Pedro
Juan González Carvajal*
Solo las
instituciones que a la fecha ofrecen programas virtuales apoyados por
plataformas LMS (Learning Management System) pueden hablar de una verdadera educación
virtual. Estos sistemas de gestión del aprendizaje se implementan a partir de
la posibilidad de crear “aulas virtuales” donde se produce la interacción entre
tutores y alumnos.
Sin
embargo, una cosa es la coyuntura y otra cosa lo que se viene: que la
virtualidad llegó para quedarse, que la transformación digital es un imperativo
y que la educación presencial debe revaluarse y replantearse, son hipótesis
todas válidas, donde lo importante es precisar cuál metodología es la más
apropiada pedagógicamente hablando, para cumplir con la finalidad última de la
educación que es la formación, la instrucción y la apertura mental de los
nuevos ciudadanos, en medio de entornos cambiantes y de relatos completamente
agotados, garantizando la potenciación de humanos de bien.
Personalmente
considero que estamos ante la posibilidad de volver a recorrer el péndulo de la
evolución educativa, mirada a la luz de la experiencia histórica y de las
posibilidades tecnológicas que hoy tenemos a mano.
No es
caer en la simpleza de replicar lo que hacemos presencialmente, respaldados en
la tecnología. ¡Ni más faltaba!
Es
entender el gran papel que en su momento cumplieron los mentores y/o los
tutores, la posterior necesidad de masificar la instrucción y las posibilidades
de llegar de nuevo a una educación personalizada, gracias a los avances
tecnológicos disponibles como el big data, la inteligencia artificial, la
movilidad y el blockchain.
Personalmente
me la juego, en un futuro no muy lejano, por una educación personalizada de
manera virtual, lo cual implica un replanteamiento total del ejercicio
educativo, respaldado en paradigmas como contenidos, métodos y evaluaciones,
entre otros varios, que deben ser actualizados.
Recordemos
que la palabra mentor se origina en la Odisea, cuando Méntor fungía como
educador y consejero de Telémaco, el hijo de Odiseo. Grandes mentores y tutores
de la historia son más conocidos por el éxito de sus alumnos, su producto
final, que por ellos mismos. Rescatemos entonces a Sócrates como tutor de
Platón y a Platón como tutor de Aristóteles. Alejandro Magno tuvo como tutores
a Aristóteles quien le abrió la mente a otras culturas, Lisímaco quien lo aproximó
a la literatura y a las letras, y Leónidas en la formación de su carácter y en
el arte de la guerra. Fue tutor de Julio César, Marco Antonio Gnifón. De
Leonardo, Andrea Verrocchio. De Miguel Ángel, Francesco Da Urbino y los
hermanos Ghirlandaio. De Galileo Galilei, Ostilio Ricci.
En la
España del Siglo XVI se destacó Juan Huarte de San Juan quien precisó los fundamentos
que conforman el concepto de la acción tutorial, entendido como tarea
orientadora que atiende las características diferenciales del alumno. Mayor elaboración
al respecto se encuentra en las ideas pedagógicas de ilustres personajes como
Comenios (1592-1670), San Juan Bautista de La Salle (1651-1719), Rousseau
(1712-1778), Pestalozzi (1746-1827), Monjón (1846- 1923), Dewey (1859-1952), Montessori
(1870-1952), Decroly (1871-1932), Vogotsky (1896-1934) y Piaget (1896-1980).
Quisiera
recordar los grandes maestros tutores que tuvo Bolívar: Simón Rodríguez, Andrés
Bello, Alexander Von Humboldt y Guillermo Pelegrón, cuyas ideas formaron al Libertador
y cuyas propuestas están aún por desarrollar.
Como cada
época trae su afán, hoy habría que hablar de diferentes tipos de tutorías: la
tutoría individual, la tutoría de grupo, la tutoría técnica y la tutoría de la
diversidad.
En esto
es importante abrir la mente y dejar que los expertos se pronuncien. El tema
educativo se ha convertido en un tema multidisciplinar, donde considero yo, la
coordinación de esfuerzos debe estar en cabeza de los pedagogos y no de otros
especialistas, por importantes que sean.
NOTA: Mi completa solidaridad con el señor gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia