viernes, 11 de marzo de 2022

Nuestro Congreso

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.*

Si hay una institución desprestigiada en nuestro país es el Congreso. Un ente bicameral muy numeroso, oneroso, poco eficiente. Sinónimo de corrupción, de mañas malucas, que se niega a cambiar a pesar de que la mayoría de los colombianos lo cuestionamos. Sin embargo, sigue ahí. Muchos sueñan con llegar allí y los que a él acceden no quisieran dejar tan lucrativo y cómodo trabajo: sesiones de martes a jueves y apenas durante unas horas, con derecho a buen sueldo, oficina, asistentes, vehículo, viajes, prebendas.

Algunos, noblemente aspiran estar allí para trabajar por los demás. Sin embargo, efectivamente, las deliciosas mieles del poder pronto los hace olvidarse de tan loables propósitos. Son pocos los que realmente sacan la cara, trabajando y mostrando resultados.

Si el Congreso no es mejor es porque con nuestra indiferencia y apatía de participar en lo político dejamos que otros decidan por nosotros. Pues bien, este domingo nos toca elegir quiénes lo conformarán. Si queremos renovarlo, en nuestras manos está escoger a los mejores. Se trata de un deber ciudadano indelegable, no endosable. ¿No nos gustan los actuales congresistas? Pues elijamos a conciencia, descalifiquemos con la no reelección a todos esos que son auténticos vividores, vagos irredentos, vociferantes parlanchines, politiqueros de baja estopa que compraron votos y engañaron incautos para ganarse la plata fácil y sin mayor esfuerzo. A los camaleones transfugistas que un día están con unos y al otro día con otros, decepcionando a todos.

Así como está el Congreso es un mal necesario, pero como demócratas sabemos que el Congreso es un bien necesario para un país saludable, si así decidimos que sea. Su importancia en una democracia radica en la representatividad y en la diversidad y pluralidad de sus miembros pues es el ágora donde se construye país debatiendo las mejores opciones. Por eso las dictaduras cierran el parlamento, porque no toleran el pensamiento divergente. Por eso se hace ingobernable un poder ejecutivo que quiere hacer de las suyas y choca de frente contra un Congreso que no es genuflexo.

Este domingo en las urnas tenemos una responsabilidad muy grande como ciudadanos: votar por los aspirantes a senado y cámara con quienes ideológicamente nos identificamos. Con las consultas internas de coaliciones y pactos sabremos quién queda en el cedazo para la contienda presidencial definitiva. Imperdonable no votar. Si tan aburridos estamos con los politiqueros, es nuestra hora para ir cambiando las cosas. Después no vale quejarse, refunfuñar, criticar y maldecir. Dejemos la pereza y la indiferencia pronunciándonos, haciendo sentir nuestra inconformidad y nuestro deseo de un estado de cosas diferente, más justo, más equitativo, más humano.