viernes, 21 de noviembre de 2025

¡Si no ha de ser para mí, que no sea para nadie!

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

La frase que acabamos de recordar resume la motivación psicológica de aquellos enamorados, despechados y furiosos que matan lo que más aman, la novia imposible, o la que los dejó por otro, para que nadie llegue a conquistarla...

Con la mayor angustia observo, en varias docenas de auto precandidatos, esa misma actitud. En general, son personas decentes y preparadas, pero –hay que decirlo–, sin votos, y, además poco provistos de lo que ahora llaman carisma...

Pero todos se aferraban, desesperadamente, a la ilusión de poder llegar a la Presidencia, por algún golpe de fortuna, para no hablar de un milagro.

A medida que pasaban los meses, la realidad se les iba imponiendo, pero en vez de desistir de las falsas esperanzas, como amantes despechados, empezaron a odiar a los pocos que podrían llegar a ser candidatos viables, antes de pasar a aborrecer al único que cada día despierta creciente esperanza como el llamado a salvar del abismo al país.

Desde luego, me refiero a los de la derecha, porque todos los del falso “centro” están dispuestos a jugar el triste y traicionero papel de Rodolfo 2, a menos que desde ahora prefieran la hiena al tigre.

Las elecciones para Congreso y las “consultas” de marzo de 2026 están a la vuelta de la esquina y de ellas poco bueno puede esperarse, porque los dirigentes democráticos siguen divididos y se les acabó el tiempo. Son incapaces, o ya se resignaron a convivir con la aplanadora comunista, sabedores de los centenares de municipios dominados por las guerrillas y el narcotráfico; los millares y millares de “contratistas”, los billones de pesos del erario direccionados para maniobras electorales; la compra masiva de votos; los “jurados” conjurados y, ¿por qué no? los algoritmos...

No olvidemos que la izquierda lleva tres años preparando, desde el Gobierno, el fraude que sea necesario para continuar en el poder, mientras la fragmentada derecha no tiene candidato, ni programa, ni equipo, ni ha preparados los mecanismos para impedir el fraude y registrar los verdaderos resultados electorales.

Ahora bien, en vez de estar “todos contra Petro”, están todos contra Abelardo: ¡Si la Presidencia no ha de ser para mí, que no sea para nadie!

Los políticos “democráticos” son de los pocos colombianos que nunca han gritado ¡fuera Petro, fuera Petro!, lo que ha permitido a este Gobierno inmundo, sin verdadera oposición, hacer tanto daño.

Sin embargo, son tales la indignidad, inmoralidad y corrupción del Gobierno, que el país, si hay elecciones libres, lo derrotará ampliamente.

Por eso es fundamental –aunque se ha perdido demasiado tiempo– impedir que Petro arme elecciones maduristas para que Colombia se hunda en el largo y duradero infierno de la revolución, dirigida por un individuo aun más aterrador que el rufián que venimos padeciendo.

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