José Hilario López Agudelo
El Estado puede verse como la empresa más
importante de un país, ya que su objetivo es gestionar los recursos para el
bienestar común, mientras que las empresas privadas son el motor económico del
país, generadoras de ingresos fiscales y empleo. El término estadista se refiere
a la aptitud de un dirigente para conducir el Estado hacia asegurar el
bienestar y seguridad de sus habitantes. La relación entre el Estado y las
empresas privadas es simbiótica: el Estado necesita las empresas para
financiarse, y las empresas necesitan un Estado que les garantice la
infraestructura y el marco jurídico para operar. En nuestro caso colombiano, la
seguridad es el primer derecho que la ciudadanía y el empresariado reclama del
Estado: sin seguridad para la vida y la propiedad de las personas naturales y
jurídicas es imposible garantizar el pleno goce las libertades republicanas y
el orden democrático, esenciales para el bienestar general.
Ante la polarización y caos en que se encuentra
sumergido nuestro país, principalmente por causa de la carencia de verdaderas
políticas públicas y propósitos nacionales en la agenda de los últimos gobernantes,
considero que, independientemente de nuestras propias tendencias ideológicas y
preferencias, ante la inminencia del próximo cambio de gobierno es imperativo evaluar
desapasionadamente las calidades de estadista de los aspirantes que el próximo
debate se disputarán el derecho a ejercer la jefatura del Estado colombiano.
Aunque no soy politólogo, ni he ejercido la
política activa, excepto algunas veleidades adolescentes, como simple ciudadano
preocupado por los graves males que ha tenido que sufrir el país, en especial
durante estos últimos sesenta años, me he propuesto evaluar, desde mi
perspectiva y criterios, dichas calidades de los dirigentes que hasta ahora
aparecen en la larga lista de aspirantes a competir en la próxima contienda
electoral por la Presidencia de la República.
En una primera evaluación, de manera
preliminar, he incluido los siguientes factores para cualificar la aptitud como
estadista de los actuales precandidatos:
1. Conocimiento de la realidad socioeconómica
del país y de sus posibilidades de desarrollo y aprovechamiento de sus recursos
humanos y naturales.
2. Capacidad de unir a la mayoría entorno a un
propósito nacional.
3. Sensibilidad social.
4. Capacidad de liderazgo.
5. Experiencia en cargos directivos en la
administración pública, en especial en organismos relacionados con el manejo de
las finanzas públicas.
6. Experiencia en gestión empresarial, pública
y/o privada.
7. Capacidad de conciliar y concertar acuerdos
dentro de la diferencia, esencia de la democracia liberal.
8. Pulcritud en el manejo de los recursos
públicos.
De acuerdo con una muy ligera evaluación, los
precandidatos que cumplen parte o la mayoría de esos requisitos, advirtiendo
que los he ordenado alfabéticamente y, por tanto, cuyo puesto en la lista de
ninguna manera reflejan prioridad, son los siguientes:
Mauricio Cárdenas Santamaría. Estudios de
doctorado en economía en la Universidad de California, exministro de Estado.
Sergio Fajardo Valderrama, doctorado en matemáticas
en la Universidad de Wisconsin-Madison, exgobernador de Antioquia y exalcalde
de Medellín.
Claudia López Hernández, doctorado en ciencias políticas
de la Universidad Northwestern en Evanston, Illinois, exsenadora de la
República y exalcaldesa de Bogotá.
Juan Carlos Pinzón Bueno. Máster en ciencias económicas
por la Pontificia Universidad Javeriana; máster en políticas públicas por la
Universidad de Princeton; y máster en defensa y seguridad Nacional por la
Escuela Superior de Guerra de Colombia; exministro de Estado.
Germán Vargas Lleras. posgrado en
administración pública de la Universidad Complutense de Madrid, exsenador de la
República, exvicepresidente de la República y exministro de Estado.
Confiemos que ante la gravedad y caos en que se
encuentra el país, encontremos un verdadero estadista, que con la mayor
vocación de servició asuma la responsabilidad de reorientar el destino
nacional, dejando atrás los odios y polarizaciones que nos están conduciendo al
caos y la desesperanza. ¡La patria por encima de los partidos y las pugnas
creadas o heredadas!
Entre los mencionados precandidatos, me inclino
por alguien que no agudice la peligrosa polarización política a que nos ha
sumergido la pugna entre uribistas y petristas.
Como lo demuestran las encuestas de opinión, la
mayor parte de los colombianos nos ubicamos en el centro político y diría algo
más, rechazamos la polarización a que nos quieren involucrar los movimientos
extremistas de derecha y de izquierda. En estas condiciones creemos que ha
llegado el momento de reclamarle a los dirigentes que han asumido la
responsabilidad de conducir el mayoritario, aunque disperso centro del espectro
político, que entiendan la urgencia de empezar a construir consensos y puentes
con sectores de la política tradicional, con los cuales se pueda encontrar
coincidencias.
En mi opinión el doctor Sergio Fajardo es el
precandidato que mejor encarna las aspiraciones de quienes creemos que en estos
momentos lo que más conviene a nuestro país es un gobierno de centro que
apacigüe la polarización política entre los extremismos de derecha e izquierda
y que, a la vez, mediante conciliaciones y acuerdos con las distintas fuerzas e
intereses que conforman el mundo
político y demás fuerzas vivas de la nación, impulse las reformas sociales y
económicas que claman las grandes mayorías de desprotegidos que conforman la
población colombiana.