viernes, 15 de agosto de 2025

En Manizales hay un colegio...

José Leonardo Rincón, S. J.
José Leonardo Rincón, S. J.

De visita en Manizales, la ciudad de las puertas abiertas, estuve en el colegio San Luis Gonzaga, el último de los grandes colegios en ciudades capitales, fundado por los jesuitas en 1954, a pesar de que desde comienzos del siglo pasado ya habían hecho presencia con residencia y templo.

Vi la galería de rectores y creo que ya estoy mayorcito porque los conocí prácticamente a todos: desde Roberto Martínez, el primero, hasta Aurelio Castañeda, el actual. Y paseando por sus enormes instalaciones que honran muy bien la falduda por no decir quebrada tierra caldense, porque hay que subir y bajar y volver a subir para volver a bajar, fui haciendo homenaje a esa docena de hombres que a su paso dejaron huella… esta capilla la hizo Jaime Salazar, el coliseo lo construyó Horacio Botero, fue Luis Carlos Herrera quien hizo el preuniversitario, y así… cada rincón, cada edificio, expresa el celo jesuítico de cada uno de ellos por buscar siempre lo mejor para las familias y sus estudiantes.

La emoción me embarga porque la última vez que vine, buena parte de su edificio central estaba vacío y lúgubre, y el resto de las instalaciones, aunque bien conservadas parecían condenadas a desparecer. Habían dado acogida a 1700 alumnos y en aquel momento 700 descendiendo, entre otras cosas porque la tasa de natalidad en la capital de Caldas en cuestión de 30 años bajó de tener 6.5 hijos promedio por familia a menos de uno hoy día. Sin embargo, hoy tiene más de mil estudiantes que ayer regresaron a formarse con una alegría similar a la de un carnaval.

Mas este colegio, en sus 70 años de historia, ha luchado por supervivir y lo ha logrado cuando ya estaba en los estertores finales. De hecho, a finales de los 70, un ejercicio de planeación lo había condenado al cierre, pero el rector que vino a cumplir la tarea concitó a los padres de familia y la institución pudo recuperarse y salir adelante. Y ahora, cuando la espada de Damocles está sobre las testas de cientos de colegios privados en todo el país, este coloso, ha logrado lo imposible: su planta física lejos de abandonarse se renueva y embellece: la horrorosa explanada de arena que dizque era la cancha de fútbol, ahora está vestida de verde sintético, con pista de atletismo, graderías y el balcón de una modernizada cafetería; su coliseo de rústicas y frías escalinatas de cemento para sentarse cuenta con cómodas sillas individuales como en los mejores escenarios deportivos. El alegre colorido de la pintura de sus edificios los hace ver jóvenes. Hay obras por todo lado y la positiva energía habla de que está más vivo que nunca.

Pero no es lo arquitectónico lo único que cautiva, la innovación pedagógica se ha hecho presente. La oferta educativa abarca desde el año y medio que tienen los caminadores hasta los que se aprestan a entrar en la universidad. El humanismo es la vocación basal y el bilingüismo la opción por convicción. La auténtica formación integral permea todo el currículo, de modo que cualquier manizaleño que quiera crecer armónicamente en todas sus dimensiones: espiritual, cognitiva, afectiva, sociopolítica, estética, corporal, etcétera, encuentra allí espacios para lograrlo. Me consta, por ejemplo, que cuentan con una banda musical preciosa que nos ha deleitado con conciertos de lujo. Y los resultados del Icfes lo ubican como el primer colegio de Calendario B tanto en la ciudad, como el departamento y en el ámbito nacional, entre los colegios que tiene la Compañía de Jesús. Lo administrativo-financiero se ha organizado al detalle. Por donde se le mire, el colegio está en el top de sus pares y todo gracias a un rector líder que cuenta con un equipo cualificado de profesionales de la educación que creen y aman con pasión lo que hacen.

Hay un colegio en Manizales que tiene mucho qué ofrecerle a la calidad educativa de nuestro país y se llama San Luis Gonzaga. ¡Congratulaciones!