Rafael Uribe Uribe
Nuestro país atraviesa un momento crítico en su historia
caracterizado por una compleja combinación de problemas sociales, políticos y
económicos que demandan acción.
En seguridad la situación ciudadana se ha
deteriorado por el fracaso de la Paz Total. La violencia y la criminalidad
generan temor y desconfianza. En el terreno económico el gasto público crece sin control
impulsado por la proliferación de contratos temporales (OPS), el aumento colosal
de la nómina estatal y los subsidios que han llevado a la violación de la regla
fiscal, el endeudamiento creciente. La persistencia de la corrupción mina la
estabilidad financiera y la credibilidad institucional.
El panorama político se encuentra marcado por la polarización y la falta de
diálogo entre Gobierno y la ciudadanía que frena la corrección de reformas
erróneamente propuestas. La invitación a una asamblea constituyente ha
despertado temores de un giro autoritario, la fractura de algunas instituciones
debilita la gobernabilidad y la de implementar políticas de largo plazo.
En lo social, millones de colombianos continúan en condiciones de pobreza
y exclusión. El acceso limitado a salud, educación y vivienda, incrementados por
medidas absurdas, sumado al desplazamiento por el conflicto armado, refleja una
deuda con los sectores vulnerables.
En el ámbito internacional, el país enfrenta sanciones y
aislamiento. Petro, con su cercanía al Cartel de los Soles, Hamas, los GAOS y
la pelea con Trump denunciados por los medios locales e internacionales, se ganó
la cancelación de visas, la inclusión en la Lista Clinton, la desertificación
de la patria y la pérdida de confianza en el escenario global.
No obstante, existen perspectivas de recuperación. La inversión extranjera y la innovación tecnológica son
vistas como motores clave para la reactivación económica. Entre las medidas
urgentes destacan la restauración de relaciones internacionales, la reducción
drástica del gasto público, la recuperación de la seguridad ciudadana y la
reforma de la consulta ambiental para facilitar proyectos transcendentales.
Igualmente, resulta esencial intensificar la lucha contra el narcotráfico y los
cultivos ilícitos disparados en este desgobierno.
Los hidrocarburos y la minería
sostenible podrían aportar ingresos significativos manejados con
responsabilidad. Sin embargo, la verdadera clave radica en la participación ciudadana y de la clase
dirigente: exigir
y apoyar los cambios necesarios, involucrarse en la vida pública y contribuir a
la construcción de una sociedad más justa. La historia demuestra que nuestra
patria tiene capacidad de reinventarse frente a la adversidad, como lo recuerda
el dicho popular: “no hay mal que dure cien años”.
Finalmente, enfatizo en la importancia
de elegir un Congreso
responsable integrado por todos los sectores y un presidente capaz de unir y tomar
drásticas e impopulares medidas tendientes a recuperar al país de la desolación
que vivimos y construir un futuro prometedor. ¡Ojo con el 26! El peligro
latente no ha desaparecido. La solución esta en nuestras manos y en la unión.
El Rincón de Dios
“Al
acercarse un final podemos vislumbrar un nuevo comienzo, porque en Dios siempre
hay nuevas oportunidades”.
Anónimo
