sábado, 12 de diciembre de 2020

El problema no es la jaula sino los pájaros

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez

Ganadero y agricultor. Presidente de la Asociación Primero Colombia y las juntas directivas de Ecopetrol y la Cámara de Comercio de Bogotá. Exgerente general de la Campaña Presidencial de Iván Duque 2018 - 2022.

Un llamado a la unidad del sector privado con el fin de defender la economía de mercado y libertad de empresa.

1. No nos neguemos al progreso en medio de la era del conocimiento. Seamos más exigentes.

Decía un veterano al mirar desde la montaña la ciudad de Medellín: “Que jaula más hermosa, pero qué pájaros”. Y es también, lo que se puede afirmar categóricamente al pensar en el sistema opresivo que esclaviza 12 millones de cubanos o la miseria que sufren 30 millones de venezolanos, atrapados entre el caos del marco totalitario derivado de populismo narco-comunista que domina el territorio que contienen sus fronteras. El progreso se da con acciones que se fundamentan en la ejecución de ideas bien concebidas, en el debido aprovechamiento del conocimiento que hoy tenemos gracias a la convergencia tecnológica, que no, con críticas y afirmaciones ideológicas. Para Colombia, es ahora el momento de actuar y desarrollarse, sin dejar que unos pocos decidan de forma anárquica por la gran mayoría.

Hoy la tecnología asociada al capital humano y a los recursos naturales de nuestro país, nos pueden finalmente llevar a la ruta del desarrollo, o disociados, nos pueden llevar a la destrucción. La elección es nuestra y sobre eso versa este escrito. La ética de trabajo de una sociedad se mide por su nivel de exigencia profesional.

El espíritu empresarial del colombiano es inconmensurable. Se ha demostrado durante la dura depresión global por la que atravesamos. Pero esa tenacidad, determinación y garra laboriosa, requiere el complemento de la fortaleza institucional y la representación idónea de unidad en el sector productivo. El estado y los particulares del sector privado no pueden darse el lujo de avanzar cada uno en direcciones opuestas como producto de unas discusiones bizantinas ([1]), sobre si algo es de derecha o izquierda, sacrificando la eficiencia en los resultados en función del interés general y el bien común, cuando en el fondo quienes discuten y atacan el sistema, tan solo defienden intereses individuales, espacios clientelistas o asuntos particulares.

Hemos avanzado mucho en estas dos décadas, pero algo anda muy mal en la sociedad democrática colombiana, y hay que ajustarlo. Creo que es un asunto de exigirle a los políticos, de lo cuales debe ocuparse la propia sociedad, liderada por el sector privado.

¿Por qué en el sector privado, cuando vamos a contratar un administrador, un vendedor, cuando necesitamos un médico, un mecánico, un ingeniero o cuando se escoge la selección Colombia para un deporte, se buscan los mejores profesionales, con la mejor experiencia y además se les exigen dos exámenes: el de idoneidad y el de conducta?

Sin duda algo está muy mal, y debemos y podemos corregirlo pronto en el sector público y en su relacionamiento con el sector privado, suponiendo que el primero debe estar al servicio de la sociedad. Me refiero a los mecanismos de selección, compensación u oferta de valor y a las exigencias o responsabilidades que atañen y tienen que cumplir siete profesiones críticas para la sociedad:

  • Los maestros que les enseñan a nuestros hijos.
  • Los legisladores que dictan las normas para el país.
  • Los magistrados y jueces que deben velar por que se haga justicia.
  • Los policías y demás fuerzas armadas que nos cuidan de la criminalidad y de agresiones externas.
  • Las personas que controlan y vigilan al propio Estado y a los ciudadanos.
  • Los administradores nacionales y regionales del erario público.
  • Los comunicadores que tienen la responsabilidad de informar bien a la sociedad.

2. ¿De dónde sale el dinero con que se pagan los sueldos y con que el Estado paga las cuentas?

La economía y el sistema sobre el cual ruedan todos los mercados, representa el sustento de toda sociedad.

¿Qué queda del pobre fruto en el árbol, después de que lo picotean toda suerte de pájaros?

¿Podrá haber economía sin confianza y sin seguridad jurídica que otorgue garantías que protejan la inversión?

¿Podrá subsistir una economía donde las leyes y las reglas las crean una clase política corrupta y alcahueta de un crimen organizado que se nutre de la anarquía?

¿Podrá mantenerse una economía sin estar soportada por una actividad privada productiva, dinámica y sana?

¿Podrán los ciudadanos independientes hacer empresas que a su vez generen los empleos necesarios para que las familias puedan mercar y comer, pagar un techo, transportarse al trabajo y educar a sus hijos, bajo un régimen populista-socialista o comunista?

¿Cómo van a hacer quienes están dedicados a predicar el odio de clases y a criticar el sistema económico de libre empresa y mercados, para que, los casi 50 millones de colombianos, vivamos y prosperemos de cuenta del Estado?

¿Cómo se sostiene el Estado y paga la deuda, si la empresa privada no produce lo suficiente para pagar los impuestos y realizar una utilidad apropiada?

¿Por qué solo veo en las propuestas populistas la clara amenaza de un totalitarismo que tras la máscara de un discurso socialista galopa en el enflaquecimiento, producto del divorcio ideológico absoluto entre la boca, la cuchara y la comida? Esto es, entre el empleo, la empresa y la inversión privada.

3. La culpa no es del país. Todos tenemos diversas culpas, responsabilidades y obligaciones.

No culpemos a Colombia, y menos desde Madrid o Miami. Pensemos en tanta gente buena e indefensa que no es capaz de defenderse de unos pocos indolentes que han resuelto, después de inculpar y echar al celador, convivir en la misma casa con los ladrones, tras haberlos entrado ellos mismos por la puerta de la cocina. Todos los que queremos a Colombia debemos poner nuestro mejor esfuerzo para ayudar con acciones a crear soluciones, evitando agresiones, quejas y criticas. Asumamos cada uno nuestras obligaciones y responsabilidades cívicas y personales.

4. Colombia es asunto de todos. Trabajemos unidos por un mejor futuro.

Colombia es asunto de todos y tenemos que hablarlo y conversarlo entre nosotros personalmente, no en las redes plagadas de información y noticas falsas, ni dejándonos llevar al huerto enmalezado por la especulación mediática a la cual atendemos en matiné, vespertina y noche.

Pongámonos a trabajar, hablemos y conversemos en familia sobre la familia, sobre lo que es correcto y lo que no lo es. Hablemos sobre el futuro con libertad y progreso. Si no lo hacemos, entre trabajadores y empresarios, entre familiares y amigos, nos puede pasar que elijamos bebernos la cicuta populista que hoy controla naciones hermanas que padecen bajo el yugo de las falsas formas democráticas que se nutren del desfalco de la hacienda pública, del terrorismo y del negocio de la droga.

Es el momento en que cada empresa, cada familia, cada trabajador que goce de un salario estable, sea que devengue del Estado o del riesgo que asuma su empleador, elucubre y diferencie entre el sistema que le paga el sueldo y las cuentas, y el de aquellos que acuden al discurso populista aludiendo justicia social, pero que no son capaces de explicar con qué ingresos pagará el Estado el vale de todos los ciudadanos.

5. Apoyar al presidente, es apoyar a Colombia. De ello depende la reconstrucción y la reactivación económica.

Colombia tiene hoy un gran presidente. Está al comando del país un líder culto que ni dice ni hace bobadas, es honesto, inteligente, trabajador, digno, respetuoso, tiene carácter sin hacer alarde de ello, y es poco dado a los abusos de poder que ya vivimos.

Es con él, con el que tenemos que trabajar todas las personas, con la intención de sacar a Colombia lo mejor librada posible al final de la gran depresión económica global por la que atravesamos. Como sociedad debemos apoyar a Duque, construir con él, en lugar de dejar que unos pocos destruyan nuestros sueños.

Ya es hora de dejar de culpar a Uribe de todo lo que ocurre en el país. ¿Eso qué tanto aporta? Es responsabilidad nuestra como clase dirigente no dejar que se le niegue en Colombia, como ocurrió en Venezuela, el futuro a tantos jóvenes, y es algo que está en nuestras manos, no descuidemos los colegios ni las universidades.

Tenemos la obligación patria de ayudar al presidente a construir en medio de las dificultades que vivimos. Supermán solo existe en las películas. Pero tenemos un muy buen presidente y su éxito o su fracaso es el de todos. Dejemos por un momento de lado el clientelismo y la enfermedad de poder y pongámonos a trabajar sin especular.

6. La democracia colombiana no puede darse el lujo de cuestionar la legitimidad del gobierno.

Que no haya duda. El país trabajador y honrado tiene presidente legítimo. Es nuestro deber apoyar al gobierno en su batalla igualitaria por crear una cultura de la legalidad, por la generación de empleos dignos a partir del emprendimiento, y construir una sociedad de oportunidades, en medio del momento más difícil que ha tenido nuestra civilización desde la depresión económica que hace nueve décadas llevó al mundo a una devastadora guerra mundial.

No debemos como sociedad seguir contemplando esos “pájaros” incapaces de ver más lejos de sus propios intereses destructivos, cuervos que hoy tratan de picotear la legitimidad del gobierno democráticamente electo y quieren derrocarlo por envidia, angurria y mezquindad. No podemos seguirnos negando el progreso mediante la productividad sostenible y responsable oponiéndonos a la explotación legal de los recursos naturales e ignorando el gran daño que le causan las actividades ilegales a nuestra naturaleza y diversidad ambiental.

7. Dejemos atrás el individualismo y la mezquindad, y dediquémonos a construir entre todos.

Es el momento de dejar a un lado el oportunismo individualista y realmente pensar en el progreso de 50 millones que dependen de que hagamos las cosas con corrección y seriedad. Que seamos capaces de aplicarle una fuerte sanción social a quienes contribuyen al desorden anárquico tras las naguas del libertinaje aparentemente democrático. El futuro de la libertad en el país depende de la entereza y determinación con que hoy defendamos nuestra economía, los principios de libertad, orden y democracia, las reglas éticas, la legalidad, la imparcialidad de la justicia, y el emprendimiento en función de mayor equidad, que es, el marco conceptual en el cual se fundamenta el trabajo del presidente que tenemos.

8. Como ciudadanos tenemos una obligación de respetar valores y principios fundamentales.

Pensemos como nación, en la importancia de hacer respetar los valores y los principios que componen el pacto social. No podemos parar la actividad económica y productiva y pretender cambiar la constitución y las leyes cada que una minoría siente que sus derechos están por encima de los de toda la nación.

La sociedad no puede seguir perdiendo el tiempo entre quejas y protestas que disfrazan intereses particulares. Es cuestión de exigir comportamiento cívico, de cultura, prioridades, consideración y respeto por los demás. La violencia no puede ocultarse más en el derecho de la protesta pacífica, cuando está le abre paso a quienes cercenan otros derechos y libertades. Hablemos de ello, con los hijos, con los compañeros de los hijos y con los maestros en la escuela, con socios, clientes, proveedores y empleados, con los amigos, los socios y hasta con los extraños que se crucen en nuestro camino.

9. Todos sabemos bien qué es lo correcto, no nos dejemos asustar ni manipular de unos pocos.

Despertemos de la pesadilla, no nos quedemos espantados entre temores y miedos, salgamos de la trampa de la falsa ilusión de una paz que han querido imponernos con engaños y artilugios legislativos y falacias dialécticas, mientras van sembrando más odio y más violencia, donde no hay cultura ni respeto por la legalidad. Atención, que hoy son los delincuentes, quienes le marcan la pauta a quienes nos juzgan y a quienes legislan, y los que tienen embaucados a algunos de quienes opinan diariamente de lo divino y lo humano, lo cual hacen, con el fin de sembrar caos, terror y anarquía.

10. Primero están las ideas y las razones que las personas.

En lugar de dedicarnos a la especulación sobre egos y aspiraciones políticas personales cuando aún estamos en estado de emergencia real, la discusión no debe ser por un nombre para el 2022, debe centrarse en las ideas que vamos a apoyar y en el rumbo que debe tomar el país, en la necesidad de que la nación cuente con un sistema de libertades y actividades económicas sanas y dinámicas; que otorguen garantías a la inversión y orienten a la generación de empleo y crecimiento.

11. Es el momento de exigirle a quienes elegimos, y escoger entre la democracia o el populismo.

Es el momento de que la sociedad unida exija lo que es correcto y rechace todo lo que no lo es. Quienes trabajan en la comunicación social, sin menoscabo alguno de su derecho a la libertad de expresión, deben obrar con conciencia de la importancia que tiene su apoyo al sistema que los mantiene, pues en un régimen totalitario e incluso en un populismo democrático, son ellos las primeras victimas de la censura propia que los caracteriza.

Los empresarios que generamos empleos formales y dignos, no podemos dejar el destino del país en las manos de unos pocos que, de profesión exclusivamente políticos, en medio de su individualismo y condición de amancebamiento con la anarquía, son prisioneros de la degeneración intelectual que produce el hecho de que todo se los han entregado fácil en la vida. No podemos darnos el lujo de que Colombia caiga en la trampa populista y se eche a perder el sistema que por dos siglos nos ha dado libertad.

Estamos ante el momento más complejo en nuestra historia. Demostremos que, esta Colombia no es un plátano al servicio de los “pájaros”, y que el espíritu libre de sus gentes de bien no está a la venta, ni va a dejarse meter entre la trampa de la gran cárcel populista.

12. El país ha cambiado y hay que abrirles espacio a los mejores de las nuevas generaciones.

Hay que hacer a un lado los protagonismos de quienes ya tenemos caducada la licencia de conducción. El país no puede seguir dependiendo de quienes bien o mal ya le prestaron sus servicios y viven reclamando espacios, huérfanos de poder y hambrientos de figuración y protagonismo en una Colombia que cambió. Su función es dar guía y consejo, no gestionar contratos y repartir laburos estatales.

El país hoy, más que nunca, cuenta con más personas profesionales, capaces y educadas en todos los sectores económicos, técnicos y científicos. Tenemos profesionales serios, que se formaron con esfuerzos y se hicieron a pulso y se merecen un espacio al que no debe serle usurpado por quienes creen que Colombia hace parte de sus derechos familiares hereditarios, y que no deben dejarse tampoco engañar por las promesas del discurso de aquellos que solo pretenden el poder para hacer lo mismo que han criticado toda la vida.

Colombia tiene unos comunicadores extraordinarios, y es hora de que sean ellos quienes transmitan el mensaje de esperanza y progreso, y que no cunda el pesimismo que imprimen quienes se quedaron anquilosados en la suspicaz y mañosa práctica de la entelequia con que titulan, sin cumplir con la responsabilidad de analizar el verdadero contexto.

13. Reconozcamos nuestros errores, enmendémoslos, pero sin permitir que nos engañen más unos pocos apóstoles del oportunismo y de la ilegalidad.

Vivimos la inevitable consecuencia ética de “haberle vendido el alma al diablo” por interpuestas personas, al negociar con la delincuencia narcoterrorista. No puede pasar por normal, que alguien que ostente una dignidad, utilice su posición para tejer con lisonja y engaño la mentira en función del enriquecimiento fácil, de una cultura mafiosa que ha permeado buena parte de la política nacional, las cortes, los entes de control, los gremios y muchas instancias administrativas; ni que sea normal, que se escondan en la libertad de expresión unos pocos personajes que, por ideología o resentimiento, manipulan por dentro algunos medios de circulación nacional y redes sociales, dándole protagonismo al hampa sobre el difícil obrar de la ley.

14. Hemos sido por 200 años una nación libre, democrática y fiscalmente respetuosa y disciplinada.

Colombia tiene que defenderse unida y contener al interior de su sociedad y en sus fronteras, el incendio que hoy arde por todo nuestro vecindario.

15. Pensemos con inteligencia como nación; obremos pensando en Colombia con la camiseta puesta.

Dejo sobre la conciencia del lector estas dos últimas frases que le aprendí a mi padre, un hombre que quiso a Colombia y luchó por ella especialmente por el sector productivo nacional.

  • “Si el balance social del país es bueno, el balance de las empresas será bueno”. (FEC)
  • “Inteligente es aquel que aprende de los errores de los demás sin tener que cometerlos él mismo”. (FEC)


1  “La expresión "discusiones bizantinas" designa a todo tipo de discusiones largas que enzarzan indefinidamente a sus participantes en largas diatribas sin sentido para el común de las personas, y sin que tales discusiones puedan resolverse jamás porque versan sobre cosas etéreas que nadie puede probar en un sentido u otro”. (etimologías.net)