jueves, 16 de octubre de 2025

Cadena de favores

Fredy Angarita
Fredy Angarita

Este título se hizo famoso hace unos 25 años, protagonizado por Kevin Spacey, Helen Hunt y Haley Joel Osment. La película contaba la historia de un niño de 11 años que decide realizar un experimento para su clase de ciencias sociales con la intención de mejorar el mundo bajo una simple premisa: él haría una serie de favores a tres personas y, a cambio, ellos devolverían el favor haciendo algo por otras tres, y así sucesivamente.

Se puede decir que algo similar sucede, solo que se hace desde las redes sociales, con el famoso mensaje: «comparte esto con cinco personas y te pasará algo». Ja, ja, ja, solo es un chiste, no he conocido a nadie a quien realmente le haya funcionado. Pero, claro, todo evoluciona, todo cambia.

Hoy se habla en todas partes, o se ven videos, de personas que hacen favores sin pedir nada a cambio, sin sugerir que los demás hagan lo mismo. Todo se resume en una frase que he escuchado mucho: «yo afán no tengo». Quienes usan redes sociales seguro ya saben de quién hablo; y quienes no, me refiero a Camilo Cifuentes.[1]

Él se presenta en distintos lugares preguntando por los precios de lo que la gente vende, no hace distinciones entre los sitios a los que va, lo más llamativo es ver el rostro de las personas cuando escuchan su voz. Pocos no lo reconocen, pero todos le agradecen por lo que hace.

Ya es común leer en medios, así sean digitales o mediáticos, la pregunta: ¿quién es Camilo Cifuentes? Una pregunta que resuena con fuerza en las redes. Lo más impactante es que ya hay otros influencers haciendo algo parecido en distintas partes de Colombia.[2] No sé si lo hacen por ganar seguidores, por imitación o por aprovechar la tendencia.

Otras personas, sin razón específica, comenzaron a tildar al creador de contenido de “narcisista”. Otros dicen que no trabaja a fondo las “causas sociales” y que, al final, la compra de un producto en un día “no cambiará la vida de esa persona”. Como esos, hay muchos comentarios en redes y en medios.

Con el boom, me dio por ver algunos videos, me parece que la obra que el joven realiza es muy bonita y conmovedora. Con ese pequeño gesto fue capaz de movilizar a muchos. Todos podemos formar parte de una cadena invisible que se activa con una mirada, con un favor, con ceder el puesto, con un “tranquilo, yo le ayudo”, no hace falta grabarlo, basta con hacerlo.

En sus videos hay algo que me deja preocupado: la cantidad de habitantes de calle con los que comparte. Me impresiona ver sus rostros, los lugares donde están. Inmediatamente me viene a la memoria Víctor Hugo. Aunque en Los miserables no se habla de los “habitantes de calle” como se entiende hoy, sí se habla de los “pobres”, los “desdichados”, los “infelices”, los “desheredados” y los “parias”. Su presencia se refleja también en nuestra realidad: el número crece en todo el país.

Podríamos decir que los habitantes de calle en Colombia son los miserables contemporáneos, empujados a los márgenes por un país que naturaliza la exclusión. Las ciudades principales se embellecen hacia afuera mientras barren sus miserias hacia los ríos, los caños o los puentes, igual que la sociedad parisina del siglo XIX escondía a sus pobres en los arrabales.

Víctor Hugo lo resumió con una frase contundente: “No hay malas hierbas ni hombres malos, solo malos cultivadores.”

Aplicado a nuestro contexto, podríamos decir que el Estado colombiano y la sociedad civil son los “malos cultivadores” de una tierra donde la pobreza germina sin cesar.