Por Luis Guillermo Echeverri Vélez*
Cuando
más deberían los líderes mundiales estar dedicados a unir fortalezas en materia
política, que permitan al mundo capitalizar igualitariamente los impresionantes
avances en materia de conocimiento científico y tecnológico y poniendo al
servicio del planeta todos los esfuerzos necesarios para contrarrestar el
cambio climático y el calentamiento global, entra el mundo en un ciclo negativo
anticipado, que no sabemos aún dónde puede ir a parar.
Si
alguna lección tenemos que aprender de la depresión, por cuenta del COVID-19, de
la cual apenas el mundo empezaba a recuperarse, es que el problema más grave en
un mundo globalizado e interconectado cualquier cosa que salga mal, en
cualquier parte, representa un problema de marca mayor en todas partes.
Rusia
y Ucrania están en guerra. No existe razón alguna para excusar al poder
totalitario comunista soviético por poner al mundo al borde de una hecatombe
nuclear, cuando la realidad incuestionable es que se trata de un ataque invasor
que quiere mantener a cualquier costo una condición imperialista al ocupar una
nación libre y un país independiente que luchaba por progresar como democracia.
Rusia
siembra terror y odio totalmente innecesarios, envía un mensaje de amenaza
esclavizante a todo el sistema global de libertades y garantías sociales,
desencadenando una recesión, una depresión o una parálisis global que sin duda
tendrá, como ya se puede prever, efectos globales negativos de magnitud hasta
hoy nunca vistos contemporáneamente. Asunto injustificable que solo cabe en la
mente enferma, dictatorial e inhumana de un líder como Putin.
Todo
en la vida tiene un costo y esta guerra es de todos. Mientras el resto de los
países observamos en televisión, internet y desde nuestros móviles pensando que
el asunto no es con nosotros, la mala noticia es que sí lo es, y que ya nos
afecta y nos hace sangrar a todos en un mundo global que está social y
económicamente interconectado como el actual.
La
desestabilización económica global genera incertidumbre política regional y
dentro de las naciones, a consecuencia de toda destrucción innecesaria de
valor. Ello representa el caldo de cultivo óptimo para que el populismo se
apodere del descontento social y destruya el sistema de libertades individuales
y económicas.
Lo
demuestra en primer lugar el incremento del precio mundial de los combustibles.
Sean para cocinar, lavar o refrigerar, para producir o para calentar los
hogares, para el transporte, la distribución o la movilidad colectiva y
personal, sea que tengamos una moto, un carro o que utilicemos transporte
público, todo aquello que demanda petróleo, carbón o gas.
¿Qué
pasa cuando debido a las sanciones este petróleo deja de entrar a los mercados
globales? Se alteran de inmediato las fuerzas de oferta y demanda y el mercado
empieza a reaccionar ante señales complejas. Antes de la agresión ya el crudo
estaba alrededor de $100 UDS el barril. A los tres días el precio subió $10
dólares rompiendo un récord de 8 años. Hoy las ventas futuras de crudo están
rayando los $125 USD/Barril.
El
12 % del petróleo del mundo viene de Rusia, uno de los tres principales
jugadores globales en el mundo de hidrocarburos. En un día normal, Rusia
exporta 5 millones de barriles de crudo. Claro, las personas naturales no
compramos crudos, pero, cuando las refinerías empiezan a pagar más por cada
barril de crudo ente $100 y $140 dólares, le empiezan a pasar ese sobrecosto a
los distribuidores mayoristas, que a la vez le cobran más a las estaciones
minoristas y estas a los consumidores.
Viene
entonces un efecto cascada que todo lo encarece. Esas proporciones
incrementales se correlacionan directamente con alzas de precios en todo el
sistema energético que a la vez incrementan las tarifas del gas, de todo tipo
de transporte, enfriamiento, calefacciones y plantas productivas, encarecen el
costo de las meterías primas, de los alimentos y de todo aquello elemental que
necesitan las personas para vivir y las economías para funcionar.
Cuando
el petróleo se encarece, todo inmediatamente es más costoso. ¿Qué tan costoso?
Un ejemplo: el banco de la reserva de India, un país importador del 80 % del petróleo
que consume, dice que cada $10 USD que se incrementa el precio del petróleo a
ellos les significa un incremento inflacionario de 0.5 %.
Esta
guerra así parezca un asunto regional dentro de la antigua Unión Soviética, ya
causó una gran disrupción negativa en el mercando energético europeo y global.
Aproximadamente 40 % del gas de Europa viene de Rusia. Por otro lado, Ucrania
tiene las segundas reservas petroleras de Europa, algo muy significativo para
los países libres y democráticos.
Veamos
ahora qué están tratando de hacer los gobiernos para proteger sus economías y
por ende a los ciudadanos en medio de una nueva crisis inminente y de
dimensiones aún desconocidas.
Es
impredecible cuál va a ser el comportamiento de los otros países productores
que no hacen parte de la OPEP, y como afecta toda esta problemática las
tendencias de transición energética, descarbonización y electrificación
diversificada a las que el mundo viene aportando soluciones.
Los
Estados Unidos, según lo anunció Biden, planea llevar a los mercados reservas
estratégicas. India ya anunció total soporte a este tipo de iniciativas
tendientes a ganar estabilidad, reduciendo volatilidad de precios energéticos.
Europa y NATO comprenden la gravedad de la trampa de osos tendida por Putin.
Las Naciones Unidas demuestran la inoperancia de las grandes burocracias
globales afectadas por la falta de efectividad propia de teóricas tendencias
ideológicas.
Occidente
cerró el acceso de los bancos rusos al Sistema de Seguridad de
Telecomunicaciones Interbancarias de la Sociedad Mundial Financiera (SWIFT).
Esto sin que aún se sancione directamente el mercado energético ruso, afecta
dramáticamente al mercado global energético pues las compañías globales están
suspendiendo su participación en ese 12 % de la oferta mundial que se origina
allí, agregando a la incertidumbre que ha encarecido sustancialmente los
precios globales de los combustibles.
Cada
bala que se dispara en Ucrania representa carestía para cada ciudadano en el
mundo entero pues incide directamente en el precio del crudo ya que el mercado
tiene incertidumbre sobre qué tan devastadora y qué tan larga y qué puede
terminar desencadenando esta innecesaria e incongruente guerra.
Todo
aquello que afecta la movilidad mundial, de inmediato se refleja en inseguridad
en los mercados bursátiles y financieros globales.
Cada
bala que se dispara, cada bomba que destruye vidas e infraestructura incrementa
las sanciones y afecta el sistema financiero de Rusia. Los activos de los
bancos han sido congelados, un número creciente de compañías globales dejaron
ya de hacer negocios con Rusia y con una Ucrania que está siendo devastada.
Hoy
tiemblan todas las naciones que después de la caída de la cortina de hierro
optaron por llevar una vida libre y tener un sistema democrático. El daño
humanitario es tremendo en vidas, desplazamientos forzosos y desmembración de
familias. Igualmente, en materia de la seguridad física y alimentaria de las
naciones.
Cada
bala que se dispara afecta la seguridad alimentaria de los países importadores
y las exportaciones de aquellos que se verán obligados a reducir sus ventas a
otras naciones.
El
problema de encarecimiento de los aceites comestibles ya afecta la economía y
los costos de todas las cocinas del mundo y de todas las proveedurías. Rusia y
Ucrania son grandes exportadores globales de alimentos básicos. Ucrania aporta
el 50 % del aceite de girasol que consume el mundo y para entender la magnitud
del problema digamos que la India, importa el 70 % del aceite de Girasol que
consume.
La
gran despensa Ucraniana, que históricamente alimentó a Rusia y luego a la Unión
Soviética todo el siglo pasado, es hoy el quinto exportador mundial de maíz. En
2019 Ucrania exportó al mundo casi 36 millones de toneladas métricas de maíz.
Rusia y Ucrania juntos, le reportan al mundo el 20 % de la producción de maíz.
En consecuencia, se encarecerán muchos alimentos y bebidas de consumo humano,
los concentrados para animales y sin duda toda la producción agropecuaria.
Ucrania es el mayor proveedor de maíz de la China, lo cual representa un 30 %
de las importaciones actuales del gran poder emergente.
Pasando
a los demás granos, Ucrania produce el 10 % del trigo que se exporta a todo el
mundo; y Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo, con una participación
del 20 % del comercio mundial. En 2021 el 70 % del trigo ruso se vendió en su
mayoría para el Oeste asiático y el África, lo cual quiere decir que estas
regiones ahora van a tener que pagar mucho más caro todos los derivados del
trigo, siendo ellos gran parte de su base alimenticia. En materia de cebada y
arroz, Europa depende principalmente de Ucrania, mientras los mercados
mundiales de estos granos necesariamente van a tener disrupciones enormes.
Esta
guerra pone a tambalear los mercados y el debido equilibrio o balance entre
oferta y demanda de energía, alimentos, fertilizantes, minerales y metales
incluidos, el oro, las piedras preciosas y otros artículos que preservan valor
en las crisis.
Ucrania
está catalogado entre los países con grandes reservas de carbón, de petróleo,
de hierro, manganeso, titanio, circonio, caolín, sulfato de potasio y de sodio,
y por tanto es un gran productor y exportador de fertilizantes. Para dar un
dato, el 42 % de la urea que consume nuestra agricultura provenía de Ucrania.
Esta
guerra sin duda ya afectó todo el funcionamiento global de movilidad,
encareciendo el transporte aéreo y de carga naviera. Actualmente están
suspendidas las operaciones portuarias del Mar Negro, lo cual se suma al
problema logístico que ya venía experimentando el transporte global en materia
de costos, disponibilidad y demoras.
Esta
guerra significa para todas las naciones, una drástica importación
inflacionaria. Lo cual sin duda creará descontento social asociado a una menor
discrecionalidad de ingreso disponible y una merma en el ingreso real, un
factor tan determinante para la estabilidad democrática, especialmente en
épocas electorales. Las monedas perderán mucho valor y el mundo parece ir en
reversa cuando más herramientas tiene la civilización para transformarse en
lugar de autodestruirse.
Fuentes:
Escrito fundamentado en información pública en la www y en apartes de
traducción comentada del reporte de “Gravitas Plus, de Palki Sharma del 7 de
marzo de 2022”.