lo mejor podría ser una “explosión controlada”, se
develó para muchos el apoyo que daba a la campaña de Petro, mientras posaba de
aliado de Fajardo. Razón tuvo Jorge Robledo cuando declaró simplemente
“Alejandro Gaviria es una mala persona”
“Fraude
intelectual” creo que es lo mínimo que se le puede decir a una persona que
conociendo y entendiendo las consecuencias y despropósitos de las propuestas
del candidato populista engaña incautos, decide apoyarlo. Yo me pregunto
¿Es su verdadera esencia? O ¿Es tanto su afán de poder?
Alejandro Gaviria
aterriza con su refinado léxico y tufillo de intelectual a la campaña en la que:
·
¡Todo vale! En la que “se corre la línea ética”, en la que no
dudaron en atacarlo y tratarlo mal, en la que “fabrican contradicciones” y fake news para desprestigiar al
contrario. En la que incumplen cada uno de los 7 puntos del manifiesto que
ellos mismos crearon, titulado: “Por una campaña limpia”. Alejandro Gaviria con
su permanencia legitima el sicariato digital y moral usado en esta campaña.
·
Se revictimiza y ataca constantemente a una familia víctima del
atroz delito del secuestro y desaparición forzada.
·
Se persiguen a los detractores, en la que de ser elegido seguramente
borrará la libertad de prensa. Una campaña que no acepta perder (claro que en
esto tiene experiencia, como cuando no se aceptó el resultado democrático del
NO), que extorsiona con una Primera Línea y un “Estallido Social” (eufemismo
para vandalismo, atentados, bloqueos). En la que se instrumentaliza a los
jóvenes.
·
Se pretenden vender como el cambio y es apoyada por Benedetti,
Roy, Samper, Piedad (la mercader de secuestrados), Cepeda, entre muchas otras
rancias figuras de la política. También es apoyada por el partido Comunes,
conformado por algunos de los peores terroristas que hemos padecido en el país,
que no tienen ningún respeto por la vida y que gracias al gobierno Santos les
fue “lavada la cara”. Además, hace solo 6 meses en entrevista con El
Colombiano, Gaviria reconocía que Petro era sin lugar a duda un cambio para
empeorar. Hoy miente sin sonrojarse al decir que Petro representa el cambio
responsable.
·
Están las propuestas más dañinas para la economía de nuestro país,
generando déficit fiscal e inflación, como la pretensión de confiscar las
pensiones privadas, imponer mayores impuestos a las empresas, acabar de tajo
con la exploración petrolera, dejar de vender carbón a Alemania para que lo
compre el Estado Colombiano, hacer un tren elevado que costaría la módica suma
de 40 veces la reforma tributaria por la que incendiaron el país hace un año,
etcétera.
·
Se usan eufemismos: Alejandro Gaviria apoya un programa de
gobierno en el que aparece repetidamente la palabra democratizar: Democratizar el espacio, la tierra fértil, el espacio
urbano, el espacio virtual, el saber, etcétera. Pero muchos están tranquilos
por la voluntad de no expropiación que firmó el candidato en notaría, en un
acto circense.
·
Se busca pactar con los peores delincuentes ofreciéndoles no extradición a cambio de votos.
·
Tiene apoyo de todo tipo de grupos al margen de la ley: ELN, Clan
del Golfo, “Disidencias” FARC, etcétera, que amenazan a las poblaciones de
zonas vulnerables afectadas por el conflicto para que voten por el candidato
del Pacto Histórico. Esta semana fue silenciada la voz del líder indígena
Misak, Jesús Antonio Montaño… ninguno de los “bien-pensantes” se ha pronunciado
en rechazo. Claro que, en el fortalecimiento de estos grupos ilegales, Alejandro
Gaviria tuvo un papel determinante cuando en el año 2015 solicitó que se dejara
de fumigar, aplicando “el principio de precaución”, porque un estudio de la OMS
indicó que el glifosato es “probablemente cancerígeno”. Gracias a esto, pasamos
de menos de 60 mil hectáreas sembradas de Coca en 2010 a casi 300 mil hoy, lo
que ha derivado en más violencia, más ajustes de cuentas, mayor empoderamiento
de grupos armados ilegales, más microtráfico, incluso en zonas sanas como el suroeste
antioqueño… el microtráfico está dañando a la juventud. Gaviria expuso que el
debate sobre el glifosato no es académico, sino ético… ¿La ética de la
violencia, del dinero sucio, de envenenar las mentes jóvenes?
Sergio Fajardo: el arrogante
Irresponsable. Su orgullo no le permite tomar la decisión solidaria por el
país, aun conociendo todo lo descrito anteriormente. No es hora de simbolismos,
él sabe muy bien que el voto en blanco no es una opción legítima en esta
segunda vuelta, pues no tiene efectos jurídicos. Hay que elegir Sí o Sí entre
el candidato del Pacto y Hernández, no hay más opciones. Fajardo sabe que la
campaña sucia, del desprestigio viene por el candidato del Pacto y aun así no
da su respaldo irrestricto a la campaña de Hernández, la única opción para
detener al tirano. Llegó a exigir para dar su apoyo, en un momento en el que el
país necesita decisiones desprovistas de intereses y cálculos políticos. Se
queda en blanco, tibio y simplón. Sólo es decidido cuando puede pavonear su
ego, ahora sostenido en menos de 1 millón de votos, que, aunque pocos, son
decisivos para el destino de nuestra democracia. El voto en blanco hoy sirve al
Pacto, de esta forma Fajardo ayuda a que se instale en la Casa de Nariño la
campaña sucia que se dedicó a matonearlo, la campaña peligrosa que lo ha
querido envolver en líos jurídicos con Hidroituango.
No tuvo la
estatura política para respaldar sin condición la opción viable. A Fajardo le
hieren el ego, entonces el hiere nuestra democracia… sino es conmigo, bajo mis
condiciones, entonces ¡vámonos al infierno!
Por eso, solo
agradecimiento a dos excelentes personas como Fico y Lara, a quienes apoyé y les
di mi voto en la primera vuelta: sin titubear respaldaron la campaña de
Hernández: ¡hay grandeza en su corazón! También a Enrique Gómez Martínez a
quien admiro y con quien comparto muchas de sus ideas y a Jhon Milton Rodríguez,
persona que, aunque no conocía me dejó una buena imagen de su ejercicio
político: Todos ustedes nos demostraron con el ejemplo lo que es defender la
democracia y la libertad, no dudaron en ponerse al lado de Colombia sin esperar
a cambio favores particulares o que los atendieran con alfombra roja. ¡Líderes
como ustedes son los que necesita el país! ¡Gracias!