Fredy Angarita
Hay una palabra que cada vez resuena más en
nuestro entorno: tribus.[1] Puede
que al oírla pensemos en las que conocemos por territorio y origen: los Wayúu
en La Guajira, los Emberá en Chocó y Antioquia, los Nasa en el
Cauca, los Kogi, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo en la Sierra Nevada, los Ticuna
en el Amazonas o los Sikuani en la Orinoquía.
Pero el significado va más allá. Al consultar
su origen, descubrí que viene del latín tribus, y que en Roma significaba
literalmente “un tercio”, y se usaba para designar cada una de las tres castas
originales del pueblo: Tities, Ramnes y Luceres. Con el tiempo, el
término se amplió para nombrar a grupos humanos unidos por linajes, lenguas o
territorios.
Son grupos que comparten ritos, estéticas y
formas de vida. Lo que hoy llamaríamos identidad. Y ahí viene la pregunta
inevitable: ¿todos pertenecemos a una tribu?
La respuesta, aunque incomode a algunos, es
sí.
Incluso aquellos que dicen no pertenecer a
nada, ya conforman una tribu. Las tribus urbanas no solo existen: están
presentes incluso en quienes ya no están. Basta una visita al Museo
Cementerio San Pedro en Medellín para encontrar sus huellas. Más que un
lugar fúnebre es un espacio patrimonial donde las tribus dialogan con el
recuerdo.
Las tumbas aún no se agrupan oficialmente por
“tribus”, pero hay señales poéticas, simbólicas, críticas.
Frases como:
- “Aquí descansa un guerrero del barrio”
- “La calle no te olvida”
- “La muerte es solo un sueño más profundo”
Y epitafios acompañados de ángeles tatuados,
gafas oscuras, cadenas, carros o motos como:
- “No viví de rodillas”
- “Morí libre”
- “Vuelvo a ser raíz”
Allí viven memorias de raperos, darks,
punkeros, rockeros, reggaetoneros, eco-tribus, alternativos, góticos, salseros,
tangueros, en fin. Aunque muchos fueron considerados minorías, se han ganado su
lugar. En vida y en memoria. En Medellín, algunas de estas tribus han ganado un
espacio que ya es innegable[2].
Otro estudio clasifica su posicionamiento así:[3]
Tribus |
Fuerza |
Espacio ganado |
Raperos / Hip-hop |
Cultural, educativa, territorial |
Alta |
Reggaetoneros |
Comercial, estética, global |
Muy alta |
Grafiteros |
Narrativa urbana, arte público |
Alta |
Skaters / BMX |
Calle, deporte, cultura joven |
Media-Alta |
Góticos / Emos |
Estética, existencialismo urbano |
Media |
Otakus / K-poperos |
Redes, identidad digital |
En crecimiento |
Eco-activistas |
Conciencia ambiental, vida alternativa |
Emergente |
Dentro de esta diversidad urbana, hay tribus
que se han formado desde la experiencia del cuerpo, del deseo, de la lucha.
Por ejemplo, la comunidad LGBTQ+ como una macrotribu en movimiento, que
no es homogénea, pero comparte símbolos, códigos y espacios.
- Drag queens y
transformistas: visibles, performáticos, provocadores.
- Personas trans y no binarias: no
siempre organizadas como “una sola tribu”, pero sí como comunidad de
resistencia.
- Artistas queer, poetas, performers: no se definen por género, sino por formas de habitar el lenguaje,
el deseo, la calle.
La palabra tribu puede sonar teórica.
Pero es más que una categoría, es una forma de estar, de agruparse, de
resistir. Antes de llamarnos tribus urbanas, fuimos parche, banda,
combo, esquina, pandilla. Nos llamaron marginados, sin saber que
éramos linaje.