Luis Alfonso García Carmona
La escalada del
horror con los ataques con drones a la fuerza pública, toma de pueblos,
colocación de explosivos en las vías, confrontaciones armadas entre grupos de
narcoguerrilleros, reclutamiento forzado de menores, masacres y daños a la
infraestructura, nos confirma que este dantesco panorama de violencia,
terrorismo e inseguridad es la peor secuela de la llegada de la extrema
izquierda al poder.
No existirá
solución posible mientas permanezca este régimen o una continuidad de este
al frente de los destinos de la patria. Necesitamos con urgencia la sustitución
de esa perversa ideología tanto en la Presidencia como en el Congreso Nacional.
¿De quién es la responsabilidad
en esta inaplazable tarea? De todos los colombianos habilitados para
votar. Ha llegado el momento de sacudirnos de la pereza y de los prejuicios
inútiles y materializar nuestro patriotismo, salvando a la nación de la
terrible hecatombe que se nos vino encima. Con un Congreso compuesto por
gentes honorables y con valor suficiente para enfrentar a los enemigos del
país y un presidente que lidere la defensa de la patria y su
reconstrucción espiritual y material, podremos ganar esta batalla y enfrentar
esta tenebrosa inseguridad.
Son muchas las
áreas que habrá que atender. Por ejemplo:
1. Reanudar las
buenas relaciones con nuestros tradicionales aliados, Estados Unidos e
Israel, para modernizar la dotación de nuestra fuerza pública y adquirir los
últimos adelantos en materia de drones, comunicaciones, transporte aéreo, así
como la tecnología que exige la guerra en la actualidad.
2. Reorganizar y
fortificar la inteligencia militar y de la policía en todos los rincones
del territorio nacional, para evitar que sigan cumpliendo los facinerosos con
su infernal agenda criminal, tomando de sorpresa a las fuerzas del orden.
3. Pasar de la
pasividad que ha impedido a nuestros efectivos defenderse hasta en extremas
situaciones donde han sido secuestrados y despojados de sus armas, a una estrategia
de combate dirigida a la eliminación o neutralización de todos los grupos
irregulares dedicados al narcotráfico, terrorismo y criminalidad en
general. Prioritariamente, se debería combatir a sus cuadros directivos y destruir
instalaciones tales como campamentos, laboratorios, depósitos de armas y de
alucinógenos.
4. Aumento del
pie de fuerza que efectivamente esté destinado al combate; recuperación de
la misión para la que fueron creadas las fuerzas del orden; reapertura de
bases estratégicas y fuerzas de acción conjunta suspendidas.
5.
Destrucción de los cultivos de alucinógenos en todo el país, mediante la utilización de drones, aeronaves teledirigidas, fentanilo
y supresión de erradicación manual y de subsidios a cocaleros.
6. Programas
especiales para detectar y suprimir el lavado de activos, adquisición de
precursores, cesación de la minería ilegal, persecución al secuestro
y la extorsión y otros medios de financiación de los grupos armados.
7. Revisión de
partidas presupuestales destinadas al orden público e incrementar los
ingresos de la fuerza pública para cubrir sus necesidades en la compra de
equipos y mantenimiento de sus operaciones.
8. Organización de
una red nacional de voluntarios para la defensa de la seguridad, cuyas
funciones serán: Informar a las autoridades todo hecho sospechoso, mantener
comunicación con sus vecinos más próximos para la defensa de sus hogares
mientras llega la presencia de las autoridades y recaudar pruebas fotográficas
o de otro tipo que sirvan en los procesos que se adelanten contra los
delincuentes.
9. Debe
estructurarse un Estatuto Nacional de Seguridad, mediante un proyecto de
ley elaborado por un grupo bicameral compuesto por amigos de la seguridad y la
democracia en unión con el gobierno que sea elegido, que incluya, entre otros,
los siguientes aspectos: a) Penalizar con cadena perpetua el narcotráfico,
terrorismo, secuestro, reclutamiento de menores y masacres; b) Prohibición
de beneficios penales para condenados por estos delitos; supresión de
libertad provisional para porte de armas o explosivos, y eliminación del
delito político como justificación para cualquiera de estos delitos; c) Organización
de cárceles en lugares alejados, con niveles de alta seguridad, sin
posibilidad de comunicación exterior para los reclusos, que serán vigiladas
por un organismo compuesto por veteranos de las fuerzas armadas; d) Reforma
a la administración de Justicia, cambiando el sistema de elección de
magistrados para que no haya intervención de la política, encargando de su
juzgamiento a la Comisión de Aforados, sancionando el incumplimiento de
términos en materia penal, estableciendo vigilancia permanente de los
despachos judiciales a cargo de la Procuraduría.
10. Diseñar plan de
interceptación aérea y marítima en conjunto con los Estados Unidos para
eliminar el transporte de alucinógenos desde Colombia a otros países.
La ignorancia o la
ingenuidad ya no nos servirán de excusa para no actuar responsablemente.
Hagamos caso a esta advertencia: “Es terrible, en efecto, que la
ignorancia y la excesiva complacencia sean más poderosas que la
sabiduría” (Meditaciones, Marco Aurelio)
