Rafael Uribe Uribe
Mi
madre solía decir esta frase popular cuando veía muchos pordioseros reunidos en
las afueras de la iglesia. Esta imagen ilustra perfectamente la actual
proliferación de casi cien precandidatos presidenciales para 2026 y esto
dificulta que alguno sobresalga y que el apoyo se concentre, poniendo en riesgo
la democracia.
Reconozco
que no domino los detalles de la política, pero esto me permite opinar con
objetividad, guiado por la observación. Como lo he repetido, “las
matemáticas no son una opinión”, así que procuro analizar sin prejuicios.
Para entender mejor el panorama, he visto muchas entrevistas; las más claras y
sensatas, a mi juicio, han sido las de Juan Lozano en la FM, en Nos Cogió la
Noche y los comentarios de Vélez en la Mañana, quienes ofrecen
análisis profundos y honestos.
Como
ciudadano común, tengo mis preferencias basadas en la preparación de los
candidatos, destacando a Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Pinzón y Abelardo de la
Espriella. Todos han cometido errores, pero nadie está libre de culpa, como
bien expresó Jesús: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
En
cuanto a las campañas, es notorio que la izquierda ha mostrado mayor disciplina
y organización, apoyándose en numerosas bodegas digitales dedicadas a difundir
información, cierta o falsa, para captar incautos y fortalecer el discurso de
que a Petro “no lo dejan gobernar”. Esta estrategia les ha permitido mantener
una favorabilidad estable, cercana al 40 % de los votantes potenciales. Además,
cuentan con el respaldo de sectores narcotraficantes, beneficiados por unas 300
mil hectáreas de coca, lo que les provee recursos para diversos fines.
Por
el contrario, quienes se encuentran en la otra orilla parecen niños peleando
por la ventana del auto: incapaces de llegar a acuerdos, anteponiendo el ego al
bienestar de la patria, dilatando procesos y desconfiando de todo; para atrás
como el cangrejo. Sin embargo, la necesidad apremia y, en este contexto, la
campaña más efectiva es, sin duda, la de Abelardo de la Espriella; para
equiparar el nivel de la izquierda, se requiere otro 40 % del potencial de
votantes y, hoy, Abelardo representa la única opción viable.
La
clave de la campaña radica en captar la atención de los estratos 1, 2 y 3, ya
que es en donde se concentran los subsidios y son mayoría del voto potencial. Están
integrados por personas que, al no tener mucho que perder, se convierten en el
foco principal de las estrategias políticas. Hacía falta un Petro para
despertar la necesidad social de atenderlos.
El
dilema actual no se reduce a una simple disputa entre izquierda y derecha, sino
que enfrenta dos modelos opuestos: comunismo versus democracia; el centro, como
se dice en la Costa, “no es ni chicha ni limoná”.
El Rincón de Dios
“Todo
reino dividido contra sí mismo queda asolado; y una casa dividida contra sí
misma cae” Lucas 11:17.
