José Leonardo Rincón, S. J.
No
sé si fue Zeus quien determinó el receso o fue la misma Caliope quien decidió
tomarse vacaciones, el hecho es que mi musa inspiradora se silenció esta semana
y me dejó con los crespos hechos.
Suele
pasar y se entiende: no siempre el palo está para cucharas, no siempre hay de
qué hablar y eso de hablar por hablar no me entusiasma mucho, aunque de verdad
haya temas, como la descertificación que nos otorgó Mr. Trump, los ya
proverbiales exabruptos de nuestro líder galáctico, los mechoneos, zancadillas
y otras jugaditas que se hacen entre el centenar de inquilinos aspirantes de la
casa de Nariño, lo que pasa con los vecinos de al lado que cuentan las horas a
ver si cae el dictador, en fin…
Por
ahora Caliopita (así le digo cariñosamente) me pide que me concentre en la
charla que hoy tendré con educadores de Manizales, a donde he vuelto después de
varias semanas, para conversar sobre el educador que queremos y necesitamos.
Definitivamente este país no va a cambiar si no hace una apuesta en serio por la
educación, una apuesta que no solo es presupuestal, cosa que ya hizo, sino de
acertar en la calidad de la educación que se ofrece, un reto que se juega en el
aula, todos los días, en cada clase, en cada acción curricular y donde el
educador tiene un rol protagónico y de decisiva incidencia.
Sigo
creyendo en esto pues he visto cómo, en otras latitudes, ha tenido evidente
efecto transformador. Pero
para eso se necesita liderazgo, tenacidad y mucho coraje.
Para
los regímenes de todas las ideologías que tienen al frente suyo egos
exacerbados, mejor que el pueblo siga siendo ignorante y así fácilmente
manipulable. Vamos a
ver si me paran bolas y algo queda de este encuentro.
¡Hasta
pronto!
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