José Hilario López Agudelo
La
COP30, que concluirá este fin de semana en Belem de Pará-Brasil, ha sido denominada
por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, "la COP de la verdad",
para enfatizar la necesidad de que los países pasen de las promesas a acciones concretas
en la lucha contra el cambio climático: “La COP30 será la COP de la verdad, en
la que se pondrá a prueba nuestra capacidad de dejar de lado las diferencias y enfrentar
la crisis climática como la amenaza existencial que representa. La cooperación debe
volver a emerger como el principio organizador de la respuesta global.”
La
presidencia de la COP30, en manos del país organizador (Brasil), además insta a
triplicar la financiación pública para “acciones de adaptación al cambio climático
y menciona el desarrollo de hojas de ruta para superar los combustibles fósiles”.
Todo esto hay que mirarlo como una declaración de buenas intenciones, que tropieza
con la realidad geopolítica mundial, como veremos a continuación.
Brasil
es el principal productor de petróleo de Latinoamérica y el octavo productor mundial,
con una producción que en julio de 2025 superó por primera vez los 5 millones de
barriles diarios de hidrocarburos, y que además está buscando incrementar su producción
en la cuenca amazónica. Brasil también es un importante exportador de petróleo,
siendo este su principal producto de exportación en 2024. Difícil creer que un país,
que aspira a convertirse en una potencia mundial esté seriamente interesado en suprimir
o en siquiera reducir la producción de su principal producto de exportación, mucho
menos en liderar políticas para superar el consumo de combustibles fósiles, tarea
esta que le compete como presidente de la COP30.
Como
si esto fuera poco, durante el desarrollo de la COP30 se evidenció un ambiente de
escepticismo ante la posibilidad real de alcanzar consensos vinculantes. Las delegaciones
de países con economías basadas en la exportación de hidrocarburos manifestaron
reservas, resaltando las dificultades para conciliar los compromisos climáticos
con sus intereses económicos nacionales. Ante esta incertidumbre, las organizaciones
de la sociedad civil exigieron mayor transparencia y mecanismos de rendición de
cuentas, para que las decisiones no queden solo en declaraciones simbólicas. Cuando
tengamos las conclusiones de la COP30, veremos qué podemos esperar de “la COP de
la verdad”.
Tal
como lo he sostenido en anteriores escritos. mientras el petróleo sea parte esencial
de la geopolítica del poder capitalista seguirá siendo un obstáculo para la transición
energética hacia las energías renovables no convencionales. Estados Unidos es el
primer productor y exportador mundial de petróleo, seguido por Arabía Saudita y
Rusia. El primero de ellos, de nuevo se acaba de retirar del Acuerdo de París y
está buscando cómo aumentar la producción del hidrocarburo; en el caso de Arabia
Saudita y Rusia es poco probable que en el futuro cercano dejen de producir y exportar
petróleo, ya que sus economías siguen dependiendo en gran medida de los ingresos
sus ingresos.
Por
otro aspecto, sin los aportes de EE. UU la financiación del cambio climático dependería
de Europa, por el momento más interesada en el rearme y de China. Solo este último
país puede contribuir a la disminución del consumo de combustibles fósiles mediante
su inversión masiva en energías renovables, como la solar y la eólica, la mejora
de la eficiencia energética, la transformación industrial y el establecimiento de
objetivos de reducción de emisiones.
La
alternativa para América Latina y El Caribe (ALC)
Siendo
realistas la única alternativa viable para ALC, como lo mostré en anterior columna,
radica en la preservación de la biodiversidad, nuestro gran activo
para enfrentar el cambio climático. Casualmente, la CAF (Corporación Andina de Fomento, ahora conocida como Banco
de Desarrollo de América Latina y el Caribe) acaba de publicar un documento entregado
a la COP30, autoría de Amir Lebdioui (director, Technology and Industrialisation
for Development Centre of the University of Oxford), titulado Biodiversity and
Productive Development: Extractivist traps and symbiotic innovation ecosystems in
Latin America & the Caribbean (Biodiversidad y desarrollo productivo: trampas
extractivistas y ecosistemas de innovación simbiótica en América Latina y el Caribe) [1],
una verdadera guía para nuestra región, que refuerza mi tesis de que la transición energética que requiere nuestra región, en especial Colombia,
debe centrarse en la preservación de nuestros ecosistemas, que conforman una de
las biodiversidades más ricas del planeta.
Como premisa básica hay que establecer
que ALC debe entender que el dilema entre
biodiversidad y desarrollo depende en gran medida del tipo de financiación: por
un lado, está el capital extractivo sin mayores preocupaciones por la preservación
de los ecosistemas y por el otro, existe el capital paciente y a largo plazo, alineado
con la contabilidad de capital natural, que sustenta una prosperidad sostenible
e inclusiva a través de una economía del conocimiento centrada en la naturaleza.
Las políticas públicas en nuestros
países han quedado atrapadas en el falso dilema: desarrollo o conservación. La lógica
dominante con frecuencia sostiene que hay que elegir entre proteger nuestros bienes
naturales (la Amazonia, los páramos andinos, los suelos
orgánicos, los arrecifes del Caribe...) o crear empleo y prosperidad. Pero esa dicotomía
es infundada: la protección de la biodiversidad no es un obstáculo al desarrollo,
es un activo estratégico esencial en tiempos de transición energética y, además,
fuente de desarrollo productivo. La biodiversidad es el gran acervo de conocimiento
para rediseñar materiales, reinventar sistemas energéticos, desarrollar nuevos medicamentos
y crear industrias competitivas y regenerativas.
En
mi opinión, para que pueda ser llamada la “COP de la verdad” la prioridad
de la COP30, en lo que atañe a la preservación de los ecosistemas, debe orientarse
a acelerar la restauración y conservación de los ecosistemas marinos
y terrestres. Si esto se logra, la COP30 será un punto de inflexión para los ecosistemas
naturales, destacando su rol en la mitigación del cambio climático. Para este propósito
se requieren soluciones basadas en la naturaleza como herramienta de adaptación
y mitigación, integrando a las comunidades indígenas y locales en la protección
de sus territorios.
A continuación, un escueto resumen
de las principales recomendaciones del documento de la CAF, atrás referido:
Transformación
de la agricultura y los sistemas alimentarios
A través de un enfoque centrado en
la agricultura regenerativa y la economía circular, es necesario promover soluciones
agrícolas eficientes que contribuyan a la restauración de ecosistemas y a la reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero. Para este propósito se deben implementar
sistemas alimentarios resilientes, enfocados en la seguridad alimentaria y el acceso
equitativo a alimentos sostenibles para toda la población. En particular, se explorarán
prácticas agrícolas sostenibles, como la recuperación de tierras degradadas y la
adaptación de los cultivos para mitigar el impacto del cambio climático. La transición
hacia la agroecología y la promoción de tecnologías verdes en la agricultura, serán
puntos clave para apoyar la sostenibilidad del sector alimentario.
Gestión
sostenible de bosques, océanos y biodiversidad
Acelerar la restauración y conservación
de los ecosistemas marinos y terrestres. Brasil y demás países amazónicos, se encuentran
en el centro de debate debido a la deforestación y la pérdida de biodiversidad.
En la COP30 se deben implementar medidas urgentes para frenarla, debido a que la
pérdida de biodiversidad está profundamente ligada a la deforestación, que aumenta
las emisiones de gases de efecto invernadero.
La COP30 deberá ser un punto de inflexión
para los ecosistemas naturales, destacando su rol en la mitigación del cambio climático.
Para este propósito se deben adoptar soluciones basadas en la naturaleza como herramienta
de adaptación y mitigación, integrando a las comunidades indígenas y locales en
la protección del bioma amazónico.