Por José Alvear Sanín*
En el
frente económico, el gobierno tampoco heredó soberanía verdadera, porque son
las exportaciones ilícitas las que generan las divisas para mantener una
especie de normalidad que, por otra parte, no permite tener una tasa real de
cambio, que estimule el desarrollo industrial y conduzca al equilibrio en la
balanza de pagos. En buena parte nuestra economía es rehén del narcotráfico…
Actualmente,
el Estado colombiano se parece a la piel de zapa, porque cada día se recorta
más el poder del gobierno central, sitiado por las “altas cortes” y entrabado
por las ruedas sueltas de Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, Defensoría, Registraduría
del Estado Civil, para no hablar de un Congreso diabético pero nostálgico de
mermelada, que todo obstaculiza.
Cada
órgano autónomo merecería el detenido análisis, que no vamos a hacer, porque en
parte alguna se ve voluntad política de rescatar al ejecutivo, maniatado por
una supraconstitución.
De
esta pandemia saldremos empobrecidos, hambreados y atados al Acuerdo Final, que
nos deja sin esperanza de tener un gobierno eficaz, para transformar las
instituciones, recuperar la economía y conjurar la doble debacle electoral de
2022, cuando la demagogia tendrá, además de la miseria, luz verde, por la
indolencia, frente a la incesante ofensiva subversiva.
Es
lamentable el clima de resignación ante los hechos cumplidos, porque el espurio
AF blinda la acción revolucionaria mientras inhibe la reacción política. El
gobierno, a pesar de sus buenas intenciones, sigue, o al garete (para unos) o
avanza al paso soros-santista (para otros).
Desde
la Colonia miramos a la capital del Reyno, de la cual se ocupan obsesivamente
los políticos y los medios. Saturados de Bogotá, no observamos lo que pasa en
el resto de un país donde las mayores industrias (narcotráfico, minería ilegal
y contrabando) están en las peores manos y el poder ejecutivo se ha parcelado
hasta extremos increíbles: 1.126 alcaldes y 35 gobernadores, verdaderos
reyezuelos que desde noviembre del 2019 son delegatarios para el manejo del
orden público. Envalentonados, van erodando diariamente la autoridad central,
completando, ampliando, aumentando, corrigiendo y enredando las disposiciones
nacionales.
Conviene,
entonces, comentar con algunos ejemplos la extralimitación, ya habitual, entre
los mandatarios locales, que nadie sanciona:
* La
señora alcalde de Bogotá no da pie con bola, no solo por su inexperiencia e
intemperancia, sino, especialmente, por su desmedida ambición. Parlotea,
sabotea y recrimina continuamente las determinaciones presidenciales.
Capitaliza los pocos éxitos de su actuación desordenada y atribuye los efectos
desfavorables al presidente. Si seguimos como vamos, con medios fletados,
inmensos presupuestos y más de un millar de juntas de acción comunal, la López,
cuya popularidad crece en razón directa de su logorrea, tiene asegurada la
presidencia en el 2022, salvo intervención divina, porque no se aprovechó la
facultad de suspender a tiempo a la gárrula y obstructiva funcionaria, que
seguirá dictando protocolos de imposible cumplimiento, para estimular el
empobrecimiento colectivo, que la favorece especialmente.
* Varios
alcaldes están preparando la llegado masiva de misiones médicas de esclavos
cubanos, cuando tenemos miles de médicos mejor preparados, pero no parece
posible que el gobierno, después de su meliflua declaración de amor a la
dictadura cubana, esté dispuesto a descalificar ese despropósito.
* En
Manizales, un travesti ocupa la Secretaría de la Mujer, y el alcalde propone
gravar la “plusvalía de los inmuebles” para aplastar a la clase media.
* Pinturita, elegido por el petro-fabiovalencismo
(!!!), no es un personaje inexperto pero inofensivo, como lo presentan en
Medellín los radioperiódicos subsidiados por el Municipio. Acaba de retribuir
generosamente a Juan Carlos Monedero, el número 2 del partido comunista
Podemos, para proponernos por teleconferencia el modelo con el cual su gobierno
está destruyendo a España. Con ese mentor, ¿qué de raro tiene que haya
embadurnado calles y paredes con arcoíris y demás emblemas LGBTI, antes de que
su administración supere los cinco mil y más millones dados por su antecesor a
ese abigarrado movimiento político-ideológico.
* El
gobernador del Magdalena, en el Plan departamental
de desarrollo, logró decretar que todas las tierras ganaderas son
explotaciones contrarias a la ecología, preparando así su expropiación cuando
empiece, el año venidero, la reforma agraria integral convenida entre Santos y
Timo.
Bien sé lo impopular y políticamente incorrecto que es llamar la atención en un país desorientado, desinformado e indolente, pero ¿cuándo vamos a dejar de mirar a través de gafas rosadas? ¿Y cuándo aparecerán los líderes de una Colombia erguida, para enfrentar una amenaza pavorosa y cercana? ¡Para mañana es tarde!